Día 14 Character needs a hug [Gordent] Part II


Cuando Gordon salió de prisión se sintió perdido. En su mente estaba buscar a Lee, decirle que podían intentarlo una vez más, que si aún existía un poco de amor hacia él, tal vez, sólo tal vez las cosas funcionarían, sin embargo, cuando menos se dio cuenta, había tomado un taxi a un diferente destino.

Estando ahora de pie afuera del departamento de Harvey Dent seguía sin entender porqué es que dio esa dirección cuando el taxista le preguntó a dónde llevarlo. Había mucho qué hacer, le pedían volver a la GCPD, pero él se había negado. Le dijeron que buscara a Lee, pero seguía admirando la puerta cerrada de ese departamento al cual había ido unas cuantas veces cuando Dent y él estaban trabajando juntos en algunos casos. Después el abogado le llamaba ocasionalmente para preguntar cómo estaba, Gordon le platicaba un poco de su día, a veces se reunían para desayunar o almorzar juntos y otras veces le decía que estaba ocupado y colgaba sus llamadas. Tal vez por eso dejó de llamar, tal vez por eso ni siquiera lo visitó en prisión, tal vez ni siquiera se acordaba de él. ¿Quién quisiera, en realidad, tener alguna relación con él? El mejor ejemplo era Lee que...

Que en ese momento pareciera que había pasado en segundo plano en su mente. Era como si supiera, en el fondo, que era mejor dejarla en paz. Pero, entonces, ¿Qué hacía ahí? Cuando Gordon decidió irse fue cuando la puerta de ese departamento se abrió haciendo que un Dent que tenía su maletín en mano se dejara ver. La sorpresa fue grande en sus ojos al ver a James frente a él porque, aunque sabía que había sido liberado, no creyó verlo tan pronto, mucho menos frente a su puerta.

—Jim...

—Harv...—. Logró pronunciar algo nervioso el exdetective. Relamió sus labios como si ahora quisiera buscar una buena excusa para estar allí, pero no la encontró.

“Tenía que verte”, “No tengo la menor idea de qué hago aquí, pero creo que te necesito”, “Te extrañé”. Ese tipo de oraciones estaban en su mente, pero no tenía el valor de pronunciarlas porque ni siquiera él entendía esa necesidad de estar frente al abogado que estaba igual de confundido.

—Pasaba por aquí y sólo...—.

Pero antes de continuar, Dent dejó caer su maletín para acercarse al más bajo y así envolverlo en un abrazo. Con sólo ese acto, la necesidad de buscar a Lee parecía ahora ser nula, era como si en su mente era lo correcto el arreglar las cosas con ella, pedirle una disculpa, pero ahora hasta el desear una segunda oportunidad con ella se había esfumado. La mente de Jim, que había sido un torbellino de pensamientos desde el probar su inocencia hasta el encerrar a Nygma, ahora parecía calmar y acomodar todos estos. La calma que Dent le brindaba en ese abrazo lo hizo cerrar sus párpados y recargar su mejilla en el hombro del abogado. Era como si hubiera corrido al lugar correcto, era como si...

—Nygma me dijo que Bullock me prohibió visitarte. No pasó por mi mente que él estaba detrás de todo esto. Siento mi ineficiencia...

—... Harv, tú no...

—Hice lo que pude, créeme y... —. El abogado abrazó con más fuerza al ajeno, incluso, comenzó a acariciar un poco el cabello de Gordon. —Lo siento...—. Susurró al simplemente dejar que la culpa invadiera ahora su mente ante los recuerdos de que la evidencia estaba en contra de Gordon siempre, de todas esas noches que pasó despierto para encontrar más pistas, de, incluso, esas lágrimas de frustración al no poder hacer algo por la persona que abrazaba ahora y que quería.

—No tengo nada que perdonarte, Harv, yo...—. Pero la voz de Jim se quebró al seguir sintiendo esas caricias en su cabello. No entendía como es que alguien lo podía hacer sentir de esa manera. No es como si le diera vergüenza mostrarse vulnerable, pero es que el vivir en Gotham lo había hecho ya esconder muy bien esa parte de él y ahora, con un simple abrazo había un nudo en su garganta mientras algunas lágrimas silenciosas rodaban por sus mejillas. —Me siento muy perdido...—.

—Lo sé o al menos lo imagino...—. Escuchar cómo es que Gordon ahora lloraba sobre su hombro hizo que Dent sintiera sus ojos arder advirtiendo que él también lloraría pronto. Tal vez porque nunca creyó tener de una manera tan íntima a Gordon, tal vez porque creyó que era suficiente con las llamadas ocasionales, con desayunos rápidos y con mirarlo feliz con alguien más, pero ahora que podía abrazarlo así, era como si recordara lo malditamente importante que eran todas esas pequeñas cosas y esa noche donde comprendió lo que sentía por él. —¿Quieres quedarte? Tengo una reunión con un cliente, pero volveré en cuarenta minutos. —.

—No quiero causar molestia alguna, Harv, prefiero...—. Pero Jim no fue capaz de continuar sus palabras ya que el abogado deshacía ese abrazo para tomar su rostro y así ser obligado a mirar primero su ceño fruncido y luego esos ojos cristalizados.

—Ése es tu gran problema, Jim, siempre crees causar molestias cuando estamos dispuestos a ayudarte. No es de débiles pedir ayuda, no está mal que estés aquí, así que entra y sólo... Sólo deja de pensar que todos te odian.

Jim asintió con su cabeza para lentamente quitar las manos ajenas de su rostro. Le dedicó una leve sonrisa al abogado que tomaba de nuevo su maletín y le decía nuevamente que no tardaría. Gordon soltó un suspiro al admirar el interior de ese apartamento, era como si se sintiera, al fin, a salvó. Era aquel departamento un lugar seguro, su lugar seguro.

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