Capítulo 39

Rojo.

Ariana había escogido el color rojo para vestir esa noche.

Sabía que Damien adoraba verla de ese color, y un par de semanas atrás ella había escogido ese vestido únicamente pensando en él.

Sin embargo en esos momentos la tristeza la invadía.

Se suponía que aquella noche debía ser de celebración, habría una gala en la Base Militar conmemorativa para todos aquellos héroes que se dedicaban a luchar por el honor de los Estados Unidos de América, pero ella no se sentía con ánimos siquiera de salir de la habitación.

Desde el día en que Damien le había dicho que volvería a ir a la guerra, las cosas no habían sido como antes entre ellos dos. Llevaban días distanciados, dormían en la misma cama pero apenas y se tocaban, no se miraban a los ojos, tampoco se hablaban salvo que fuera necesario. Y conforme pasaban los días, las cosas no mejoraban.

Ariana soltó un suspiro y apartó la mirada del vestido que permanecía colgado encima de las puertillas de su closet. Ya casi era hora y ella tenía que terminar de arreglarse.

Empezó con el cabello, lo alació y enseguida se hizo una coleta alta que cayó por su espalda estupendamente gracias a lo largo que era. Continuó con el maquillaje, sin embargo Stella parecía decidida a distraerla.

La pequeña ensució el pañal, y fue necesario que su madre dejara de hacer lo suyo para cambiárselo. Después se puso a llorar justo cuando Ariana estaba colocándose el rímel, y se negó a tranquilizarse hasta que le preparó un biberón.

Con una sonrisa de satisfacción, finalmente Stella se quedó quietecita, y dejó que mami continuara poniéndose guapa para esa noche.

Después de media hora, Ariana colocó los pendientes en cada oreja, y miró de nuevo el vestido.

Ella seguía en albornoz, pero tenía que cambiarse ya mismo.

Intentó no pensar en nada, simplemente tomó el gancho, y lo zafó de él. Lo siguiente que hizo fue deshacerse del albornoz, y con cuidado empezó a colocárselo metiendo primero las piernas, seguido de todo lo demás.

Intentó girarse para alcanzar el cierre, pero en ese momento otras manos lo alcanzaron por ella.

Era Damien vestido ya con su uniforme de gala, y al verlo y sentir el repentino calor tras de ella, Ariana tuvo que contener un gemido de pura conmoción.

Sus miradas se encontraron en el espejo.

Alto, caliente y poderoso, con sus manos él se encargó de subirle el cierre, y después volvieron a mirarse fijamente a través del reflejo.

La respiración de Ariana se cortó. Damien resopló con fuerza.

Las mismas manos que la habían ayudado, se posaron de pronto en su cintura y la hicieron girarse para poder mirarla cara a cara.

–Te ves muy hermosa esta noche– le dijo la voz llena y ronca que el joven soldado tenía.

Ariana se estremeció sin poder evitarlo.

Habían estado tan distanciados durante esos últimos días, y ahora la cercanía surgía su efecto. Saltaron chispas.

–G...gracias– respondió ella, y de inmediato se apartó de él para empezar a guardar sus cosméticos. Se acercaba el día en que él partiría, y le parecía que no podría soportarlo, por eso no volvió a mirarlo.

Pero Damien sí la miraba.

Hermosa era poco para describirla. Estaba fantástica, fenomenal.

La chica era una completa preciosidad, y nadie sobre la faz de la tierra podría negarlo nunca.

Era bellísima, y aquel vestido únicamente conseguía acentuar todavía más toda la belleza que ella poseía. Se ajustaba a su esbelta figura de manera fabulosa. La pequeña cintura parecía más marcada, sus pechos más voluminosos, las caderas ligeramente voluptuosas.

Quitaba el aliento, y Damien exhaló frustrado.

No había querido que la situación con ella se tornara de ese modo, pero no sabía cómo salir de ese hoyo.

Avanzó un paso dispuesto a decirle algo, lo que fuera con tal de que ya no estuviera así de indiferente con él, sin embargo en ese momento tocaron a la puerta.

Todavía sin mirarlo, Ariana tomó su bolso, y luego cogió la bebé que se encontraba en la cama, y salió de la habitación caminando sobre sus tacones con un equilibrio que debía ser sobrehumano, gracias al ballet.

Damien de inmediato la siguió. La encontró intentando descubrir la mejor manera de bajar las escaleras sin que ella ni su hija fuesen a caerse debido a lo largo de su vestido.

–Déjame ayudarte– le dijo él, y tomó a Stella en brazos, y también el pequeño bolso plateado.

Ariana le agradeció en silencio, y enseguida tomó los bordes de su vestido para poder bajar.

Cuando llegó a la planta baja, rápido abrió la puerta. Sabía que debía ser Meryl, y en efecto fue ella a quien encontró.

–¡Cielo bendito!– exclamó con emoción. –Ariana, estás espectacular, cariño. Ve nadamás...– le tomó la mano, y la hizo dar una vuelta. –Damien, esta noche serás el más envidiado–

Damien mostró una tenue sonrisa.

–Lo sé, Meryl, créemeque lo sé. Me siento el hombre más afortunado del mundo– no mentía, tampoco exageraba. En verdad era así como se sentía.

Ariana enrojeció de la cabeza a los pies, pero no mencionó nada al respecto. De inmediato tomó a Stella de los brazos de su padre, y se la entregó a Meryl para que ella la cargara, no sin antes abrazarla contra su pecho.

–Por favor cuídala muchísimo, Meryl–

–Sabes que sí, Ariana. Vayan sin preocuparse, y diviértanse mucho– respondió la mujer.

–Te lo agradecemos, Meryl– prontamente Damien se acercó a su pequeña, y se despidió de ella con un beso en la cabecita. –Es hora de marcharnos– anunció después, y entonces alzó su mano para que Ariana la tomara.

La joven castaña miró la mano por un par de segundos. No la rechazó,sino que se dedicó a contemplarla. Luego de mirarlo a él a la cara por primera vez en los últimos minutos, la tomó, y juntos salieron de casa.

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El camino a la gala de la Base Militar fue un tanto tenso e incómodo.

Ariana no habló. Damien tampoco lo hizo.

Mientras conducía la camioneta, él encendió la radio y de inmediato se escuchó una de esas canciones del momento, una muy alegre y pegajosa, sin embargo ni siquiera dicha canción fue capaz de disminuir la tensión del momento.

Damien deseó muchísimo tomarle la mano, tal y como siempre lo hacía, pero suponía que el gesto no sería bien recibido, así que no lo hizo, sin embargo la miró de reojo.

Ariana se encontraba recostada sobre el asiento del copiloto, con el cinturón atravesando sus pechos, y la mirada completamente fija en la ventana.

Para Damien era la mujer más hermosa, la adoraba con su vida, y le dolía muchísimo estar distanciado de ella.

Cuando llegaron a la gala, fueron recibidos por el ballet parking que enseguida le abrió la puerta a Ariana de manera caballerosa. Damien le entregó las llaves, y pronto ayudó a su mujer a llegar hasta la entrada.

A pesar de que hubiesen problemas entre ellos, él nunca iba a dejar de tratarla como a una princesa.

Desde el momento en que entraron al elegante salón, llamaron la atención de todos los presentes.

Juntos y tomados de la mano, hacían una pareja que a todas las personas fascinaba.

De inmediato fueron rodeados por personas que se acercaron a saludarlos, compañeros de Damien, el Comandante Crowe con su esposa, y también el Coronel Freeman junto a su mujer. Todos querían y admiraban a Damien, y por su parte Ariana se los había ganado a todos, y la apreciaban mucho a ella también.

Damien y Ariana saludaron amablemente, y mostraron sonrisas, sin embargo ninguno de los dos sonreía genuinamente, sino por mera educación.

Luego de unos momentos, en cuanto Ariana localizó a Dove, se disculpó con los amigos de su esposo y de inmediato corrió hacia su amiga.

Dove estaba espectacular esa noche en un vestido color celeste.

–Ari, estás guapísima esta noche– exclamó la rubia al verla. –Maldición, estás tan caliente como el infierno, esa es mi chica– le guiñó un ojo traviesamente.

–Dove, tú también te ves increíble. Puedo entender completamente por qué Spencer ha perdido la cabeza por ti–

Ante aquel comentario, Dove enrojeció, algo poco usual en ella. Sólo por eso Ariana supo que su mejor amiga en serio estaba enamorada.

–Creo que yo también la he perdido por él– admitió, sin embargo aquello era mucho para Dove, y enseguida añadió: –Pero sólo nos estamos conociendo, Ariana, párale a tu caballo. Para estar tan enamorada como tú lo estás de tu hombre todavía me falta mucho–

En ese momento la sonrisa de Ariana cambió por un suspiro, y una expresión triste.

Damien pasó junto a ellas, y clavó la mirada en su esposa, sin embargo no se acercó y tampoco le pidió que fuera con él.

Ariana bajó la mirada.

Dove frunció el ceño.

–¿Está todo bien?– preguntó confundida. –¿Qué fue eso?–

–¿Qué cosa?– preguntó la castaña de inmediato.

–Ni siquiera intentes engañarme, Ariana. Tu expresión me dice ahora mismo lo triste que estás, y en cuanto a él...– señaló a Damien a lo lejos. –...Tampoco parece muy feliz que digamos. ¿Qué sucede? ¿Discutieron?–

Ariana alzó su mirada hacia el hombre que amaba. Sus ojos angustiados lo dijeron todo. De pronto las lágrimas se agolparon en sus pupilas, en su garganta. Se llevó una mano al pecho, y utilizó todas sus fuerzas para detener el llanto.

–Irá otra vez a la guerra, Dove– murmuró con voz quebrada. –Siempre irá a la guerra– una lágrima rodó por su mejilla, y enseguida la limpió, pero no tuvo suerte con las demás. Estas salieron y cayeron por su mentón.

De inmediato Dove la llevó al tocador.

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>Qué bonita es...<

Pensó Damien sin aliento cuando miró a su esposa regresar del tocador en compañía de su amiga Dove.

Él se encontraba junto a sus compañeros de Brigada, charlaban animadamente, pero él ni siquiera prestaba atención a su plática. No tenía ojos para nadie más, tampoco oídos. Todo lo que captaban sus sentidos era ella.

>Ariana. Ariana. Ariana<

¿En qué momento había sucedido aquello? ¿En qué momento esa pequeña mujer se había adueñado de todo él? Exactamente no lo sabía, tampoco se lo seguía cuestionando.

Simplemente era así.

Ariana lo había abarcado todo.

Y es que era tan hermosa... Preciosísima hada mágica que no parecía ser de ese mundo.

El marrón de sus ojos no parecía real, tampoco su sonrisa.

Era preciosa, todo un encanto.

A Damien lo había vuelto loco desde la primera vez que la vio, y aún más loco lo volvía en ese momento.

Era una chica diferente a la que había conocido aquellanoche en el bar. Ahora era más mujer, y sin embargo seguía siendo inocente... Dolorosamente inocente.

Ni siquiera era consciente de su belleza. Seguía sin darse cuenta de todo el poder que tenía, y lo que ocasionaba, incluso en aquel momento.

Mientras Damien permanecía de pie observándola, era testigo de cómo su joven esposa atraía las miradas masculinas.

¿Iba a ponerse celoso?

¡Mierda, no!

Muy a su pesar los comprendía. Él sabía en carne propia lo que era mirar a esa preciosidad castaña y quedar completamente noqueado... Oh, y lo sabía muy bien.

–¿Volvemos al principio, Damien?–

Aquella voz lo hizo sobresaltarse.

Cuando Damien se giró para ver quién había irrumpido en sus pensamientos, se encontró con el rostro de su mejor amigo.

Chris se recargó junto a él, y también miró hacia donde estaba Ariana.

Ella se encontraba junto a Dove y junto a Gal, al parecer mantenían una importante charla de mujeres, a la que enseguida se les unió Diana Freeman y Sarah Crowe.

–¿De qué hablas?– tuvo que preguntar Damien.

Chris se hundió de hombros.

–Bueno, ya sabes. A eso de mirar a tu esposa, pero no acercarte a ella–

Damien exhaló, y negó.

–No es eso–

–¿Entonces qué te ocurre? ¿Discutieron o algo?–

–No– respondió Damien de inmediato. –Es sólo que... Ariana es una mujer estupenda, Chris. Maldición, ni yo me creo la suerte que he tenido de encontrarla, y eso mismo me tiene jodidamente preocupado– admitió finalmente.

Chris frunció el ceño.

–¿Preocupado por qué?–

Con pesar, Damien apartó la mirada de su mujer.

–Me preocupa no ser lo suficientemente bueno para ella, y al final terminar perdiéndola y también a mi hija. Si las pierdo, te juro que me moriría–

Chris sopesó las palabras de su amigo.

Luego de unos momentos volvió a hablar.

–Estás enamorado de ella– dijo sonriendo.

Damien permaneció en silencio. Su rostro se quedó inexpresivo. Ni siquiera se movió.

–¿Enamorado?– la pregunta iba para sí mismo. Lo sorprendió de pronto muchísimo el utilizar aquella palabra.

Alzó sus ojos oscuros y volvió a clavarlos en su esposa que ahora sonreía cuando él tenía ya algunos días sin poder disfrutar de esa preciosa sonrisa.

You're Beautiful de James Blunt sonaba de fondo, y maldición, no pudo haber existido una canción más apropiada para esos instantes, para ella.

Hermosa. Ariana era hermosa.

–Sí, Damien. ¿No lo habías pensado?– volvió a llamarlo la voz de Chris.

Con toda sinceridad, él negó.

–Ni siquiera he estado enamorado antes, Chris, ¿cómo puedo saberlo ahora?– cuestionó realmente confundido.

Pero Chris tenía la respuesta a ello.

–Bueno, imagínate el resto de tu vida sin Ariana, y dime la palabra que la describa.

Las facciones de Damien se endurecieron con verdadera tensión.

¡Joder, ni loco!

–No puedo decidirme entre desolada y patética–

–Pues ahí lo tienes– exclamó Chris

Pero Damien negó.

–No es tan sencillo como dices–

–Por lo que yo veo... sí lo es– replicó su amigo.

–No lo entiendes. Sí, sí, admito que desde el primer momento en que la vi todo fue distinto... Mierda, incluso hasta la soñé antes de conocerla, y también admito que lo daría todo por ella, me tiene cogido por las pelotas, y lo que tenemos es estupendo, la adoro, es todo para mí, pero aun así...–

–¿Aun así qué?–

–No soy lo suficientemente bueno para poder amarla. ¿No lo ves, Chris? No me la merezco. No puedo amarla–

Llevaba días con aquel pensamiento rondando en su cabeza, torturándolo cada vez con mayor intensidad. Se daba cuenta de que por más que había querido volar alto, y soñar en grande, seguía en la misma miseria. Seguía siendo porquería.

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–Buenas noches, señoritas. Se ven bellísimas hoy, todas sin excepción– las saludó Michael Murray.

Ariana se sobresaltó ante su presencia, y la tranquilidad que había sentido hasta hacía un par de segundos, se esfumó en un parpadear.

–Oh, Michael, gracias, eres muy amable– respondió Diana educadamente.

–Tú también te ves fantástico– secundó Sarah.

Gal permaneció en silencio y desvió la mirada porque a ella no le agradaba ese sujeto. Lo mismo hizo Dove que conocía bien la antipatía que Ariana sentía por él.

Ariana permaneció congelada en el sitio sin poder hacer nada más, y aquello ocasionó que el rubio recién llegado fijara toda su atención en ella.

–¿Tú no vas a saludarme, Ariana?– le preguntó divertido.

Cielo santo, cómo lo odiaba. Ariana lo detestaba con gran fuerza, pero se sentía incapaz de portarse grosera con él, y aún menos hacerlo frente a las esposas del Coronel Crowe y el Comandante Freeman.

Enseguida adoptó una pose diferente, pero por más esfuerzo que hizo, la sonrisa no consiguió salirle real.

–¿Qué tal está, señor Murray?– no le alzó la mano para que él la besara tal y como lo habían hecho las demás. Maldición, no quería que sus asquerosos labios tocaran su piel bajo ninguna circunstancia. Se moriría de asco, lo sabía.

Michael notó el gesto, y desde luego su sonrisa apareció.

Los dos se miraron significativamente.

Ariana no comprendió del todo aquella mirada, aunque tampoco hubiese querido comprenderla, así que simplemente lo dejó pasar, y espero anhelante a que él se despidiera y se marchara. Por fortuna lo hizo a los pocos instantes.

–No las molesto más, linduras. Sigan disfrutando la velada–

Sólo cuando él se hubo marchado, Ariana consiguió volver a respirar con normalidad. Deseó con todas sus fuerzas que ese sujeto no volviera a acercársele en lo que restaba de la velada, y tampoco por el resto de su vida. A decir verdad, si no volvía a verlo nunca más, Ariana sería la mujer más feliz del planeta tierra. Hablaba en serio. Lo que ese hombre le ocasionaba iba ya más allá de lo normal. Lo aborrecía como si le hubiese hecho algún mal.

Era extraño, pero aun así confiaba en su corazonada. Si su sentido común le decía que debía odiarlo, entonces así seguiría haciéndolo.

De un momento a otro el Coronel se acercó a ellas, y se llevó a su esposa para que saludara a sus viejos amigos de la Armada Americana. A los pocos segundos Sarah decidió ir en busca de su esposo para tomarse la tan anhelada fotografía para el periódico. Gal fue por Chris para besarlo, y tener un momento romántico.

Ariana quedó entonces sola con Dove, sin embargo aquello duró poco, pues enseguida Spencer apareció, ataviado con su exquisito uniforme elegante.

–Lamento quitártela, Ariana, pero llevo toda la noche queriendo bailar con esta bella señorita– lo dijo de manera adorable, y Ariana se enterneció muchísimo.

–Disfrútala, Spencer. Es tu cita, no la mía así que no te disculpes–

Dove parecía emocionada con la idea de bailar con Spencer, sin embargo no deseaba dejar a su amiga sola, y menos aun sabiendo lo triste que se sentía.

–¿Estarás bien, Ari?– tuvo que preguntarle.

–Desde luego que sí, Dove. No te preocupes. Por favor ve y baila con Spencer. Diviértanse–

La rubia tomó camino hacia la pista tomada de la mano del simpático y guapo soldado, sin embargo antes de dedicarse a bailar se detuvo unos segundos con Damien para decirle algo.

–Invítala a bailar, no te rechazará–

Damien alzó la cabeza justo cuando Dove se alejaba. No lo pensó, tan solo se giró en busca de Ariana.

La encontró sola. Sola y preciosa. Ninguna chica que fuera así de hermosa podía estar sola, y menos aún si tenía marido.

Oh, y Ariana lo tenía.

Enseguida se acercó a ella.

Thinking Out Loud de Ed Sheeran comenzó a sonar justo cuando los ojos de la joven castaña se encontraron con los de él.

When your legs don't work like they used to before... ♪

Damien no mencionó nada, alzó su mano y esperó a que ella la tomara.

Los ojos marrones de Ariana brillaron con algo extraño. Emoción tal vez.

Will your mouth still remember the taste of my love? will your eyes still smile from your cheeks?... ♪

De inmediato la tomó, y en silencio caminaron rumbo a la pista.

And darling I will... be loving you till we're seventy... And baby my heart could still fall as hard at twenty three ♪

Damien y Ariana pegaron sus cuerpos, y entonces comenzaron a bailar al ritmo lento y suave de la melodía que sonaba.

Los ojos de Ariana miraron hacia el suelo, mientras colocaba su cabeza contra el ancho y sólido pecho, sintió entonces cómo él soldado la rodeaba con sus brazos en una suave y firme caricia.

Cerró los ojos, y se permitió volar porque sabía que ese era el hombre de su vida, sabía que él poseía el amor que ningún otro podría poseer jamás.

Oh, me I fall inlove with you every single day, and I just wanna tell you I am... so honey now... take me into your loving arms. Kiss me under the light of a thousand stars ♪

Habían estado cerca pero lejos, y estar juntos en ese instante fue como volver a vivir.

Damien la sostuvo con mayor fuerza, no quería soltarla ni en ese instante ni nunca. Le había hecho falta, muchísima falta. La suavidad de su piel, y el aroma dulce y confortador que soltaban las hebras de su cabello.

En ese momento sólo existía la canción que sonaba y la mujer que estrechaba entre sus brazos. Ella. La cosa más importante que él tenía en todo el mundo.

El corazón de Damien latía con fuerza. El de Ariana también. Cada latido fue al unísono porque en esos instantes era como si latieran juntos.

Ahí en medio de todos, en la pista de baila dejaron de pronto de bailar, y se miraron fijamente.

El pecho del soldado dio un vuelco inmenso, y todas sus células viriles gritaron por ella y sólo por ella.

Las mejillas de la joven bailarina enrojecieron, y su rostro se iluminó de pronto.

Lo amaba demasiado, lo amaba con todas sus fuerzas, con toda su alma, con todo su ser. El amor que sentía por él era ya más fuerte que todo. Ariana no podía contenerlo.

Damien Keegan era su vida entera. No podría vivir sin él. Nunca podría hacerlo. Se moriría, pero sabía que tendría que vivir siempre con aquel miedo y esa angustia.

Después de todo... se había enamorado de un guerrero.

I'm thinking 'bout how people fall inlove in mysterious ways. Maybe it's all part of a plan ♪

–No quiero que te vayas– susurró, y con sus manos tomó un puñado de su camisa, en un gesto casi desesperado. –Por favor, quédate– la suave voz sonó a pura súplica.

Damien exhaló.

Volvían a lo mismo.

¿Pero cómo podía explicarle que por más que él deseara quedarse no podía hacerlo?

Ariana sintió entonces una punzada de temor cuando él la soltó.

Damien miró hacia un lado, cerró los ojos, y tomó aire. Enseguida regresó su mirada oscura a ella.

Tan bonita que dolía mirarla.

–Todo acabará y regresaré antes de que te des cuenta, preciosa–

–No...– le respondió Ariana con tristeza.

–Volveré– la interrumpió Damien. –Lo he dicho ya, y así será– aseguró, y entonces llevó sus gigantescas manos justo a su rostro para poder limpiarle las lágrimas que habían surgido de sus ojitos marrones. –Por favor no llores, muñeca. No me gusta verte llorar–

Pero Ariana no podía dejar de hacerlo. Alzó la mirada, y lo miró inundada de lágrimas.

–Es que no lo entiendes...– sollozó. –Estoy llorando porque te amo... Ya no puedo más, Damien, te amo–

Nunca. Se había dicho que nunca se lo diría, pero por su vida que no había podido soportarlo más. Quería que él lo supiera.

Damien se quedó petrificado. Incluso el movimiento de sus manos se detuvo.

Algo en sus entrañas ardió como lava hirviente, la sangre corrió por sus venas, su corazón se desbocó, el alma cayó a sus pies.

Se sintió de pronto más miserable que nunca. Y entonces negó.

–Ariana...–

–Te...tenía que decirlo, tenía que decírtelo–

–¿De verdad me amas?– algo brilló en los ojos negros de Damien, algo parecido a las lágrimas. –¿Aun con todos mis defectos, tú me amas, Ariana?–

Ella deseó decirle que no veía en él ninguno, que era maravilloso, que lo amaba por quien era y por cómo era, pero se quedó en silencio porque las palabras se agolparon en su garganta junto con todo el llanto que traía por dentro.

Sólo asintió, pero eso fue suficiente para Damien.

Era un hijo de puta. Verdaderamente lo era.

No la merecía, y mucho menos merecía su amor.

¡Jodido cabrón!

Tomó aire, e intentó dominarse, dominar el temblor de su interior. Tapó sus ojos y los restregó en una acción desesperada por no gritar debidoal  desprecio que sentía por sí mismo.

–Yo... yo... Ariana, perdóname– no dijo nada más. Tan solo la miró una última vez, y comenzó a alejarse de la pista, de ella, dejándola sola en medio de todo el gentío.

Ariana lo vio marcharse. Exhaló, y sin más se alejó ella también de ahí.

Llegó hasta las mesas, y pretendía seguir su camino hasta llegar a la terraza para respirar un poco de aire fresco y dejar que el viento de la noche secara sus lágrimas, sin embargo fue detenida por el Teniente que la miraba con el ceño fruncido en una expresión de confusión.

–¿Ha ocurrido algo, linda?– le preguntó preocupado. –Acabo de ver a mi nieto salir al patio del salón, bastante alterado–

Ariana mostró una media sonrisa que en lugar de cargar alegría, cargaba tristeza y aflicción.

–Acabo de decirle que lo amo, y él sólo... se alejó de mí–

George arqueó las cejas sorprendido.

Ariana se hundió de hombros como minimizando el hecho.

–Yo sé que él no me ama, así que... supongo que está bien–

Pero el Teniente negó de inmediato.

–Tengo que sacarte de ese error, Ariana– le dijo en tono firme. –Damien te ama, por supuesto que te ama. Nunca pienses lo contrario–

Con dolor Ariana negó.

–No es así, abuelo... –

George sonrió.

–El amor, Ariana...– empezó. –El amor es un secreto que los ojos no saben guardar, y te aseguro que los ojos de Damien lo dicen todo–

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Comenten y háganme feliz...

¿Qué creen que pasará después de este cap?


COMENTARIO DE LA AUTORA 2021: Esta historia está incompleta hasta aquí, porque la estoy editando. Sean pacientes o vayan a Booknet (mi usuario es el mismo que aquí), en donde actualizo con mayor rapidez

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