Un nombre para Sarada
Se encontraba el peli celeste en aquel apartamento que se le había sido asignado , ese pequeño lugar en el cual había pasado momentos casi eternos en silencio y soledad, más ahora el silencio había sido sustituido por el insesante maullido de aquel felino que lo observaba con esos enormes y adorables ojos oscuros cual noche en la que la luna no brillaba.
Sonreía de vez en cuando al ver como su nueva amiga saltaba para atrapar aquel juguete que le había recomendado la chica de la tienda de mascotas.
Mitsuki: Eres muy adorable.
Sonrió levantando aún más el juguete haciendo que este saltará aún más, teniendo las cortinas abierta pudo ver como los rayos del sol atravesaban el cristal illuminando aún más el ambiente, el gatito aterrizó de pie por ya casi décimo novena vez, cansada se subió a la cama para disponerse a descansar y dormir.
Mitsuki: ¿Quieres dormir?, Pero si ni siquiera es medio día.
La gatita restregó su diminuto cuerpo contra la mano de Mitsuki en busca de caricias, consiguiéndolas al instante.
Mitsuki: Que animal más poco productivo, ¿No quieres jugar un poco más-
Intentó animarla pero esta agachó sus orejas y cisseando le dio su negativa respuesta amenazando y mostrarle sus perfectamente afiladas garras, para luego volver a acurrucarse cerca del oji ámbar como si nada hubiera pasado.
Mitsuki: Está bien, pero no te enojes.
Sonrió acariciando suavemente su cabeza hasta conseguir que este se durmiera y comenzara a ronronear.
Mitsuki: Eres un animal bastante peculiar, caprichoso, agresivo-
Se detuvo en cuanto se dió cuenta que en todo el tiempo que lo había tenido, lo cual no había sido más de cuatro horas, no le había puesto un nombre.
Mitsuki: Hey, aún no te he puesto un nombre...
Le susurró a la gatita temiendo despertarla y que esta lo agrediera, pero en vez de hacer aquello, está se le quedó viendo con esos ojos negros y profundo como algo que Mitsuki jamás había visto, unos ojos que parecían ocultar los secretos más oscuros del universo, fue entonces que una imagen se vino a la mente del peli celeste, había visto unos ojos así de oscuros, así de misteriosos, sólo los había contemplado una vez, en una joven de cabellos azabache.
Una imagen que le hizo encontrar un nombre perfecto para ese felino incomprendido.
"Tu nombre será, Sarada"
Acto seguido, el felino maulló como si le diera aprobación a dicho nombre, cosa que alegró al oji ámbar que sonrió acariciando su pelaje azabache que más aún le recordaban a la Uchiha.
"La pequeña Sarada"
Susurró relajándose junto al felino que procedió a dormir plácidamente.
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