Yoongi.
-Pero mamá, te dije que iba a hacer una pijamada ¿Por qué tenías que aceptar de nuevo? -se quejó su único hijo, ella rodó los ojos y le tironeó una oreja sacándole un grito de molestia.
-Basta de quejas, Yoongi -alegó ella-. ¿En qué te molesta que yo cuide de Jiminie? Puedes hacer tu pijamada igual -el pelinegro bufó, su madre no entendía.
-¡Pero si el que lo cuida soy yo! -golpeó su pecho con su dedo índice como si fuese un gorila reclamando su derecho.
-Patrañas -dijo la mujer que lo engendró.
-Si son patrañas... entonces no voy a cancelar mi pijamada, así que te toca a ti cambiarle las sábanas a Jimin -sentenció asintiendo a sus propias palabras con autosuficiencia.
-Sí, sí... ya deja de alegarme -posó una mano sobre su frente, Yoongi le producía migraña.
El timbre de la puerta sonó y al abrir ambos observaron al pequeño de cabellos rubios, llevaba su mochila colgada de ambos hombros, un peluche entre sus brazos y un gran puchero en su rostro, acompañado por lágrimas que caían por sus mejillas.
-Hola, Jimin -saludó la madre de Yoongi con una dulce sonrisa, poniéndose de rodillas en el suelo para alcanzar un poco la altura del menor, le acarició el pelo y luego secó una de sus mejillas con el pulgar- ¿Qué tienes?
-N-nada... -murmuró apartando con cuidado la mano de la mujer, secando él solito sus lágrimas. Sorbía su nariz cada diez segundos y caminaba hacia el interior de la casa mientras arrastraba sus piesitos.
-Iré a llamar a los chicos -avisó Yoongi volteando hacia el pasillo y subiendo las escaleras, haciendo oídos sordos al llanto del menor.
Se recostó en su cama y cubrió su rostro para soltar sobre la almohada un grito de frustración. No le gustaba cuando Jimin iba a su casa, porque era demasiado débil ante el menor, y verlo llorar, reír o hacer un berrinche le producía ternura, preocupación, y muchas otras emociones que no quería sentir. Suspiró y llamó a sus amigos, confirmándoles la hora para llegar a su dichosa pijamada.
Unos pequeños pasitos se hicieron escuchar minutos más tarde, Yoongi rodó los ojos y se levantó siguiendo su instinto, (según él, paternal), y abrió la puerta antes de que Jimin pudiese golpearla con sus diminutas manos.
-Hyung... ¿va a hacer una fiesta? -preguntó con inocencia, Yoongi asintió y tomó la manito de Jimin para llevarlo consigo hasta el interior de su habitación, cerró la puerta y fue entonces que se sintió libre para alzar al menor con sus grandes manos y sentarlo en su regazo, acomodándose él en su cama. Las mejillas regordetas del menor no tardaron en teñirse de rojo y Yoongi sonrió porque adoraba provocar aquello.
-Haré una fiesta, así que debes dormirte temprano -Jimin asintió de inmediato, él era un niño bueno y obediente con su hyung. Yoongi amplió su sonrisa y besó una de las esponjosas mejillas del menor-. Ahora... ¿me contarás porqué llegaste solito y llorando? -preguntó con precaución, después de todo sabía que el menor no le diría nada a su madre, Jimin hizo un puchero y ocultó su rostro en el pecho del mayor.
-Papá le pegó a mamá -murmuró, Yoongi tensó su mandíbula y comenzó a acariciar la espalda de Jimin.
No sabía qué decir, por lo que sólo acurrucó al menor entre sus brazos. Recordar el rostro mojado del menor, sabiendo ahora las razones, le producía escalofríos y una presión en su pecho. Pronto, y sin darse cuenta, el pequeño cuerpo entre sus brazos se había quedado profundamente dormido.
Lo dejó sobre su cama y lo cubrió con sus mantas, sus amigos podía esperar para un próximo día, en ese momento Jimin era más importante. De todas formas, molestaría a su madre al día siguiente, porque escuchó como esta salía de casa y eso sólo significaba que volvía a cuidar de Jimin.
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