Día 3 - Domestic Fluff [AziraCrow]
Los cambios nunca fueron del agrado de Aziraphale porque su gran apego a las personas y cosas lo hacían querer conservar cosas o costumbres, sin embargo, ese día decidió llevar a cabo la idea que tenía en mente y se trataba de un cambio de corte de cabello.
—¿Estás seguro de esto, ángel?
—Es una idea que no abandonaré, así que procede, querido.
Crowley si bien apoyaba las propuestas del rubio, aquella sobre buscar un nuevo corte de cabello era complicada porque no tenía la menor idea de qué novedad ofrecerle al ajeno. Sabía que no existiría problema si es que al ángel no le agradaba el nuevo corte, podía con simpleza chasquear sus dedos y hacer que vuelva a su apariencia anterior, pero deseaba que cuando Zira abriera los ojos, se encontrara de verdad contento con el resultado.
—Muy bien, dame dos minutos para pensarlo y eso sucederá...
—Tómate el tiempo que gustes, Crowley...
Respondió Zira con la notoria educación y tranquilidad que siempre tenía, incluso, ahora había una sonrisa mostrando sus dientes mientras seguía con los ojos cerrados. Tal imagen le hizo al pelirrojo quedarse estático contemplándola. Convivir con el rubio siempre fue parte de su vida, pero ahora tenerlo gran parte de sus días en su casa era algo extraordinario y muy notorio. El departamento de Crowley comenzó a sentirse menos frío con cada visita de Aziraphale y al inicio creyó que era por la nueva cocina que colocó para que pudiera el rubio hornear o por el nuevo clóset perteneciente de ropa del ajeno cuando comenzó a quedarse a dormir, pero, en realidad, era por lo que los dos fueron formando poco a poco: un hogar.
Fueron meses que, al comienzo, les fue difícil llegar a entender que no era ya necesario de visitas clandestinas, de tener que mirar a sus alrededores, de susurrar y, claro, de llevar información modificada al cielo y al infierno. Era un momento perfecto para ser libres, para disfrutar del lugar que les fue asignado, el que eligieron, el que salvaron y el que los hizo tener un propio bando.
—Lo cortaré un poco de los lados y dejaremos que tu cabello crezca de más arriba. No te imagino con el cabello largo, pero no se te vería nada mal, ángel...
Aziraphale asintió con la cabeza ante las indicaciones y el cumplido que se le hacía, aunque no pudo evitar sentir sus mejillas un poco calientes debido a lo segundo. Un corte de cabello un poco diferente no estaría mal, sin embargo, cuando escuchó al pelirrojo encender la rasuradora eléctrica, abrió de nuevo sus ojos para encontrarse con la mirada de Crowley.
—Te has arrepentido justo a tiempo, Aziraphale, porque ya iba a comenzar...
Pero el ángel negó un par de veces con la cabeza ante ese comentario. Aprovechó la cercanía que tenían para así tomar una de las manos del más alto y la acarició un poco. Crowley se dio cuenta que era la primera vez que no se tensaba ante ese tipo de muestras de afecto y no pudo evitar soltar un leve suspiro.
—No, es sólo que he querido mirar por última vez este corte
Crowley rodó los ojos, chasqueó los dedos de su mano libre para aparecer un espejo y extendérselo al rubio. Aziraphale no pudo evitar soltar un suspiro y pasar sus dedos por su cabello para acariciar éste un poco. Era difícil decir adiós a tal corte porque su razón de dejarlo era por quien estaba frente a él. Fue desde que Crowley comentó que era un corte que nunca pasaba de moda y que le agradaba. Un comentario tan insignificante había agarrado fuerza por miles de años. ¿Cómo era eso posible? Tal vez porque comentarios como esos eran escasos por parte del pelirrojo al seguir aferrado a la idea de no ser ni un poco amable, pero allí estaba ahora frente a Zira mostrándose preocupado por no entender el significado de tal corte.
—Ángel...
—¿Te parece si lo cortas hasta la otra semana?
Crowley asintió con la cabeza y chasqueó los dedos para deshacerse de todo lo que según él iba a ocupar, le dedicó una sonrisa al ajeno y aprovechando que éste seguía sentado en aquella silla, se sentó sobre sus piernas. Zira abrazó la cintura del demonio y no pudo evitar dejar un beso sobre su mejilla.
—Como quiera, ángel, me gusta ese corte, nunca pasa de moda...
Crowley le dedicó una enorme sonrisa dándose así cuenta Aziraphale que él también recordaba ese comentario de hace miles de años, sólo que ahora, el rubio obtuvo un suave beso sobre sus labios.
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