Capítulo único
Momento de retroceder
Chanyeol & Yong Won (Oc)
~Rewind~
No sé qué fuerza era la que había evitado que hiciéramos una escena en plena vía publica; y creo que esa misma fuerza fue la que nos hizo solo seguir caminando sin mediar ni una sola palabra, rodeados de un incómodo silencio. Ahora aquí, en la privacidad de nuestro departamento nada nos detenía de decir todo lo que intentamos callar. Estas cuatro paredes solo ayudan a que el tenso ambiente a nuestro alrededor nos asfixie.
—Erm... ¿Estas enojada conmigo?—pregunto cauto.
—No—su respuesta suena cortante y mordaz—Y aun si lo estuviera no tendría ganas de discutir de ello contigo—agrega tratando de quitarle algo de peso al asunto. Todo se escucha como advertencia y sé que tengo que conducirme con mucha cautela.
—Yo solo quería que estuvieras consiente de que no puedes solo actuar de esa manera. No puedes ir por allí repitiendo que vas a dejar perder...
Desde que cruzamos el dintel de la puerta se mantuvo dándome la espalda y en silencio, pero escucha mis palabras que se gira a encararme, interrumpiéndome sin siquiera decir nada. Me hace callar en un instante el ver su rostro rojo no solo por el calor, sino también por las lágrimas reprimidas y el enojo.
—Sabes...—me interrumpe—No me gusta la manera en la que me estás hablando ¿¡A ti que te importa lo que haga o deje de hacer...!?—me espeta con el ceño fruncido. La careta de indiferencia que se esfuerza por mantener empieza a cuartearse y deja escapar parte de la furia que esconde.
—Claro que me importa ¿Por qué crees que te pregunto? Solo creo que esa forma de pensar es algo mediocre...—por más que intentara enmendar mis palabras, ya era muy tarde cuando me doy cuenta de lo que le había dicho. Mi intento vano de caminar por hielo delgado con pies de plomo no estaba ni cerca de funcionar.
—¿Mediocre?—al igual que el hielo quebrado bajo mis pies, su expresión se quiebra; su cara pasa de estar enojada a triste y sus labios se contraen en una línea para evitar sollozar. Diablos, no, no. No llores—¿Enserio eso es lo que crees? Entonces si soy tan inútil, porque no solo lo dejas claro y ya—su voz apenas se escucha, suena fina como una aguja.
—Yo no utilice la palabra inútil—comento tratando de aligerar el ambiente. ¡Error!— ¿No crees que estas exagerando las cosas?—pretendo hacerla razonar. Sus ojos se abren como platos y su mirada me apuñala. Trate de hacerla razonar de la peor manera.
—No Chanyeol, es que no te entiendo...simplemente no te entiendo—sus ojos se contraen queriendo que las lágrimas que los anegan no caigan. Se da la vuelta para que yo no la vea llorar. El eco de un sonoro portazo me eriza la piel, ella salió de casa tan rápido como un torbellino y con su bolso en mano desapareció de mi vista, dejándome viendo a la nada en el medio de la sala.
La había lastimado –mucho–, fueron tan solo unas pocas palabras las que habían destrozado sus agrietadas defensas. Ella se sentía perdida y confundida sobre si lo que estaba haciendo era lo correcto. Necesitaba escuchar que no estaba sola y que estaba haciendo las cosas correctas. Ella necesitaba escuchar muchas cosas y de entre todas ellas, lo que menos necesitaba fue escuchar todo lo que le dije.
~O~
De un manotazo tomo como puedo mi bolso del perchero y no busco más; salgo del departamento sin mirar lo que dejo atrás.
Sin siquiera sostenerme de los viejos barandales bajo las escaleras apenas sintiendo los escalones debajo de las suelas de mis zapatos. La brillante luz del exterior me ciega por un segundo; y con el frío albor azul que cubre todo a mí alrededor, me enfrento a las tumultuosas calles. Hace solo unos minutos estas mismas calles habían sido la sopa de cultivo para una toxica pelea.
Con la respiración apenas suficiente para llenar mis pulmones, la mirada perdida en todas partes y sintiendo la correa de nailon arañando la expuesta piel de mi hombro; es que me doy cuenta que para tratar de huir uno debería tener una buena condición, condición que a mí me falta. Mis pies no pueden llevar el mismo paso osado con el que salí del departamento por más de tres cuadres y es entonces que mis energías están por acabarse. Las pantorrillas me duelen; arden con cada paso que doy y el entumecimiento que repta por mis piernas comienza a hacerse peor.
Para cuando llego a la pastelería que quedaba a unas cuadras de nuestro piso, las piernas ya no me respondían de forma correcta y las rodillas se me doblaban. Hacía un calor infernal, y las lágrimas se mezclaban con el sudor mientras trataba de que mis ojos quedaran ocultos por mis gafas ahora empañadas. Trato inútilmente de quitarlas, porque en unos pocos segundos habrá nuevo sudor y habrá nuevas lágrimas remplazando a las viejas.
Mi estómago gruñe, tengo mucha hambre y eso mezclado con el calor me provoca un mareo, mi estómago no tiene la culpa y lamento que él tenga que pagar las consecuencias de mis disgustos. La rigidez se asienta en mis doloridas rodillas y es solo una llamada de atención para dejar de moverme, no obstante, tenía que seguir haciéndolo.
Se sentía como si tuviera un cazador invisible pegado a mi espalda; asechando, esperando por una mínima señal de debilidad y lo único que puedo hacer es poner la mayor distancia posible entre él y yo.
"...¿Por qué dijo esas cosas? ¿Enserio pensaba todo eso?"—esa fue la gota que derramo un vaso que yo no sabía que estaba a por derramarse.
En ese momento todas las críticas se sumaron; una a una; promesas rotas y palabras de preocupación que tenía que escuchar y que no eran para mí. Los momentos pesados y estresantes parecieron pesar más y en este punto yo no necesitaba escuchar lo que Chanyeol me tenía que decir; ya no quería escuchar palabras que no hacían más que dañar. Mucho menos de él.
"¿Por qué no iba y me decía en la cara que era una inútil? ¿Entonces cuando me decía que soy su chica brillante era mentira? Ya no quería pensar en eso. Ni en eso, ni en nada"
Música, necesitaba música; tal vez eso callara todo la palabrería y no seguiría llenándome de humo la cabeza. Rebusque una y otra vez en mí desordenado bolso pero eso no lo hizo aparecer. No llevaba mi teléfono, y de repente la imagen del pequeño aparato negro en la mesita de café apareció en mi cabeza ¡Rayos...! Bueno, viéndolo por el lado amable, eso evitaría que me acosaran con llamadas. Las de él, las de todo el mundo.
Las piernas me tiemblan, y a estas alturas ya no sabía que era mejor; obligarlas a seguir caminando o dejarlas descansar. No es como que tenga muchas opciones estando parada bajo el caloroso sol, solo cubierta con un toldo traslucido de la parada del autobús. Los cabellos de la base de mi cabeza están empapados de sudor, la sensación pegajosa no hace más que escurrirse por mi espalda.
El tiempo parece congelarse mientras esperaba bajo el rayo del sol. Las suelas de mis zapatos queman al apisonarse contra el abrazador pavimento ¿Cuándo diablos llegara el autobús? Me desespera que pasen otras rutas y no la mía. Cuando por fin llego el autobús, una parte de mí quería creer que él estaría buscándome.
~O~
Fue cerca de media hora después que deje de tratar de llamarla cuando una tenue luz en la mesita de la sala capto mi atención. Mi cara iluminada desde el pequeño teléfono negro me dio la bienvenida. La carcasa oscura se pierde entre mis manos, parece tan pequeño entre mis dedos y los diminutos botones no responden ante la primera presión.
Las yemas de mis dedos con suavidad se barren contra la fría pantalla, arrastrando una pequeña llave virtual hacia un minúsculo candado. con su costumbre de economizar pila y reducir al máximo su contacto con el mundo, desactivo el modo avión que tiene la costumbre de usar; el teléfono empieza a vibrar y los tonos se entremezclan; la decepción casi me tienta a tirarlo por la ventana.
Bueno, siquiera no escucharía esos vergonzosos y largos mensajes de voz que le deje. Las notificaciones de Line y KakaoTalk dejan de llegar cuando cada una sumo sesenta mensajes. Mensajes que ella no leería. Así como las notificaciones de catorce llamadas pérdidas que no iba a devolver.
Lo había arruinado en grande.
~O~
Los días después de incidente pasaron lentos y dejaron cierto estupor a su paso. Regresar a las vías el tren de la rutina no fue sencillo; porque con cada centímetro que avanzaba, el recuerdo de esa persona a la que casi saque a patadas de mi espacio, me hacía retroceder tres metros. Quiero creer que mi rutina ya no puede sufrir más cambios, porque aunque me duela tener que recordármelo a cada momento; mi vida no gira alrededor de ese poste con ojos.
Cuando pienso en el significado de sacar a esa persona de mi espacio, me doy cuenta que más bien me autoexilie de mi propio departamento. No volví a él ni por ropa o dinero y mucho menos por mi teléfono. Y aun cuando ese percance preocupo a mi mamá ya que imposibilitada sus intentos de ponerse en contacto conmigo, estas preocupaciones se esfumaron cuando vieron mis intenciones de quedarme con ella los siguientes días. Ella no necesitaba saber cómo estaba, si me encontraba durmiendo bajo su mismo techo.
Los días pasan, se apilan uno a uno y se convierten en semanas. Parecen cálidas y suaves calcas hechas de papel carbón, una tan parecida a la otra. Asistir a mis clases, religiosamente faltar a la clase de media mañana, pasar tiempo con mis amigos, volver a pasar tiempo con mis padres, detestar a un incauto maestro que no lo merece, y de vez en vez darme un pequeño gusto culposo en forma de un copioso almuerzo.
Si bien valía más que la pena ese abundante tentempié de ravioles, era el acompañamiento de una guarnición aderezada con la esperanza de encontrármelo lo que me daba la fuerza de intentarlo una vez más...Quise disculparme en el mismo momento que me refugie contra el duro asiento del autobús que me llevo a casa, y el enojo y la tristeza poco a poco se difuminaba; no obstante, el orgullo y la vergüenza no me permitieron volver.
Después de eso no me quedaba mucho que hacer, solo disculparme. Todas esas horas viendo el techo de mi habitación me llenaban la cabeza de tizne por las palabras no dichas, y en la facultad tampoco estaba, porque el ver a la nada buscando una respuesta entre los arrugados afiches del pizarrón de anuncios tampoco ayudaba de mucho. Los cuchicheos de mis amigos callan mis ansias de seguir convirtiéndome en un despojo de mi misma.
No podía seguir manteniéndome de café, pasta y canelones. No iba a poder seguir de esta manera por mucho tiempo. Sé que mi vida no gira a su alrededor, aunque eso no evitaba que extrañara a ese escandaloso árbol con piernas.
~O~
Tuvo que pasar medio mes para que mi empecino de comer pasta todos los días hábiles de la semana se acabara. Una buena porción de carne entre dos esponjosos panes sonaba bien para terminar con mi atracón de fideos. Un plato grande de papas a la francesa recién hechas ocultas por todos los condimentos inimaginables que le podría poner, me hacían babear y eclipsaban la idea de que seguía tratando de ponerme en un lugar en el que él podría encontraría.
Desecho lo mejor que puedo mis reproches y mis culpas para concentrarme en mis planes. Este era una buena oportunidad para consentirme y regalarme un momento para dejar de pensar, porque ya era suficiente lo mucho que lo había repasado los últimos días.
Me tomo unos segundos para ver mi propio reflejo en el escaparate del lugar, antes de que los alegres cuadros desperdigados por las paredes y los brillantes colores que se ciernen por el interior de la cafetería sean los primeros en darme la bienvenida. Y aún para ser fin de semana, el lugar estaba relativamente vacío. El agudo tintineo de la campañilla sobre el marco de la puerta es el siguiente en saludarme.
La dulce mujer detrás de la barra me regala una cálido venia y después de regresarle el saludo, echo un vistazo a la parte de atrás del local para ver si los camarines privados se encontraban desocupados, parece que sí.
La mayoría de las cabinas parecían desocupadas, cualquiera de ellas era una buena opción; yo paso de ellas y me dirijo a una en especial. con paso firme me dirijo a la puerta más apartada del pasillo. La última vez que había estado allí, el lugar se encontraba abarrotado de gente; y sin la opción de salir sin llamar la atención, Chanyeol y yo tuvimos que pasar cerca de cuatro horas escondidos ahí; esa fue la primera vez que él me beso en público –o algo así– y también la segunda y la tercera.
No alcanzo a dar forma a las negativas que me da So-Young, la mujer detrás de la barra, y sin pensarlo mucho me cole detrás del biombo y lo vi.
~O~
"¿En dónde se estaba quedando? ¿Estará con sus padres? ¿Habrá comido a sus horas? ¿Estará durmiendo bien? ¿Estaría asistiendo a sus clases? No lo sé..."
Antes y aun ahora después la pelea, su madre sigue respondiendo mis mensajes con más constancia que la hija. Agradezco mucho por su atención, pero también deja tras de sus cariñosas y cálidas respuestas la extraña sensación misma de que siga contestando ¿Qué acaso su hija no le contó sobre nuestras palea? Una parte de mí quería preguntarle sobre ella; mientras que otra parte de mí, una más cauta me decía que no tendría que jugar con mi suerte y solo hacer que su madre también terminara por retirarme la palabra.
Ya no hay necesidad de buscar en la barra notificaciones, si se mas que bien que no estarán las de la persona que yo quiero, así que me distraigo mirando con desgana la hora desde la empañada pantalla de mi celular, la tarde está desplazando a la mañana y para esta hora sería un almuerzo muy tardío. La hora inútilmente compite con los tres minutos que tiene de adelanto con el reloj de mi muñeca, dándome cuenta que estoy llegando tarde a mí supuesta cita para comer.
Era una pena tener horas libres a la mano y no poder quemarlas de la forma que me gustaría, tampoco es que tuviera muchas opciones. Así que sacándole algo de provecho a esas horas libres, pasar a su cafetería a verlo y de paso comer la dichosa hamburguesa que lleva mi nombre. Suspire, recuerdo haber hecho planes con ella de venir cuando tuviéramos tiempo y comer aquí.
Otro día seria usual encontrar este lugar con más personas, por otra parte doy gracias de que se hallara casi vacío, solo estaba papa, algunos meseros y una pareja mayor sentada cerca del escaparate. En otro momento me hubiera detenido a hablar con alguno de ellos, sin embargo, en este momento me sentía agradecido de que no me reconocieran y que ni siquiera voltearan a mirarme cuando pase junto a ellos.
Hago mi pedido sin elevar mucho la voz, unos minutos después, dejo la barra y camino directamente a la parte de atrás, buscando un lugar desocupado tras las mamparas que separan las mesas, esperando que siquiera uno de los espacios reservados estuviera libre. En el fondo la música apenas se escucha, me concentro en buscar la forma de cada una de las palabras y eso me ayuda a no pensar demasiado las cosas y solo esperar.
"No sabía qué, pero esperaba algo"
...Dos horas, llevaba aquí dos horas y el aburrimiento en lugar de irse solo se había agravado. Había picoteado mi comida y mi teléfono estaba a punto de quedar sin batería. Pronto toda esto se iría al garete, entonces, fue cuando una sombra se proyectó en el biombo y se acercaba con rapidez.
—Papá te lo aseguro est...—entro sin pedir permiso, al fin y al cabo era su restaurante, así que podía hacerlo.
Despegue la vista de mi celular, esperando encarar a mi papá. Lo que menos esperaba era tropezar con la persona a la que había hecho huir hace más de dos semanas.
—Lo siento—su voz sonó estrangulada y rota, sus ojos como platos acompañaron su expresión asustada y me miro de la misma forma que vería una escena de asesinato. Se alejó de la mampara como si esta quemara.
"No cariño, no te dejare ir otra vez."—ella tiene que escucharme. La campanilla de la entrada tintineaba con algo de violencia, como si alguien hubiera forcejeado para abrir la puerta.
No me detuve al escuchar a papá llamarme, ni cuando casi tire unas bandejas de comida, menos cuando asuste a las personas que iban entrando a la cafetería y a duras penas pude disculparme con ellas. Esta era una nueva oportunidad, había dejado que huyera la última vez pero no ahora.
~O~
Las manos me tiemblan mientras introduzco los dígitos en la cerradura, tarde me detengo a pensar si el no cambio la combinación. No tengo ni la menor idea porque empecé correr, solo lo hice sin pensar casi en piloto automático. El choque de adrenalina había sedado mis piernas porque no sentí la huida, ni como subía los escalones de dos en dos; fuera otro día y subiría esos tres pisos arrastrándome.
¿Por qué había corrido? ¿No era eso lo que había estado buscando desde hace casi tres semanas? Toda la mentalización que había tenido en cada momento en los que me encontraba sola y podía pensar, se fueron por el vil caño. Todo lo que quería decirle se borró en el momento en que lo vi. Corrí porque eso se hacer en estas situaciones, corrí porque huir es más fácil que enfrentar.
Un clic me regresa la esperanza de que el plan aún puede funcionar. con las manos ocultando mi cara trato de regular mi respiración ¿Así se sentía estar sofocada? Es el único nombre que le puedo dar a lo que estoy sintiendo, necesito aire y es como si mi cuerpo se negara a dejarlo pasar, es humosa angustia corriendo por mi sangre. Es sentir que tus costillas hubieran obligado a tus pulmones a hacerse más pequeños entorno a ellas. El ahogo que encuentro en mis ganas de respirar me asusta.
—N-no... Ni te atrevas—con solo una trabajosa respiración, el corcho que taponea mis pulmones sede.
Escucho desde el fondo del pasillo. No, solo déjame sola. No sé qué hacer, no sabía que decir. Solo quería esconderme bajo mis sabanas pretendiendo que esto no pasó. Abrí la puerta solo lo necesario para que yo entrara, pero eso no evito que sus manos se colaron por ese espacio y empujaron hacia el otro lado.
—Vete—suplique. No era miedo, era vergüenza. No quería verlo, no quería sentirme de esta manera frente a él. Nada perdía tratando de empujar la madera de regreso al marco.
—Bebe, escúchame. No tuve que decir todo lo que dije, solo déjame explicarte—escupe la frase de una sola tirada y sin siquiera tomar aire. Lo hace como si esta fuera la única oportunidad que tiene para explicarse y la utiliza lo mejor que puede, escucho su disculpa y estas me recuerdan que ya ni siquiera estoy enojada. Desvió la mirada de sus ojos, no tenía la fuerza para seguir sosteniéndola; me hacía sentir pequeña, indefensa.
Contengo la respiración y me alejo de la puerta. Si tenía suerte podía correr a mi habitación. En cuanto me aleje, Chanyeol cayó dentro del apartamento. Voltee a verlo tirado sobre el recibidor. Era ahora o nunca. Escucho un portazo y dos segundos después sus brazos se ciñen al alrededor de mis piernas.
—Escúchame—sus manos ascendieron por mi cuerpo hasta asentarse en mi cadera y poco a poco estaba más erguido, alzándose en toda su altura. Pego mi espalda contra la pared y no falto mucho antes de sentir su pecho rozarse contra el mío. Mi cara quedó oculta en el hueco de su cuello—Siquiera mírame—rogó.
Sintiendo los golpeteos de su respiración chocar con mi piel, el subir y bajar de sus costillas raspándose con mi escote y la casi oculta esencia de su perfume perdida en los pliegues de su ropa; me sentí como de vuelta a mi hogar lejos de casa. Sostengo entre mis cortos brazos su alta anatomía, quiero que deje de temblar; porque él está asustado igual que yo; y ahora que estamos juntos, ya no tiene por qué estarlo.
La frente de Chan se golpea al dejarla caer en mi hombro y su cabeza se roza contra la pared a mi espalda. Se refugia en la curva de mi cuello y mi hombro como un cachorro buscando consuelo. Sus manos se fijan con fuerza entorno a mí, con la rodilla da ligeros golpecitos para separar mis piernas y hacerse espacio entre ellas. Es cuando su pelvis se fija tanto contra mis caderas que sienta que si no fuera por la tela que hay de por medio, nuestras pieles se soldarían una contra la otra.
Dejo ir algo de mi peso en su muslo y la tela de mi entrepierna se roza descaradamente contra él. Me avergüenzo de mí poco autocontrol, porque la seriedad se nos está yendo de las manos a ambos. Cuando noto como mi estómago acuna a su miembro endurecido, algunas de mis neuronas se dan el lujo de dedicarse a pensar en el hecho de como su cuerpo reacciona a mí.
—Ahhm—contuve un gemido, pero no por eso contengo mis ganas de morder su clavícula. Lentamente y sin prisas, la tensión a nuestro alrededor se curte, hasta que de pronto se rompe. De reojo nuestras miradas se encuentran y en un instante coincidimos en desconectarnos para tener una tregua por un segundo, o por muchos...
Tomo con fuerza su camisa como si fuera un salvavidas. No note cuan superficial era mi respiración hasta que sentí sus manos apoderarse con gula de mi trasero. Empujó una, dos, tres veces contra mí. Aun escondida y segura donde estaba capte el mensaje. Di un saltito y enrolle mis piernas en torno a su cadera. Mis tobillos se entrelazaron en su espalda, me impulse hacia delante y lo pegue más a mí.
Termino de apoyarse contra mi cuerpo, perdimos el equilibrio y caímos de sentón en el suelo. Sus ojos volvieron a encontrarse con los míos; vi como una sonrisa se trataba de asomar por las comisuras de su boca, no puedo evitar acompañar su risa y con ella le siguieron fuertes carcajadas. Esto no podía ser más ridículo, éramos un par tontos.
Me aferre con dos puños a la tela de su camisa, tratando de encontrar una posición cómoda entre todo el barullo de brazos y piernas. con total desfachatez me froto contra él y finjo que sigo buscando desatar el nudo en el que nos convertimos. Al estirar mi cuello y encararlo; su boca se halla a solo unos centímetros de mis labios, así que me arrojo a por ella. Sus labios cálidos y suaves acunaron los míos; un largo suspiro se escapa de mi boca, lo había extrañado mucho. Sus brazos se cerraron con más fuerza entorno a mí, tanto que sentí la necesidad de restregar mis pechos contra la tela de su camisa.
La punta de su lengua bordea mis labios, para luego darle un suave mordisco. Rodee su cuello con mis manos y lo acerque más a mí. Cuando su lengua entro a mi boca y se enredó con la mía, no me resistí más. Tome dos puños de su cabello y lo mantuve en donde estaba. Lo ansiaba con cada célula de mi organismo y cada beso es un bálsamo para a duras penas mitigar mi glotonería.
Inhale lo más que pude cuando apenas nos separamos unos centímetros, no quería alejarme de sus labios, ni siquiera para respirar.
—Tranquila, no me iré...—el tono bajo de su voz envía un picante cosquilleo a lo largo de mi nuca y con firmeza cierro los ojos. Cuando la electricidad se atenúa, sonríe contra mis labios y un susurro llena el espacio que hay entre ellos —respira, no queremos que te sofoques... Bueno, hay maneras más divertidas de hacerlo—el recuerdo de sus dedos contra la piel de mi garganta hizo que sus palabras bajaran como un escalofrío por mi columna.
Chanyeol destraba mis tobillos tras su espalda, dobla mis piernas para flexionarlas y sus manos me toman por el interior de las rodillas. Lo veo tomar impulso, no puedo hacer más que contener la respiración. con un solo movimiento mi espalda se encuentra con el piso, mis ojos miran el blanco techo sobre nosotros, con el golpe seco expandiéndose tras de mí, intento tomar aire como un pez fuera del agua.
—Yeol-ah... Lo siento—mirándolo directamente a la cara por primera vez desde que entramos al departamento, veo su rostro cansado por muy poco tiempo hasta que el deseo remplaza a la preocupación en su expresión. Estando así, yo solo quería que me mirara más de esa manera, que sus ojos no se despejaran de mí. Ya no sentía miedo o vergüenza, solo un implacable deseo de poder mostrarme más ante él.
Me estremezco cuando sus dientes marcan la piel de mi escote aun con la ropa puesta. Y los estremecimientos no dejan de llegar, menos cuando sus dedos se cuelan por el interior de la pretina de mi pantalón. Sus dedos vuelven a salir y cuando se cuelan de nuevo debajo de mi ropa ahora también sostienen el resorte de mi ropa interior.
Con un suelto movimiento de muñeca baja mi pantalón y me desnuda las caderas y los muslos. Por más que mi renuencia no quiera dejar caer mi piel contra el piso, me canso con rapidez y término por sentir el frio erizar cada uno de los poros que están descubiertos.
—No te disculpes, bebe; yo también tengo cosas por las cuales disculparme—el golpe de metal contra metal me tiene ansiosa de la anticipación, como el tintineo de la hebilla de su cinturón o el zumbido que hace el cierre de su pantalón al bajar—te extrañe mucho y no sabía dónde buscar—su desesperación se filtró por su voz y sentí ganas de llorar.
Intento doblar las piernas y pegarlas a mi pecho, pero el tiro de mi pantalón no me deja; quiero alzar las piernas y que mis tobillos descansen en sus hombros, sin embargo, la poca flexibilidad envía un espasmo tras mis rodillas y me quejo cansada y exasperada. Sus manos me arrancan uno de las zapatillas que llevo, y de un tirón me desnuda la pierna izquierda.
—¿Mejor?—.
—S-sí, much-ho—balbuceo.
Con la pierna desnuda rodeándole la cadera, se inclina aún más hacia mí; sus dedos se colaron con rapidez dentro de mi braga y con las puntas de sus dedos la aparta de en medio de su camino. Frota la suave piel de su miembro contra mi cálida humedad. El duro calor de su erección frotándose contra el algodón de mi ropa interior me roba el aliento.
—Bebe, no creo durar mucho, ya no puedo... Te necesito...—se sincera.
—Yo igual, y tampoco es que pueda resistir más...—acaricio sus cabellos y estos se deslizaron con suavidad entre mis dedos, el sudor que se gotea de los mechones que cubren su nuca me empapa las palmas de las manos. Pego su cabeza a mi pecho, lo abrazo con toda la fuerza que tengo; y de una estocada me penetra.
La respiración se me queda atrapada en el pecho y siento como me humedezco más a su alrededor. Abro los ojos por la invasión repentina y por la mordida que me da en el cuello. Sus dientes se raspan contra mi yugular una, dos, tres veces, las que sean necesarias para dejar una marca.
—Te extrañe mucho—habla entrecortado como si buscara la manera de encontrar un ritmo. Toma la pierna que aún tengo cubierta de tala vaquera, su mano me rodea el interior de la rodilla y doblándola, me penetra en un nuevo ángulo. Aunque abro la boca, ningún grito sale.
Apoya la cabeza sobre mi cuello y aumentando el ímpetu con el que se une conmigo. Me muerdo los labios e inhalo el perfume que emanaba de su cabeza, el olor de su shampoo y sudor. Siento unos tirantes espasmos rodear su erección y las inmensas ganas de cerrar más las piernas a su alrededor. Cierro los ojos, tratando de aguantar como puedo las ganas de decir no y rogarle que baje un poco la intensidad
—Aguanta bebe, solo un poco más—sus lagos dedos me apartan el pelo de los ojos y su amplia palma se pega a mi ardiente mejilla. Lo miro con los ojos empeñados y los parpados caídos; perdí el filtro que retiene mis pensamientos entre mi cerebro y mi boca. Entre jadeos mi lengua busca uno de sus dedos y él cumple mi capricho llevando su largo meñique entre mis labios.
—Channie—levante su rostro de mi cuello, quería verlo cuando se corriera. Acuno su cara con mis manos y lo mire directamente a los ojos—Te amo—sus manos abandonan mi cuerpo un instante antes de que se dirijan con precisión a tomar mi trasero, se hace de él con fuerza y me ayuda a sentarme sobre su regazo. con los talones apenas plantados en el suelo me sostengo unos segundos en el aire por mí misma, para luego dejarlo entrar de nuevo en mí hasta la empuñadura. Ahora lo sentía aún más dentro de mí.
El calor que retiene mi ropa me cala y se filtra poco a poco, tengo ganas de arrancármelas de encima, esperado que eso acabe el febril calor que me cubre. con los nudillos blancos sostengo las solapas de su camisa de franela y con trabajo logro descubrirle los hombros. No obstante, su torso todavía es cubierto por su playera, así como el mío.
—No—me desvanecí, sentía los huesos como si fueran mantequilla. Mis piernas y brazos se cerraron a su alrededor casi asfixiándolo mientras buscaba sujetarme, era como si fuera a caerme del filo del mundo—No—sentí como la humedad mojaba mi ropa a medio quitar y como me cerraba a su alrededor—No...—gemí.
Sus labios pegados en mi frente, dejando ligeros besos de mariposas me consuelan aun cuando no se detienen cuando le digo que no. Sabe, al igual que yo, que no quiero que se detenga. Su mano derecha se enreda en mi cabello mientras cubre cuanto puede de mi cabeza, mientras su mano izquierda me mantiene firme contra él.
Intentando recuperar la respiración aun sintiendo su dura erección en mi interior. No pude evitar encorvarme y apartar el dobladillo de mi blusa para ver claramente donde nuestros cuerpos se unían. Por puro morbo mis dedos se pasearon por mi vientre, donde se suponía que estaba él. Las contracciones que me tensan el abdomen y me contraen entorno a su largo mantienen mi orgasmo en a raya.
Muevo la cadera en círculos, alargando mi orgasmo y ayudarlo a hacerlo terminar. Pasa sus brazos alrededor de mi espalda y ayudándome a cabalgarlo. Apoyando los pies en el piso, me penetro con más fuerza. En este punto del camino, ya no puedo verlo con claridad, así que cierro los ojos y muerdo con fuerza mi labio cuando su tibia esencia se derrama en mi interior.
Casi había olvidado lo agradable que se sentía el caliente recorrido que hace su semilla al caer por mis muslos. Suspiro de puro alivio y al fin puedo volver a respirar a todo lo ancho de mis pulmones. Estaba por hablar cuando dice:
—Ahora no; no creo poder seguir el hilo de una la conversación...—balbucea—estoy hecho polvo... Mejor después de dormir—habla con un hilo de voz cabeceando sobre mi hombro y con los parpados caídos.
Esa fue la última imagen que vi, antes de unirme a él en los brazos de Morfeo.
...
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