71. Tsukuyomi.

- No... - está vez le contesto levantándose de la cama - Pero Tsukuyomi desapareció - la escucho decir.

- ¿Que? - pensó en voz alta de manera sorprendida.

<< Tsukuyomi ¿desaparecida? ¿como puede ser eso posible..? >> se preguntaba una y otra vez sin encontrar respuesta.

- Obito, Rin... - les llamo - ¿pueden esperar fuera de la habitación? - les pregunto. Ellos asintieron y salieron de la habitación. Mara ya no se encontraba en la casa.

- ¿Puedes explicarme, por favor? - se dirigió a la albina quien ahora estaba viendo hacia afuera por una ventana. Ella se volteo a verlo.

- No se que esta pasando... - le confesó - Cuando Shinato detuvo aquella pelea en el bosque, Tsukuyomi comenzó a sentirse mal y de pronto, desapareció - le explico calmada.

- ¿Hace cuanto desapareció? - el rubio pregunto.

- Cerca de un semana, cuando menos me di cuenta ella ya no estaba en el alma de Shinato-sama - miro hacia el suelo recordando estar buscándola sin poder encontrarla.

- ¿Y Shinato? ¿No has notado ningún cambio en ella? - pregunto tratando de averiguar a donde se había ido Usagi.

- Ella esta bien, no ha tenido ningún cambio - le dijo.

El rubio comenzó a pensar, pero literal que no sabía nada, desentendia aún lo que significaban totalmente Inu y Usagi en el cuerpo de la peliazul.
De pronto, se le vino una idea.

- Lo que mencionaste antes - le hablo de nuevo y la albina lo miro.

- ¿Sobre la tristeza de mi ama? - quiso confirmar si era eso. El rubio asintió.

La albina se lo pensó bien, pero no veía algún vínculo con la desaparición de su hermana mayor.

- No creo que tenga que ver - le dijo lo que pensaba.

El rubio volvió a asentir ahora sin ningún tipo de clave para comenzar a buscar. <<Algo tiene que haber pasado...>> pensaba mientras tenia la mirada de la albina fija en él.

Había algo muy raro que el rubio estaba dejando pasar, y era la voluntad que había tenido la peliazul para poder controlar la maldición de Usagi. Fue ahí donde la totalmente peliazul había comenzado a sentirse mal. Entonces aquello tuvo que haberle afectado de alguna manera.

De pronto sus pensamientos fueron interrumpidos por la voz del Hokage.

- ¿Shinato? - pregunto verdaderamente confundido al ver a Amaterasu en la habitación.

El rubio enseguida lo miro de manera sorprendida. ¿Que demonios hacia allí el Hokage?

- Está equivocado... - la albina le hablo con su acostumbrada educación - Mi nombre es Amaterasu - termino con la vista puesta en Hiruzen.

- ¿Amaterasu? - pregunto esta vez más confundido. Estaba seguro que la persona que tenia frente a él era Shinato.

- Estoy esperando una explicación - está vez se dirigió a Minato, quien no sabia que decirle.

- Vera... - comenzó de manera nerviosa - Amaterasu es el alma de perro que tiene Shinato - se rasco la cabeza.

Hiruzen suspiro resignado. Esa mujer lo iba a volver loco con tanta sorpresa. Aun que quería más explicaciones, no estaba ahí para eso.

- Más tarde me darás más explicaciones - le dijo y el rubio asintió - Pero ahora, tienes que ir al bosque fuera de la aldea, se me informo que una multitud de shinobis entraron a la tierra del fuego sin ningún permiso, al parecer están cerca de la frontera - termino de informarle.

El rubio se puso serio al instante y fue a equiparse para la posible batalla que fuera a tener. Sin importarle había dejado solos al Hogake y a Inu.

- Más tarde te quiero en mi oficina con Minato... - solamente le aviso y se fue de ahí.

La albina lo vio confundida y se quedó ahi.

(...)

Más tarde, un gran grupo de ninjas liderado por Namikaze Minato, se dirigía a paso rápido a la frontera dónde se habían visto entrar a los intrusos. Como táctica de batalla, se separaron en grupos de cuatro y comenzaron a buscar.

El rubio estaba muy alerta con la mirada en todas partes y listo para lanzar sus Hiraishin si algo se le presentaba a su grupo. Fue cuando de pronto sin verlo venir, alguien había atacado a un compañero. Enseguida, Minato fue a darle apoyo dándose cuenta rápidamente de la apariencia del intruso. Era un Hanyo.
Aun sorprendido por ver una vez más a alguien perteneciente del clan, no se detuvo, su compañero estaba a punto de perder la batalla de resistencia de armas, fue cuando alguien se metió en su camino haciendo que soltara el kunai con el sello del Hiraishin con otro kunai que fue lanzado.

Al voltear a ver de donde había venido aquel ataque que lo tomo desprevenido, se topo con su Shinato. Con la boca abierta la observo de pies a cabeza. Su vestimenta había cambiado, era casi igual a la de su padre y su cabello estaba amarrado en una coleta alta.

- ¿Shinato...? - dijo en voz baja quedándose sin hacer nada de pie en una rama de árbol.

Fue ahí que comenzó la pelea, cuando de pronto la peliazul se encontró frente a él con un movimiento rápido y se vieron enfrentados como otras tantas veces kunai contra kunai.

- ¿Que estas haciendo? - le pregunto sorprendido. ¿Por que lo estaba atacando?

No recibió respuesta. Las kunai dejaron de chocar y pronto se vieron en medio de una lucha cuerpo a cuerpo. El rubio de ninguna manera iba a lastimar a la peliazul, así que sólo se dedicó a esquivar sus ataques. Ella se molesto mucho.

- Shinato, detente, no quiero lastimarte... - le decía mientras la esquivaba.

- ¡Katon, Hosenka no Jutsu! -.

Minato abrió los ojos a sobremanera cuando vio venir las llamaradas de fuego que salían de su boca. No podía creerlo, de nuevo sin explicación había recuperado su perfecto control de chakra. Él quería saber que lo había ocasionado.

- Detén está pelea sin sentido, por favor... - le hablo una vez más sin recibir respuesta.

- ¡Suiton, Suiryūdan no Jutsu! -.

Minato sabia que aquello era malo, pues la peliazul lo estaba dando todo en la pelea, era como si quisiese acabar con el rubio de una vez por todas, eso le deprimia bastante.

- ¡Detente! - está vez le grito. La peliazul posó sus ojos en él, pero de cualquier forma está vez comenzó a lanzarle shurikens sin parar.

El rubio las esquivo y ella dejo de lanzarlas preparando por medio de sellos otro justu más poderoso. El rubio gruñó en respuesta. No quería, pero no había otra cosa que hacer.

Un Rasengan se formó en su mano izquierda y tomó con firmeza una kunai con la derecha.

Justo cuando la peliazul estaba por terminar los sellos del jutsu, el apareció frente a ella y estrelló su mano con el Rasengan en su estómago. Había sido muy rápido...

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