Nathanaël Allerdyce: Parte II
•El pequeño Nath se levantó somnoliento, volteó la mirada hacia la cama de su hermano y vió como el pequeño dormía plácidamente, aunque eran niños y siempre peleaban, en ocasiones por casi nada, Nath quería muchísimo a su hermano, deseaba protegerle a toda costa, en una ocasión uno de los hijos de los vecinos, los Wang, una familia asiática radicada en también en el barrio pobre, buscaba problemas con el pequeño John, así que Nathanaël ni corto ni perezoso, fue al rescate de su hermano, y aunque llegó moreteado ese día a casa, se sentía bien porque a su hermano no le había sucedido nada•
•Después de recordar aquel día prosiguió a levantarse sin hacer mucho ruido, cruzó la sala, y llegó a la cocina donde ya le esperaba su madre, esta al verle, esbozó una sonrisa y luego de toser un poco, le guió hacia la calle.•
-Mamá, ¿Estás segura de que te sientes bien? No creo que debas esforzarte tanto, deberíamos volver a casa y recostarte. -Dijo Nath en tono preocupado mientras observaba a su madre caminar por la calle con algo de dificultad y cansancio-
-No te preocupes cariño, estoy bien, además, es necesario que aprendas a controlarte, eso es más importante que mi salud. -Exclamó la mujer con una sonrisa cálida y una mirada de amor que sólo una madre podría transmitir-
•Nath, obviamente dudaba demasiado de si era correcto o no, la salud de su madre no hacía más que empeorar, así cada paso que daba, le decía que no estaba bien lo que hacían, y aunque con dificultad, al final llegaron a un lugar algo apartado del barrio donde vivían.•
-Muy bien Nath, como te dije, el fuego es algo que nunca debes subestimar, es algo que nos da vida, pero también tiene el poder de quitarla, así que siempre que juegues con tus habilidades, debes tener en cuenta que sino controlas tus poderes, alguien pagará las consecuencias. -Dijo la mujer con una expresión seria en el rostro-
-Lo entiendo. -Dijo Nath con la misma seriedad de su madre-
-Recuerda, tú controlas al fuego, él, no te controla a ti. -Dice la madre mientras abre su palma derecha y de ella brota una llama pequeña-
-Puedes manejar muchos aspectos del fuego, tales como : El calor de la llama, su tamaño, su duración, su poder de propagación, y muchos otros.
•Y así estuvieron la mañana entera, y las siguientes a esa, Nath tardó apróximadamente una semana tan solo en aprender cóm apagar una llama que él mismo había creado.
Después su madre presiguió a enseñarle a controlar el calor, en una mañana muy fría en la que su marido había decidido, no ir al trabajo.•
-Mamá, ¿Y a ti, quién te enseño a controlar tus poderes? -Preguntó curioso el pequeño Nath-
•La madre titubeó un momento y luego prosiguió a contarle cómo había descubierto sus poderes y cómo había podido dominarlos.•
•••••••••Flashback•••••••••
•En una villa alejada de las grandes metrópolis de Irlanda, vivía una pequeña niña, Grace Adams, una nena inocente, de piel rosada, ojos avellana, y largo cabello cobrizo recogido en dos coletas, salía a correr y jugar con su vecino, el pequeño Alex Allerdyce.
Tanto los Adams como los Allerdyce eran familias humildes, que se dedicaban a la tala y venta de troncos y leña, eran muy unidas y siempre compartían cenas y hacían reuniones familiares.
Era tanto el afecto entre ambos grupos que hablaban de comprometer a sus jovenes niños. Todo marchaba bien hasta una mañana muy particular, donde ambas familias ya no serían tan felices.•
•La pequeña Grace juguetea en su habitación mientras su abuelo la observa, juega a las muñecas con dos figuras que ha elaborado su madre a base de paja, cuando, sin previo aviso, una de las muñecas se incendia de pronto, haciendo que la pequeña grite mientras suelta la figura que se incendia de pies a cabeza.
Su abuelo, la calma rápidamente, espera un momento para ver si alguien ha oído el grito, al percatarse de que nadie ha acudido, lleva a su nieta a un lugar retirado.•
-Lean mé. -(Sígueme) dice el señor a la pequeña-
-Is seanathair maith. -(Está bien abuelo) exclama la niña-
•Al llegar a un lugar muy alejado de las casas, el señor le explica todo acerca de sus poderes, que debe guardar en secreto, le muestra que él también es un mutante pirómano, y finalmente le cuenta lo que harán.
Y así transcurren las semanas, haciendo que cada día que pase, la pequeña Grace controle mejor sus habilidades, pero hay algo en la niña que aún no se puede controlar, y eso es, su piromanía, en secreto, ha estado haciendo pequeños incendios controlados en el bosque, aunque eso a ella no le parece gran cosa, pero luego será un grave problema.•
•Y así pasan los meses, el abuelo, ya de muy avanzada edad, está más que orgulloso de su pequeña nieta, que parece controlar muy bien, los efectos de su mutación, sin embargo, el anciano padece de Alzheimer, lo que le lleva a olvidar lo que debió enseñarle a la niña, antes de todo lo anterior, y eso es, cómo controlar la necesidad de provocar incendios que provoca la piromanía de su mutación.•
•Llega un día en que todos los habitantes de la reducida aldea, se reunen en la casa de los Allerdyce, ya que el señor apellidado homónimamente es el más carismático de la aldea, se encarga de la organización de la fiesta para conmemorar los esfuerzos de todos los laboriosos leñadores del lugar, mientras tanto en la casa vecina, los Adams se preparan para la noche.•
•La señora Allerdyce, se encontraba en esa casa, ya que buscaba a la señora Adams que por cierto, era su mejor amiga, para que le ayudara con algunos utensilios, todos se encontraban en casa, excepto, Grace.
Esta se encontraba sentada frente al invernadero de la familia, viendo las paderes de madera con cierta mirada extraña. Muchos pensamientos y sensaciones pasaban por la mente de la niña, estos cada vez se hacían más y más intensos, como débiles voces que susurraban incansablemente, haciéndose más fuertes por cada vez que los oía, hasta que lo que escuchaba no era otra cosa, sino gritos, que pedían rigurosamente una sola cosa: Quémalos.•
•Sin pensarlo una vez más, la pequeña Grace, colocó sus manos sobre las paredes de la choza de madera, y estas, de inmediato, encendieron en llamas gigantescas el gran invernadero, provocando un fuerte resplandor, Grace sólo podía sentir una cosa en ese momento, satisfacción.•
•El anciano fue el primero en darse cuenta del gran resplandor que estaba siendo provocado en medio de la noche, salió y se percató de que el invernadero estaba cubierto completamente por gigantescas llamas, solo pudo ver como Grace caminaba lentamente hacia las paredes de la casa, luego colocaba sus manos en esta y rápidamente grandes llamas cubrían la vivienda, esa pequeña casa, donde estaban, su hijo, su nuera, y la señora Allerdyce.
Las llamas se esparcian con una velocidad increíble, los primeros gritos se hacían escuchar desde adentro, donde los poderes de la pequeña cobraban sus primeras víctimas.
Inútilmente, intentó el anciano absorber la energía del fuego, colocando sus manos sobre las llamas, sus poderes eran ya, muy débiles.•
•Al escuchar los leñadores de la casa vecina, los gritos provenientes de la cercanía, salieron sólo para ver el horrible escenario.
El señor Allerdyce, logró ver como el anciano, colocaba sus manos sobre las paredes y siendo llenado de una profunda ira, prosiguió a gritar una palabra que sentenciaría a la última familia que poseía la pequeña Grace: •
-Feiniméan!!!. -(Fenómeno!!!)
•Y así prosiguieron a darle persecución al pobre anciano, que no tardó en caer en manos de los furiosos leñadores.•
-Agus chun smaoineamh, go bhfuil an chuma feiniméan chomh harmless diabhal, is é seo mo bhean chéile. -(Y pensar, que parecías tan inofensivo, maldito fenómeno,esto es por mi esposa) dijo el hombre pelirrojo antes de comenzar a propinarle golpes al anciano con su hacha, justo frente a una confusa y asustada Grace-
•Después de terminar la sádica demostración de crueldad frente a la pequeña, que sólo podía llorar ante el miedo y la tristeza, el señor Allerdyce volteó su mirada de odio hacia la niña, y con voz tosca y terrorífica dijo lo siguiente: •
-Sino fueras tan cercana a mi hijo, te mataría justo ahora maldito engendro, pero te dejaré vivir, sólo para que te cases con él cuando llegue el momento. -Dijo y se fue junto al grupo de hombres con su hacha ensangrentada, dejando a la pequeña sollozando recostada en la grama frente a la casa hecha cenizas y el cadaver de su abuelo-
••••••Fin Flashback••••••
•Una lágrima descendía por la pálida mejilla de la mujer, mientras Nath la miraba inmóvil.
El pequeño estaba a punto de preguntar algo, cuando la mujer comenzó a toser muy fuerte cayó al suelo casi inconsciente.
Nath se apresuró a correr a casa y avisarle a su padre, el cual, de mala gana y sin tanto apuro, llegó donde estaba su esposa, la llevó a la casa y allí la recostó en la cama, fue a la cocina a por un trozo de tela húmeda, ya que la mujer tenía una fiebre muy fuerte, Nath se quedó sosteniendo la mano de su madre que poseía una temperatura muy alta.
La mujer se levantó con dificultad y luego le explicó a su hijo.•
-Nath, mi mutación no la está pasando mejor que yo, toma a John y váyanse, siento que mi cuerpo no puede resistir. -Dijo la mujer mientras se apoyaba en la cama y su mano le prendía fuego involuntariamente- Váyanse!!!
-No, no, no puedo abandonarte mamá, ¿Qué haré sin ti? -Decía el pequeño pelirrojo mientras lágrimas, amenazaban por salir-
-Is breá liom tú, mo cheann sionnach beag. -(Te amo mi pequeño zorro) dijo ella mientras acariciaba la cabeza del pelirrojo y lágrimas salían de sus ojos, pero estas se evaporaban rápidamente-
•Entonces el señor pelirrojo llegó y observó la escena, su mente se vió nublada al recordar los gritos de su madre en aquella cabaña llameante, nada más pensó, solo se dirigió con furia hacia la que era su esposa.
Apartó de un empujón al pequeño Nath, y quedó frente a la mujer, esta lo miraba con serenidad, como sabiendo lo que acontecería.•
-No puedo creer, que todo este tiempo, estuve en la misma casa, en la misma habitación, con un monstruo, con un adefesio. -Decía exaltado el hombre-
-An bhfuil an méid a bhfuil tú a dhéanamh. -(Haz lo que tengas que hacer) dijo la señora sin perder la serenidad en su mirada-
•Entonces, de un rápido y fuerte golpe, azotó a la mujer contra el suelo.
Mientras bajo la mirada del pequeño Nath, todo pasaba en cámara lenta, el fuerte golpe de la palma de su padre, en la cara de su madre, ella cayendo lentamente al suelo, y su padre recogiéndola del cabello.
Lo que nadie sabía, era que el pequeño John también presenciaba la horrible escena.
Nath no lo pensó, no lo razonó, no sintió nada, sólo lanzó llamas hacia su padre.
Este soltó el cuerpo de la mujer y cayó al suelo mientras se retorcía en llamas, Nath se acercó y siguió quemando al que alguna vez, fue su padre.
El fuego no parecía estar controlado, ya que se esparcía con gran velocidad, Nath dejó de quemar el cuerpo hasta que este dejó de moverse.
Se acercó a su madre que estaba ya en sus últimos momentos, esta tomó su mejilla y mientras lloraba, le indicó a John, el cual estaba muy aterrado que se acercase también.
Cuando ambos niños, estaban junto a su madre, y estando ella con una debilidad extrema, exclamó con sus últimos alientos las palabras siguientes: •
-Nath, prométeme, que siempre cuidarás de John, nunca le dejarás, y siempre estarán juntos.
-Lo prometo madre. -Dijo Nath mientras sollozaba-
-Y tú, mi pequeño pirómano, sé muy bien que te gusta jugar con los cerillos, recuerda, el fuego siempre será parte de ambos, así que respétenle, prométeme John, que siempre obedecerás a Nath, cuídalo mi pequeño Pyro, y sé fuerte.
-Sí mamá, lo prometo. -decía el pequeño mientras lloraba al ver a su madre en ese estado-
-Saldrán al mundo, y él no les tratará muy bien, pero sean valientes y fuertes, ayúdense mutuamente y no peleen, háganlo por su madre, ¿De acuerdo? -dijo ya muy débil la señora-
-Lo haremos madre. -Exclamaron ambos-
-Is breá liom mo beag. -(Los amo mis pequeños) dijo la mujer antes de cerrar sus ojos y caer en el sueño eterno-
-Is breá linn tú ró. -(También te amamos) exclamaron los infantes y luego rompieron en llanto amargo-
•Estuvieron así, hasta que John se percató de todo el fuego que envolvía la vivienda, haló del brazo de Nath, ya que este solo lloraba y no quería abandonar el cuerpo de su madre, hasta que al fin el pequeño convenció al pelirrojo de salir de la casa.
Al tan solo salir de aquella choza llameante, esta se derrumbó ante sus ojos.
John miraba atentamente el incendio, con cierta satisfacción en su interior, Nathanaël se percató de esto y lo haló hacia calle.•
•Y allí estaban ambos niños, solos, sin nadie que les cuidase, a punto de enfrentarse a la cruel vida que les esperaba de ahora en adelante, pero debían ser fuertes, la vida es una ruleta rusa de desastres, pero no siempre atinarán a lo malo, algo bueno les espera, sólo deben ser pacientes.•
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Holaaaaa!!!! Espero les haya gustado, actualizaré cada dos semanas por si se lo preguntaban.
Espero estén listos para más ORÍGENES!!
Un saludo a mis lectoras más fieles:
Hasta la próxima mis Mutants!!
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