23. Minato-sensei 💛.
Se dio por vencida y dejó de llorar cuando escuchó que Tsunade ya había llegado a casa. Se puso de pie y fue a cambiarse el uniforme por ropa de civil, la mayoría de las veces usaba un kimono bastante sencillo, ya que Orochimaru la había influenciado bastante a estos.
Salió de su baño propio y justo su mirada dio a algo que no había notado, se encontraba arriba de su mueble dónde se encontraba la lámpara. Se acercó y por fin pudo saber que era. Una bonita paleta adornada con listones y confeti fue lo que encontró, junto con una nota que decia...
¡Feliz cumpleaños Shinato! ♡♡.
Justo cuando lo leyó, supo de quien era aquel regalo tan divino y sin pensarlo, se la llevó al pecho y abrazó como si fuera la persona que se la había dejado. A pesar de estar muy molesta y triste con él, a pesar de eso lo hizo.
Salió de su habitación un poco más reconfortada y fue directo a la sala de estar. Ahí se encontró con Tsunade con un libro en la mano.
— ¿Cómo te fue en la junta? — le preguntó dejando su libro de lado.
— Mal — está le contestó sin más, ¿por qué habría de guardárselo? — Me relevaron de todos mis cargos shinobi.
Tras oír aquella confesión, a la mayor se le vió muy molesta.
— ¡Ese Sarutobi-sensei, que demonios piensa haciendo eso, eres por mucho la mejor kunoichi de tu generación e incluso mejor que algunos veteranos! — a la rubia parecía estar saliendole humo de las orejas.
— No, tiene razón — se controló un poco al escuchar hablar a la pelíazul — Lo siento Tsunade-sensei, le oculté algo muy importante — la rubia ya se estaba imaginando que era — He perdido completamente mi control de chakra.
Se quedaron en silencio por un rato, hasta que la rubia le dijo:
— Ya lo sabía.
La pelíazul volteó a verla sorprendida, ¿entonces por qué no le había dicho nada?
— Desde que llegaste de la misión con Minato — continúo hablando — Noté que tu chakra nunca estaba estable. Deseaba que no afectará tu control, así que me quede callada, pero ahora, has perdido tu ninjutsu y genjutsu. Desgraciadamente no puedo interferir de esa manera con el chakra de alguien.
— Bueno, supongo que siendo médico ninja lo iba a notar en un instante — comentó la pelíazul.
— ¿Entonces, que harás de ahora en adelante? — inquirió preocupada.
Esa pregunta rondó toda la tarde por el pensamiento de Shinato. ¿Qué se supone que haría ahora?
Se negaba a entrenar desde cero otra vez con Minato, aun así lo haría por que eran ordenes del Hokage. ¿Pero que pasaba si jamás recuperara su control? ¿Iba a abandonar su trabajo de shinobi? ¿Dejaría el sueño de proteger Konoha por el que tanto luchó? A decir verdad, no tenía respuesta a ninguna de las preguntas. En su mente solo había algunas posibilidades. La primera era dejar Konoha y viajar a otras partes para conocer el mundo, o la que sonaba más cómoda para toda mujer. Casarse con un hombre y tener una familia...
Ninguna de esas opciones le gustaba. Ella quería seguir ejerciendo su trabajo de shinobi, quería seguir protegiendo a Konoha.
— Supongo que acatare las ordenes del Hokage y entrenare de nuevo desde cero — contestó resignada.
— ¿Estas segura? ¿No crees que será difícil? — aquellas palabras no la animaban mucho.
— Si ya lo hice una vez... — le sonrió — puedo hacerlo dos veces.
(...)
Al día siguiente, como a las dos de la tarde, la pelíazul se encontraba entrenado sola.
— ¡Tajuu, Kage Bunshin no Jutsu! — tras decir aquello y hacer las señas de mano, se esperaría que como siempre, al menos treinta Shinatos aparecieran de la nada. Pero no funcionó.
— ¿Empezaste sin mi? — el rubio apareció en el patio trasero de la casa de Orochimaru de repente sacándole un gran susto a Shinato, quien se encontraba concentrada en hacer clones de sombra.
— Ya decía yo por que llegabas tan rápido a mi casa — la pelíazul se levantó de su lugar y fue hacia donde estaba. Se puso frente a él y luego se agachó a recoger un kunai muy particular con el sello que le permitía a Minato hacer el Hiraishin no Jutsu.
Ella lo vió con los ojos entrecerrados, él solo se río y rasco su cabeza nervioso. Aún así, Shinato volvió a poner el kunai en su lugar.
— En lugar de eso, me gustaría poder poner un sello en tu cuerpo para usar el Hiraishin en caso de emergencia.
— De ninguna manera te dejare poner una marca en mi cuerpo — está le contestó al instante.
— ¿Ah, no? — el rubio dijo y río en bajo.
De pronto, al pensamiento de la pelíazul llegó aquel recuerdo de ella en sus brazos de la noche en la cena para Jiraiya. Se sonrojo demasiado y también recordó lo difícil que fue ocultar aquellas marcas.
— ¿Con qué vamos a empezar? — le preguntó para desviar el tema y le dió la espalda para dirigirse de nuevo al lugar en el que estaba. Se sentó de nuevo bajo la sombra que daban algunos árboles que tenia el patio.
A pesar de seguir un poco molesta con él, lo dejaría pasar, ya que iban a compartir mucho tiempo juntos y lo menos que podía hacer era hacerlo llevadero con un buen trato.
— Bueno — Minato avanzó sobre el agua del río para llegar hasta ella, ya que este los separaba. Shinato vió con envidia lo que podía hacer antes de todo ese rollo — Podemos empezar con lo básico. Acumula chakra.
— ¿Eres tonto? — le respondió al instante — El problema es mi control, el chakra ya lo tengo, pensé que sabias lo que hacías — le revoloteo los ojos.
- Shinato, justo ahora estoy a cargo de tí y tu entrenamiento, así que harás lo que yo te ordene.
Aquello había sonado tan autoritario, que a la pelíazul no le quedó de otra mas que empezar a recoger chakra.
— A partir de ahora puedes llamarme Minato-sensei.
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