22. Relevada de su cargo.
- Me muero de ganas por ser su mujer - la pelirroja se dio el lujo de comentar en voz alta.
Shinato solo hacia como su estuviera ignorandola, pero en el fondo le era imposible si el tema se trataba acerca del rubio. Ya no podía negar que le gustaba mucho.
- Espero que vengas a la boda - le dijo una vez más, pero esta vez se acercó a ella con confianza mientras sus ojos se rasgaban debido a la respuesta que estaba esperando.
- Claro - está le respondió sin mas ocasionando un leve enojo en la pelirroja - Si me invitan - sin duda no esperaba esa respuesta.
- Ay, tonta, claro que vamos a invitarte - la abrazó por los hombros y río olvidándose de lo anterior.
En ese momento, Minato llegó junto a ellas y mandaron a hablar a Kushina. Esta al irse, le dejó un gran beso en la mejilla al rubio. Este solo lo recibió sin mas.
- ¿Estaba molestandote de nuevo? - le preguntó, pero no recibió respuesta. En cambio, ella se levantó y se dispuso a ir a otro lugar hasta que le llamasen, en realidad no quería hablarle.
- Sueltame - le pidió en bajo cuando él rubio había sido más rápido que ella tomándole el brazo para que no se fuera.
- ¿Qué es lo que te pasa? - le preguntó a ciegas, ya que sabía perfectamente que le pasaba.
Pronto eran el centro de atención para los demás que se encontraban en la sala.
- El Sandaime-sama me dió esto para tí - le dijo una vez que notó las miradas de todos sobre ellos. Sabía que eso a Shinato no le gustaba, así que decidió que luego arreglaría las cosas con ella.
La peliazul con mala cara, recibió el pergamino del Hokage y lo abrió justo ahí frente al rubio. Paso su mirada sobre lo escrito y si no podía tener mala cara, la puso peor.
Al instante, se dirigió molesta a la oficina aunque no la hubieran llamado.
- ¡Shinato, espera! - el rubio le llamó, pero no le hizo caso, así que la siguió.
Sin importarle lo que le dijeran entró a la oficina después de haber empujado a la pelirroja que se encontraba saliendo con su pergamino feliz.
- ¿¡Qué significa esto, Sandaime-sama!?
Hiruzen la vió como siempre. Ya sabía que eso pasaría cuando leyera su pergamino y por ende, supiera su misión de ese día en adelante.
- ¡Hokage-sama, mil disculpas, no pudimos detenerla! - la guardia del Hokage entró acompañada por Minato.
- Está bien - aceptó - Les pido que por favor salgan y no llamen a nadie hasta que les de aviso, y Minato, quédate - les ordenó.
El rubio se dirigió hacia la molesta Shinato quien veía al Hokage como si fuera a matarlo. Nunca la había visto hacer gestos de enojo. Para él era preciosa así o de modo neutral como siempre se encotraba.
- ¿¡Y bien!? - está le exigió una respuesta - ¿¡Por que me esta relevando de mis cargos!?
- No puedes ocultarlo por siempre - le dijo sin vacilar - Justo ahora, eres incapaz de utilizar ninjutsu y genjutsu - Shinato se sorprendió al ser descubierta y Minato solo cerró los ojos al escuchar aquello - No tienes control de chakra.
Era cierto, después de la misión en la que casi muere, por alguna razón su chakra había estado inestable al punto de no poder controlarlo. Estaba indefensa por ahora.
¿Y cómo lo sabia Hiruzen? Bueno, era fácil adivinar qué había un infiltrado que la observó en cada uno de sus inútiles esfuerzos por controlarlo durante las últimas semanas. El infiltrado era la persona que había pedido estar a cargo de ella. Namikaze Minato.
- Pero aún puedo usar taijutsu y soy lo bastante competente para seguir en mi puesto - contestó enseguida, pues habría que hacer de todo para no escuchar de su boca que oficialmente ya no tenía trabajo como shinobi. No lo soportaría.
- No es suficiente - le devolvió calmado - Konoha no Aoi Akuma (Demonio Azul de Konoha), si bien es el nombre que te ganaste... se que eres irremplazable cuando de fuerza en Konoha se trata, pero no estoy dispuesto a ponerte en peligro - el Hokage se quedo ahí mientras ella le volteaba la cara.
Konoha no Aoi Akuma. Ese maldito apodo la ponía de los nervios cada que era mencionado. Sin duda no le agradaba, ya que se decía por ahí que nadie había vivido para contar cual era su aspecto, obviamente los de su aldea lo sabían y claramente todos sabían que se trataba de alguien con el color de cabello azul, si no valgame la redundancia de por que le llamaban así. No sabían si era hombre o mujer, pero las personas usualmente aseguraban que se trataba de un hombre. Aun que Shinato debiera sentirse orgullosa, simplemente no podía.
- Debido a esto, volverás a entrenar está vez a cargo de Minato, desde el inicio - Shinato no podía creer lo que le decía - Oficialmente, has sido relevada de tus cargos como shinobi de Konohagakure no Sato.
Al escuchar que el Hokage había dado por finalizada aquella conversación dónde todo estaba en su contra, se dio la media vuelta mientras una lágrima caía por su ojo izquierdo, el de color azul. Sin nada mas que hacer ahí, salió.
El rubio pudo darse cuenta de aquello y quiso salir detrás de ella para consolarla, pero el Hokage lo llamo.
- Minato, ahora está en tus manos cuidar de ella, será duro, pero se que lo harás bien.
- Si - acató las ordenes y dio una vista rápida hacia la puerta.
Por otro lado, la peliazul iba caminado por las calles de Konoha hasta su casa. Llevaba su protector en la mano y un semblante triste.
<< ¿Por qué... por qué esto me tiene que pasar a mi...?>> pensó triste y maldijo aquel día de la misión dónde perdió todas sus facultades como shinobi. Aún no recordaba que era exactamente lo que había pasado, pero ahora sabia que no había sido nada bueno.
Al llegar a su casa, con desgane se quitó las sandalias y avanzó a paso lento hasta su habitación, Tsunade al parecer, no se encontraba.
Al abrir la puerta de su habitación, no le sorprendió para nada que el rubio se encontrará en esta. Aún así le molesto.
- Lo disfrutaste, ¿eh? - le dijo de manera cínica - No es esto lo que querías, sacarme del juego. Pues lo conseguiste.
- Yo no... - quiso hablar, pero fue interrumpido.
- Desde que eramos pequeños siempre quise ganarte en todo, eras mi rival - le confesó - Pero jamás pude hacerte frente en ninguna de las ocasiones. Al parecer no era la única que quería sacarte del juego. ¿Crees que no me di cuenta? ¿Quién más le diría que perdí el control de chakra, si no la única persona que a estado directamente conmigo?
- Lo hice por tu bien - este le contestó cabizbajo. Ella debía entender que solo quería lo mejor para ella al hacer todo eso.
- Pues no me gusta que vayas por ahí decidiendo qué y qué no es mejor para mi - lo dijo recordando como la había hecho dormir con hierba al terminar su misión.
Se acercó a su mesita de noche y dejó el protector de una manera tan molesta, que se pudo escuchar por toda la casa el golpe contra la madera.
- No te pediré disculpes por que no me arrepiento - la peliazul rechinó los dientes - Aún asi, desde ahora estoy a cargo de ti, así que te guste o no te guste empezarás a entrenar desde cero.
- Desde luego que hoy no empezaremos el entrenamiento, así que puedes irte de mi casa cuanto antes.
El rubio la miró con tristeza notable y en un segundo había desparecido, pero para otro segundo Shinato se echó a llorar cual bebé perdido.
- Lo extraño tanto, Orochimaru-sensei...
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