63. Por la mañana.
Cansado, más esta vez por haberlo hecho de pie, se separó de los labios de ella y la tomó con las dos manos para alejarla de la pared y llevarla a la cama. Una vez frente a esta, la dejó con suavidad y se quedo de pie acomodando sus pantalones de dormir. Observó todo lo que hacía, como se acomodaba lentamente en la cama, le parecía muy seductora la forma en la que se movía, y una vez se quedó quieta, posó sus ojos cansados en él.
— ¿Vas a irte? — le preguntó muy apenada por los actos hechos anteriormente.
— Solo si tú me lo pides — le dijo por lo bajo esperando a que ella no se lo pidiera — ¿Quieres qué me vaya? — le preguntó directo.
Ella negó rápidamente y el rubio esbozó una pequeña sonrisa para después acomodarse en la cama junto a ella. Shinato rápidamente, se acercó a él, pozo su cabeza en su pecho y pasó la mano por su cuerpo para abrazarlo.
Los dos se encontraban muy cansados, el primero en quedarse dormido fue Minato, pero lo había hecho por la gran fiebre que aún conservaba ya casi por dos días. La peliazul se dió cuenta de aquello más tarde y se preocupó a sobre manera.
<< Aun así él... me hizo el amor... >> pensaba preocupada mientras tocaba su frente.
De manera lenta, se levantó de la cama y fue a por un trapo y agua caliente a la cocina, volvió enseguida, pues no quería encontrarse a nadie en medio de la noche. Una vez en su cuarto de nuevo, le puso el trapo en la frente al rubio y volvió a su lugar, pero lo que resto de la noche no pudo conciliar el sueño debido a la preocupación que tenía. Lo abrazo fuerte. Se decía por ahí que lo mejor para quitar la fiebre era el abrazo de alguien más.
(...)
Por la mañana, cuando Minato despertó, se sintió mejor que los días anteriores, de hecho casi se recuperaba, pues la fiebre se había ido casi por completo. De inmediato, sintió el pequeño cuerpo de su chica sobre su cuerpo y recordó lo que habían hecho la noche anterior. De nuevo la había hecho suya.
De lo que si no se había dado cuenta era del trapo ya seco que tenía en la frente.
— Estabas agotada, como pudiste levantarte, y además sin que yo no lo notara — le habló por lo bajo quitándose el trapo de la frente.
Shinato se encontraba muy dormida, más que nada por pasar la noche en vela cuidando del rubio. Sus ojeras la delataban.
— ¿Qué se supone que tengo que hacer ahora? — se preguntó en voz baja para no despertarla — Me voy, o espero a que despiertes, seguro que te molestas por lo de ayer — parecía un tonto hablando solo, pero era de lo más tierno.
— Por que no te callas y me dejas dormir un poco más — escuchó la voz adormilada de su chica y río por lo bajo. La había despertado.
— ¿¡Mas!? - le dijo en tono de burla — Ya esta atardeciendo — le mintió.
De inmediato, la peliazul se sentó en la cama sin poder creer que había dormido tanto tiempo. Pero luego su ceño se frunció tras escuchar la pequeña risa del rubio.
— No es gracioso — pronunció molesta. Esa movida tan extrema le había recordado que Minato había hecho lo que quiso con ella la noche pasada. Le dolió.
— Claro que lo es — le dijo divertido.
Se volvió a recostar en la cama, pero ahora muy lejos de él con la cara pegada en la almohada y las manos en su vientre. El rubio se preocupó de inmediato.
— Lo siento — se disculpo de inmediato — Te he vuelto a lastimar por ser un insensible.
— No te preocupes, lo disfrute está vez — le habló con la verdad.
— Pero...
Se quedó en silencio. En ese momento, recordó lo que Tsukuyomi le había dicho... no serás un ser razonable cuando intimen... ella no sentirá tanto placer como tú... Eso que no quería creer, estaba pasando.
— Pero... — le animó a que continuara, no obstante, el rubio aún estaba en su mundo — Minato — le llamó, de pronto ya la tenía frente a él.
Para disimular que no estaba pensando en algo importante. La abrazó con todas sus fuerzas subiendola a su cuerpo para tenerle más cerca. Tras varios intentos de la peliazul para que la soltara, por fin se rindió y lo observó con atención. El estaba sonriendo, y muy bonito.
— Oye — la peliazul comenzó a hablar por lo bajo — Aún sigue en pie la decisión que tomé de ser la líder del clan — le dijo apenada.
— No importa — este respondió sin dejar de verla — Haré que cambies de opinión cuando menos te des cuenta, se mas que nadie que en realidad no quieres eso para tí — le dijo tan confiado que hasta le asustó a Shinato.
Tras decirle eso, la puerta fue tocada con firmeza y afuera se alcanzó a escuchar una voz muy escandalosa.
— ¡Shinato-chan, ya es tarde, el desayuno ya esta servido en la mesa!
De inmediato, la peliazul abandonó la cama para abrir la puerta, pero no completa, solo la entre-abrio.
— En un segundo estoy por allá — le avisó a la pelinegra que se encontraba muy animada esa mañana. Como siempre.
— Está bien, te esperamos — le dijo y comenzó a irse, pero dió la media vuelta rápidamente — ¿Sabrías de pura casualidad dónde se encuentra Minato? Nadie lo encuentra esta mañana — pregunto levantando los hombros.
Shinato se puso nerviosa al instante.
— No-no lo se, esta muy loco últimamente, capaz que se fue al campo antes que nosotros — no sabia mentir, pero Mara le creyó, se despidió de ella y avanzó por el pasillo.
— Así que, ¿loco? — el rubio la sorprendió, pues cuando dió la media vuelta se lo encontró de frente.
— Fue lo mejor que pude pensar — se justificó — Y ya tienes que irte o comenzarán a sospechar que estas aquí.
— Tienes razón, aun así, no me iré hasta que me des un beso — condicionó burlón.
Minato y sus condiciones.
La peliazul lo miró mal, pero al final él ganó. Se acercó poco a poco, manteniendo un semblante divertido, entonces se acercó y le dió un pequeño beso en los labios.
— ¿Eso es todo? — el rubio preguntó haciéndose el molesto y ella asintió alejándose de la puerta y de él — Supongo que después de lo que hicimos ayer, ya no puedo pedir más — levantó los hombros y la peliazul, quien le daba la espalda se sonrojó enseguida — Hasta mas tarde — se despidió y después desapareció, usando el hiraishin claro, pues le había ardido la marca un poco más que las otras veces.
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