One

Bin estaba furioso, pegó su frente al vidrio de la ventana del coche de su papá, con los audífonos puestos, escuchando música triste para entrar en el papel.

¿La razón?

Era que este sábado tenía que estar con sus amigos, en las albercas, haciendo las mismas idioteces de siempre, no en un auto rumbo a la casa de unos amigos de su madre.

-Vamos, Bin, no estaremos todo el día allá, mi amiga acaba de volver a la ciudad, tiene años que no la veo. -habló la mujer, colocándose un poco de labial.

-Lo entiendo, mamá, lo que no entiendo es porque tengo que venir yo, es una visita de amigas, ¿Qué tengo que ver yo?

-Mi amiga de seguro tiene una bonita familia, me gustaría que conociera a la mía, créeme que, si no, hubiera dejado a tu padre en la casa. -contestó, ahora poniendo rímel en sus largas pestañas, ignorando la mueca de ofendido de su esposo.

Bin rodó los ojos, dejándose caer pesadamente en su asiento.

Después de un largo viaje para el menor, al fin se encontraban en esa grande casa, bajó rápidamente del auto, queriendo sentir aire fresco.

-Vamos, tenemos que salir lo más pronto posible de aquí.

-Bin, te pido que seas respetuoso con mi amiga y su familia, nada te cuesta pasar un sábado con nosotros. -habló la mujer, arreglando su vestido.

-Entremos. -murmuró su padre, los tres caminaron hacia la puerta, siendo la mujer la que tocó el timbre.

-¿Crees que tengan hijos? -susurraban entre ellos.

-Tal vez, ha pasado mucho tiempo, nuestro hijo ya está por cumplir 19 años.

Su plática fue interrumpida por el sonido de la puerta abriéndose, Bin quien se encontraba desinteresado en su celular no pudo evitar dar un vistazo, quedando estático mientras observaba la figura frente a él.

Era un rubio, rostro alegre, unos bonitos ojos mieles, labios en forma de corazón, piel dorada, el sol reflejo en él, haciendo que su piel se mirara muy suave, traía puesto un pantalón negro de vestir, junto a una camisa de botones blanca, sus curvas eran exquisitas.

"Así que si tienen un hijo"

Eso fue lo que pensó, listo para sacar su faceta coqueta. Pero sus padres miraron al chico sorprendido, acercándose para abrazarlo.

-¡¿Lee Dong Min?! Santa madre, así que tú eres el afortunado que se casó con Dahyun.

"¿Qué mierda dijeron?"

Bin abrió la boca sorprendido, era imposible que ese chico tuviera la misma edad que sus padres.

Simplemente imposible.

-Así es, un gusto verlos después de tanto tiempo. -habló educadamente, haciéndose a un lado para dejar pasar a los Moon.

Los mayores hicieron una pequeña reverencia antes de pasar, Bin metió sus manos a los bolsillos de su pantalón, caminando lentamente, mirando de reojo al rubio.

-Bienvenido. -murmuró hacia el menor, Bin sonrió de lado, si no estuvieran sus padres, ya lo hubiera acorralado contra esa grande puerta.

-Un honor. -murmuró de igual forma, con algo de burla en su tono.

Se escuchó el grito de su madre, cuando volteó a verla se encontró con la escena de ella y su amiga abrazándose, dando leves saltitos.

-No sabes cuánto te extrañé, Jihyo, veo que sigues con el bombón de Moon.

-Y yo veo que al final Dong Min conquistó tu corazón, ¿Qué paso con el "lo siento, Dong Min, me gustan los mayores" eh? -la amiga rio.

-No sé cómo pasó, después de que termináramos la universidad, unos cuantos años después nos encontramos, y solo pasó...

Jihyo recordó a su hijo, jalando a su amiga hacia donde se encontraban.

-Dahyun, te presento a mi hijo. -Bin rodó los ojos, sabiendo que debía presentarse con una linda sonrisa.

-Moon Bin, un gusto.

-¡Por dios! Chico eres idéntico a tu padre, un gusto, soy Lee Dahyun. -volteó hacia los Moon.

-Su hijo está muy grande, la última vez que lo vi apenas gateaba.

-Mi pequeño cumplirá pronto sus 19 años, es todo un adulto.

El pelinegro buscó con la mirada al precioso rubio, ignorando la plática de los mayores, Dong Min se encontraba sentado en uno de los sillones, escribiendo a una velocidad increíblemente rápida en su celular.

Despistadamente se acercó, sentándose a su lado, con una distancia considerada.

-¿Trabajo? -preguntó, el mayor lo miró por breves segundos, sin parar de escribir.

-Sí, ni los sábados me dejan tranquilo, ¿puedes creerlo?

-Apague su celular, cuando a mi padre lo molestan fuera de su hora laborar, les manda un audio diciendo "a la mierda con ustedes" y lo apaga, debería intentarlo, señor Lee -el rubio rio levemente.

-Debería. Por ahora, simplemente lo apagaré, sin groserías. -después de hacer lo dicho, dejó su celular en la mesita frente a ellos.

-Señor Lee, esto va a sonar algo imprudente, metiche, mal de mi parte, lo que sea, pero ¿Cuántos años tiene?

Dong Min alzó una de sus cejas, recostándose en el sofá.

-Tengo 30 años.

-Sabía que no podía ser de la edad de mis padres. -sonrió para él mismo, el rubio lo miró confundido. -Es que, se ve demasiado joven, cuando lo vi pensé que era el hijo de la amiga de mi madre.

Dong Min carcajeó, atrayendo la atención de los mayores, quienes se acercaron.

-¿Qué pasa, amor?

-Su hijo me confundió con un adolescente. - hablo para los Moon -Chico, me agradas.

-También me agrada, demasiado...

El susurro no fue escuchado, solo la leve risa de los presentes.

-Eso le digo, pero no me quiere pasar su secreto, en unos años voy a parecer su madre.

-Casi lo es...

Bueno, eso sí se alcanzó a escuchar, los señores Moon voltearon a ver sorprendidos a su hijo. -Dahyun, ¿qué comeremos? En la llamada dijiste que la comida sería exquisitamente deliciosa. - Jihyo rápidamente cambio de tema, llevando a su amiga a la cocina, para evitar más palabras de Bin.

-Moon Bin -escuchó la voz de su padre. El pelinegro volteó hacia el rubio.

-Lo siento- Lee sonrió, negando con su cabeza.

-Está bien, eres un chico directo.

Dong Min y su padre estuvieron hablando por algunos minutos, en los cuales Bin aprovechó para observar al mayor, le encantaba las expresiones que hacía para hablar, y cuando reía dejaba ver esa linda sonrisa cuadrada. Bajo su mirada por el cuerpo del mayor, mirando sus clavículas al aire por los dos botones desabrochados de su camisa, deseaba poder dejar marcas en aquel sensual cuello, y luego sus piernas, el pantalón le quedaba ajustado de la parte de arriba, Bin se imaginó entre sus rellenitos muslos, a punto de atacar.

"Mierda, necesito follar"

Miró sus pantalones, su miembro estaba despertando, y eso no era bueno, se enderezó en el sofá, colocando sus codos en sus rodillas, topando un poco la vista.

Estaba en problemas.

Dong Min se removió incómodo, podía notar las miradas que Bin le daba, al principio se dijo a sí mismo que estaba alucinando, pero en cada minuto quedaba más claro cómo es que se lo estaba comiendo con la mirada.

"Son alucinaciones tuyas, Dong Min, de seguro al chico no le va a gustar un señor como tú"

Dong Min suspiró aliviado, haciéndole caso a sus pensamientos, era cierto, el hijo de los Moon debería ya tener a alguien joven junto a él, el que estaba mal era él por pensar esas cosas.

La cocinera salió de la cocina, acercándose a las mujeres que se encontraban platicando en la mesa.

-Señora Lee, la comida está lista. -las dos mujeres se levantaron, caminando hacia el trío de hombres. Bin guardó rápidamente su celular, como si segundos antes no le estuviera tomando fotos despistadamente al rubio.

-Pasemos al comedor, la comida ya está lista. - todos empezaron a caminar, pasando la puerta del comedor, pero Bin se quedó en su lugar.

-Mierda, mierda, mierda, sigo duro. -entró en pánico, buscando con su mirada el baño. - ¿No pasará nada si me masturbo en el baño? -murmuró, levantándose del sofá, evitando el gemido que quería salir por el roce de su pantalón y su miembro.

Justo cuando se disponía a buscar el baño, Dong Min salió de la cocina, caminando preocupado hacia el menor.

-¿Pasa algo, Bin? Todos te están esperando en la mesa. - Bin saltó en su lugar, tapando con sus manos su grande bulto, el rubio notó eso, sonrojándose al ver tal cosa. -Eh, el baño es esa puerta. -apuntó hacia la puerta blanca, cerca de la cocina. -Por si gustas ir a lavarte las manos.

Dong Min regresó rápidamente a la cocina, y Bin casi corrió hacia el baño.

-¿Dónde está Bin?

-Oh, él f-fue al baño, enseguida viene.

-Mierda. -murmuraba Bin, su mano bajaba y subía por su polla, tratando de no hacer ruido, su familia estaba muy cerca, pero no podía, no cuando cerraba sus ojos y miraba a un lindo rubio entre sus piernas, de rodillas, abriendo su boquita para que su semen lo llenara.

Se corrió, jadeando más alto de lo que pensó. Agarró papel higiénico limpiando todo rastro de semen, y se lavó la cara con agua. Listo para salir.

-Lo siento por la demora. -murmuró, sentando a un lado de su madre, quedando con el rubio frente a él, sonrió de lado, joder, acababa de hacerse una paja pensando en él, y no se arrepentía.

Dong Min era el único que se encontraba tenso, sintió que invadió la privacidad del chico al mirar su entrepierna, y no mejoraba al notar como el menor lo miraba con una coqueta sonrisa, guiñándole el ojo, y él contestándole con un sonrojo. Era inevitable, nunca había estado en una situación así.

Por dios, se sentía un infiel.

-Y ustedes ¿no tienen hijos? -preguntó Jihyo, rompiendo el silencio.

-No, aun no, pero pensamos que ya es tiempo, ¿verdad, amor? -Dong Min un poco confundido asintió a sus palabras.

Bin quiso reír, Dong Min era una cosita, una cosita que quería robarse.

La comida pasó en risas por parte de las mujeres, y a veces uniéndoseles el señor Moon, pero Dong Min no pudo disfrutar de la comida, podía sentir las intenciones del chico, al parecer no eran alucinaciones, durante que comían sentía el pie del menor acariciarle su pierna.

No debería reaccionar asi ante un hombre, menos cuando estaba casado con la hermosa Dahyun.

Miro sus pantalones, asustándose cuando miró el bulto que se quería formar, no, no, no, de ninguna manera.

-Ya todos acabamos, vayan a la sala, mientras yo me encargo de lavar los trastes. -anunció el rubio.

-Mi amor, no tienes porque hacer eso, Flora trabaja aquí para eso. -apuntó a la señora que se encontraba en la puerta de la cocina.

-No, no, insisto, Flora, puedes retirarte. - la señora lo vio algo confundida, sin saber si irse o no-. Es una orden. -la mujer asintió, desapareciendo de la vista de los presentes.

-Bueno, Jihyo, vamos a mi habitación, tenemos de mucho que platicar a solas. -las mujeres también desaparecieron, y el señor Moon se dirigió a la sala, con total confianza. Dong Min suspiró aliviado, recogiendo los platos, llevándolos al lavatrastos, sin notar la mirada traviesa de un pelinegro que estaba recargado en el marco de la puerta.

-Señor Lee. -la ronca voz del menor atravesó los oídos del rubio, sintiendo como sus piernas temblaban. - ¿Quiere ayuda?

-No, estoy bien...

Bin ignoró sus palabras, acercándose lentamente al mayor. Dong Min sintió sus músculos tensarse al sentir la presencia del menor a sus espaldas.

-Bin, sé lo que tramas, y déjame decirte que soy un hombre mayor, felizmente casado, tú solo eres un adolescente hormonal, no caeré en tus juegos pervertidos. -habló decidido, pero se retorció en su lugar al sentir la risa del menor en su oído.

-Dime, cosita, ¿qué es lo que tramo?

-T-tú... tú quieres seducirme...

La risa de Bin se volvió a escuchar, junto más su cuerpo al del mayor, colocando sus manos en la cintura del rubio, permitiéndose dejar su barbilla en el hombro de Lee.

-Me atrapaste, ¿Estás seguro de que no te encanta que te den por el culo? -preguntó haciendo que Dong Min saliera de su agarre, mirándolo sorprendido.

-Estoy muy seguro que no, así que sal de mi cocina si no me vas a respetar. -habló fuerte, intentando lucir enojado.

-Lo que más quiero es faltarte el respeto, cosita. -Murmuró, acorralándolo en una de las paredes.

-Sal de la cocina.

-¿Eso quieres, cosita? -acercó su rostro al del mayor, mirando los preciosos ojos miel que le miraban tímidamente. Sonrió de lado, besando la comisura de los blandos labios de Dong Min.

- ¡Sí! sal de aquí. -grito bajito, aventando lejos al pelinegro.

Bin carcajeó, levantando sus manos en señal de vencimiento.

-Tranquilo. -caminó hacia la salida de la cocina, mirando como el rubio abría la puerta. -Lindo trasero, cosita. -dicho eso dio una nalgada, saliendo rápidamente, escuchando el grito de Dong Min quien estaba rojo de la furia y vergüenza.

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