101. Uchiha Obito, Sayonara.

Minato y ella estaban tan ocupados con sus trabajos que jamás se habían parado a pensar en la posibilidad, tampoco es como si no tuvieran comunicación, pero ese tema jamás se había tocado.

- ¿Tu y Kuma-san lo han pensando? - está vez le pregunto a la pelirroja.

Ella comenzó a caminar de nuevo y la peliazul le siguió. Kushina parecía estar pensando en la respuesta.

- Es complicado.... - comenzó - Hace tiempo hablamos y decidimos que si queríamos agrandar la familia, pero por mas que lo intentamos no logro quedar embarazada - termino con la mirada en el suelo.

Shinato inevitablemente la vio con lastima al escucharla hablar con decepción, pero pronto la vio sonreír y levantar la mirada.

- Supongo que si lo seguimos intentando algún día podremos lograrlo - la pelirroja comento por último con ánimo. Los ojos le brillaban, lucia hermosa.

Esta vez la peliazul cambio completamente la mirada que le estaba dando, ahora era una llena de admiración. La pelirroja jamás se rendiriá en nada y menos si era algo tan importante.

- Creo que lo mejor es seguir intentándolo - solamente le dijo observando hacia adelante. Ya casi llegaban al centro de Konoha.

- Además, es divertido crear descendencia - la codeo pícara. De alguna manera sabia que haría un comentario de esos.

Con esas palabras recordó las del rubio aquel día en la cena para Jiraiya, eran casi iguales, y con eso también recordó la apuesta que obviamente había perdido y ya había pagado, pero con algo más que comida.

- ¿Shinato, tu quieres un bebé? - le pregunto sacándola de pensamientos. Por un momento pensó que había logrado evadir su situación.

- Me gustaría... - le contesto enseguida - Pero no creo que sea el momento adecuado... con esto de la guerra y la inseguridad, no lo creo - le fue lo más sincera que pudo.

A decir verdad, ella solo pensaba en porque no había quedado embarazada antes, pues era obvio que el rubio y ella tenían mucha actividad sexual. A pesar de no haber planeado nunca tener un bebé se le hacía un poco raro.

- Tienes razón, ustedes que son shinobis activos deberían de pensarlo con más calma -.

El tema termino ahí, justo cuando llegaron al centro. Después fueron a visitar una cuantas tiendas, encontraron el vestido perfecto para Kushina y por ultimo comieron un par de dulces en una tienda de postres. Se despidieron cuando el sol estaba a punto de irse a dormir y cada quien avanzó hacia su casa.

El camino a casa se hizo bastante largo, pues de nuevo comenzó a pensar en su esposo y los niños, se encontraba deseando que cuando volviera, él ya se encontrará en casa. Avanzó mientras las bolsas de algunas compras que hizo le pesaban en las manos, en estas se encontraba el regalo de Kakashi, un regalo para Rin y otro para Obito, se los quería entregar cuando antes. No se había olvidado de Minato, también llevaba algo para él.

Al llegar a la residencia, no paso ni un segundo en cuanto abrió la puerta de la cerca cuando lo vio. Minato se encontraba sentado en el escalón de la puerta con la mirada en el suelo y la cabeza entre las manos.

<<¿Como se lo digo...?>> pensaba increíblemente desesperado que no se dio cuenta cuando su esposa se encontraba frente a él.

- ¿Minato? - le llamo preocupada, él enseguida alzó la mirada y la vio sorprendido.

- ¿Shinato, do-dónde estabas? - se trabó debido a los nervios que tenia.

- Kushina me invito al centro de compras y aproveche para comprar el regalo de Kakashi, también compre cosas para todos - le explico, pero de alguna manera no podía ponerse feliz de verlo.

El no le dijo nada y se quedaron en silencio mientras el sol se iba por completo. Ella sabía que algo le pasaba al rubio y necesitaba que se lo dijera cuanto antes.

- ¿Te sucede algo? - pregunto de una buena vez sin poder contenerse más.

El suspiro y se puso de pie.

- Entremos a la casa - le dijo y la dejo ahí mientras se daba la vuelta y abría la puerta para entrar.

Se quedó unos segundos afuera preocupada por su marido, nunca lo había visto así de apagado.
También entro a la casa, se quitó las sandalias y fue a la sala de estar donde él la esperaba.

- Shinato... - volvía a llamarla por lo bajo, entonces ella se acercó, le rodeo la cintura con las manos dándole un abrazo y recargo la cabeza en su pecho. Él no le correspondió - Yo... la misión... - tartamudeo - Salio mal, y no pude... Kakashi, Rin y Obito se vieron involucrados en una pelea con shinobis y... y no pude llegar a tiempo... -.

Minato sintió como Shinato lo apretaba en el abrazo cuando le estaba contando. En realidad no quería decirle, no quería verla llorar, pero, no había manera de esconderlo.

- ...Obito... - continuo - Obito... murió -.

El mundo de la kunoichi se le vino encima con tan solo escuchar esas dos palabras. Sus lágrimas comenzaron a salir por si solas y sus manos se aferraron a la espalda del rubio mientras su rostro no se quería despegar de su pecho. Obito había muerto y ella no quería creerlo, necesitaba que entrará por la puerta para escucharle decirle nee-chan una vez más, necesitaba escuchar su voz de nuevo, verlo... pero con aquello no se jugaba, su esposo no le estaba diciendo más que la verdad.

Fue entonces cuando Minato la estrecho entre sus brazos y se quedó a su lado mientras lloraba, él por su parte, no sentía ganas de llorar, solo sentía una gran tristeza invadirle completo. Se sentía con necesidad de ser fuerte por los dos, de ser la base indestructible para que Shinato pudiera seguir de pie.

Ella ya no pudo más, colapso de tristeza y aflojó el agarre en su marido para después tambalearse. El rubio al darse cuenta, la tomó en brazos y la llevo a su habitación para recostarla en la cama. Se había desmayado en sus brazos. Minato se sentó junto a ella, quito el cabello que pudiera molestarle y paso la mano por su rostro para quitar las lágrimas de sus mejillas.

Aquello era muy malo, pensaba él rubio, que ella se hubiera desmayado por aquel golpe emocional podría sin duda ponerla en peligro después de todo lo que le había sucedido.

Ahí sentando, también pensó en los dos alumnos que le quedaban. Rin y Kakashi sin duda estaban muy afectados, necesitaba hablar con ellos para pedirles una disculpa, ya que si hubiera llegado antes tal vez podría haber salvado a Obito. Si, el rubio se culpaba, pero no era la culpa de nadie.

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