48. Tomodachi.

La mañana se había puesto, eran las ocho y pasadas cuando Shinato despertó de su relajante sueño. El día estaba soleado y las personas se encontraban alegres debido al buen clima que hacía.

Sin ganas de nada, se sentó en la cama. << No lo dije ayer, pero es muy reconfortante volver a dormir en mi cama... >> pensó bostezando. En ese momento recordó a Mara.

— Ni siquiera pude decirle adiós — está vez pensó en alto con tono triste.

Era cierto, ni siquiera se acordó de ella en los dos días que habían pasado debido a todo lo que le cayó de golpe, sobre todo la noticia sobre su padre. Se preguntaba si estaría bien, después de todo Shinato, le ayudaba a quitarse el aburrimiento en el trabajo, que estaría haciendo ahora que ya no la cuidaba.

Iba a extrañar a su -literalmente- única amiga.

— ¡Shinato! — escuchó la voz de Tsunade llamarle — ¡Te buscan!

<< ¿Quién lo haría a estas horas? Ni siquiera me he bañado... >> pensó molesta.

Se levantó de la cama y salió de su habitación a paso lento. Ahí en la puerta que conectaba a la casa se dio cuenta de algo. Nadie más que Minato podía acercarse a ella, ¿así que, quién era?

Al llegar a la sala se encontró con una rubia y una pelirroja. Tsunade no tenía buena cara y Kushina sonreía nerviosa.

— ¿No te informaron acaso? — fue lo primero que le salió de la boca a la peliazul — Nadie debe acercarse a mí, te meterás en problemas — le avisó.

— Eso ya lo sé — le contestó con la cabeza abajo — Aún así necesito hablar contigo — le dijo.

Shinato vió a la rubia como si estuviera preguntándole que hacer, pero la mujer al parecer no sabia que contestarle.

— ¿Será rápido? — se rindió con esa pregunta. La Uzumaki asintió — Hablaremos en mi habitación — le dijo para después avanzar hacía esta de regreso.

Una vez en su habitación, Shinato le dijo que podía sentarse en la cama, Kushina lo hizo, y ella se sentó en el otro extremo para quedar muy separadas.

— Shinato-san, no tienes porque estar tan lejos, yo vine a hacer las paces contigo — le confesó.

La peliazul no sabia si creerle o no, después de todo ella siempre la trató mal.

— No importa si no llegamos a ser buenas amigas, solo quiero que sepas que nuestra rivalidad por mi parte, ya ha acabado — sonaba sincera.

— Por mi está bien — le contestó — Después de todo yo jamás pensé que eramos rivales, así que también puedo coperar — la miró con la misma cara de siempre. Indiferencia.

Kushina estaba nerviosa, no creía que Shinato la estuviera tomando en serio con ese gesto, pero ella le estaba hablando con sinceridad.

— Entonces — le extendió la mano — Llevemonos bien de ahora en adelante.

Shinato ya decidida a darle una oportunidad, le dió la mano y las estrecharon en símbolo de paz. Kushina le sonrió y ella también lo hizo pero nítidamente.
Se soltaron las manos y se vieron a los ojos.

— También estoy aquí para hablar de otro tema.

— Me vas a disculpar, pero, Minato no tarda en llegar y si te ve aquí te meterás en problemas — la interrumpió.

Sonaba un poco duro, pero la forma de actuar del rubio en ese tema le decía que por profesionalidad, le informaría al Hokage.

— Es por él que estoy aquí, vengo hablar del tema de Minato — le dijo rápidamente.

La peliazul se negó rápidamente, no iba a hablar de Namikaze Minato y menos con Uzumaki Kushina.

— Tienes que escucharme por favor, el está muy triste debido a que tu dices odiarlo, pero yo se que no es así...

— Kushina, por favor, no quiero hablar de eso, bastante tengo con que él sea mi maestro. Además, ¿qué vas a saber tu si lo odio o no? — aquella última pregunta se le había salido de la boca involuntariamente.

— Por qué yo los ví juntos, ví tu rostro cuando escuchaste que te amaba, la noche que hablamos te marchaste más que enojada, herida, y eso habla mucho de lo que sientes por él — se levantó de la cama y la peliazul que estaba cabizbaja, la vió — Tal vez te mintió y eso nadie puede justificarlo porque no está bien, pero lo hizo por buenas razones, porque quería protegerte debido a que te ama, ¿acaso no lo harías por él? — le preguntó tras decirle todo aquello.

Shinato se volteó hacía otro lado pensando en la respuesta, pero ni siquiera habría que pensarla.

— Si — mencionó bajito — Si una mentira me ayuda a protegerlo, mentiría.

Kushina sonrió tras su confesión.

— Entonces, que esperas para perdonarlo, deja de sufrir y haz que deje llorar por algo que tiene solución, están desperdiciando tanto tiempo y tanto amor.

La peliazul sabía que Kushina tenía mucha razón, le había abierto los ojos con aquella pregunta que no dudó en contestar al instante. Así de rápido, en verdad había solución para aquel tema, pero las cosas no eran tan fáciles como para ir y pedirle perdón al rubio por su forma de tratarlo, había algo más que no la dejaba ir libremente a decirle cuanto lo amaba. No quería volver a ser el problema de Minato, no quería de nuevo indirectamente darle aquella responsabilidad de cuidarla siempre. El rubio se merecía algo mejor, algo que no fuera un monstruo...

— No puedo — sus ojos se aguaron trás la confesión. La rubia la miró perpleja — No quiero volver a ser una carga emocional para Minato, porque no merece a alguien como yo, alguien que siempre le está dando problemas. Así que sólo quiero que este entrenamiento termine para ir de nuevo y quedarme con mi clan, entonces jamás volver a ser un estorbo en Konoha.

Kushina nunca hubiera pensado que la indiferente de Shinato pudiera si quiera confesar como se sentía, y menos con ella.
Se acercó a ella quien tenía las manos en su rostro y la abrazo fuertemente. La peliazul abrió los ojos sorprendida pudiendo ver una parte su cabello rojo.

— Solo tú sabes que harás — le habló en el abrazo — Pero no puedes simplemente elegir por él, porque estoy casi segura de que no renunciará a ti aunque se lo pidas mil veces.

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