Cinco

Uzumaki Kushina

—Me caíste muy bien muchacho, espero que nos podamos ver pronto, si no, hasta la edad en que puedas invitarnos a Shina-chan y a mí un tazón de ramen. —El mayor le despeinó el cabello una vez más cuando comenzaban a separar caminos por ese día.

—Gracias por la comida y por dejarme ir con ustedes, prometo algún día invitarlos —habló emocionado, poco después Minato sonrió y Shinato tuvo que mirar hacia otro lado. Era extraño, sus sonrisas decían mucho, y por infortunio ella no quería saber nada—. Nos vemos Shinato-san —se despidió de su persona.

—Adiós —respondió de manera queda y comenzó a caminar rumbo a su casa, incomoda de haber pasado el rato con él dentro del restaurante.

Jiraiya rio avergonzado cuando la encontró actuando de esa manera, asi que levantó los brazos sin entenderla del todo, luego dijo al chiquillo de manera divertida:

— ¡Mujeres! Nos vemos, muchacho —Al final le dijo sin más y procedió a alcanzar a la pequeña y tomarle la mano.

Minato solo los observó alejarse, hasta que tuvo que apartar la mirada y avanzar por su camino. Para su persona, ese día contaba como miles de ellos divertidos.

Al día siguiente:

Todos los niños de la clase estaban en sus respectivos asientos esperando al maestro que ya iba demasiado tarde. Algunos niños se entretenían conversando, otros ocupados con sus materiales de escuela, mientras que los sobrantes tenían una mala manera de pasar el rato:

—¡Es el habanero sangriento! —gritaban, destruyendo la paz del aula en que algunos descansaban.

Shinato se dio cuenta al instante que hablaban de Kushina Uzumaki, puesto que antes también lo habían hecho de esa manera.

Ella estaba ahí, rodeada de niños maleducados, quienes se burlaban de su persona en motivo de sus inusuales cabellos y el color que tomaba su rostro por la vergüenza que le causaba.

<< Su cabello es muy bonito... >>, concluyó al tomarle más atención la de hebras dispares en tono.

—¡Crees que no lo sé, yo también odio mi cabello! —Kushina estalló como una bomba repentinamente al no soportar más las burlas.

<< ¿Por qué lo odias? ¿Solo porque otros lo dicen...? >>, quiso preguntarlo en voz alta, pero mejor calló. Quién era ella para decirle, si también odiaba su cabello. En realidad, ella detestaba todo su aspecto. Odiaba mirar el espejo y ver cada mitad una tan diferente de la otra, incapaz de adaptarse a los demás, aunque no por ello los niños la molestaban. Se decía que ni para eso valía la pena.

Los niños siguieron molestando a Kushina, a pesar de haber escuchado el comentario de su cabello, y siendo sincera, Shinato también odiaba que se burlaran de ella, como si tuvieran el derecho de juzgar.

Así, la extranjera tuvo la oportunidad de observar al pequeño Namikaze poniendo atención al maltrato que le hacían a la pelirroja. En un momento, Kushina lo notó y este apartó la mirada avergonzada. Cierto era que no solo la pelirroja lo había descubierto, y ello le causaba gracia a la otra espectadora.


—¿Hoy también te toca esperar a Jiraiya-sama? —De nuevo aquella vocecita le preguntaba algo al final de las clases.

—Llega tarde de nuevo —dijo y suspiró cansada. Sin duda, se lo diría a su tutor en cuanto volviera para que lo regañara.

—Orochimaru-sama no ha vuelto —afirmó el muchacho, y ella encontró muy fuera de lugar el comentario—. ¿Por qué no vamos al parque antes de que vuelva? —sugirió emocionado después.

La pequeña solo lo observó sorprendida. Ella desobedecer a Orochimaru-sensei, era algo que jamás pasaría, se decía confiada.

—No puedo. —le dijo sin más que agregar, pero el pequeño todavía no quitaba su sonrisa emocionada.

—¿Por qué? —cuestionó el rubio.

—Por qué no puedo —le repitió con algo de irritación en su tono.

—Pero algún día tienes que ir a jugar —insistió.

Sin embargo, Shinato ya no quiso responderle, comenzaría a ignorarlo para ver si lograba hacer que se marchara pronto, pero Minato no lo hizo, se quedó ahí hasta que Jiraiya se hizo presente y después partió a su casa porque tenía que hacer tarea.

Luego de unos meses:

—¡Fíjate por donde caminas! —la pelirroja exclamó molesta en contra de la de hebras azules.

—Una disculpa... —Shinato trató de disculparse enseguida para no generar problemas innecesarios.

En el receso, cuando la pequeña hanyo se disponía a ir de nuevo a su salón de clases, Kushina se atravesó y terminaron chocando de frente. Por desgracia, la pelirroja había explotado cuando la culpa había sido de ella.

—No te disculpo y no te vuelvas a meter en mi camino —interrumpió desafiante "el habanero".

Kushina se había vuelto de esa manera después de tantas peleas y discusiones con niños, que pronto hacia honor a su gran apodo: el habanero sangriento de Konoha.

Así pues, Shinato trató de ignorarla e intentó caminar para irse de aquel lugar que pronto era el sitio de espectáculo para los demás niños, incluyendo a un rubio ojiazul que veía la escena muy preocupado.

—¡No me ignores! —casi gritó y se le puso por delante para desafiarla una vez más.

Si Shinato y Kushina se peleaban iba a ser un terrible problema para las dos y tendría consecuencias muy graves. En el pensamiento de la pequeña de cabellos dispares por el tono solo estaba la frase: no crear problemas; pero en el de Kushina, por contrario, solo había un: yo ganaré está pelea.

La nacida en el país del remolino pronto se preparó para comenzar a pelear como le habían enseñado y quiso dar el primer golpe, no obstante, en ese momento, el rubio apareció entre la dos y en consecuencia se detuvo sorprendida por su rapidez.

—Déjalo ya, Kushina-san —este le avisó de manera tranquila.

— ¿Minato? —Mientras Kushina mencionó, Shinato lo pensó asombrada, pues tampoco estaba consciente de su presencia.

Al ver que el rubio iba a interferir en la pelea, la pelirroja decidió dejarlo así por el momento, ya después podía seguir, entonces continuó su camino muy enojada. Mientras se alejaba, observaba claramente como Minato le pedía disculpas a la niña de las mitades, ocasionando que pusiera furiosa de solo pensarlo.

Detrás de aquella discusión sin sentido que casi termina en pelea, había algo más, porque aunque la niña tuviera ese comportamiento explosivo, tampoco era una abusadora sin motivo.

Hacia un tiempo que Kushina había sido secuestrada por unos hombres de Kumogakure no sato gracias al tipo de chakra especial que poseía. Sucedió muy rápido, pero al final, casi al salir del país del fuego Minato la rescató siguiendo las pistas que ella había dejado con su cabello rojo. Entonces desde esas fechas, le tuvo una gran admiración y pareciera que de muy pequeña ya se había enamorado del rubio.

Siendo de esa manera, no soportaba la idea de que el mencionado acompañará todas las tardes a la chica de las mitades hasta que llegaran por ella, claro, no lo era siempre porque Orochimaru ya estaba de vuelta, pero a veces volvía a irse y poco a poco era más frecuente que Jiraiya o Tsunade fueran al encuentro con Shinato.

Por tal motivo, no dejaría que la niña sin amigos le robara a la persona de la que estaba enamorada. Por ningún motivo le vencerían.

Por otra parte, Shinato ya estando en clase, pensaba en que hubiera hecho si Minato no se hubiera entrometido, puesto que como ya se había dicho antes, aunque la pequeña fuera dos años menor que sus compañeros, era la primera candidata a genin de su generación. Era imposible que siendo discípula de los Sannin ella perdiera una pelea. Menos mal que no sucedió, agradecía.

Por infortunio y causa del destino, así fue cómo empezó la rivalidad entre Uzumaki y Tártaros.

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