34. Su propia decisión.

— Necesito saber por qué ninguno de ustedes dos se presentó atender sus deberes ayer por la mañana.

Tras haber dormido de nuevo juntos, por la mañana les llegó el aviso urgente para presentarse ante el Hokage.

— Me disculpo por los dos Sandaime-sama, estuvimos ocupados haciendo algo de suma importancia — Minato le respondió.

Shinato pensó algo indebido entre avergonzada y haciendo una broma a la vez.

— ¿De suma importancia? — les pregunto — ¿Qué podría tener más importancia que los deberes de la aldea?

— Me disculpo nuevamente Hokage-sama, es algo personal — está vez, Shinato le respondió.

— Bien, comprendo — claro que comprendía, también había sido joven y había amado a alguien. Hasta la fecha aún amaba a su Biwako — Entonces, ahora vayan a hacer sus deberes, no tolerare otra falta.

— Entendido — dijeron los dos al unísono.

— Pueden retirarse.

Tras escuchar aquello, los dos se retiraron de la oficina del Hokage. Fue algo increíble, los dos solo desaparecieron.

— Bien, entonces aquí nos separamos — Minato le dijo sonriente una vez que estuvieron fuera de la torre.

— Bien, entonces hasta luego — la peliazul se despidió mientras se daba la media vuelta para ir por su propio camino.

— ¿En serio? ¿No me darás ni un besito ni nada? — el rubio le llamó y ella volvió a mirarlo.

— Minato, estamos en público, por favor — le dijo avergonzada de que alguien pudiera escucharlo.

Rápidamente, no por algo le decían Konoha no Kiiroi Senkō, la tomó de la mano y la apegó a su pecho acercando su rostro al de ella.

— ¿Y tú crees que eso me importa? — le preguntó y después la besó tiernamente

Mientras lo hacían, las personas a su alrededor no podían apartar la mirada sorprendidos. Estaban llamando mucho la atención.

— Te amo — le dijo por lo bajo una vez que estuvieron separados.

— Yo... también — la peliazul mencionó avergonzada y el rubio río.

— Hasta luego — se despidió y después desapareció usando el Hiraishin no Jutsu.

Una vez sola, observó a su alrededor dándose cuenta de las personas que habían presenciado aquel acto de amor. Estas, estaban disimulando que no vieron nada de una manera fatal. Sin más que hacer ahí, Shinato siguió su camino rumbo a la puerta principal de Konoha.

Mientras tanto, una pelirroja caminaba totalmente enfurecida por una calle diferente a la de Shinato, puesto que también había presenciado aquel acto en plena entrada de la torre del Hokage.

— Imposible, ellos... — dijo por lo bajo, pero esta vez, en vez de triste, habían comenzado a salir lágrimas de sus ojos por coraje. No pudo soportar ver al amor de su vida con otra chica y menos la chica de las mitades.

<< Imposible, pero si hace apenas tres meses ellos seguían siendo rivales en todo y Minato estaba en mis brazos, ¿qué demonios paso..? >> está vez pensó.

Decidió que no haría sus deberes por hoy y avanzó con paso rápido a su casa.

Más tarde, la peliazul se encontraba en su puesto de trabajo y Minato con sus alumnos. Los dos radiantes frente a las miradas de los demás. En Minato, se le veía normal estar feliz, pero en Shinato, con sólo decir que sus compañeros estaban temiendo por su vida, decimos todo; era claro que la veían extraña, pero a ninguno le importaba, no hacían caso de las demás miradas, estaban en su mundo.

(...)

Una semana entera había pasado, infortunadamente, para Shinato y Minato no había habido tiempo, no se habían visto más que quince minutos al día y si es que no menos debido a su trabajo y a las misiones después de este. Habían estado separados.

Esa tarde, Minato se encontraba en la oficina del Hokage tratando el asunto de la peliazul que hacía rato no discutían por la normalización de la situación.

— Tú que eres mas cercano a ella, ¿como la sientes? ¿está bien? ¿se encuentra estable? — Hiruzen preguntó refiriéndose al problema que habían tenido antes.

— Shinato está como antes de la misión de los bandidos, esta bien, no he notado cambios en ella desde que se desmayo por cuatro días — informó.

— Supongo que eso es bueno — Hiruzen sonaba un poco vacilante — Sin embargo, tienes que tener mucho cuidado con ella, no sabemos cuando pueda volver a su estado de cero control de chakra, o peor, que vuelva a transformarse en el monstruo que dices haber visto.

— Claro, no se preocupe, estoy poniendo mucha atención en ella debido a que también me preocupan estos aspectos — le respondió con sinceridad.

— A propósito, ¿no me has dicho que has pensando acerca de contraer matrimonio? — le cuestionó.

El rubio pensó en si decirle o no que no era necesario debido a que ya había una relación entre ellos que le ayudaba a mantenerse más cerca de ella. Optó por hablarle con la verdad, pero antes de eso, Hiruzen dijo algo que le molesto.

— Habría demasiadas ventajas al casarte con ella. La mantendrias vigilada la mayoría del tiempo sin necesidad de justificarte, además, si le das un hogar e hijos, ella dejaría de ser shinobi para dedicarse a ser ama de casa y no tendríamos que preocuparnos más.

A pesar de que antes había dicho palabras similares, esta vez Minato si se molesto.

— Como ya había dicho antes, hacer eso seria muy egoísta de mi parte — el rubio no se contendría más, le diría lo que de verdad pensaba acerca de su propuesta — No podría hacerlo. Seria lo mismo que privarla injustificadamente por algo de lo que Shinato no tiene idea, seria como tirar su sueño de proteger Konoha a la basura, y yo no puedo hacerlo, lo siento Sandaime-sama, pero lo que me pide es absurdo, es la decisión de Shinato y en ese aspecto quedo totalmente fuera, no es algo que yo pueda decidir — terminó.

Hiruzen lo observó entendiendo sus sentimientos, si, lo entendía, y por eso de ahora en adelante, dejaría que él se hiciera cargo de todo, esta vez no era sólo por decirlo.

Ellos no lo habían notado, debido a la importancia que le daban al tema, pero, detrás de la puerta, se encontraba alguien escuchándolos, alguien que causaría un conflicto que acabaría dando resultados a su favor.

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