Día 4: Arte y poesía
¡Hola! Estamos en el 4to día de la week y se me hizo un poco tarde, perdón.
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#MitakeWeek2024
🍁 Prompt: AU escolar
🍂 Palabras: 1,385
🍁 Resumen:
¿El romance escolar tiene que tener un patrón específico?
Mikey y Takemichi lo plasman, transmiten y viven a su manera; usando los dotes artísticos que fungen como un intercambio único y singular entre ellos.
⚠️ Advertencias ⚠️
AU-Escolar, POV Takemichi, POV Mikey, Mención del BajiFuyu, Arte y poesía, Fluff y romance.
El calor del verano es ofuscante, mitigado apenas por la brisa fresca y la sombra del gigante árbol.
Hanagaki Takemichi le agradecerá por siempre a Chifuyu de revelarle el mejor lugar para taparse del sol, tener la mejor vista panorámica de la cancha frente a sí y con la soledad acompañándolo. Simplemente perfecto.
Sentado, con su espalda recargada en el gigante tronco, acerca sus rodillas al pecho y coloca el cuaderno sobre sus piernas. La cancha comienza a llenarse de los jugadores que competirán en la final de rugby para el campeonato nacional, la emoción es perceptible en el aire, más que la radiación del calor.
Entre aplausos y vitoreos, los jugadores de uniforme blanco y rojo, respectivamente, comienzan la formación en la cancha, entre gritos y movimientos instructivos de manos. Takemichi busca el número 20 entre las playeras blancas, cuando lo encuentra, el dueño también ha volteado a mirarlo.
—Buena suerte, Mikey-kun —desea con un susurro y sonrisa desde la lejanía, el otro parece asentir al recibirla.
Las manos de Takemichi toman los bolígrafos y lápices de punto fino, hojea el cuaderno y ante la nueva hoja en blanco, comienza a garabatear entre líneas y círculos; el silbato anuncia el inicio de un partido crucial, ambos rubios están nerviosos y concentrados a su manera.
La gente grita, incluso brinca de sus asientos con cada punto en el extremo de la cancha; el balón vuela en el cielo y Mikey corre velozmente, esquivando a jugadores más grandes que él para saltar con grandeza y atrapar el balón, se mueve con una agilidad que deja estupefactos a todos.
Los ojos azules de Takemichi lo persiguen, su sonrisa se ensancha y no puede evitar gritar emocionado cuando el silbato suena y el marcador de puntos aumenta.
Aplaude desde la lejanía, Mikey celebra y alza el puño en su dirección, Takemichi sabe que tiene que plasmar el momento ahora o nunca.
Vuelve a sentarse y hace uso de su memoria fotográfica para afinar cada detalle en la pintura de grafito y tinta; líneas, curvas, sombras... todo es de suma importancia.
Los trazos toman forma de una silueta humana, uniformada, despojada del casco para revelar su despeinado cabello rubio que vuela junto al puño en el cielo que anuncia su victoria.
Takemichi sonríe, se dedica a difuminar las sombras y detallar el paisaje antes de alzar la vista y corroborar que su arte ha vuelto a replicarse ante la victoria fulminante del equipo blanco.
Cierra el cuaderno, guarda sus cosas y se dirige a la cancha en medio de la celebración de victoria. El jugador número 20 se acerca a él con desdén, lo recibe con los brazos abiertos y pronto el ojiazul está dando vueltas en el aire mientras sonríen. Manjiro lo deja en el suelo con sutileza, antes de volverse a abrazar.
—¡Estuviste increíble, Mikey-kun! ¡Lo lograste, jugarás en la final! —celebra y festeja mientras acaricia su cabello.
—¡Lo haré, valió la pena quedarme a entrenar en el club por la tarde! —Takemichi asiente y ambos se miran.
El festejo continúa a sus espaldas, el bullicio ha bajado la intensidad del volumen cuando ellos se unen y festejan a su modo, un roce de labios travieso, las manos de Manjiro tomando con firmeza la cintura de un Takemichi que lo abraza por detrás de la nunca. Se miran, suspiran, se besan, y todo es perfecto.
—Deberíamos celebrar del mismo modo, Chifuyu~.
Takemichi se aleja de Manjiro en cuanto la voz cantarina y burlona de Baji Keisuke se hace presente, Matsuno Chifuyu está completamente ruborizado tratando de cubrirse el rostro y Manjiro rueda los ojos y lo enfrenta con rabia contenida, pero a ojos de todos luce como un tierno gato erizado.
—¡Vete al diablo! —refuta, Baji se ríe y abraza a Chifuyu.
—¡Vamos Mikey~, tendrás otro trofeo y dibujo en la pared! —contradice en respuesta, guiña el ojo y termina avergonzándolos a todos. Baji es extremadamente peligroso al ser un as en eso.
El par de parejas celebran a su modo, y cuando la soledad vuelve a estar con ellos, Takemichi le extiende el arte que ha dibujado durante el partido, Mikey abre los ojos con asombro, lo considerará su favorito por ahora.
Takemichi es perfecto, no solo lo acompañó en su hobbie deportivo, también lo retrata de una forma artística con un talento escondido que solo él conoce, y es el mejor regalo de todos.
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Cuando las clases de historia son —siempre —extremadamente aburridas, Mikey saca la libreta blanca.
En ella, las hojas son rayadas, tienen un margen singular de puntos y su interlineado le permite escribir mucho y poco al mismo tiempo, viéndose obligado a usar tinta fina y no errar en lo absoluto.
El profesor dibuja un mapa en la pizarra mientras Manjiro traza la primer palabra en un estilo de cursiva único.
«Que» aparece en la nueva hoja, y de pronto, se queda sin ideas.
¿Dónde está su musa cuando la necesita?
Lamentablemente... en el salón de música.
Parece invocarla, pues desde la lejanía, su voz melódica y afinada suena por los pasillos. Para algunos, es la melodía perfecta para conciliar el sueño, para otros, la distracción del aburrimiento, pero para Mikey, es el recordatorio de que su voz le pertenece, es su musa, y la extraña demasiado.
Retoma su bolígrafo, decide saltarse un renglón y usando la caligrafía escribe: «En tan poco, te volviste tanto».
Poco, tanto, es como si dijera que es su todo. Takemichi era una clase de salvación que nunca pidió, y necesitaba.
«A veces los milagros son personas» escribe en el siguiente renglón. No hay continuidad entre las frases, solo conexión de sentimientos que reflejará en alguna otra ocasión.
Las voces coreadas resuenan en el pasillo, una canción que desconoce, pero entre todas las voces, reconoce el timbre ligero y melódico de Takemichi; ese que vibra cuando le susurra por las noches, sus gritos de felicidad cuando salen a comer, el puchero en su voz cuando Mikey reniega de las tareas... el vibrato nervioso cuando está avergonzado.
«Que nunca se acabe lo que comenzó sin querer» escribe, regresando al primer renglón, y sonríe.
Su mejor error fue llegar tarde ese día a la escuela y correr a esconderse al salón de música escapando del profesor.
Un rubio de ojos azules se asustó de su presencia, él le rogó no delatarlo y el chico decidió esconderlo con mentiras nerviosas.
No volvieron a verse hasta la siguiente semana, donde se repitió lo mismo, y entre risas, decidieron presentarse... el resto es una historia torpe y romántica de dos chicos hormonales que buscan definir sus sentimientos por el otro.
«En los ojos correctos, siempre serás arte» escribe después de escuchar su voz solitaria en la lejanía, suena nerviosa y contenta, Mikey sonríe y solo él puede imaginarlo apretando sus ropas y cerrando los ojos, lo conoce.
Considera que han sido suficientes líneas nuevas en un poema incompleto y descontinuo que pronto tendrá sentido.
Quizás, estará listo cuando su musa esté más cerca y pueda expresarse con fascinación artística.
Mikey no es un alumno del todo ejemplar, realiza su mayor esfuerzo, pero oculta la facilidad literaria que tiene de plasmar en palabras y frases sus emociones internas, sus mayor anhelos y sus sentimientos por su amor.
—Creo que desafiné —confiesa risueño el ojiazul tras encontrarse en el pasillo después de clases.
—No, suenas como un ángel —replica Manjiro y nota el rojo en las mejillas externas del ojiazul —. Mi ángel.
Takemichi responde con un codazo tenue en su hombro, haciendo que Manjiro suelte una sonrisa y lo abrace.
Su rostro avergonzado es más lindo cuando portan las camisas blancas de diario formal.
—¿Nos vamos? Debo completar el poema de la semana —confiesa, Takemichi lo mira conmocionado.
—Mikey-kun, eres... cruel... —emite en reproche, infla sus mejillas y lo mira de soslayo. Demasiado tierno.
Manjiro lo sorprende con un beso en la frente y toma su mano mientras comienzan a caminar.
Los dotes artísticos, consideran, deben ser reconocidos por ti mismo, y una persona que los genere.
Dar y recibir, ellos no solo aplican el intercambio con su amor floreciendo entre cariños, besos y abrazos; también se regalan hojas de arte de grafito y poemas en tinta fina.
¿El romance escolar tiene que tener un patrón específico?
Ellos deciden tenerlo a su manera, compartiendo una habilidad que guardarán en secreto entre ellos.
¿Qué tal? ¿Un poco cursi? Si, creo que muy empalagoso pero me gustó 🥰.
Admito que el AU escolar me cuesta cuando los personajes no se desarrollan tanto en ese ambiente, como TR jaja.
Además, tengo el headcanon de que Takemichi es bueno cantando (amo su voz ❤️) y Mikey es bueno escribiendo, mi instinto me lo dice jaja 😌.
¡Espero que les haya gustado el capítulo de hoy, nos vemos mañana con uno de mis favoritos de la week 👀✨!
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