54. Cheney Rogue.
— Tío Inuyasha — la peliazul repitió en sus brazos sin poder parar de llorar.
— ¿Dónde te habías metido, cariño? — le preguntó mientras le acariciaba el cabello.
Minato y las chicas vieron con ternura aquella escena entre Tío-Sobrina que estaba sucediendo, aun así se dieron cuenta que había más personas y que los estaban rodeando, fue bueno que a Shinato se le haya volado la capucha.
— Minato-san — el rubio escuchó como le llamaba un joven con él que compartía la misma edad — Mil disculpas, no sabíamos que vendrían — se disculpó agachando la cabeza.
— Está bien, no había manera de avisar, pensé que esto podría pasar — le respondió y Rogue levantó el rostro.
Aquel muchacho que estaba frente a Minato, llevaba el nombre de Cheney Rogue, un mitad Hanyo nacido dos años antes que Shinato. Su aspecto no era igual que el de los demas, su cabello negro y ojos rojos lo delataban como alguien que no era pura sangre, aun así, iba a ser el próximo líder del clan por sus grandes capacidades, tanto de pelea como inteligencia. Sesshomaru, el padre de Shinato, le tenía entera confianza a aquel muchacho.
El rubio se había enterado de todo esto la vez pasada que estuvo conversando con él.
— Vayamos a la aldea — Inuyasha le dijo a su sobrina — Sesshomaru se pondrá muy feliz cuando te vea — le dijo nostálgico.
La peliazul asintió limpiándose las lágrimas. Lo había extrañado tanto, aún lo recordaba con facilidad cuando él tenía que cuidarla todo el día porque sus padres no tenían mucho tiempo para ella, por esos momentos se le estaba pasando el liderazgo del clan a su padre, así que estaban muy ocupados.
— Ya no llores más, ya estoy aquí — le dijo animado y la abrazo por los hombros llevándola en dirección a su destino.
— Por aquí — Rogue les llamó a los tres restantes del equipo y ellos lo siguieron — Le curaré esa herida cuando lleguemos — se refirió a Minato educadamente.
— Gracias — Minato respondió con extrañeza. A pesar de haberlo conocido antes, aun le llamaba mucho la atención que Rogue fuera muy educado.
Tras unos minutos caminando en la fría tormenta, llegaron a lo que era una gran entrada cubierta de nieve.
Shinato miró con atención, ese era su antiguo hogar.
Las puertas fueron abiertas lo suficiente para que pudieran pasar y una vez dentro de su antigua aldea, lo observó todo con atención. De pronto, a su mente vino la imagen de la guerrilla de aquella noche, lugar que veía era lugar que recordaba.
— ¿Cómo es que esto sigue estando aquí y nadie lo ha encontrado? — preguntó la peliazul observando todo con atención.
— Como ya te diste cuenta, cuidamos día y noche que nadie se acerque lo suficiente para encontrarnos — Inuyasha le contestó — El clan no está totalmente restablecido, durante la guerrilla perdimos a muchos hombres importantes, perderíamos de inmediato si alguien llegara a atacarnos — le explicó por último.
No preguntó nada más y se dedicó solamente a observar su antigua aldea. Pudo darse cuenta que la mayoría de las casas estaban restablecidas a su antigua forma, pero no había personas viviendo en estas, hasta que llegaron al centro, al parecer los aldeanos se habían reunido ahí.
Se quedó un poco impactada al ver de nuevo a su clan, no habían cambiado en nada, todos impecables con sus kimonos blancos, incluso los niños que suponía lógicamente, eran una generación nueva.
Mientras ella los veía, ellos también lo hacían, era obvio que la reconocieron en un instante, pues era la única del clan que llevaba los colores azules, sabían que ella era la princesa del clan.
Llegaron a lo que era la casa principal, la que antes era su hogar. La miró con admiración, la casa que recordaba estaba ahí, sin ningún desperfecto, tal como la recordaba, como la aldea.
Para ese momento, las personas que los acompañaban se dispersaron y ahora solo quedaban ella, su tío, Minato, Kushina, Mara y Rogue.
— ¿Te quedaras ahí parada todo el día? — su tío la sacó de pensamientos, ella negó y caminó las grandes escaleras para entrar a la casa.
— Nosotros te esperaremos aquí — le avisaron sus compañeros de viaje y se quedaron en la enorme sala de estar.
Ella asintió y siguió caminando hasta el despacho de su padre acompañada de Inuyasha. Al estar frente a la puerta se detuvo, respiro hondo y abrió la puerta.
— Te he estado esperando por doce años, jamás perdí la esperanza de verte de nuevo — fue lo primero que escuchó al entrar en el despacho y al levantar la cabeza se encontró con su padre.
— Papá — le dijo cortamente y corrió a darle un gran abrazo. Sesshomaru la recibió con alegría y los dos comenzaron a llorar.
— Te he extrañado tanto mi niña — le dijo al oído mil veces.
La peliazul no hacía más que llorar de felicidad por tener de nuevo a su padre en sus brazos. A su tío también volvieron a salirle unas cuantas lágrimas. Así se quedaron un buen rato.
Mientras tanto, fuera de la habitación, Rogue se encontraba curando al rubio de su anterior herida hecha por la shuriken que él mismo había lanzado.
— Gracias, de nuevo — el rubio le agradeció nuevamente.
— No es nada, le pido disculpas otra vez — el pelinegro le sonrió nítidamente.
Kushina y Mara solo miraban con atención lo que hacía Rogue y pensaban lo mismo, como si estuvieran sincronizadas.
<< Él es tan lindo... >>.
— Ya es tarde, les mostraré dónde se quedarán — el pelinegro ahora se dirigió a las chicas y ellas asintieron tomando sus cosas. El rubio hizo lo mismo.
Los llevó por la casa hasta llegar a la parte de las habitaciones, les asignó una a cada uno y les dijo que descansarán bien, después se retiró dejándolos solos.
Minato cerró la puerta de la habitación y dejo su mochila de viaje en el suelo, después se sentó en la cama y comenzó a pensar en Shinato. Le hacía feliz verla feliz.
De nuevo con la familia Tártaros, se encontraban totalmente en silencio, nadie sabía que hacer ahora...
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