Seis
La primera sonrisa
Las sandalias golpeaban al mismo tiempo aquel banco junto a la academia, los dos pares se movian casi sin consciencia haciendo rechinar la madera. Unos ya casi alcanzaban a tocar el suelo, rozaban amenazando seguir estirándose, mientras los otros se tomaban su tiempo para avanzar.
—Y, ¿qué te parece ahora? —El pequeño de los cabellos rubios aún insistía después de haber sido rechazado mil y una vez más por Shinato.
—Escucha con atención porque no lo repetiré. —La pequeña de ojo azul comenzaba a irritarse como otras tantas veces que Minato se encontraba con ella.
Había transcurrido un buen tiempo desde la primera vez que el nacido en esas tierras acompañaba a la extranjera a que llegarán por ella. Últimamente, Orochimaru tenía muchas misiones, así que prácticamente todos los días los pequeños se quedaban solos por las tardes, y como todas las tardes, este le decía que fueran a jugar al parque donde estaban los demás niños, a pesar de su obediencia.
—No quiero ir a jugar con los demás niños de la academia —terminó de decir sin siquiera mirarlo.
—Pero si no vas nunca sabrás que es lo que te estás perdiendo. —Movió los pies inquietos. ¿Por qué no quería acompañarlo a jugar? El lugar era divertido y ella se veía emocionada cada que lo mencionaba, pero aun así nunca le acompañaba. Era obstinada como una mula.
A pesar del tiempo, a Shinato le costaba trabajo dirigirle la palabra a su compañero de clase, al contrario de este mismo, que ya le tenía un poco de confianza, aunque siempre fuera indiferente con él.
—Vamos... vamos... vamos... vamos...vamos... vamos... —el pequeño comenzó a decir sin parar, con el propósito de irritar a su acompañante, hasta que consiguió una respuesta.
—¿Si voy dejaras de molestarme? —Le habían vencido, por fin el otro se salía con la suya, pero ella pensó que valdría la pena si dejaba de insistir con el tema.
El muchacho sonrió como nunca antes lo había hecho, por fin la había convencido, y la de hebras azules levantó una ceja mostrando su irritación, tan propia de un ser humano que sentía.
—¡Vamos! —exclamó, levantándose de la banca con un salto, y con rapidez se llevó a rastras a la jovencita cuando la tomó de la mano sin medir la distancia.
En el camino apresurado hacia el parque, Minato le iba contando como iban a divertirse, que tanto podían hacer, y cuando llegaron al parque, enseguida pudieron ver a todos los niños que jugaban alegres corriendo de un lado hacia otro.
—¡No perdamos más tiempo! —Tras esas palabras volvió a llevarla a rastras hasta las pequeñas atracciones hechas de hierro.
De esa manera, Minato le mostraba como funcionaban los diferentes juegos, aunque Shinato al contrario del muchachito, no se veía muy feliz. Por último, él le mostró el pasamanos, diciendo que era su parte favorita del lugar.
—... y así es como se hace. —Le mostró una vez trepado en la atracción para niños.
—Aburrido —ella solo expresó como se sentía, volteando el rostro hacia otro lado para no mirarlo más.
—No puedo creerlo... ¿no te gusto venir a jugar al parque? —cuestionó, el tono se le escuchaba decepcionado.
—No, es muy aburrido —le contestó con sinceridad—. ¿A ti te gusta jugar aquí? —El desprecio se asomó por sus labios.
—Claro, es mi lugar favorito. —Su voz aun sonaba un poco floja y Shinato lo notó.
Algo como la culpa brotó dentro suyo, así que se acercó con las manos a los costados. Sintió la necesidad de disculparse por sus palabras, pero no sabía como hacerlo.
—Tal vez si en vez de usarlo así... —señaló, refiriéndose al juego y se trepó de la manera en la que hace un rato estaba Minato—. Lo usamos así.
El pequeño abrió la boca sorprendido cuando la miró ponerse de pie por encima del pasamanos con una facilidad extraordinaria. Era como si estuviera pegada a los tubos de acero.
—¿¡Cómo haces eso!? —preguntó más que impresionado.
—Se le llama control de chakra —contestó con la verdad, no tenía por qué esconderlo—. Orochimaru-sensei me lo enseñó.
—Tienes que enseñarme a hacerlo —le pidió enseguida, acercándose.
Shinato, no muy convencida se bajó del pasamanos y lo vio atentamente, tanto que Minato estaba muy sorprendido. Era la primera vez que esta le tomaba atención y no se portaba indiferente.
—Estoy segura de que es muy fácil para ti —admitió con el mismo tono de voz de siempre—. Solo piensa en la parte en la que quieres concentrar tu chakra, fue lo que me dijo él.
—¡Lo intentaré! —dijo emocionado y se dirigió al pasamanos para después proceder a hacer lo mismo que Shinato.
De manera impresionante, al pequeño le salió a la primera causando emoción en él que no pudo quedarse en silencio.
—¡Mírame, Shinato-san, lo logré! —le gritó emocionado, pero a causa de su desconcentración, comenzó a tambalear hasta que cayó al suelo de espalda, levantando con ello polvo del suelo.
—Eso fue gracioso. —Pequeñas risas y tos se escapaban de la boca de la pequeña al ver a su compañero tirado en el suelo del parque.
—¡No, no lo es! —mintió el rubio en contestación, riendo desde el suelo.
—Vamos, levántate.
Al instante en que escuchó esas palabras, abrió los ojos de par en par y quedó anonadado con la imagen que encontró. La pequeña Shinato le estaba brindando ayuda extendiéndole la mano, también se dio cuenta que había reído. Era la primera vez que la escuchaba hacerlo, y para más sorpresa del rubio está le sonreía sinceramente desde su lugar.
<< Es muy bonita... >>, no pudo evitarlo, aunque se sabía, pensar de aquella manera no le dejaría nada bueno.
—Gracias —agradeció apenado y tomó su mano, esta le ayudó a levantarse y cuando lo estuvo comenzó a sacudirse la ropa.
—¡Allí están, niños! —Tsunade venía caminando a paso apresurado, así hasta llegar hasta su lugar—. Shinato, no puedes desaparecer así, debes de pedir permiso —regañó, y la mencionada solo agachó la cabeza.
—Una disculpa Tsunade-sama, yo le dije que viniéramos a jugar al parque, puede regañarme a mí, ella no tiene la culpa. —El chico dio la cara por ella mientras esta no levantaba el rostro.
—Está bien Minato-kun, no hay problema, después de todo no les paso nada —admitió sintiendo alivio por haberlos encontrado, luego Tsunade les sonrió.
—Pero Tsunade-sensei... —La chica del pelo azul se había molestado un poco, creía que debía ser más severa con ellos después de no obedecerla.
—Tranquila, no se lo diré a Orochimaru —prometió creyendo que ese era el problema. Aun así, la menor no quitaba su repentina molestia.
—¡Gracias, Tsunade-sama! —Minato agradeció, ya que Shinato no pensaba hacerlo.
—Entonces vamos a casa, por hoy se acabó el juego, pero mañana podrán venir de nuevo al parque —dijo y los tomó de la mano por igual para comenzar a avanzar hacia la salida del parque.
—Tsunade-sensei — Shinato le llamó—. ¿Orochimaru-sensei estaría enojado si estuviera ahora? —le preguntó cuando obtuvo su atención.
La nieta del primer Hokage se lo pensó muy bien. Sabía que su compañero podía llegar a ser muy estricto con la pequeña, pero últimamente se había comportado muy diferente, siempre estaba en misiones, por ende, no tenía tiempo para Shinato. Así que no sabría decirle si Orochimaru se daría el tiempo para llamarle la atención.
—¿Les parece si vamos por bocadillos?
Tsunade haría todo por evitar respuestas sin argumento válido.
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