104. Custodia.

Javad atacó en el momento menos esperado con una kunai con elemento raiton rodeándola. Estaba atacando a matar. Para su desgracia, la peliazul era mas rápida, pero fue en el momento que quiso esquivar cuando de repente alguien la había tomado del cuerpo y la había alejado.

- ¿Que es lo que verdaderamente estas buscando? - aquella voz seria le pregunto mientras le hacía retroceder con ayuda de otra kunai con aspecto único.

El pelipurpura retrocedió y al instante los shinobis que le acompañaban se prepararon para pelear, pero fue él mismo quien los detuvo y sonrió con malicia mirando al hombre frente suyo.

- Pero miren a quien tenemos aquí... - le hablo a sus hombres - Al mismísimo Konoha no Kiiroi Senko -.

Minato lo vio con molestia. Aquel tipo estaba loco.
El rubio en realidad acababa de llegar a la aldea cuando vio a la multitud, entonces pensó rápidamente y uso la marca del Hiraishin en Shinato para aparecer en el momento justo, era por eso que ella estaba detrás de él justo ahora. Su pregunta se debía a que si ellos estuvieran ahí para pelear, ni siquiera se hubieran presentado.

- La centinela seguro ya te pidió que te marcharas por las buenas, no entiendo porque siguen aquí - ignoro por completo lo que había dicho antes.

- No me márchare hasta hablar con el Hokage - le dijo arrogante como si tuviera algún derecho.

- Si eso es lo que quieres, aquí estoy - se escuchó la voz de Hiruzen detrás de ellos.

Estaba con alguien mas. Era el centinela que le había pedido el favor antes a Shinato, el se dio cuenta del problema y corrió a con el Hokage.

Los jounin de Konoha retrocedieron un poco y el Hokage le dio la cara a Javad ahora. Claro, estarían alertas por si querían atacarlo.

- ¿A que se debe su presencia en Konoha? Creí que por el momento había un tratado de paz entre las dos aldeas - Hiruzen volvió a tomar la palabra.

El hombre de Kumo, molesto por ser atendido fuera de la aldea, le dirigió la palabra sin esconderlo.

- Como ya le dije a su centinela... - le echo la vista de reojo - Venimos en paz, vengo en representación de mi aldea a negociar algo importante -.

El mayor se le quedo viendo sin entender. Según él, no había nada que negociar con Kumo, fue el mismo Sandaime Raikage quien le informo aquello.

- Y por si no me cree... - se le adelanto - Tenga esto -.

De su bolsillo, sacó un pergamino rojo con verde y se lo entrego.

- Tranquilo, no es una trampa - este le comento al ver como el Hokage lo sostenía. Aun así no podía creer en él.

Tal como dijo Javad, no era una trampa, pero al leer el contenido del pergamino quiso que si lo hubiera sido.

Por su parte, Shinato, quien no quería aceptarlo, pero estaba un poco molesta por la intromisión del rubio en su pelea, le puso la mirada encima a Hiruzen cuando vio su rostro palidecer. Minato por su parte, se puso inquieto por saber que lo había puesto así.

- Tal como dice el pergamino directo del Raikage-sama... - le volvió a hablar tan descarado. ¿Es que acaso no sabia que estaban en niveles distintos? - Nuestro tratado de paz con Konohagakure no Sato quedo anulado después de saber que tienen al único sobreviviente de los Hanyo con ustedes cuando su deber, como el de todas las demás aldeas, era reportarlo - su sonrisa triunfante provino después de ver la cara de la centinela y el rubio.

Aquello si que les impacto. Más al rubio, pues él ya sabia de antemano que esto podría ocurrir en cualquier momento, en cambio la peliazul desconocía totalmente el tema del deber de Konoha al encontrarla.

- ¿Que es lo que quieren? - Hiruzen pregunto directo volviendo a su estado normal, un poco molesto, pero normal.

- Ya se lo he dicho, queremos negociar - le contesto ganon.

- ¿Y que es exactamente lo que quieren negociar? - el mayor lo sabia, tendrían que ser directos en todo lo necesario.

- Su custodia - pronunció provocando un silencio muerto.

Shinato se alteró en ese momento, iba a decir algo, pero Minato la detuvo tomadole la mano sigilosamente, por suerte entendió.

- Claro, por su puesto primero tendríamos que saber quien es él sobreviviente -.

Al escuchar aquello agradeció al rubio que la haya detenido pues si decía algo solamente se iba a echar la soga al cuello. Era una ventaja no tener completamente los rasgos físicos de su clan, de igual manera Javad ya se lo sospechaba.

- Este es un tema serio... - comenzó el Hokage - Se que es un camino largo hasta acá, pero no puedo hacer nada si el Raikage-dono no habla conmigo personalmente. Díganle de mi parte, que me disculpe, pero tampoco podrá conocer al Hanyo si no viene. Es todo, así que les ruego que se vayan cuanto antes - tras decir aquello, no espero respuesta y avanzó de nuevo hacia la aldea.

Javad se quedo en ceros tras ver como ignoraba sus pequeños espere, espere.

- Como ya escucharon, tienen que irse - Minato se interpuso de nuevo entre el pelipurpura y la aldea, este volvió a retroceder molesto.

- Está bien... - alzó los hombros en respuesta - Pero antes, quiero decir que no te salvaras... - de inmediato le apunto a la peliazul y esta abrió los ojos sorprendida de que se diera cuenta - Si, tu Konoha no Aoi Akuma... - la vio con una sonrisa maldita - Creías estar bien escondida tras ese apodo, pero se quien eres, no conozco tu nombre pero se que tu apellido es Tártaros, eres el Hanyo sobreviviente... -.

- ¿Estas amenazando a mi compañera? - Minato volvió a meterse entre él y ahora Shinato - Deberías irte antes de que te mate como a los otros - termino molesto.

Si, el rubio estaba molesto, más que molesto diría yo, y es que, quien no lo estaría después de escuchar como se dirigen a tu esposa en tu cara. Sin duda un comentario que a un Minato pensante jamás se le hubiera ocurrido.

De cualquier manera Javad refunfuño molesto y después abandono la entrada rápidamente no sin antes haberle dado una buena mirada de odio al rubio.

- Él... lo sabe - escucho como su mujer pronunciaba aquello de manera preocupada.

- Tranquila... - le dijo y se acercó - Aun así, yo te protegere, ni él, ni el Raikage, ni siquiera el Daimio te sacarán de Konoha mientras yo este aquí -.

Sin duda amaba a su compañero de vida con toda su alma, sus palabras la hacían sentir segura en un instante.

- Entonces creo que dejare algo más en tus manos... -.

Se sonrieron mutuamente.

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