24. Colapsado.
Ya había pasado cerca de un mes y más desde que había tenido lugar la reunión, y desde que Minato había estado entrenando a Shinato.
La peliazul se encontraba dónde siempre, intentando con todas sus fuerzas volver al perfecto control de chakra que tenía antes. Debido al tiempo que había pasado entrenando, se sentía muy impotente, puesto que aún no había avances notorios.
Desde hace rato que habían dado las dos de la tarde y a la peliazul le extrañaba que su sensei no llegara. Siempre había sido muy puntual, así que no entendía porque.
Después de unos minutos, el rubio apareció en el patio de la muchacha como solía hacerlo todos los días. Esta vez se veía muy diferente. Llevaba las mejillas rojas, estaba muy pálido y tenían un gran semblante de cansancio. No se veía para nada saludable.
La peliazul lo noto enseguida, nunca lo había visto tan mal. Es decir, en los últimos días si se le veía cansado, pero no hasta ese punto.
— Podemos dejar el entrenamiento por hoy, traes muy mala cara, creo que deberías descansar — fue lo primero que le dijo. Pero el rubio se negó enseguida al consejo.
— Estoy bien. Además, debemos ponerle más ganas al entrenamiento, no estoy percibiendo avances.
La peliazul se puso de pie con la idea de seguir insistiendole que descansara, pero en ese momento, Minato colapsó amenazando con caer al suelo. Shinato rápidamente, porque aúnque no tuviera ninjutsu ni genjutsu, aún tenia la velocidad y el poco taijustsu que se le fue enseñando por Tsunade y Jiraiya. En fin, ella corrió y de milagro logró alcanzarle antes de que cayera de lleno contra el suelo.
Al acomodarlo para verle el rostro se dio cuenta que estaba inconsiente.
— ¡Tsunade-sensei! — le llamó de inmediato para que le ayudara a llevarlo a recostar y para que lo revisara.
En un momento la rubia estaba en el patio con un semblante de preocupación al ver a Minato en aquel estado.
— Hay que llevarlo adentro — le dijo de inmediato. Tsunade con la gran fuerza que la caracterizaba lo tomó y se lo puso en los hombros mientras Shinato iba detrás cuidando que no se cayera.
Una vez llegaron a la habitación de la peliazul, lo recostaron en la cama y la rubia comenzó a revisarlo. Shinato la dejó sola un momento mientras iba a cambiarse el kimono, ya que la parte de abajo estaba empapada gracias a que tuvo que meterse al lago para atrapar al rubio. Minutos después, salió.
— ¿Qué le pasa? — le preguntó a la rubia que aún lo estaba revisando.
— Nada grave, parece que tanto trabajo le ha hecho colapsar del cansancio — Shinato soltó todo el aire de preocupación que estaba reteniendo.
— Menos mal, supongo que solo tiene que guardar reposo — la rubia asintió después del comentario.
Lo vió inconsiente y comenzó a regañarlo en su mente tal niño de siete años. En realidad si merecía aquel regaño. Desde el día de la reunión, desde temprano entrenaba a su equipo de genins. Por la tarde entrenaba a Shinato casi hasta que el sol se metía. Y por la noche, hacia las misiones que se le eran encomendadas. Imaginen hacer todo eso en un mes y medio con tan pocas horas para dormir. Era un poco mas que obvio que iba a colapsar en algún momento.
— Bueno, ya terminé con el tratamiento — Tsunade recibió un gracias de la menor — Tengo asuntos pendientes que resolver en la aldea, así que te dejo a cargo de él, no te dará muchos problemas ya que dormirá toda la tarde.
— No se preocupe, Tsunade-sensei, yo lo cuidaré — está le dijo decidida y la rubia salio no sin antes despedirse y decirle...
— Ah, y una cosa más. Te recomiendo que le quites la ropa que le estorba — y tras decir aquello, pronto ya no se encontraba a su vista.
La peliazul después de pensarlo un rato, trago duro y se dirigió al rubio inconsciente. Comenzó por quitarle las sandalias, ya que como aparecia gracias al Hiraishin en el patio no se las quitaba. Después fue a por su protector y se lo quitó con delicadeza. Por último, su mano temblorosa fue directamente al cierre del chaleco verde y lo bajó para después quitar con delicadeza este de su cuerpo.
Vaya, todo había salido bien y no lo había despertado. Era una misión cumplida, hasta que vió como el rubio se removía entre sueños y con una mano se llevó un poco de su camiseta azul hacia arriba dejando ver a la chica un poco de su piel tras de esta.
Al instante se puso roja y corrió a bajarle a su lugar la camiseta. Se dió la media vuelta y pensó en él sin esa camiseta estorbosa sin quererlo. Movió su cabeza hacia los lados para quitar aquella imagen pecaminosa de su mente. Ya un poco mas calmada, salió de la habitación para ir a la cocina por un vaso de agua. De pronto hacia calor en aquella casa...
Después de tomar un poco del líquido incoloro, decidió volver a su habitación con una jarra de esta y un vaso por si el rubio despertaba y la necesitaba.
Después, sin nada que hacer, tomó un libro que casi terminaba de leer y se sentó con la espalda recargada en la cama dándole la espalda a su maestro.
Al cabo de casi una hora, dió por terminado el libro y se acomodó en su lugar para ver a Minato con los ojos brillosos.
Lo que había pasado era que el libro que había terminado trataba de una chica y un chico y su gran historia de amor. Todo mundo sabe que pasa cuando terminas de leer un libro así. De pronto quieres que esa historia sea verdadera y la vivas con el chico que te gusta♡.
La peliazul no estaba pensando muy bien debido al sueño que le había entrado y sin saberlo había tomado la mano del rubio con la suya y había recostado su cabeza en la cama. Poco después, se quedó dormida.
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