Four
Los días habían pasado volando, días en los cuales Dong Min y Bin platicaban diariamente, ambos divirtiéndose, otras en las que Bin comenzaba a provocar al rubio, siendo este demasiado débil ante las intenciones del menor. Pero por fin, se volverían a ver.
Él se había levantado por el escándalo que su madre había hecho, había puesto "las mañanitas" a todo volumen. Se adentró a la habitación de sus padres, su madre se encontraba brincando en la cama como una niña pequeña, mientras su padre la miraba con una sonrisa.
-Bin, felicita a tu padre. -el pelinegro se acercó a su mayor con una sonrisa, felicitándolo en un susurro mientras lo abrazaba.
-¿A qué hora llegara la gente?- preguntó, sin importarle lucir tan emocionado.
-¿Por qué esa carita? ¿acaso invitaste a alguien?- preguntó su madre, con esa sonrisa pícara en su rostro, Bin negó rápidamente.
-Solo para saber a qué hora arreglarme, siempre soy muy indeciso.
-Empezarán a llegar después de las seis de la tarde, aún falta mucho, hijo. -Bin asintió, saliendo de la habitación para irse a la suya, a dormir un poco más.
Ya pasaban de la 1:00 p.m. y Bin sonrió, ya faltaba menos, agarró su celular para hablarle a su bonito rubio.
Bin rio un poco, cuando el rubio no quería ponerse tímido siempre evadía sus halagos, tiró el celular a su cama, mientras se miraba al espejo, pensando que se pondría para ver al mayor.
Durante las horas que quedaban decidió explorar todo su closet, midiéndose todo y combinándose todo lo que pudiera, al final se decidió por unos vaqueros pegados, una camisa de botones con rayas azul pastel, con su cinturón favorito en las caderas, y por último uno tenis blancos. Se miraba bien, lo suficientemente guapo para impresionar al mayor.
Bajo a la primera planta, viendo a su madre ya vestida, se miraba hermosa, esta andaba por toda la sala, corriendo de un lado a otro, mirando si todo se encontraba en su lugar, el menor confundido miró la hora y se sorprendió al ver que ya eran las 5 p.m. en punto.
Y subió corriendo a su habitación a darse los últimos retoques en su cabello.
Bin miraba su celular cuando escucho varias voces en la planta baja, eso significaba que los invitados estaban llegando. Bajó rápidamente, encontrándose con algunos amigos de su padre, solo hizo una reverencia y se sentó en uno de los sofás, mirando como la gente que se encontraba ya en su casa saludaban alegremente a su padre, felicitándolo.
Estuvo casi medio hora parándose cada que tocaban el timbre, para abrir y encontrarse con el bonito rubio, pero siempre se decepcionaba. Ya había tanto como familiares y amigos de sus padres, pero no su chico, no chico, que pronto lo seria.
De nuevo sonó el timbre, Bin se levantó rápidamente encontrándose con la vecina, con su fastidiosa hija sonriéndole en grande, se hizo a un lado, la señora lo saludó y pasó a saludar a su madre. Bin estaba a punto de cerrar la puerta, pero la chica seguía parada.
- ¿Piensas quedarte ahí?
-No, estaba esperando a que me saludaras, oppa.
-No te voy a saludar, de hecho, ni siquiera deberías estar aquí, porque la invitación era solo para tu madre. -la chica hizo un puchero, adentrándose a la casa.
-Vine porque sé que estarías aquí.
Bin asintió, ignorándola y mirando hacia afuera, impaciente de que Dong Min llegara, le había mandado mensajes, pero no fueron respondidos. Cerró la puerta, mirando como la castaña seguía a su lado.
-Mina, deja de molestar y ve con tu madre.
-Oppa, le mande varios mensajes, ¿Los leyó? - el pelinegro rodo los ojos, negando, la chica rápidamente saco su celular. -Mire, son mensajes invitándolo a salir, tengo muchas opciones para poder pasarla bien.
- ¿Por qué aceptaría tu invitación?
-Ambos somos jóvenes, solteros, y muy lindos, juntos nos veríamos como la pareja perfecta.
-Me gusta alguien.
La chica lo miró sorprendida, cruzándose de brazos. Y cuando iba a hablar de nuevo, el timbre volvió a sonar, Bin sonrió, abriendo la puerta, siendo unos bonitos ojos mieles lo primero que vio, se aventaría a darle un gran abrazo acompañado de un beso, pero su amargada esposa se encontraba a su lado.
-Señores Lee, un gusto que hayan llegado. -habló sonriente, mirando solamente al rubio.
-Pero que educado y encantador eres, Bin. - hablo Dahyun, corriendo apenas vio a la madre del menor.
Dong Min agachó la cabeza, queriendo ocultar su sonrojo al tener al menor ya frente a él, Bin al notar eso sonrió, acercándose un poco más.
-Lo sabía, ese atuendo se te vería demasiado bien, remarca todas tus preciosas curvas. -Murmuró, sonriéndole de lado.
-Dahyun me dijo que me veía muy afeminado, que le dejara esta ropa para ella.
-Estoy seguro que a ella no se le vería tan bien como se te ve a ti, precioso. -Dong Min soltó unas risitas, mirándolo al fin a la cara.
-Tú te miras muy bien, Bin.
-Para ti, muñeco. -habló juguetón, entrando por fin a la casa, ambos fueron a sentarse a platicar a la sala, ignorando a la chica que estaba atrás de ellos, sorprendida por la plática que había escuchado.
-Te lo digo, Min ha cambiado mucho, ya no es para nada cariñoso conmigo, antes yo era como una diosa para él, me adoraba, me amaba, y ahora, muy apenas me da un abrazo. Y luego fue y se compró ropa nueva, y ahora parece mujer, se le marca la cintura, el trasero, ¿acaso esa es su intención? todo es tan confuso, antes casi ni le importaba, se ponía cualquier ropa de su closet.
Jihyo escuchaba con atención las palabras de su amiga, mirando de reojo al mencionado, observando a este sentado en uno de los sofás con su hijo, ambos platicando muy cómodos.
Es cierto, Dong Min se miraba muy diferente a como estaba la última vez que fueron a la casa Lee, no solo la ropa, se miraba mas alegre, tenia un aura que gritaba brillos.
-Dahyun, tal vez solo se quiera ver bien, los hombres metrosexuales son geniales, y sensuales.
-Entonces, si él se quiere ver bien para mí. ¿por qué ya no me presta atención?
Jihyo se cruzo de brazos, tratando de descifrar alguna otra manera de la actitud de Dong Min.
-Déjame decirte, que lo encontré mirándose el trasero, y solo me dijo que quería ver que tan grande era, hasta agarra mi delineador y sombras para ponerse, eso ya es cosa de maricas.
Y era cierto, Dong Min había estando practicando con el maquillaje de su esposa y probándose ropa nueva porque quería verse bonito, quería que cierto pelinegro lo mirara de pies a cabeza.
-Hablando de eso, no te quiero asustar, pero, ¿No pensaste en la posibilidad de que Dong Min tal vez ya no le gusten tanto las vaginas, ya sabes...?
La mujer la vio horrorizada, negando rápidamente a las palabras de su amiga.
-Soy Dahyun, la mujer con la que siempre quiso estar, ¿Por qué pasaría eso estando conmigo? -Jihyo se encogió de hombros, mirando de nuevo hacia donde se encontraba Dong Min.
Miró con atención, y entonces lo vio, observó la manera en la que su hijo estaba mirando al esposo de su amiga, como se le estaba insinuando y esas sonrisas que Bin hacia siempre que veía a alguien que llamaba su atención. Se tapó la boca sorprendida, y caminó hacia ellos.
-Bin, ¿puedes acompañarme? -preguntó , el pelinegro asintió, susurrándole al rubio que volvería en unos minutos, siguió a su madre hasta la segunda planta.
Jihyo llegó hasta su habitación, cerrando con llave, para ver seriamente a su hijo, quien la miraba confundido.
- ¿Todo bien, madre?
-Te vi, Moon Bin. -el menor rio, sin saber a qué se refería su madre. -Bin, vi como estabas mirando al esposo de Dahyun.
-Madre, no entiendo de que estabas hablando, solo estábamos hablando, ¿Cómo se supone que lo estaba mirando?
-Te lo estabas comiendo con la mirada, te conozco, hijo, sé cómo eres de coqueto con casi todos, pero con él no, es el esposo de mi mejor amiga, y estás muy chico, así que no vayas a insinuarte a él como si fuera alguien soltero o alguien de tu edad.
"¿Cómo le explico que ya lo hice y que él también lo hizo?"
-Mamá, tranquila, solo estábamos platicando, ambos nos llevamos muy bien, y lo sé, no hare nada, está casado y respeto eso. -mintió, mirando como su madre suavizaba sus expresiones.
-Gracias, Bin.
Lo que resto de la noche se la pasaron hablando, Bin le había comentado que su madre había descubierto sus intenciones, así que ambos decidieron actuar menos provocativos entre ellos.
Solo se aventaban rápidas miraditas, y alguno que otro mensaje que los hacia sonreír. La gente se fue yendo, hasta que solo quedaron los señores Lee en la casa.
-Dahyun, ¿y si te quedas? -preguntó una emocionada Jihyo.
-Me encantaría, pero prometí ayudar a mi esposo con su trabajo, tiene dos pilas enormes de papeles que debe firmar, así que lo ayudaré. -el rubio la volteó a ver, negando.
-No hay problema, puedes quedarte, yo avanzo lo más que pueda esta noche, y mañana ya me ayudas.
Bin discretamente sonrió, mirando al mayor, Dong Min estaría libre de la bruja.
-No, amor, está bien, puedo venir otro día.
- Insisto, sé que quieres quedarte, no voy a arruinarte eso, yo estoy bien, cariño. - Dong Min suspiró aliviado cuando vio a Dahyun asentir.
El rubio se despidió de todos, dándole una última mirada a Bin antes de subirse a su auto, el pelinegro quiso reír, Dong Min y él podian armar planes sin siquiera hablar.
-Mierda, sí - susurró para el mismo.
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