82. - Me quedare contigo -.
Una vez Shinato, Rogué y Sesshomaru llegaron a la posada dónde se estaban quedando, el albino se fue directamente a su habitación sin decirle absolutamente nada a su hija y Rogue aun arrastraba a la peliazul hasta su habitación.
- ¿Dónde estuviste durante la noche? - fue lo primero que le pregunto al soltarla de mala manera. La peliazul lo observó asustada. Rogue seguía molesto.
Era la segunda vez que le preguntaban aquello y una vez más iba a mentir.
- Durmiendo en mi casa, ¿dónde más? - le contesto de inmediato sin hacer notar su nerviosismo.
El pelinegro rechino los dientes y cerró los ojos intentando calmarse.
- Se que es mentira, te estuve buscando durante todo el día y después, cuando anochecío, fui a tu casa y Tsunade-san me dijo que no aun no habías llegado... - la señaló - Y no digas que llegaste más tarde porque estuve esperando y jamas llegaste -.
La habían descubierto.
- Estabas con él, ¿verdad? - le pregunto directamente.
- No - ella le contesto tragando duro.
- ¿Entonces porque te vi salir de su casa esta mañana? -.
Vaya, aquello no se lo esperaba para nada. Agachó la mirada y no supo que hacer o decirle. La verdad era que Rogue la estaba buscando por todos lados, cuando por coincidencia vio a Minato abandonar su casa, y tiempo después también la vio a ella.
- Seguro que pasaste la noche en su cama - está vez le dijo más bajo sintiéndose traicionado - Y ya que no dices absolutamente nada debo de suponer que digo la verdad -.
La peliazul se encontraba muy avergonzada de que él supiera que había estado con Minato.
- Confíe en ti Shinato, y me prometiste que lo olvidarías, te dije que no era necesario que fueras mía a la fuerza, y aun así me lo prometiste, ¿como crees que me siento? - le dijo de manera triste.
Esto era exactamente lo que temia enfrentar, que Rogue le echará en cara lo que le había prometido.
- ¡Contestame maldita sea! - el pelinegro le grito de repente y ella se estremeció del miedo. Ver a Rogue asi era algo nuevo y aterrador para ella.
- Lo siento... - por fin hablo - No puedo cumplir la promesa que te hice, porque antes ya tenía una, y siento también sonar cruel, pero no voy a casarme contigo y no voy a volver a la aldea, me quedare en Konoha y cumpliré mi promesa de protegerla aun que me cueste la vida - le dijo la verdad y el pelinegro no podía contener su sorpresa.
- Como se nota lo que una noche de caricias puede hacer - le contesto de manera grosera y esta vez era la peliazul quien estaba sorprendida.
Indignada, camino directo a la puerta con el fin de irse, pero el pelinegro la detuvo tomándole el brazo.
- Oh, no, no, no... - le dijo mientras la halaba y la acercaba a su cuerpo - No dejaré que vayas de nuevo directo a los brazos de ese hombre -.
- Me dirigía a la habitación de mi padre para tu información - le contesto retandolo y trato de deshacerse de su agarre, pero no lo logro. Ella era fuerte, pero ante Minato y Rogue, no era nada.
- No voy a creerte más... - la lanzó con fuerza a la cama y ella quedo sentada - Te quedaras aquí hasta la hora de marcharnos, no se te ocurra pedir ayuda porque lo sabre y no te irá muy bien - le dijo para después irse de ahí y cerrar la puerta con brusquedad.
Enseguida ella corrió hacia la puerta e intento abrirla sin resultados positivos. Rogue la había dejado encerrada, pero aquello no era ningún problema para ella, ya que contaba con sus herramientas ninja. Fue hasta que quito el seguro y la puerta no habría que se dio cuenta que Rogue no sería tan estúpido. Le había puesto un sello a la puerta, y ella no tenia idea de como anularlo y menos si se encontraba del otro lado.
Maldijo por lo bajo y se retiró. Se sentó en la cama no pudiendo creer que Rogue se estaba comportando de aquella manera. Siempre había sido calmado y educado, pero ahora era todo lo contrario.
No se rindió, buscó por todas partes algo que la ayudará a salir de aquella habitación, pero siendo una posada está no contaba con ventanas. Le llevo más de una hora.
- ¿Quien te encerró aquí? - aquello había sonado molesto.
Dio un saltito por el susto, no se lo esperaba, pero al instante reconoció aquella voz.
- Minato... - menciono su nombre - ¿Como llegaste aquí? - le pregunto.
- Fácil, recuerda que te puse la marca del Hiraishin y esta no desaparece - le explico.
Ella lo recordó hasta ahora porque la marca ya no le molestaba en absoluto, era como si no tuviera nada. Se preguntaba por qué.
- Y bien, ¿no vas a decirme? - le pregunto de nuevo. Minato se encontraba muy molesto por el mal trato que le estaban dando a su chica.
- Rogue, él se entero que pasamos la noche juntos y se molesto, me dejó encerrada aquí hasta la hora de partida - le contesto apenada.
- Ese... - se aguanto las ganas de maldecirlo - Yo, quitaré el sello de la puerta, pero antes... - se quedo en silencio y la observó por unos segundos temiendo la respuesta que quería - Necesito saber que es lo que harás - le dijo serio.
Shinato lo miro fijamente a los ojos sin ningún tipo de resentimiento hacia nada, y le dijo...
- Me quedare contigo -.
Solo tres palabras hicieron que el corazón del rubio comenzará a latir fuertemente y la felicidad lo embriagara. Por fin podrían ser felices juntos sin ningún tipo de obstáculo de por medio.
- No vas a arrepentirte - le prometió sonriendo tenue.
No se dijeron nada mas, el rubio fue a la puerta y anuló rápidamente el sello. Como ya deberían de saber, Minato era un experto ya que el clan Uzumaki, especializado en estos, le había enseñado antes.
De inmediato, la tomó de la mano y a paso rápido abandonaron la posada yendo directo a la torre del Hokage para pedirle su ayuda. Ahora lo más difícil seria lidiar con su padre.
Al llegar, Hiruzen los recibió inmediatamente suponiendo lo que había pasado.
- Shinato no volverá a la Tierra del Hierro - le había dicho el rubio decidido sin soltar la mano de la peliazul...
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