123. Padres.

- ¿Shinato se encuentra bien? - este le pregunto a la médico ninja cuando salió de la habitación.

Tsunade solo dirigió su mirada al suelo y sin que él pudiera notarlo, sonrió.

- Digame algo, por favor - le hablo un poco mas preocupado al ver que ella no decía nada - Estoy muy preocupado, los últimos días ella estuvo muy diferente, siempre estaba mareada y muchas veces cuando hacía el desayuno salia corriendo al baño a vomitar, no le pregunte nada ya que no quería incomodarla, pero ahora se que le pasa algo y necesito saberlo - termino tomando de los hombros a la mujer rubia.

- ¿Así que si lo habías notado? - ella le pregunto burlona y él la vio sin entender - ¿Eres tonto acaso? - le dijo riendo al ver su semblante serio.

- No es gracioso, por algo le estoy preguntando - le contesto un poco molesto por sus palabras.

Entonces ella le tomó de los hombros y se le acercó.

- Shinato está embarazada - le soltó de repente. El rubio hizo una expresión tan cofundida que podía verse fácilmente como tierna - Vas a ser papá - está le afirmó.

- Voy... voy a ser papá - este repitió las mismas palabras sin poder creerlo. Su expresión se torno alegre.

Minato se emocionó como un pequeño niño de academia al entender y abrazo a Tsunade sin previo aviso. En verdad quería un bebé y le hacía muy feliz saber que iba a tenerlo con la mujer que amaba, por fin iban a ser una familia.

Cerca de una hora mas tarde, Shinato despertó confundida al ver donde se encontraba. Reviso su cabello de inmediato, su control de chakra, todo aquello para saber si no estaba ahí por lo mismo de siempre y que por consecuente hubiera dormido un año entero... con exageración.

- Despertaste - aquella voz era la de Tsunade. Había entrado a la habitación con Minato detrás y no se había dado cuenta por estar revisando que todo estuviera en su lugar.

- ¿Que me pasó? - pregunto al sentir una leve punzada en su cabeza, pues cuando calló fue hacia atrás, por lo tanto se había golpeado la nuca en la madera.

- Te desmayaste cuando estabas cocinando - el rubio explico rascando su cabeza.

- Pero no te preocupes, no te pasa nada malo - la rubia la vio sonriente y ella tal como su marido la vio sin entender.

- Pero, ¿entonces que lo causó? - se refirió al desmayo mientras se tocaba la cabeza.

- ¡Ah! - de repente Tsunade exclamó asustandolos por igual - ¡Olvide que tengo un paciente en espera! Ya vuelvo - tras decir aquello, salio corriendo de la habitación no sin antes guiñarle al rubio.

Aquello solo había sido para dejarlos solos y que el rubio le diera la noticia.

- Tsunade-sensei siempre olvidando cosas... que se le va hacer - se encogio en hombros. Shinato sonaba muy relajada.

El Hokage tomo asiento en una silla que estaba aún lado de su cama y ella le vio con interés al ver el semblante que llevaba. Difinitivamente le estaba ocultando algo.

- Minato, Tsunade te dijo el motivo de mi desmayo, ¿cierto? - le pregunto llevando sus manos a la sábana, con estas ahí la apretó. No podía evitar sentir que había algo malo después de todo.

El asintió calmando.

- Escucha, yo, lo vi en estos días, la manera en que te comportabas y sentías, pero fui un tonto y no me di cuenta, ni siquiera lo pensé - comenzó viéndola fijamente a los ojos - Tsunade-sama me dijo que tal vez tú tampoco te dabas cuenta por que es nuevo para ti. Además de todo lo que paso, creo que tampoco te lo imaginabas - se quedo callado.

<< ¿Que me pasa? Porque no se lo digo y ya... >> pensó apresurado.

- Sobre eso yo, ya lo olvidé - mintió - Me estas asustando, dímelo y ya - también le apresuró al estar en tanta tensión.

El suspiro y luego se relajo para abrir la boca y decirle...

- Estas embarazada - confesó.

<< ¿¡Que...!? >> fue la única reacción que pudo venir a su mente en ese momento.

- ¿Em-embazada? - se le atropello la palabra en la garganta mientras le daba la mirada - Voy a ser mamá... - le dijo por lo bajo y él asintió feliz.

- Y yo voy a ser papá - el rubio le sonrió mientras sus mejillas se sonrojaban.

Shinato enseguida se puso muy feliz por aquella noticia, en verdad no lo esperaba, es decir, llevaban dos años intentándolo y nada...

Fue en ese instante que recordó como había concebido... Minato había abusado de ella. Su rostro se apago y miró en dirección a la pared blanca que tenia frente a ella.
Tantas noches entregándose mutuamente, con deseo, con amor del bueno, para que al final una sola noche lo cambiará todo. Ese niño iba a ser fruto de una noche maldita.

Minato, al ver su semblante, supo que estaba pensando. Su sonrisa también se desvaneció y la habitación quedo en silencio.

Tocándose inconcientemente el vientre, se lo pensó mejor. Su mirada reparo en su marido y entonces se dio cuenta. La mirada que tenia al decirle que iba a ser papá eran tan pura, tan inocente, a él le emocionaba convertirse en papá tanto como a ella ser mamá, y ahora que había recordado lo que había hecho, su mirada se había perdido en la nada y su semblante estaba triste, tan triste como ver una hoja marchita caer de un árbol.

El estaba mucho más que arrepentido.

Y también, pensándolo mejor. ¿Por que había quedado embarazada justo ahora y no antes? ¿Porque ahora que ella volvía a su aspecto normal? ¿Por que Tsukuyomi y Amaterasu habían desaparecido? ¿Por que ya no podía contactar con ellas ni en su alma?
Todo eso debía una tener una respuesta, pero lo único que había era esa noche.

Tenias que ser bastante distraída para no saber porque el hombre que amas de pronto hace algo que jurabas, que ni siquiera pensabas que iba a hacer.

No solamente había pensando todo aquello en ese día, sino que le había estado comiendo la cabeza por días enteros, tanto que ni se entero que tenia los inconfundibles síntomas de un embarazo.

- Minato - le llamo haciendolo salir de su burbuja.

- ¿Si? - este le contesto casi audible.

Sin que lo esperara, le tomó de la mano y la acercó a su vientre. Él la miro muy sorprendido.

- Vamos a ser padres - le afirmó sonriendo tal como antes solía hacerlo.

Enseguida sus ojos se cristalizaron, pero de alegría y sonrió asintiendo feliz.

Le había parecido eterno el tiempo que había estado sin tocarla, sin que ella lo tocara, sin sonreírse mutuamente, pero allí estaban de nuevo, unidos gracias a una pequeña persona que iba a ir creciendo poco a poco en el vientre de aquella mujer mitad y mitad.

Ya sólo faltaba un poco menos de 9 meses para el fatídico ataque del Kyūbi en Konoha...

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