Día 2 - Friends to Lovers [ Thompkean ]

Las visitas de Lee Thompkins a Bárbara Kean se hicieron más comunes con el paso del tiempo. Habían logrado establecer una amistad con el pasar de tres años después del desastre de Gotham, lo más probable es que fuera por la convivencia de que la pelinegra gustaba tener con la pequeña de Bárbara (que poseía el nombre de su madre y, curiosamente, el suyo) o tal vez por la misma compañía de la rubia que bebía un poco de whisky de su copa.

—¿Te mostré los planos? Recuerdo que sí, pero han hecho unos ajustes, esos que me dijiste y no puedo estar más que feliz —. Bárbara dio unos pequeños aplausos feliz mientras caminaba con cierta velocidad a buscar lo que le decía a la pelinegra que se encontraba en la cocina esperando a que la salsa de la pasta estuviera lista.

—Veo que estás decidida y ahora que las cosas están mejorando por aquí, es el mejor momento para que Bárbara Kean haga una aparición que nadie olvidará, claro, omite cosas tan extravagantes o que...

Las palabras de Thompkins, incluso sus acciones, se detuvieron al visualizar aquellos planos que eran mostrados por una Bárbara orgullosa que llevaba tiempo trabajando en ellos. La sorpresa de la doctora era que, en un costado, aparecía su nombre y eso la hizo ladear su cabeza como si así la caligrafía de la rubia cambiaría y le revelaría otra cosa.

—Ese... ¿Ese es mi nombre? —.

Bárbara movió los planos para verificar lo que decía la ajena y no pudo evitar soltar un leve "Oh" al darse cuenta del error de no borrar aquello, sin embargo, se recompuso rápidamente y mostró sus dientes en una gran sonrisa.

—¡Sorpresa, darling! Verás, estuve pensando en que todo esto no lo hubiera logrado sin ti. Uhm, Jim bien pudo decirme que no, ¿sabes? Pudo detenerme y decir que era una locura querer ser yo de nuevo y que pudiera dirigir mi propia empresa, pero tú...

—Barbs —. Thompkins la interrumpió para lentamente bajar aquellos planos que cubrían ahora un poco el rostro de la rubia y mirarla a los ojos. —No tienes que demostrarle a alguien que eres "tú" de nuevo porque no es necesaria una aprobación extra y porque, siendo sincera, eso no es real. Hemos pasado por mucho como para querer seguir fingiendo quiénes somos...

—No me refiero a eso. Estoy orgullosa de quién soy ahora Lee. No tengo porque fingir, pero sí recordar dónde estuve y dónde estoy ahora.—. La rubia se quedó en silencio mirando a la doctora como si de repente hubiera olvidado lo que deseaba decir y es que era complicado.

La llegada de la pequeña Bárbara hizo que entre ellas surgiera una amistad muy particular. Tal vez Thompkins era muy sentimental o Kean se sentía en deuda con ella porque fue la que recibió a su hija y no sólo eso, era Lee la que siempre estaba allí. Por supuesto, Bárbara no desacreditaba el esfuerzo de Jim como padre. Él llamaba para saber de su hija si no la había ido a visitar en días, el dinero no era problema y es que como habían tenido ya una charla como los adultos que eran, parecía que habían también formado una amistad. Sin embargo, cuando algo sucedía siempre era Lee la primera en aparecer. Como aquella vez cuando la pequeña tenía temperatura y ayudó a controlarle ésta. Fue una noche pesada para las dos mujeres, pero el alivio que las dos sintieron al ver a la pequeña recuperar su temperatura fue único; o como aquella vez donde a la niña dio sus primeros pasos, incluso, sus primeras palabras, aprendió a decir "Lee" en lugar de "Jim". La rubia comenzó a cuestionarse sobre si ese tipo de atenciones eran dirigidas sólo a su hija, pero existían otros momentos donde Thompkins la visitaba sólo por el gusto de escucharla, de charlar, de estar juntas.

—¿Y dónde te gusta estar entonces, Barbs? —.

Bárbara parpadeó un par de veces ante esa pregunta. Si bien la vida antes de que Jim se integrara a la GCPD era tranquila, pero tan tranquila que llegaba a sentirse aburrida. Todo lo sucedido después fue una chispa de adrenalina en su vida en la que se vio envuelta y decidió no salir hasta ahora ser quien era ahora. Estaba ahí frente a alguien que se había tomado el tiempo de...

—Justo donde estoy ahora...—. Susurró la rubia para dar un paso al frente que, por inercia, a Lee le hizo dar un paso atrás. Bárbara no pudo evitar sonreír de lado ante ese efecto en la ajena y decidió mejor doblar aquellos planos. —¿Sigues creyendo que, en cualquier momento, intentaré asesinarte?

Lee negó con la cabeza varias veces mientras una fina risa salía de sus labios y volvía a la labor de terminar de cocinar.

—Hace tiempo que he dejado de creerlo, de hecho, estoy casi segura que te agrado...

Bárbara se quedó en silencio analizando esas palabras. Lo que se le decía no era mentira, Lee le agradaba y mucho, pero esperaba que no fuera tan notorio porque es que en los últimos meses había una idea que estaba en su cabeza y era el creer que Thompkins la quería. Sí, que la quería como ella lo comenzaba a hacer. ¿Cuál es la diferencia en querer a alguien como amigo o como un amante?, ¿era la amabilidad de la doctora de brillantes ojos chocolates lo que la hacía dudar o de verdad existía un vínculo más allá de una amistad entre ellas?

—...Últimamente he considerado teñirme el cabello. El rubio ha pasado de moda, ¿qué te parece algo un tanto rojizo en mí? —. Preguntó Bárbara moviendo su cabello un poco haciendo que Lee alzara su mirada de esa pasta y ladeara su cabeza como si así pudiera imaginarse a una Bárbara Kean pelirroja.

—Bueno, siendo sincera, es un color difícil de lucir, pero, al ser tú, se te verá muy bien. Además, creo que ese color en tu cabello sería como una carta de presentación, algo como ¿linda y peligrosa?

La rubia no pudo evitar quedarse en silencio ante el cumplido, sin embargo, ahora no podía evitar pensar en Jim y como es que hace años ella propuso la idea de teñirse el cabello por gusto y él ni siquiera la miró. ¿Qué había en la mirada de Lee que la hacía sentirse tan cómoda?, ¿desde cuándo se cuestionaba esas cosas?

—¿Dije algo malo? —. Preguntó la pelinegra trayendo de nuevo a Kean a la realidad y la siguió mirando en silencio por unos momentos más.

—Ahora entiendo porque Jim te eligió...

—Barbs, quedamos en no hablar de...

—No, es que lo digo en serio, querida, lo estoy entendiendo y también porque...

Pero al ahora la rubia examinar las manos de la ajena, se dio cuenta que, en su dedo anular faltaba algo.

—¿Perdiste tu anillo? —. Lee por inercia acarició su mano con la otra y negó un poco con la cabeza mientras dejaba aquellos platos de comida en la mesa. Bárbara la seguía de cerca como si esperara que le respondiera la pregunta entonces con el verdadero paradero del anillo de matrimonio entre Lee y Jim.

—Le pedí el divorcio a Jim, de hecho, iba a decírtelo después de comer, pero bueno, esas son las nuevas noticias.

La mirada de Lee se encontró con la de Barbs, pero decidió esquivarla y seguir con su caminar a la cocina para buscar los cubiertos siendo ahora una excusa perfecta para que la ajena no siguiera con el cuestionario, de todos modos, tenía una mentira perfecta y es que era un "Jim tiene problemas más grandes que lidiar en Gotham, eso requiere tiempo y he decidido dárselo", pero eso era algo lejano a la verdad. Bárbara Kean, la rubia que ahora fruncía el ceño por esa noticia, se convirtió en alguien que no podía sacar de sus pensamientos. Era como si, poco a poco, la idea de sólo mantener una charla con Kean se convirtiera en lo que más anhelaba del día. Ya no deseaba llegar a casa del trabajo y cocinar para ella misma, sino que ahora Lee anhelaba lo que justo ahora pasaba. Visitar a la pequeña Bárbara era el primer objetivo, pero, en algún momento, la prioridad de pasar el tiempo con la rubia se presentó. ¿Cómo es que iba a seguir casada con alguien que no era con quien soñaba estar?, ¿cómo explicar que ahora deseaba estar con la persona que seguía mirándole molesta por no tener más información de su divorcio?

—... ¿Sabes? Siempre creí que estaba celosa de ti.

—No es el momento, Barbs...

—¡No! ¡Sí lo es y vas a escucharme porque comienzo a perder la paciencia, honey! —. La rubia jaló a la pelinegra de la muñeca y así ésta de nuevo la miraba a los ojos. —... Nunca te tuve celos, estaba celosa de Jim. Tú lo mirabas como si fuera el héroe de la ciudad ¡Por favor! Finge serlo allá afuera. Allá puede ser el justiciero, el policía y lo que quiera la gente, pero él nunca será lo que necesitamos. Y, ahora lo aprecio, pero por más que lo intente, él no está hecho para finales felices...

—¿Y tú sí? —. Preguntó la pelinegra haciendo que la rubia relamiera sus labios. Fue entonces que Thompkins comprendió a donde iba todo eso y no pudo evitar sentir cierto alivio. Un poco de miedo, sí, pero el alivio de no ser la única en ese problema era lo que ahora le hacía regalarle una leve sonrisa a Bárbara. Ambas estaban enamoradas una de la otra.

—Soy mejor que él

—Lo sé, Barbs, lo sé...

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