44. A la fuerza.
- Cuatro meses después:
— Estoy aburrida — una pelinegra con uniforme de centinela decía mientras lanzaba en aquella celda-habitacion de lujo, un mazo de cartas.
Shinato vió como estas volaron y terminaron dispersas por todas partes.
— No te ayudare a recoger eso — le dijo sin más aún tirada en la cama.
— Hagamos algo divertido — Mara pronunció emocionada mientras saltaba en la cama.
Tras esos largos cuatro meses en prisión, Shinato y Mara se habían hecho buenas amigas. Después de todo pasaron la mayoría del tiempo juntas, soportandose la una a la otra. Mara había resultado ser una chica bastante alegre y rebelde, por contrario de Shinato que como ya sabíamos era indiferente y bien portada. Se complementaban. Era la primer amiga que tenia la peliazul.
— No quiero — la empujó en la cama debido a que estaba brincando por encima de ella.
— ¿Por qué no? Si ya antes hemos hecho travesuras.
La peliazul cerró los ojos recordando como le había seguido la corriente para algunas barbaridades, como: llenar de agua la cocina gracias al estilo de agua que poseía la centinela, colgar ropa interior de hombres en todas partes con shurikens y sacar a los presos de sus celdas para tomar el té todos juntos.
A pesar de avergonzarse de hacerlo, tampoco podía negar que no se divirtió.
— Mara, para empezar, deberías estar en servicio, no en mí celda jugando baraja y comiendo pastel, ¿qué no ves que pueden despedirte si se enteran? — le informó de manera neutral y la chica solo río.
— ¿Despedirme? ¿A mi? Imposible, trabajo bajo las órdenes directas del Hokage-sama — le dijo de forma creida.
Eso le hizo recordar a Minato...
— ¿Alguna vez haz planeado irte de esta horrible prisión? — le preguntó de la nada. Mara solo la vió confundida.
— No, esta es mi casa, aquí me siento segura y además me dan comida — le confesó de manera divertida como siempre y la peliazul soltó una pequeña risa.
Mara le hacía muy bien a Shinato, con ella aprendió a ser un poco más rebelde y de vez en cuando alegre. Le caía muy bien, por eso la soportaba.
— Me voy por un momento, me pidieron estar en la oficina de invitados está tarde, vuelvo enseguida — tras decirle eso, no se espero más y salio de la celda dejándola sola.
<< ¿Sala se visitas? >> pensó distraída. Cuando a Mara le llamaban de esa manera era por que Shinato tenia una visita. Por cierto que Tsunade y Jiraiya la visitaban la mayoría del tiempo, siempre que iban, revisaban si estaba siendo tratada como el Hokage había prometido y también le llevaban algunas cosas que les encargaba.
Tras veinte minutos, la pelinegra volvió a la celda con los ánimos desatados.
— ¡Shinato-yo! — gritó para que toda la prisión escuchara.
— ¿Y ahora qué? — dejo el libro que antes había comenzado a leer.
— No vas a creer lo que te diré — comenzó haciendo poses de chica feliz, enamorada, incluso en sus ojos había corazones — Allí afuera, en la sala de visitas, se encuentra el hombre más guapo que alguna vez haya visto, es hermoso, es precioso, ¡es un ángel! — por último se emocionó de más y lo grito alterada.
Para Shinato no era nada nuevo que ella se enamorará de alguien lindo, tenia esa costumbre de ir a contarle siempre que veía algo fuera de lo normal.
La peliazul suspiro pesado.
— Ya es hora que salgas de aquí y te enamores de alguien real — aconsejó sin tomarle más importancia volviendo a su libro.
— No he terminado Shinato-chan — fue hacia ella y le arrebató el libro de las manos. La peliazul solo bufó molesta — Tiene unos preciosos hermosos ojos azules y... — continúo diciéndole — Su cabello está tan rubio y brillante, su rostro es precioso...
Shianto abrió los ojos un poco alterada. Si, ya sabia de quien se encontraba hablando la centinela.
De nuevo, Mara suspiro con aires de enamorada y continuó diciéndole:
— Cuando era pequeña, añoraba poder hablarle en la academia y ser su amiga, era tan lindo, Namikaze Minato es perfecto, ¿no lo crees? — terminó de decir.
— ¿Na-Namikaze Minato? — la peliazul se preguntó más para ella que para Mara.
— Si — ella le respondió — ¿No es genial que este aquí? — le preguntó emocionada.
— ¡No, no lo es! — en un segundo se había alterado y le había gritado a su ahora nueva amiga
— ¿Qué te pasa Shinato? Nunca te había visto así... — le dijo la centinela asustada.
En ese momento, la puerta de la celda fue abierta por otro centinela dejando ver al Sandaime y a Minato, quien llevaba en vez de su uniforme habitual, otro completamente diferente en tonos negros y café como un guardia de Hokage.
— Mil disculpas Hokage-sama, iba a llevarla a la sala de inmediato, pero...
— No te preocupes por eso ya — Hiruzen la interrumpió dando dos pasos hacia al frente — ¿Cómo te encuentras, Shinato? — le preguntó a la peliazul de manera lenta.
En cambio, la peliazul no le contestó debido a la distracción que tenia en frente. Después de tanto tiempo se miraban directamente a los ojos.
— Shinato, te hicieron una pregunta — Mara la llamo sacándola de su trance.
— No le había pedido que no quería visitas indeseadas — Shinato le contestó de una manera molesta.
El rubio al escucharla, sintió cómo algo se rompía dentro de él. Se sintió muy triste al escuchar las palabras duras de su amada.
— No viene de visita, te sacaremos ahora mismo de aquí, volverás a Konoha — le dijo de una vez por todas.
— Me niego — está le contestó aun enojada.
El Hokage la miró de manera cansada y dio una seña a quien al parecer era su guardia por ese viaje.
Minato avanzó en la celda hacia la peliazul de manera rápida, sin que está lo viese venir, la había tomado de las manos y se las había puesto en la espalda de manera nada cuidadosa.
— No es que quieras, es por que yo lo ordeno — continúo hablando — No dudes en aplicar fuerza si se resiste Minato. Vamos.
El rubio la empujó fuera de la celda y Shinato sin creerlo, se quedó sin hacer nada. Al joven le dolía tratarla mal, pero ya había pasado bastante tiempo en aquella prisión por su culpa y no la dejaría allí más, aunque por consecuente tuviera que sacarla a la fuerza.
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