Trece

Misión para dos

La torre del Hokage estaba a medio llenar aquel día, puesto que la temporada trajo consigo muchos trabajos importantes para la aldea y la mayoría de los ninjas estaban ocupados con sus ordenes e informes, esto, incluyendo a cierto rubio y hanyo de visita.

—Los llame porque tengo una misión pata ustedes —comentó Hiruzen cuando Minato y Shinato entraron a su oficina.

—Estamos a sus órdenes —Minato dijo mientras hacían la típica reverencia respetuosa hacia el Hokage.

Shinato no entendía por qué el anciano quería darles una misión para dos personas, pues ella no quería estar cerca de Minato más tiempo después de la semana que habían pasado.

Como ya se sabía, el Sandaime le encargó al jounin supervisar a la muchacha cuando se encontraba en mal estado, esta, por supuesto, ya no se encontraba mal gracias a que Tsunade se encontraba haciéndole compañía, claro, aún no podía olvidar a Orochimaru y era evidente. porque apenas había pasado una semana. En fin, aunque Tsunade estuviera con ella, el rubio aún seguía estando al pendiente de casi todo, así que lo que menos quería ahora era una misión que implicara estar solos en alguna parte. Ya habían visto lo que pasó la última vez que los dejaron solos.

—Necesito que vayan a la Tierra del Té, se dice que en la aldea principal se encuentran unos bandidos muy peligrosos que han estado de aldea en aldea haciendo de las suyas. —Se llevó su pipa a la boca y los observó.

—¿Quiere que los detengamos? —Minato cuestionó.

—Quiero que los eliminen —Hiruzen le contestó rápidamente, causando impresión en los dos muchachos.

<< Nunca había visto al Hokage-sama tan serio >>, pensó la de los cabellos blancos. También se preguntó quién había mandado esa petición a Konoha, porque en realidad era muy extraño, a no ser que esos bandidos hayan atacado a alguien adinerado, entonces ella tendría la respuesta de a quienes molestaron por el camino.

—Entendido. —El Namikaze tomó la orden y se puso de pie acompañado por su acompañante.

Se marcharon de la oficina como debería de ser; despidiéndose educadamente, y una vez fuera de la oficina Minato se dirigió a ella viéndose preocupado.

—¿Estarás bien en una misión que conlleva hacer días fuera de la aldea?

Sabía que el rubio se refería a la falta de fuerza que tenía por la mal pasada de las dos semanas en que estuvo encerrada en su casa. La cual nunca debió suceder, y aquella misma que le avergonzaba.

—Ya estoy mejor —le mintió, puesto que aún no se sentía mejor.

Minato la observó con interrogo, pero no dijo nada por la sospecha que le abordó. Él tampoco la veía en buen estado, para que se iba a mentir, así que se prometió a sí mismo cuidarle con empeño.

—Entonces, al atardecer estaré esperando en la entrada de la aldea, lleva todo lo que veas necesario y no te retrases —ordenó, tomando en serio la misión.

—Está bien —le contestó un poco molesta. ¿Quién se creía para darle ordenes de aquella manera? Además, el "no te retrases" estaba demás en el comentario.

—Así que tú y Minato-kun estarán fuera de la aldea por días indefinidos.

—Sí —respondió sin más a la rubia, sabía que estaba jugando con ella y trataría de no seguiré el juego.

—¿Mmm?

Shinato terminó de acomodar su mochila de viaje y volteó a ver a la mayor con los ojos entrecerrados. Sabia que no debía tomarla enserio en ese sentido, pero era imposible ignorarla cuando pensaba en lo que ella pensaba, aunque eso le diera dolor de cabeza.

—Tsunade-sensei —mencionó lentamente—. ¿A qué viene ese "mmm"?

—Mmm, no lo sé... —La rubia levantó los brazos y se dio la media vuelta para salir de la habitación.

La extranjera solo suspiro cansada y se acomodó la mochila en su espalda. Ya casi llegaba el atardecer y debía estar en la entrada. Sin más que perder, corrió por todas partes para llegar a su destino sin retraso.

—Te mataré —expresó al aire cuando ya había esperado al rubio más de diez minutos.

De verdad que lo iba a matar de unos cuantos golpes.

—Mil disculpas. —El rubio apareció por fin en la entrada de Konoha—. Me detuve a comprar algunas cosas para el viaje y se me hizo tarde —se disculpó sonriendo tiernamente. Shinato tuvo que mirar hacia otra parte, ya que se sabía que ella no toleraba las sonrisas del rubio.

La joven no le dijo absolutamente nada, ni con la mirada, en cambio, comenzó a avanzar en dirección de la Tierra del Té. El camino era largo y sobre todo cansado, pero ello no fue lo suficiente duro para tirarla abajo, a diferencia, lo hizo otro aspecto.

Habían pasado unos quince minutos desde su partida cuando Shinato ya había explotado, no literal, de tanto pensar.

<<Minato y yo, solos... >>, era en lo único que podía pensar.

A decir verdad, también pensaba en el pasado. No comprendía cómo el rubio podía dirigirle la palabra tan fácilmente después de todo. El examen chunin. El examen jounin. Las peleas con Kushina. ¿Acaso él ya había olvidado que eran rivales? Era muy cierto que desde pequeños primero habían llevado una buena relación, pero ahora, Shinato ni siquiera sabía que era Minato para ella. ¿Un rival? ¿Compañero? ¿Amigo? El rubio se había comportado tan bien últimamente con ella...

—Acamparemos más adelante por si estás cansada —indicó el rubio a su espalda.

Ella se sorprendió cuando el rubio habló, y fue notorio, ya que no estaba poniendo atención a nada.

—Entendido. —Tras decir aquello, de pronto perdió el equilibrio a causa de un mareo y cayó al suelo de rodillas.

—¿Estás bien? —inquirió el rubio, que poco después se acercó preocupado. Ya decía él que aquel semblante en su cara no era de salud máxima.

—Sí —contestó intentado levantarse por sí sola.

—No te esfuerces demasiado, podemos volver a la aldea si no te sientes bien...

—No volveremos —interrumpió al instante—. Tenemos una misión, no podemos volver —terminó y se puso de pie. Minato solo veía que no fuera a caer de nuevo.

—Está bien, acamparemos esta noche, pero si por la mañana aun no estás bien, ya que yo estoy a cargo, volveremos a la aldea —advirtió con un semblante serio que hasta le entró un poco de miedo a ella.

Lo último que quería era exponer al peligro la vida de su compañera si por algún motivo llegaran a entrar en combate. Cuidarla era su tarea, pues, y así lo haría.

<<¿¡Cómo se supone que voy a dormir así!? >>, Shinato pensó nerviosa dentro de la casa de campaña que compartía con el rubio.

—Puedes descansar, me quedaré despierto. —Este le había dicho, y después se había quedado recargando su espalda en un lugar de la casita con los ojos cerrados y de brazos cruzados. Era imposible que ella durmiera en aquella situación.

Con la espalda pegada en el suelo solo podía pensar en Minato. ¿¡Y en que más podría pensar!?

—¿Minato-san? —le habló por lo bajo a la mitad de la noche.

—¿Sí? —este le contestó al instante. Era cierto que no iba a dormir para que ella pudiera hacerlo y que nada les tomara por sorpresa.

—Puedes dormir lo que resta de la noche, yo no tengo sueño —le dijo para después sentarse dentro de la casita.

—Tranquila, sé que no has dormido en toda la noche y además... —El rubio se acercó de manera rápida a ella y tocó su frente—. Ahora estás ardiendo en fiebre.

Shinato se alejó avergonzada al instante y también tocó su frente.

—Ah, ¿sí? No me había dado cuenta —comentó nerviosa sin quedarle más que aceptarlo.

Bạn đang đọc truyện trên: AzTruyen.Top