69. Yakusoku.

Un mes después:

— ¿¡Tsukuyomi!? — se preguntó la peliazul cuando despertó aquel día. Había tenido una pesadilla se dijo así misma.

Tumbada en la cama, intentaba recordar con dificultad algo que había soñado, fue en ese momento cuando recordó como el rubio mencionaba también ese nombre cuando se había transformado de nuevo en aquel monstruo. Debido a que en ese momento estaba consciente, recordaba un poco de lo que había pasado, pero hasta ahora había recordado como el mencionaba ese nombre.

— Amaterasu... — también mencionó aturdida.

Lo que había pasado era que durante su descanso, las dos chicas dentro de ella habían aparecido, le habían dicho algo que no recordaba y ella solo pensó que había sido un sueño.

— Shinato nee-chan, ya es hora de despertar, tenemos que medirte el kimono otra vez para asegurarnos que estará perfecto para mañana — la persona dueña de la voz era la encargada de los pequeños detalles de la boda, como su kimono, las flores, la comida, etc. Su nombre era Yuno Tártaros, quien al parecer pertenecía a la rama secundaria de la familia. Era una mujer joven bastante bella como toda su familia.

La observó por un lado de su cama agobiada. Ya se había probado antes el kimono y le había quedado perfecto, no quería probarselo de nuevo.

— Arriba — ordenó mientras le quitaba las sábanas de encima.

— Aún tengo sueño — dijo tal como niña pequeña, pero al final terminó de pie.

Yuno trajo el kimono de inmediato y comenzó a ponérselo frente a un gran espejo.

— Te ves preciosa, como era de esperarse — halagó mientras se recargaba en sus hombros.

La peliazul solo podía verle sin habla. Aceptaba que aquel kimono para boda le sentaba de maravilla, pero no se sentía nada feliz por poder usarlo. De pronto, la imagen del rubio apareció en su mente, él estaba sonriendo.

— ¿Ya puedo quitármelo? — le preguntó intentando sonar normal.

— Claro, no queremos ensuciarlo — comentó alegre su prima mientras comenzaba a ayudarle a quitarse aquella prenda que ahora le estorbaba demasiado.

Una vez terminaron, Yuno abandonó la habitación sonriente.

— Mañana es mi boda — pensó en voz alta, estaba aterrorizada.

— Supongo que no estas muy feliz por ello — aquel comentario la sacó de pensamientos y alzó la mirada encontrándose con Rogue. No se dio cuenta de cuando había entrado a la habitación.

— Nunca dije eso — le contestó mientras él se acercaba.

Cuando ya no había distancia entre ellos, el pelinegro la tomó de las mejillas e hizo que levantará el rostro para plantarte un beso en los labios. Fue algo rápido que siempre solía hacer para no incomodar de más a la peliazul. Grande fue la sorpresa para él cuando ella pegó sus labios en su boca y comenzó a besarlo lentamente.

<<Minato...>> lo recordó. Lo extrañaba tanto que aquellas manos que ahora se encontraban en su cintura se sentían como las de él, y cuando abrió los ojos durante el beso, juro que el rubio la estaba besando. Confundida se dejó llevar hasta que sintió como su cuerpo caía en la cama y otro cuerpo se posaba sobre ella. No supo cuando las cosas de habían salido de control. El pelinegro se separó de ella y comenzó a besarle el cuello mientras sus manos se escabullian por debajo de su bata de dormir, y fue cuando ella lo pronunció...

— Minato... — había salido de su boca como un suspiro involuntario.

El pelinegro lo escuchó claramente, así que se detuvo y la dejó tumbada en la cama mientras acomodaba su cabello hacia atrás totalmente frustrado.

Él creía que ya hacía buen tiempo para que lo olvidará y que por fin pudiera verlo, pero no era así, la peliazul siempre estaría enamorada del rubio y eso le frustraba a sobre manera.

— Lo siento — se disculpó mientras se sentaba en la cama.

— Tranquila — este le contestó enseguida.

— No, yo, en serio lo siento, no debí... yo me casaré contigo y por eso debo ser tu mujer en cuerpo y alma, te prometo que la próxima vez...

— Tranquila... — el volvió a repetir y la vió a los ojos — Sabia que no lo habías olvidado, ¿cómo podrías si él fue el primer hombre en tú vida? — la peliazul rompió del contacto visual — Tú y yo ni siquiera tenemos una relación y sabes, me siento mal porque se que en realidad no quieres estar conmigo y si fuera por mi, créeme, te dejaría libre — terminó.

Aquel hombre que tenía delante era el más noble de todos al decirle aquello, pero eso solo hacia sentir peor a la peliazul por no poder amarlo, él se lo merecía.

Se puso de pie y avanzó hacia su persona, quien mantenía su mirada en ella.

— Por el bien de los dos... — comenzó a decirle — Aprenderé a amarte, es lo menos que mereces — lo abrazó tras decirle aquello.

— No te obligaré a ser mía — Rogue pronunció mientras la abrazaba de igual manera.

— No me estas obligando a nada — esta le contestó al instante — Nos casaremos, llevaremos al clan de nuevo a su estado original, y de paso, tendremos una bella familia, te lo prometo.

— Me hacen muy feliz tus palabras — pegó su frente con la de ella — Haré que olvides a ese hombre, te lo prometo, te haré feliz.

Aquello último ya se lo había prometido a Minato así que era su deber cumplirlo.

(...)

Esa misma tarde, fueron llamados por su padre a su despacho para informarles algo de gran importancia. Fue cuando Sesshomaru les dijo...

— La boda se cancela hasta nuevo aviso.

— ¿Qué? ¿Por qué? ¿Hay algún problema? — la peliazul contestó rápidamente no creyendo lo que escuchaba.

Había pasado todo el maldito mes escuchando de la boca de su padre decir lo emocionado que estaba por la boda y la celebración, y todo lo que tenia que ver con eso, pero ahora les llamaba y les decía que se cancela.

— Últimamente han sido demasiadas las personas que se están queriendo acercar a la aldea — Inuyasha tomó la palabra — Creemos que alguien reveló el lugar donde nos encontramos.

— Imposible, nadie lo sabe, además de... — Rogue se quedo callado al saber lo que iba a decir.

— Estas en lo correcto — Sesshomaru volvió a tomar la palabra — Creemos que es Konoha.

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