9. El encargo

Esos dos sentimientos que empezaban a brotar por mi ser se debían a que dentro de la casa del líder de la pequeña aldea efectivamente se encontraban todos los aldeanos incluyendo a mi mejor amigo, Francis, sin embargo el enojo llegó a mí al ver como el cuerpo de un muchacho yacía en el suelo sin vida, su aspecto delataba que había sido asesinado ni más ni menos que por el demonio.

Los aldeanos al vernos se alegraron mucho en especial al ver a Nemhain ya que después de todo ella era su protectora. Todos los aldeanos estaban amarrados tanto de sus muñecas como de sus tobillos, además tenían un trapo amarrado a sus bocas para que no pudieran emitir algún sonido o alguna palabra pidiendo ayuda.

Ellos nos miraban muy contentos e inclusive dos mujeres y un anciano empezaron a llorar de felicidad.

—Tranquilos los salvaremos... —dijo Nemhain con una voz tranquila para tratar de calmarlos.

—Sí...no se preocupen...—emití yo apuntando con mi espada al demonio que se acercaba más y más hacia mi amigo— Detente maldito demonio.

Los aldeanos me miraban extrañados ya que al igual que Francis, ellos no me conocían.

El ser sobrenatural hizo caso omiso a mis palabras. El me daba muy poca importancia a diferencia de Nemhain, eso era más que evidente puesto que ella es una exorcista y ya tenía cierta fama por algunas personas y de igual manera los seres sobrenaturales ya habían generado cierto odio o incluso respeto hacia ella.

—Tú no me dices que hacer...estúpido humano... —exclamó el demonio moviendo su pesado cuerpo hasta llegar finalmente al sitio en donde estaba Francis. De un momento a otro me tomó en cuenta.

Mi amigo estaba sentado amarrado a una silla, de todos los presentes él era el único que no estaba despierto, él permanecía inconsistente seguramente por el temor de tener al demonio cerca, probablemente el no soportó verlo tan de cerca que se desmayó, esa fue mi deducción.

—James distráelo por un momento... —ordenó Nemhain con voz fuerte— Ya es hora de hacer el encargo con la Diosa Artemisa. No podemos perder más tiempo.

La hermosa exorcista estaba totalmente decidida a realizar el encargo para pelear y matar al demonio, aunque extrañamente se tocó la región torácica por unos escasos instantes, algo que me dejó pensando.

Yo solamente asentí, pues dentro de mi ser sabía a la perfección que aunque estaba aprendiendo a dominar mis poderes mágicos, no era lo suficientemente fuerte para lidiar con el demonio solo, necesitaba unirme con Nemhain, después de todo ella ya era una exorcista oficial, unidos nosotros dos podríamos ganar al horripilante demonio.

—Ahora... —dijo ella muy fuerte antes de tomar una de sus últimas flechas e ir hacia los aldeanos para cortar las sogas que los apresaban.

Como si lo hubiera hecho desde siempre al agarrar mi espada con fuerza la envolví con mis rayos mágicos y así corrí en dirección a mi rival. Me detuve al ver como el demonio pasaba las manos con sus grotescos dedos y sus afiladas uñas por el cuello de mi mejor amigo.

—Alto ahí humano... —aconsejó el demonio moviendo el dedo índice de su mano derecha de un lado a otro— Si no quieres ver morir a tu preciado amigo...es mejor que detengas...

Dos gotas de sudor cayeron de mi frente hasta al suelo, estaba nervioso al mirar como pasaba sus uñas afiladas de un lado a otro sin descanso, inclusive pude notar como una pequeña gota de sangre emergió de su cuello.

—¡Bastardo detente! —al gritar muy fuerte no me di cuenta de que sostuve el mango de la espada con mucha fuerza provocando que muchos rayos salieran disparados por todos lados. Para mi fortuna ninguno afectó a los aldeanos o a Nemhain y ni mucho menos a Francis.

Dediqué una mirada rápida hacia Nemhain y noté como la mayoría de los aldeanos ya estaban siendo liberados, ellos escapaban por el gran hoyo de la pared, el demonio ya no tenía interés por ellos debido a que pudo notar lo mismo que yo sin embargo no realizó alguna acción para retenerlos.

Los rayos que lanzé con mi espada desorientaron al demonio ya que retrocedió por unos momentos y en esos segundos su rostro expresó sorpresa. Él estaba por hablar debido a que movió fugazmente sus labios pero luego detuvo su accionar, seguramente se arrepintió.

Caminé con sigilo hacía al frente para rescatar a mi amigo mientras no dejaba de sostener mi espada pero de manera improvista el demonio extendió sus brazos para tensarlos logrando que sus venas se vean con más facilidad a medida que hacía eso sus uñas crecían con rapidez.

Intenté detenerlo hasta que escuché un sonido que empezaba a reconocerlo más y más. El sonido provenía de la flecha que Nemhain utilizó para rescatar a los aldeanos, ella lanzó la flecha hacía el pecho del demonio.

El ser sobrenatural emitió un fuerte grito de dolor que rápidamente logró que sus uñas volvieron a su tamaño original.

—Desgraciado no dejaré que mates a nadie más... —aseveró Nemhain mirando el cuerpo sin vida del adolescente de mediana estatura, aquél muchacho tenía un color de piel morado oscuro y además la turgencia de su piel estaba muy disminuida, era como si su tejido muscular hubiera sido absorbido.

Al estar el demonio herido con la flecha decidí intervenir también. De la palma de mi mano izquierda creé rayos para lanzarlos hacia nuestro rival, mantuve mi mano hacia al frente lanzando rayos sin cesar para limitar sus movimientos.

Aún al estar herido el demonio era muy fuerte y se resistía a mis rayos.

—Nemhain realiza el encargo de una vez... —exclamé con desesperación mientras usaba toda mi fuerza para seguir utilizando mis rayos contra él demonio.

La hermosa exorcista primero juntó las palmas de sus manos entre sí como si fuera a rezar y luego empezó a recitar unas palabras.

Diosa Artemisa, Artemis Agrotera, Artemisa del terreno virgen, hija de Zeus y Leto, Señora melliza de Apolo, originaria de la Isla Delos, te invoco en este preciso momento para realizarte el pedido de cien de tus flechas a cambio de un fragmento de mi vida.

Las últimas palabras de su pedido me dejaron pensando y fue ahí que comprendí que las flechas que le pedía a la Diosa Artemisa no eran gratis, a cambio de las poderosas armas que la melliza de Apolo ofrecía Nemhain tenía de darle un pequeño fragmento de su vida, eso indicaba que realizar el pedido acortaba la vida.

Al terminar de recitar sus palabras la imagen de la Diosa Artemisa apareció frente a ella, aquella imagen de la diosa era probablemente de cuatro metros de altura, todo su cuerpo brillaba con un intenso color verde pasto, en su mano izquierda la diosa Artemisa llevaba una flecha y en la derecha llevaba su distinguido arco.

Artemisa una vez que escuchó el pedido de Nemhain colocó la gran flecha sobre su arco y la lanzó directo al pecho de la exorcista, Nemhain realizó un movimiento fugaz de su pecho llevándolo hacia adelante, luego la diosa moviendo sus manos y brazos haló la flecha por una delgada soga que esta tenía en su parte trasera, mientras halaba su flecha me pude dar cuenta que en la punta de la flecha yacía una pequeña bola de color rojo, al tener su flecha de nuevo en sus manos Artemisa agarró la pequeña esfera rojiza y la envolvió en su gran mano izquierda, la imagen de la diosa se desvaneció después de decir unas palabras.

El pedido es aceptado.

Unos segundos después efectivamente cien flechas aparecieron frente a ella. Nemhain las tomó y las guardó en su carcaj con su mano derecha mientras que con su otra mano se topaba el pecho debido al dolor que tuvo al ser impactada por una flecha de Artemisa.

Al estar observando el proceso de encargo que realizaba Nemhain no me di cuenta de que el poder de los rayos mágicos que le lanzaba al demonio perdía potencia y él empezaba a resistirlo. En un momento inesperado el demonio se abalanzó hasta a mí dando un gran salto, con su movimiento logró mandarme unos cuantos metros lejos de la casa del líder de la aldea.

—Ya voy por ti estúpido humano... —dijo el demonio con una gran sonrisa en su rostro. Yo estaba acostado bocarriba intentando levantarme, fue un poco dificultoso para mí puesto que mi espalda y mis piernas me empezaron a doler.

Sus pasos empezaron a acelerar considerablemente.

Intentó llegar lo más pronto posible hacia mí dando un nuevo suelto pero en pleno acto recibió una flecha que impactó su pecho. Al recibir el impacto de la flecha cayó con sus rodillas sobre el suelo, él trató de quitarse el arma que en su pecho estaba colocada, con un solo movimiento jaló la flecha y la lanzó lo más lejos que pudo, unos segundos después la espada explotó sin cumplir el objetivo de herir al demonio.

—Detente... —comentó Nemhain tajantemente— Ya te dije que no dejaré que mates a otra persona...y mucho menos a Kenneth.

La última parte de sus palabras sonaron tan tiernas que por segundos olvidé la situación en la que me encontraba pero luego al escuchar como ella preparaba otra flecha volví a la realidad.

Sus palabras me animaron y me dieron más fuerza que nunca, por lo tanto me levanté en un santiamén a pesar del dolor que en mi cuerpo sentía por el fuerte golpe.

De igual manera el demonio se levantó aunque algo adolorido y al mismo tiempo que Nemhain le lanzó otra flecha más él ser sobrenatural contrarrestó el ataque lanzando sus uñas filosas, el choque entre las filosas uñas del demonio y la flecha solo causaron una pequeña onda expansiva producto del acto explosivo que la flecha poseía.

Dando unos pasos hacia atrás Nemhain sacó dos de sus papeles extraños para luego lanzárselos al demonio, la exorcista juntó las palmas de sus manos y empezó a decir unas palabras con gran rapidez y en voz baja.

Luego el número de los papeles lanzados aumentó considerablemente, de dos papeles pasaron a ser doce. Del centro de los papeles específicamente de las letras extrañas empezaron a emerger flamas.

Meneando sus brazos con fuerza de un lado de otro, el demonio evitó que unos cuantos papeles lo tocaran, los que no llegaron a tocarlo cayeron al suelo, sin embargo sus flamas no se apagaron todo lo contrario se encendieron con más fuerza, el demonio no notó como su alrededor estaba prendiéndose en llamas debido a que estaba distraído apagando el fuego de los papeles que sí lograron tocar su cuerpo.

Cuando el demonio observó que a pesar de sus intentos de no prenderse en llamas definitivamente así estaba pasando. Las llamas estaban tornándose de varios colores, primero pasaron de rojo, amarillo, naranja, verde y al final terminaron tornándose de un color morado. El intentaba apagar el fuego morado con las palmas de sus manos, al ver que no podía intentó sacudirse con euforia cual perro mojado.

El demonio dio un grito feroz de su sufrimiento a tal punto que se arrodilló.

Cuando al fin pensamos que la pelea estaba por terminar empezó a reírse muy fuerte a tal punto de levantar su cabeza y llevarla hacia tras con sus manos posados sobre su abdomen, seguramente su abdomen le dolía de tanto reírse.

La expresión en el rostro de Nemhain daba a notar que estaba sorprendida de que sus llamas no funcionaron con él.

—Pero... ¿qué...? —fueron las únicas palabras que pude pronunciar de mi boca— ¿Acaso él...?

El demonio con su cuerpo encendido en llamas moradas se levantó y rápidamente me miró fijamente.

—Así es humano... —comentó con una gran sonrisa en su rostro— Estas llamitas no me hacen daño alguno...y todo gracias a mis fantasmas...

Al terminar de hablar como si se tratara de una serpiente mudando su piel él demonio arrancó su epidermis de un solo tirón y la lanzó hacia el suelo, acto seguido la piel desprendida de su cuerpo se consumió en un instante.

Al haber retirado su epidermis el aspecto de la piel del demonio había cambiado de un morado opaco a un rosado pálido, el meneaba sus extremidades tanto superiores como inferiores de un lado a otro para corroborar que no estuviera lastimado y también para comprobar el estado de su fuerza.

—¿Quieres saber cómo sucedió esto? —me preguntó y luego volteo su mirada hacia Nemhain para realizarle la misma pregunta.

Ni Nemhain ni yo emitimos una respuesta.

—Bien...ese silencio me demuestra que si quieren saberlo... —dijo con una sonrisa.

—Yo... —empezó llevando su mano con orgullo hacia su pecho rosado— Gracias a que soy un demonio de nivel B tengo la capacidad de absorber la energía de mi sequito de fantasmas y así mismo de absorber la energía de los humanos, cuando al fin absorbo aquella energía la puedo usar para fortalecer mi epidermis y si sufro un daño con facilidad puedo cambiar esa piel dañada por una nueva.

Mientras nos explicaba su grandiosa habilidad su piel morada inicial empezó a cubrir la de color rosado.

—Y absorber la energía de ese humano me ayudó mucho a pesar de que era débil... —una gran sonrisa de satisfacción se dibujó en su rostro.

Dando un fuerte puñetazo al suelo logró crear una pequeña onda expansiva con la cual la tierra se agrieto y mucho polvo se levantó.

Cuando el polvo llegó a disiparse el demonio desapareció.

—¿Dónde está? —preguntó preocupada Nemhain mirando a todos lados.

Lo buscamos con la mirada por todos los rincones posibles y no lo hayamos.

—¡Acá estoy! —dijo una voz familiar para mí desde la casa destrozada del líder de la aldea.

Al intentar descifrar de donde venía la voz me di cuenta de que se trataba de mi amigo, Francis, al verlo sonreí de felicidad pero mi sonrisa se esfumó al notar el extraño comportamiento que empezó a manifestar.

Francis se empezó a reír muy fuerte de manera y pose similar a la del demonio.

—¿Ya te diste cuenta? —preguntó Francis sonriendo maliciosamente— Exacto, yo Bradgo el demonio estoy poseyendo el cuerpo de tu amigo, ya es hora de acabar con esto.

Al terminar de decir lo último quedé impactado, pues sentía que la batalla estaba llegando a su final y con quien tenía que enfrentarme era con mi mejor amigo de toda la vida, Francis. 

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