115. Miss.
- ¿Estas cómoda asi? - el rubio pregunto mientras le acomodaba la almohada en la espalda y ella negaba con la cabeza divertida.
Habían salido del hospital, Tsunade le había dado el alta personalmente y después de hablar con ella unos minutos ellos partieron de nuevo a su casa, la rubia había prometido ir más tarde con Jiraiya porque estaba un poco atareada en el hospital.
Entonces el rubio había usado el Hiraishin no Jutsu para que el viaje a su hogar no fuera complicado. Nada mas llegaron Minato no le dejo poner ni un pie en el suelo y pronto la había recostado en la cama para que descansará. Lo que no comprendía, era que Shinato no quería para nada aquello después de dormir un mes entero.
- Así esta bien, estoy cómoda, deja de preocuparte - le regaño cariñosa mientras el rubio se avergonzaba de su actuar.
- Lo siento, solo quiero que estés cómoda - se disculpo cerrando sus bonitos ojos en una sonrisa sincera.
- Lo se, pero ya he estado en cama por un mes, lo menos que quiero es estar sin hacer nada, además quiero tomar un baño - le dijo un poco incomoda.
A pesar de que Amaterasu, Tsukuyomi y Tsunade se encargaban de limpiarla todos los días a ella no le parecía suficiente, porque bueno, literalmente no se había bañando un mes. ¡Un mes!
- Te prepararé la bañera entonces - le aviso mientras se dirigía al baño de la habitación casi corriendo. Minato no quería fallar en ninguna de sus peticiones, quería que estuviera cómoda.
Ella río suave al ver lo accesible que se encontraba.
Poco después, el rubio salio del baño ya sin su capa de Hokage y el chaleco verde, solo llevando su camisa azul con las mangas arremangadas hasta los codos, al parecer llevaba las manos mojadas por verificar la temperatura del agua.
- Ya esta... - le informo mientras se dirigía a ella y sin previo aviso la tomaba en brazos una vez más con sumo cuidado.
Ella se resigno o de otra manera él no estaría contento. Cuando los dos estuvieron en la pequeña habitación, el rubio la sentó en la barra que separaba la bañera llena de agua de la otra parte del baño.
- Puedo hacerlo sola - está comento un poco sonrojada cuando Minato le ayudo a desvestirse.
- Es solo un pequeño pretexto... - le sonrió pícaro cuando sólo estuvo en ropa interior. Ella se sonrojo más - Oh vamos, te he visto así muchas veces... - llamo su atención y esta vez fue a colocar sus labios detrás de su oído - y créeme, ya he memorizado cada parte de tu cuerpo - le hablo en bajo totalmente seductor. Hizo que la de cabellos blancos tragara saliva duramente.
Se puso demás colorada y el rubio río, aquello no era más que una distracción para desabrocharle sin ningún inconveniente el sostén.
A pesar de eso, Shinato lo pensó. Sabía cómo era el rubio en sus momentos íntimos. Le gustaba tener el control sobre su cuerpo, marcarlo, tocarlo descaradamente, a pesar del tiempo que llevaban juntos, pocas veces el rubio la había tomado con amabilidad, ya que la mayoría de las veces se comportaba duro, la tomaba desesperado, con rudeza en cada movimiento. Definitivamente a ella le gustaba mucho hacer el amor con su esposo, pero muy pocas veces había liderado la situación, en realidad sólo se dejaba tomar como a él se le antojara en ese momento.
Divagando en pensamientos, acepto que en ese momento era imposible hacerlo con el rubio, pues estaba demasiado débil hablando de lo físico. Al no comer absolutamente nada en un mes entero, solo siendo hidratada por suero y algunas soluciones más, era de esperarse que su cuerpo iba a recaer mucho, de hecho ahora lo observaba, en realidad estaba demasiado delgada. Sin duda no aguantaría ni un segundo lo que el rubio quería darle, la quebraria o algo así...
Por fin, ya desvestida y con ayuda del Hokage, logró entrar al agua caliente relajándose en un instante. Cerró los ojos y disfruto.
- Es tan relajante - comento al rubio, quien ahora se encontraba con las manos recargadas en la barrita sentado en un pequeño banquillo que había traído minutos antes.
- Puedo sentirlo - le contesto dejando la barbilla recargada en sus manos. La observó atentamente. Vaya que la había extrañado.
- ¿Porque no entras? Hay suficiente espacio para dos - le pregunto de la nada y Minato se sorprendió un poco. La verdad no esperaba que se lo pidiera.
- No lo creo, deberías relajarte - le contesto.
Shinato no tenia en mente hacer algo pervertido en la bañera, aun que antes si lo habían hecho. La verdad sólo quería estar cerca de él.
- Vamos, entra, antes de que se enfríe - suplico con un puchero.
Fue todo lo que bastó para que el Yondaime cediera, una simple súplica tierna de parte de ella.
Se levantó del banco negando, y después comenzó por quitar su camisa azul un poco chispeada por estar recargado en la bardilla. Después fue a por sus pantalones y bóxers, se los bajo dejándole ver todo a la peliazul, ella jamás quito la vista de aquellos movimientos tan sensuales que hacía.
- Mis ojos están acá - este le dijo burlón al ver donde estaba puesta la mirada de la Hanyo, quien enseguida retiro la mirada.
Metió el pie el la bañera y después el otro, Shinato le dio chance de colocarse detrás de ella. Una vez dentro los dos, la albina aprovecho para recargarse en su pecho, por su parte, el rubio, tomó un poco de jabón líquido en sus manos y comenzó a ponérselo en los hombros dando un tipo de masaje.
Minato no quería llegar a algo más, él también pesaba de la misma manera que Shinato, que estaba muy débil y por tal motivo no quería lastimarla, el nunca se controlaba a la hora de hacerlo y eso le preocupaba. Además, podía sentirlo, su cuerpo tan decaído solo le decía que no. Aun así, con aquella vista y sus manos sobre ella, era imposible que no se desesperara, había estado sin ella durante un mes, en serio la necesitaba, a él le daba igual, ella seguía siendo hermosa.
No se dijeron nada, disfrutaban de estar juntos en aquella bañera mientras el rubio poco a poco le recorría el cuerpo entero con sus grandes manos. Ella estaba en el cielo.
- No puedo hacerlo... - de pronto escucho al rubio musitar aquello en voz baja tal como si lo hubiera pensado. En cambio la peliazul, en cuanto sintió sus manos despegarse de su cuerpo, las volvió a tomar con las de ellas - Shinato... - le llamo - No quiero lastimarte - confesó por fin.
- Se que estas ansioso por tomarme... -le adivino. Llevo sus manos a su pecho aun con las del rubio y las dejo ahí - Yo también lo estoy, pero te comprendo, también lo pensé, no estoy en condiciones, así que te agradezco que sepas esperar hasta que pueda complacerte de nuevo -.
- Aun así... - sus manos volvieron a tomar rienda suelta sobre su cuerpo y le abrió las piernas - Déjame tocarte - y tras decirle aquello, disfrutaron un grato momento. Solos los dos.
Bạn đang đọc truyện trên: AzTruyen.Top