116. Un recuerdo.
Después de lo que paso en la bañera, ahora se encontraban de nuevo en la habitación comiendo una ensalada de frutas sabiendo que ella tenía que comer algo ligero por el momento, Tsunade se lo había recomendado.
Se encontraban en la cama recargados en la cabecera y los pies sobre esta.
- Abre la boca - ella le ordenó con un pedazo de fruta en el tenedor dirigiendolo a su boca como si fuera un niño. Esta vez fue él quien negó con la cabeza, pues a pesar de decirle que no quería y que comiera ella, seguía metiendo fruta en su boca. Aun asi, la abrió y volvió a recibir otra dulce fresa. Se relamio los labios agradecido.
Y así siguieron hasta que la fruta se extinguió del plato. Él le tomó el plato y fue a dejarlo a la cocina, una vez ahí, decidió que lo limpiaria.
Mientras pasaba la esponja llena de jabón sobre el utensilio, comenzó a pensar en sus palabras siguientes para la albina, puso una mala cara al recordar lo que había pasado. Minato en realidad estaba muy preocupado, ¿como iba a decírselo? Sin duda ella no lo tomaría bien y ahora que había despertado no quería hacerla sentir mal, pero no había manera de ocultarlo, de una u otra manera iba a saberlo.
Se seco las manos, y se dirigió de nuevo a la habitación donde su mujer lo esperaba.
- ¿Por qué tardaste tanto? - está le pregunto en cuanto lo vio entrar por la puerta.
- Lave el plato que usaste para no tener que hacerlo más tarde - le explico restandole importancia.
Llego hacia ella y volvió a subirse a la cama, una vez ahi, cuando volvio a recargar su espalda en la cabecera, la tomó del hombro y la apego a él para abrazarla. En realidad no traía buena cara y ella se dio cuenta de eso.
- ¿Te pasa algo? - le pregunto enseguida y recargo la cabeza en su pecho mientras le pasaba la mano de igual manera.
- Hay algo importante que debes saber -.
Ella se preocupo enseguida. Siempre había algo malo después de esas palabras, o bueno, no necesariamente malo, sino algo con importancia que la haría pensar ciento veinte palabras por minuto.
- Entonces dímelo sin rodeos - le dijo rápidamente preparándose para lo que fuera a salir de su boca. Pero no había manera en que ella se preparará para aquello al igual que paso con la muerte de Rin y Obito.
- La guerra que proclamó Kumo con nosotros no fue más que una distracción, su verdadero objetivo era... - se quedo callado. Pensaba que tal vez debería suavizar un poco la noticia, pero ella ya le había dicho que se lo dijera sin rodeos - No se como se enteraron, pero su objetivo era el clan de los Hanyo, y al saber que estábamos aliados quisieron sacarnos del juego. Ellos... - su voz bajo de desibel - Eliminaron de manera definitiva al clan -.
Ella se separo de él en cuanto lo escucho. Se puso triste, se lleno de cólera y quedo en shock, todo aquello a la vez. No podía creerlo.
<< Mi padre, tío Inuyasha, Rogue, Hisui, todos... >>.
Sin duda comenzó a pensar en todos ellos mientras se sentaba en la orilla de la cama y cubría su rostro por las incontrolables lágrimas que justo ahora estaban haciéndose presentes resbalando por sus mejillas.
- Es mi culpa - menciono casi audible y su acompañante de alguna manera sabia que esas palabras iban a salir de su boca en cualquier momento.
- No lo es - el negó como todas las veces.
Minato recargo sus rodillas en la cama para acercarse y estiró su mano hasta recargarla en su hombro por detrás. Tenia la mirada afligida, sin duda no quería ver esa reacción en su mujer, tanto que incluso pagaría para no verla.
- Ellos... se iban a casar - comento de repente refiriéndose a la joven pareja Hanyo que se iba a hacer cargo del clan anteriormente - No lo merecían -.
Él, al escucharla llorar más fuerte, se acercó totalmente a su espalda y pasándole las manos por el cuello la abrazo. La albina al sentirlo, le correspondió colocando sus manos en las de él dejándose consolar.
Si bien era cierto, ella realmente no consideraba a su clan como su familia, entendía que su sangre era la misma, aun así era todo lo que consideraba ya que para ella Konoha y sus personas eran su hogar. Siempre lo pensó así, incluso cuando decidió ser la líder y casarse con Rogue.
Aun así, no había manera en que ella se mantuviera serena al escuchar aquella noticia, pues en ese clan, ya hacían su padre y tío viviendo, además de personas que consideraba y considero importantes en su visita. El solo pensar en ella misma hacia casi trece años llorando por quedarse sin familia solo lo empeoraba ya que ahora se encontraba casi en la misma situación. Ahora definitivamente el clan de los Hanyo se había extinguido.
- Quiero ir - le dijo solamente intentado calmar su llanto.
- En cuanto te recuperes podremos ir - el contesto sabiendo exactamente a lo que se refería.
- Tardaré mucho tiempo en recuperar mi condición anterior -.
Él sin duda lo veía imposible, no se a te atrevería a arriesgarla así solo por un capricho, la entendía como nadie, pero entendía más que era peligroso.
- Por favor - le suplico al ver que no decía nada - Acompáñame, se que a tu lado no me pasara nada - se volteo hacia él y en un rápido movimiento se abrazo ahora de su torso escondiendo el rostro en su pecho.
El rubio la observó destrozado.
- Está bien - pronunció por fin convencido - Solo déjame desocuparme un poco, recuerda que ahora tengo mucho trabajo importante y no puedo desatenderlo de un día para otro - le explico y ella solamente asintió.
Ya antes se había mencionado que Minato como Hokage había tenido mucho trabajo mientras Shinato dormía, y justamente una de estas situaciones era poner todo a raya cuando se enteraron que Kumo había atacado a los Hanyo cuando eran aliados. Eso fue lo que le hizo aceptar el trabajo, quería hacerse cargo, más que nada por Shinato, pues creyó que si ella hubiera estado consiente hubiera tomado cartas en el asunto.
- Yo fui al lugar en cuanto me entere - Minato comenzó a decirle. Seguían abrazados - Estaba hecho un desastre, pero recupere algo que creo te va a gustar - termino levantadose de la cama dejándola con las piernas arriba de esta y volteando hacia atrás sin saber de qué estaba hablando.
Se dirigió al armario, lo abrió, y de ahí saco una tela perfectamente doblada en un cuadrado. Shinato al verlo, supo lo que era.
No le dijo nada, solo le acercó con cuidado aquella tela color amarilla con detalles morados, entonces la tomó y de inmediato la abrazo con fuerza.
Un recuerdo de su padre, la tela que le adornada por la cintura cuando llevaba su traje de pelea, eso era aquello. Se encontraba afortunadamente intacto, pues Sesshomaru la había perdido al comenzar la batalla, y casi como si fuera el destino, Minato la había encontrado frente a la casona principal donde vivia, estaba enterrada, pero a la vista, en un montón de nieve blanca como su amada.
- Gracias - ella le agradeció sin querer soltar la tela en ningún momento y sonrió levemente.
- No es nada - este le contesto de nuevo atrayendola a sus brazos y ella una vez más se dejó abrazar sintiéndose tan cálida en medio de aquel frío que hacía por todas partes.
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