¿Que tan valiente se tiene que ser para confesar un amor?
-¡Adiós Sarada, mañana recibiré mi mesada, y te compraré ese juguete que viste en la tienda de mascotas!
Gritó el entusiasmado rubio Uzumaki desde lo más alto del edificio mientras que la azabache Uchiha alzó el puño molesta.
Sarada: ¡No la consientas, idiota!
Le regañó para luego sonreír al peli celeste que se limitó a acariciar el pelaje de la felina, la cual ronroneaba en respuesta a los mimos.
Sarada: No pensé que le iba a tomar tanto cariño a Sarada...
Sonrió estirando sus articulaciones, al final su día de entrenamiento fue reemplazado por un tour a las diferente tiendas de mascotas de la aldea con el ferviente objetivo de encontrar el juguete perfecto para Sarada, y es que el rubio se conprometió a 100% que si le dejaban pasear a la pequeña felina el entrenaría hasta que se le rompiesen los huesos al día siguiente, no muy convencida la Uchiha aceptó ante la sutil insistencia del peli celeste a su lado.
Sarada: Más vale que cumpla o le volare cada uno de sus perfectos dientes con uno de mis golpes...
Gruñó levantando uno de sus puños en el aire.
Mitsuki: Tranquila, de seguro Boruto cumplirá su palabra...
Aportó sonriendo leve.
Sarada: ¿Porque tan seguro?
Soltó mientras el peli celeste se detuvo observando el cielo cubierto por los colores del entrante atardecer.
Mitsuki: Porque Boruto aprecia y respeta mucho a Sarada...
Se limitó a decir a lo que la Uchiha sonrió alegremente.
Sarada: ¿Es que quien se podría resistir a esta pequeña belleza?
Cargó a la pequeña felina que gustosa aceptó caer el los brazos de la Uchiha que se adelantó, el peli celeste sonrió leve, había entendido mal, no se refería a su linda mascota, sino que a su linda compañera de cabello azabache, Boruto apreciaba mucho a Sarada, se podía ver a través de los vínculos de confianza en batalla, si Sarada bajaba la guardia Boruto la cubría, si Boruto estaba en aprietos Sarada hacia lo imposible por quitar los obstáculos con su poderoso Sharingan y su colosal fuerza, eran un dúo muy especial ante sus ojos, es que ambos eran como el perro y el gato, pero eso no quería decir que se odiasen a muerte, muy por el contrario estaban más unidos que nunca, admiraba eso de ambos y agradecía que tanto Boruto como Sarada formasen parte de su vida, y es que no era para menos, el no tenia a nadie más que a Orochimaru, Long y el antiguo equipo Taka, no es que los menospreciase muy por el contrario, los concideraba su hermosa y peculiar familia ante cualquier cosa, pero el vínculo familiar y los de amistad son cosas muy diferentes, se necesita de ambos para mantener un equilibrio en la vida, siempre van a haber cosas que a la familia no se le cuenta, cosas en los que los amigo se apoyan, así que el ahora tenía dos mejores amigos, Boruto y Sarada, ambos que ahora confiaban en el, aunque el no les dijese todo de todo, ambos, Uzumaki y Uchiha ponían las manos al fuego por él y lo habían demostrado a lo largo de su rol como shinobis de Konoha.
Sarada: Bien, este es mi camino, nos vemos mañana a las 07:00 am en punto.
Sonrió entregándole a la felina que se acurrucó en los brazos del peli celeste que asintió en respuesta.
Mitsuki: Uhm, hasta mañana Sarada, que descanses.
La chica sonrió leve para luego apresurar el paso, debía hacer la cena antes que su madre llegase de su turno, Mitsuki se limitó a verla alejarse entre las oscuras calles, ah, miró el cielo ya ennegrecido por la oscuridad siendo levemente iluminado por las diferentes estrellas que se asomaban tímidamente, el viento soplaba frío, algo inusual para aquella época del año, Sarada ya se había dormido en sus brazos a lo que la acurrucó entre su holgado kimono para propinarle algo de calor, aunque no fuese el suficiente, sonrió mientras una drástica ventisca sacudió sus rebeldes mechones azul celeste, cerró los ojos por un segundo aspirando aquella frescura cuando un inusual pero agradable aroma llegó a sus fosas nasales, un aroma a primavera pura, una primavera tan fresca y encantadora que lo guió hasta lo más alto de un edificio en donde pudo distinguir dos figuras que al apetecer peleaban ya que una de ellas le propinó un fuertemente golpe de puño que el contrario bloqueó sin problemas.
- ¡NO JUEGUES CON ESO!
Gritó una voz femenina.
- ¡NO TE CREO NADA, SOLO TRATAS DE ENGAÑARME CÓMO EN EL PASADO Y NO CAERÉ ESTÁ VEZ...!
El contrario suspiró notoriamente.
- Si, lo sé, pero es serio esta vez, te lo juro Hanabi, esto es lo que siento y no puedo mentirte con algo tan serio como mis sentimientos.
Argumentó tratando de calmar las traicioneras lágrimas que atravesaban sus sonrojadas mejillas.
Hanabi: ¡NO TE CREO NADA KONOHA-
Iba a propinarle otro de sus golpes, aunque grande fue su sorpresa al ser víctima de una llave que bloqueó sus manos para luego apresar la en un suave y delicado beso que la dejó completamente sorprendida, poco a poco su fuerza fue disminuyendo hasta finalmente corresponder derribando aquellas barreras impuestas en su corazón, aquel corazón dañado por una inocente pero horrible broma que apago aquella llama que creyó extinta, aquel amor que guardo por aquel joven de cabellos castaños y sonrisa encantadora, aquel que la encantó con su carisma y perseverancia, aquel al que ahora abrazaba con todas sus fuerzas mientras Mitsuki presenciaba tal acto completamente sorprendido, ¿acaso eso era lo que su padre le había contado? ¿aquello llamado confesión de amor?, se veía un tanto extraño, pero eso último, aquel contacto de labios, ¿eso era un beso?, tocó delicadamente sus labios preguntándose, ¿que se sentiría besar?, debía ser algo bueno o ellos no lo harían, al cabo de unos minutos la pareja se separó aún sin reparar en el joven observador oculto entre las sombras.
Hanabi: Tonto...
Susurró agachando la mirada estando completamente sonrojada.
Hanabi: Konohamaru, idiota...
Le dio un pequeño golpecito en su pecho mientras el la acurrucada entre sus brazos igual o más avergonzado que ella.
Konohamaru: Si, soy tonto y un idiota, pero soy un tonto idiota que se enamoró de ti, y lo siento, lamento aquello, en realidad si quería confesarme, pero es que me dio mucho miedo, tu eras una Hyuga, una chica muy fuertemente e inteligente, mientras que yo solo era un chiste de shinobi que no tenía más brillo que ser el nieto del Hokage, y cuando tu me miraste y dijiste aquello, yo me acobarde.
Soltó para luego mirarla a los ojos.
Konohamaru: Créeme que no hay día después de aquello que no me recrimine lo que te dije, no hay día que no lamente haberte herido, la verdad es que me gustabas, me gustabas y me gustaste cada día de mi vida, cada día me sorprendias y encantabas más con tu belleza, con tu fuerza, con esa mirada cargada de determinación, aquella determinación que me motivó a jamás rendirme, jamás rendirme hasta que fuese lo suficientemente bueno para ti, lo suficientemente fuerte como para protegerte, lo suficientemente valiente como para plantar me frente a ti y decirte lo mucho que me gustas.
Se rascó la nuca con nerviosismo.
Hanabi: ¿Y tenías que esperar tanto...?
Sonrió para luego reír sutilmente, este Sarutobi era un completo lío, ella lo quería tal y como era, con sus virtudes y defectos, su sonrisa y su dolor, su silencio y su hablar, sus fortalezas y sus debilidades, todo de él, si fue capaz de perseverar por ella y por el por tanto tiempo, ¿porque rechazar tanto esfuerzo?.
Hanabi: Bien, tendremos una cita mañana, es tarde debo irme a casa o mi padre se preocupara, no vemos mañana Konohamaru.
Sonrió besándolo fugazmente para luego defender rápidamente perdiéndose entre las calles dejando a un sonrojado y nervioso peli castaño que salto y festejó el haber salido triunfante de su desafío auto impuesto.
- ¿Que tan valiente se tiene que ser para confesar un amor?
Una voz que conocía muy bien se oyó desde la oscuridad, maldición, recién reparaba en aquel chakra tan característico, ¿acaso el había visto todo lo que había pasado?, ¡¿incluyendo el beso?!, Mitsuki era muy joven y inocente como para ver cosas como esa, ¡¿acababa de arruinarle la inocencia a su alumno más puro?!, su cara enrojecio como termómetro mientras su cerebro maquineaba a full para inventar una excusa para "arreglar" la situación.
Konohamaru: ¡¿Mitsuki?! ¡Este bueno, veras! ¡Hanabi sensei y yo-
Mitsuki: Una vez mi padre me dijo que el peor error que uno puede cometer es negar lo que está frente a tus ojos.
Dijo a lo que el peli castaño suspiró pesadamente.
Konohamaru: Ah, no creí que me estabas viendo, la verdad es que me resulta un poco vergonzoso explicarte.
Confesó sentándose al borde del edificio haciéndole una señal al chico para que este se sentase junto a él.
Konohamaru: Que esto no salga de entre nosotros, lo que te voy a contar paso hace ya muchos años.
Suspiró observando el cielo mientras el joven imitaba su acción.
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Tenía trece o tal vez catorce años, cuando comencé a darme cuenta de que me gustaba una chica, eso no es algo malo ni nada, lo sabía perfectamente, pero el problema era que no me gustaba cualquier chica, si no que me gustaba Hanabi Hyuga, ella era todo lo que me desagradable, era poco femenina, ruda, fría y en ocasiones hasta cruel, la veía actuando como si fuese más que el resto, con esa aura de prepotencia que siempre deteste, una vez conocí a Hinata y ella jamás fue así, simplemente la tache, hice como si no existiera, pero entre más la ignoraba parecía como su más se me grabará en mi mente cada una de sus furtivas y casi imperceptibles sonrisas, cada una de sus miradas poderosas cargadas de determinación, cada fuertemente pero delicado y meticuloso movimiento, y como su hermoso cabello parecía danzar con cada ventisca de primavera, y esos ojos tan puros, fuertes pero inocentes, era alguien tan cercano como lejano, era Hanabi Hyuga, la chica que jamás voltearia a ver al inmaduro busca problemas de la clase, pero aún así quise hacerle saber lo que yo sentía.
Aquel día en el que cometi un grave error.
Un error que pudo haberse evitado su hubiese sido más valiente.
Había puesto una nota en sus cosas que la citaba en el campo de entrenamiento de mi equipo, espere aproximadamente cinco minutos cuando al fin apareció mirando en todas direcciones buscando al propietario de aquella nota, mis piernas temblaban como gelatina y mi corazón latía a mil por hora, respiré profundo y salí de entre los arbustos, caminé hasta ella que mantenía un semblante neutral, casi tan frío como aquella tarde de entrante otoño.
- ¿Que es lo que quieres, Sarutobi?
Preguntó con una posición tan firme que me dieron ganas de salir corriendo.
- Hanabi este yo-
Ella frunció el ceño.
- ¿Acaso quieres pelear?
Alzó su puño a lo que negué rápidamente, y es que sabía que me partiría en dos como una ramita.
- ¡Te equivocas, no quiero pelear contigo! ¡es que verás-
- Habla que no tengo tiempo para perder los aquí contigo...
Dijo apartando la mirada cruzándose de brazos.
- ¡Hanabi tu me gustas...!
Grité lo más fuerte que pude, en cuanto aquella palabras salieron de mi boca me cubri el rostro rápidamente mientras los colores se me subieron, pude ver como de su fría mirada emergía una pequeña luz que iluminó sus facciones en una nerviosa expresión que la hizo ver todavía más linda, sus mejillas estaba rojas, trataba de decir algo pero simplemente no salía nada, me asusté, creí que me odiaba, que se burlaria de mi o no sé, quería salir corriendo y esconderme bajo mi cama y no salir de ahí nunca más.
- ¿Es broma, verdad...?
Cuando dijo eso, creí que todo se derrumbó a mi alrededor, ahora si quería salir corriendo, quería salir corriendo y llorar como jamás antes, quería esconderme, sentía demasiada vergüenza.
- A- a poco te lo creíste... je je
Quería llorar, pero traté de reír.
- ¿Entonces era una broma...?
Volvió a preguntar esta vez con una sombría expresión.
- ¡Si, me descubriste! ¡Ja ja ja! La verdad es que los chicos idearon esta broma para molestarte pero eres muy lista como para caer-
Se volteó caminando de regreso a lo que yo tragué en seco.
- Eres un idiota...
Si, lo era, no sólo un idiota, si no que también un cobarde, un cobarde por no aclarar la situación, un cobarde por no atreverme a decirle la verdad, los años pasaron y en cuanto más quería enterrar esos sentimientos más regresaban a mí, crecí y me hice así fuerte, más valiente mientras miraba a Naruto formar su familia siendo Hokage y me decía mi mismo:
"Tu también puedes Konohamaru, no te rindas..."
Y así cada día hasta que me volví jounin, gané experiencia hasta convertirme en su maestro, poco a poco, a paso lento pero seguro esos sentimientos lograron alcanzarme hasta hoy, tenia que hacerlo, tenia que decirle o esto que siento me dejaría en paz jamás.
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Konohamaru: Ahora que lo hice sé que se necesita mucho valor, convicción y seguridad para poder reconocer los sentimientos que albergamos en nuestro corazón.
Dijo a lo que Mitsuki alzó a Sarada mirándola fijamente a los ojos encontrándose con la imagen de su compañera de equipo, miró el cielo ya completamente estrellado sonriendo ligeramente.
Mitsuki: Gracias por compartir su historia conmigo, está de más decirle que seré muy discreto.
Se limitó a decir dispuesto a marcharse.
Continuará....
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