68. Give up.

Pero Rogue no iba a quedarse callado. Lo siguió hasta encontrarlo en la sala de estar junto a Kushina.

— Ya no te preocupes, se encuentra estable — Minato le informaba a la pelirroja que se encontraba muy afectada porque su amiga no despertaba.

En ese momento, el rubio se dió cuenta que el pelinegro lo había seguido, volteó a verle no creyendo que quisiese pelear de nuevo.

La pelirroja los vió mientras el rubio le daba la espalda. Aquello como en la mañana, no presagiaba nada bueno.

— ¡Ya no quiero estar mas aquí! — gritó con desesperación mientras cerraba sus ojos y apretaba los puños a los costados. Logró llamar la atención de los hombres — Shinato ya controla su inu no tamashi, ¿no era eso suficiente para dar por terminada nuestra misión? — les habló entrecortado a su compañero.

— Lo siento Kushina-san... — Rogue le contestó tranquilo en vez de Minato — Shinato no va a irse de nuevo — terminó.

El rostro de la pelirroja se afligió de inmediato y al voltear a ver al rubio lo encontró con las manos en su rostro, al parecer él también se encontraba afectado, pues sabia que no podían hacer nada para llevársela, no mientras su padre interviniera.

— Lo siento... — una vez más se estaba disculpándo con la pelirroja, esta vez era el rubio — No puedo hacer nada, me temo que tendremos que irnos sin más — se rindió.

La pelirroja lo observó sin poder creer lo que escuchaba. <<¿Así de fácil te rindes...?>> pensó ella molesta.

— ¿Qué estupideces dices? — preguntó mientras se alejaba de los dos.

— Lo que escuchaste... — a pesar de que el rubio se escuchaba neutral le costaba hablar — Shinato tomó una decisión y es imposible hacer que se retracte, además, mientras su padre también se encuentre en medio
... — se quedo callado, y por ultimo dijo — No puedo hacer nada.

— Es lo mejor — el pelinegro habló —1 Aquí estará mejor, este es su hogar, Konoha no lo es — al pelinegro se le miraba tan calmado. Después de todo había ganado aquel encuentro.

A pesar de que el rubio quería echarsele encima por sus palabras, mejor se detuvo, no era la mejor opción iniciar otra pelea en ese día.

— ¿¡Qué demonios vas a saber tú de ella y Konoha!? — en cambio, la pelirroja si había estallado.

— Solo estoy siendo razonable — le contestó — Incluso, Kushina-san no quería aceptarla, ella me lo contó todo, sus peleas, su rivalidad mutua contra Minato-san, las miradas de la gente, el abandono de su maestro, ¿cuanto cree que ella sufrió en silencio mientras la rechazaban?

Minato de pronto imagino a la peliazul como una pequeña niña llorando en un rincón mientras todos la señalaban, incluso él lo hizo durante su adolescencia, cuando la veía pasar con su mirada de todos los días y se preguntaba ¿que habra sido de su clan? Se arrepentía de no haberla ayudado cuando más lo necesitaba. Solo se había quedado mirando.

El rubio, por primera estaba considerando muy seriamente la opción de dejarla. Estaba convencido de que esta vez si era una mejor opción.

— No me estoy equivocando, ¿verdad? — el pelinegro presumió que tenía razón con sus palabras.

Sus bonitos ojos azules se cerraron y una lágrima cayó de estos. Se había rendido. Definitivamente se había rendido así de fácil. No quería ser aguafiestas, pero tal vez este, inconscientemente, solo esperaba la ocasión para hacerlo. Y la ocasión se había presentado justo en ese momento.

— So-solo cuidala mucho, por favor — abrió sus ojos para mirarlo fijamente — No dejes que nada la dañe y hazla feliz.

Pronto, en la habitación se estaba pactando un trato entre hombres. Rogue asintió aceptando las condiciones del rubio. Por fin habían llegado a un acuerdo después de dos meses.

Tras sus palabras, el rubio abandonó la sala de estar quitándose las molestas lágrimas y la pelirroja le siguió sin decir absolutamente nada.

— Te lo prometo... — mencionó el pelinegro cuando se quedo solo.

(...)

Días más tarde, cuando Shinato despertó, los shinobis de Konoha ya no se encontraban en la aldea, al parecer era en serio que Minato se había hecho a la idea de dejarla en paz como ella tanto quería.
Aun así, la peliazul no podía hacerse a la idea de no volver a Konoha nunca más, pero se decía que tenia que aceptarlo, pues había sido su decisión hacerse cargo de su clan y casarse con Rogue.

Como era de esperarse, el Hokage se molestó bastante cuando escuchó de los labios de Minato la noticia de que Shinato se había quedado en la Tierra del Hierro, pero tuvo que aceptarlo, de hecho él no tenia ninguna autoridad para retenerla en la Tierra del Fuego. Aun así, jamás se le pasó por la mente que ella quisiese dejar Konoha para ir con su clan, lo cual suena bastante ilógico, pero conocía bien a la peliazul. Una parte de su razonamiento era verdad.

Durante las dos semanas siguientes, las cosas comenzaron a fluir con normalidad.

Kushina había dejado su trabajo como shinobi de Konoha para comenzar una nueva vida de casada con el hombre del que se había enamorado hacía un tiempo. Recordaba a Shinato con tristeza, pero sabía que por algo Minato la había dejado atrás y debía aceptarlo.

Minato, el volvió a liderar a su generación de ninjas, volvía a destacar en tan sólo una semana. Volvía a ser el viejo Konoha no Kiiroi Senkō.
También entrenaba a sus alumnos con más empeño que antes, por cierto que ellos, supieron la verdad sobre Shinato, él se las contó después de tanto interrogatorio por parte de los pequeños, ya era hora de decirles la verdad después de todo, incluso Kakashi estaba interesado en el tema.

También estaba Mara, quien se habia establecido ya en Konoha para quedarse, dispuesta a todo por conseguir el amor del rubio ahora que la peliazul no estaba para estorbarle. Todos los días de la semana se encontraba con él ayudando en lo que podía, Minato la rechazaba disimuladamente pero aun así ella no se iba a rendir. El que persevera alcanza...

Por último, estaba Shinato. El entrenamiento había acabado y ahora solo se dedicaba junto con Rogue a aprender lo necesario para ser la cabeza del clan. Y claro, tampoco olvidemos lo preparativos de la boda, ya toda la aldea estaba enterada. La boda estaba agendada para el mes venía...





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