5. Nemhain la exorcista

La gente corría despavorida por todos lados al ver a los monstruos que tenían un aspecto horrendo especialmente sus caras, tenían marcas alrededor de toda su rostro, así mismo como muchas protuberancias, algunas personas se resbalaban al correr mientras que otros se escondían en sus casas, pero los monstruos aun así los perseguían destrozando las casas y demás estructuras con su grandes y fuertes brazos junto con sus garras. Una vez que atrapaban a las personas lo que seguía era brutal, ambos se peleaban por sus objetivos, uno de los monstruos halaba los brazos de un hombre tan delgado y de apariencia descuidada que al parecer era un vagabundo, mientras que el otro monstruo lo halaba de las piernas, estuvieron así por un rato hasta que el cuerpo del pobre hombre no aguantó más quedando partido a la mitad, todos sus intestinos caían al suelo al igual que su sangre, ambos monstruos devoraron la parte del hombre que les había quedado en sus grotescas manos, los habitantes de Ángel Hill quedaron más horrorizados con lo último que habían visto y no lo pensaron ni dos veces y siguieron huyendo por todos lados.

—Haz algo —exclamó el hada mirándome totalmente preocupado— No soporto ver este tipo de masacre.

—Pero ¿Qué puedo hacer yo? —le pregunté desanimado y en voz baja, para que mi amigo no se diera cuenta.

Le hice señas con los dedos para que se acercara a mi oreja izquierda y así pudiéramos conversar mejor.

—Utiliza tu magia —contestó el hada, pero le tape su boca con uno de mis dedos debido a que habló muy fuerte y al estar cerca de mi oreja me había provocado cierto dolor.

—¿Utilizar mi magi...? —pregunté, pero no terminé la oración debido a que Francis no debía enterarse. No quería que se sintiera mal o algo así.

—¿Tu magi qué? —preguntó desentendido Francis incorporándose y acercándose hacia mí de frente con mirada sospechosa, debido a que a eso si le había puesto atención.

El hada y yo nos miramos por unos segundos, porque no sabíamos que responder.

—¿Por qué miras tu hombro? —preguntó mi amigo extrañado— ¿Acaso te duele?

—No es que sentí que un insecto me andaba por mi oreja.

Al escuchar lo último el hada se molestó y por lo tanto me pellizco mi oreja. Lo único que pude hacer fue una mueca de dolor, al estar frente a Francis,

Mi gran amigo me miró con el ceño fruncido.

—Ahora si me dolió, pero no mi hombro sino mi oreja —contesté mientras una gota de sudor caía por la parte posterior de mi cabeza.

—Déjame revisarte entonces —dijo Francis alzando sus manos.

—No Francis, no es momento para esto —dije alzando mi voz paulatinamente y el a su vez bajó sus brazos— Allá están unos monstruos que no demoraran mucho en llegar acá, debemos hacer algo.

—Tu desviaste el tema, yo te pregunté de ¿Qué magi no sé cuánto hablabas tu solo como loco? —dijo Francis esta vez molesto y en su rostro se le notaba que así era.

—Me refería a mi espada mágica y a la tuya también —contesté rápidamente antes de que sospechara, pero me mostré serio al igual que el— a nuestras espadas mágicas, a eso.

—¿Crees qué nuestras espadas pueden hacer algo contra esos grandes monstruos? —preguntó asustado Francis.

—Yo creo que sí —contesté rascándome la nuca.

—Pero mira cómo devoran a las personas, y apenas pudimos salvarnos de esa bruja y de sus raíces y ahora quieres matar esas cosas que se ven más peligrosas que ella —dijo Francis señalando con su dedo índice a los monstruos que cada vez estaban más cerca de nosotros.

—Por eso mismo, no dejaré que nadie más muera, sí tú no quieres hacerlo por temor, pues yo sí —dije antes de coger mi espada y dirigirme hacía los monstruos.

El hada me estaba acompañando después de todo seguía volando cerca de mi oreja.

—¿Estás seguro qué podrás con ellos? —preguntó el hada sentándose en mi hombro.

—Eso espero —contesté con cierto temor— Además no dices tú que soy un ser mágico.

—De qué lo eres, lo eres, pero eres un mago muy torpe e inexperto —contestó el hada halándome la oreja.

—Ey eso me dolió al igual que el pellizco de hace un momento, deja de distraerme, no me importa si soy experto o no, solo sé que debo detenerlos.

—Pero y ¿Tú amigo? —preguntó el hada mirando hacia atrás.

—Me las ingeniaré para que no se dé cuenta de que puedo usar magia.

—No me refería a eso y ¿Sí lo matan?

—No creo, yo estaré para defenderlo.

—Bueno como tú digas señor mago inexperto que se cree experto —contestó el hada de brazos cruzados.

Cada vez estaba más y más cerca de los grandes monstruos, pero ellos ni cuenta se daban debido a que estaban comiéndose tanto los miembros superiores como los inferiores de lo que pude notar era una señora de avanzada edad.

Quise llorar al ver toda esa destrucción y sangre que se veía por las calles debido a los miserables monstruos.

Me detuve por un momento a pensar si realmente podía salvar a las personas y detener a esos monstruos, después de todo lo que decía el hada era verdad, en ese momento solo era un inexperto, nunca había peleado con algo así antes, además de la bruja Malicia, o al menos no que yo recuerde.

—¿Ya te rendiste? —escuché una voz a lo lejos.

Miré hacia atrás lentamente y me di cuenta de que se trataba de Francis mi amigo que se acercaba a mí con su espada evidentemente para ayudarme, aunque claramente aún no estaba del todo seguro y eso se le notaba en su rostro, aunque trataba de disimularlo.

—¿Qué haces acá? —le pregunté sorprendido.

—Te vi todo asustado así que decidí venir a salvar tu peludo trasero —contestó mi amigo Francis con una gran sonrisa en su rostro.

Ambos reímos a carcajadas por un breve momento, hasta que el hada nuevamente me pellizcó la oreja.

—Francis vamos rápido yo sé que nosotros derrotaremos a esos dos monstruos —comenté alzando mi espada en posición de ataque, el hizo lo mismo.

—Te dejo el de allá y yo derrotare al de acá ¿Qué dices?

—¿Qué estás loco James? —preguntó temeroso— Si queremos derrotarlos debemos hacerlo dos contra uno ¿No crees?

—Bueno está bien lo que digas —le contesté y luego esbocé una gran sonrisa.

Y así ambos nos preparamos para derrotarlos uno por uno. Estábamos a tres metros de ellos, pero ellos no se dieron cuenta de nosotros, así que agarré una piedra del suelo para lanzárselas.

—Francis escúchame —inicié con el plan— Yo le lanzó está roca al que está a la derecha mientras tú te acercas para cortarle sus piernas ¿Qué te parece?

—No, no lo sé —contestó mi amigo algo dudoso.

—Entonces haremos todo lo contrario, tú le lanzas la piedra que yo le corto sus patas.

Después de decirle lo último rápidamente me acerqué al monstruo de la derecha, pero él seguía sin verme, eso me parecía sumamente extraño.

—¿Ya? —le pregunté en voz alta a mi amigo.

Aun con la piedra en su mano estaba temblando, al parecer la valentía que había demostrado minutos atrás se había esfumado.

—Cuidado —exclamó Francis señalando con su dedo índice a los monstruos.

Yo regresé a mirar a los monstruos y me pude dar cuenta que el de derecha estaba por atraparme con sus grandes garras, pero gracias al aviso de mi amigo pude esquivarlo, lanzándome al suelo y a la vez elevando algo de polvo por mi movimiento. Nuevamente el mismo monstruo intentó atraparme, pero esta vez con sus dos garras, yo corría alrededor de sus pies, para que no me pudiera atrapar, en ese momento no podía cortarlo, sabía que no era el momento preciso. Pero no vasto mucho tiempo hasta que el otro monstruo, el de la izquierda también empezara a notar mi presencia y a querer atraparme también.

En ese momento tenía a los dos grandes monstruos queriendo atraparme, me tenían acorralado no podía ir para otro lado que no fuera sus patas, así que no me quedó más elección que cortar el pie izquierdo del monstruo de la derecha, cuando se la corté gritó fuertemente y luego cayó sentado logrando mover la tierra por unos segundos, cuando cayó yo también caí debido a que estaba tan cerca de él.

El monstruo de la izquierda aprovechó para atraparme con sus garras al verme caído, pero me incorporé nuevamente y con rapidez blandí mi espada lanzándole un gran rayo, cortándole así su brazo izquierdo.

Las personas que habían escapado se habían detenido por unos momentos para observar como lidiaba con los monstruos.

Mientras caía su brazo decidí alejarme porque no quería morir aplastado tan fácilmente, Me alejé lo suficiente y aproveché a descansar por unos segundos y a quitarme el polvo que aún tenía en mi ropa, pero algo extraño sucedió, después de ver a los dos grandes monstruos pelearse entre ellos por las personas, en ese instante el monstruo que le quedaba un brazo levantó al otro que estaba sin su pie izquierdo y una vez que se incorporaron me miraron con furia y ambos gritaron para luego empezar a perseguirme también, nuevamente tuve que correr hasta ver en qué oportunidad podía volver a atacarlos.

—Francis necesito que seas valiente, no podré vencerlos yo solo —exclamé desde varios metros apartado de los dos monstruos, pero mi amigo seguía así todo asustado, tanto así que se le cayó la piedra de su mano.

Miré a los demás espectadores, pero también tenían miedo, de hecho se apartaron un poco más.

—Es inútil, tendré que ingeniármelas yo solo —dije en mi mente.

Nuevamente me acerqué a los pies de los monstruos y más al que le había cortado su pie, después de todo a él se le dificultaba caminar, así que decidí saltar y así blandir mi espada para lanzarle un rayo aún más poderoso que el anterior en el aire logrando perforar gran parte de su espalda, el rayo fue más fuerte debido a que logró traspasar su cuerpo, el monstruo no aguantó más y cayó boca abajo.

Cuando finalmente estaba en el suelo me subí a su espalda y apretando el mango de mi espada, sentía como toda la energía mágica que en ella residía se estaba cargando, alrededor de la espada empezaron a emerger varios rayos, los rayos se conectaron con mis manos, pero no me dolía, antes sentía como me hacían más fuerte, sentía como mi cansancio se iba perdiendo hasta que después de unos segundos levanté mi espada por un momento y se la clavé en su cuello con fuerza, muchos rayos rodearon su cuerpo, supuse que no era para darle energía al igual que a mí, sino más bien para herirlo un poco más, puesto que cuando los rayos de su cuerpo desaparecieron, la piel del monstruo se tornó de color café y negro, se había quemado por los fuertes rayos de mi espada mágica.

Una vez que había derrotado al monstruo, me llené de alegría y a la vez me descuidé, olvidé que el otro monstruo aún seguía de pie y estaba por matarme con sus puños, que estaban tan cerca de mí, que no pude reaccionar a tiempo y fue ahí cuando algo pasó.

Sin que lo hubiera pensado alguien me salvó en ese momento y no fue el maestro Napietns ni mucho menos mi amigo Francis, quien me salvó había sido una mujer con su arco y flechas.

De una manera sorprendente con cuatro de sus flechas había logrado salvarme, puesto que las primeras flechas desviaron la mano del último monstruo que quedaba y las dos últimas flechas explotaron su mismo brazo desviado, dejándolo sin ambos brazos.

—Aparte si no quieres morir —anunció la mujer de cabello blanco, se veía tan decidida a acabar con el monstruo, parecía todo lo contrario a lo que Francis es.

—¿Me estás oyendo? —preguntó enojado y fue ahí cuando volví a la realidad, me había perdido en sus míticos ojos color miel, que seguro a más de uno impactan.

Pero gracias a que alzó su voz me encontré nuevamente en la realidad y me aparté lo más que pude.

Ella sacó de sus bolsillos un papel con unas letras en un idioma extraño y luego colocó las palmas de sus manos como si fuera a rezar, aunque después de posicionar sus manos empezó a decir unas palabras exactamente como rezando, pero en voz baja por ende no pude escuchar ninguna palabra.

Una vez que abrió sus ojos enrolló el papel sobre la siguiente flecha que iba a lanzar, cuando ya tenía la flecha lista sin pensarlo dos veces la lanzó al pecho del monstruo que aún se seguía retorciendo de dolor por quedarse sin sus dos brazos.

La flecha hizo que el monstruo cayera inmóvil, inmediatamente ella se acercó a la bestia ya derrotada y le lanzó otro papel que contenía las mismas letras extrañas, el papel quedó cerca por donde estaba la flecha clavada

Ella juntó las palmas de sus manos nuevamente y a la vez cerró sus ojos. Cuando los abrió el papel se hizo más grande y envolvió como a una momia al monstruo.

—Sello finalizado —dijo ella y luego de eso el monstruo envuelto se esfumó en el aire lentamente.

—¿Por qué te quedaste inmóvil por un momento? —me preguntó cuándo se acercó a mí.

—Ah pues... —fue lo único que contesté, porque no tenía idea de que más decirle.

—¿Seguro te quedaste sordo o algo así? —preguntó mirándome fijamente— ¿Estas bien?

Ella me miró de pies a cabeza.

—Espera tú te me haces conocido —comentó ella tocándome toda la cara de forma extraña.

Ella quitó su mano de mi cara para luego colocarla sobre su mentón y ponerse a pensar.

Yo simplemente la miraba.

—Oye gracia... —le iba agradecer, pero ella no me dejó terminar de decirlo.

—¿Tu eres el niño mago que derrotó a ese hombre paloma? —me preguntó interrumpiendo mi agradecimiento.

—¿Yo soy el niño que derrotó al hombre paloma? —le pregunté desentendido totalmente.

—Si al hombre paloma —contestó ella mirándome con el ceño fruncido— Lo recuerdo muy bien, fue como hace siete años, había un mago que se transformaba en paloma y le robaba la energía a los niños de un orfanato.

—¿El orfanato? ¿No será el Orfanato Bloons? —pregunté, cada cosa que me decía ella me parecía muy interesante, así que decidí que siguiera hablando.

—Recuerdo que tú y tu amigo decidieron enfrentarse a ese hombre porque mató a otro amigo suyo, tu amigo el que está allá todo asustado, también estaba asustado esa vez de hecho se desmayó y decidiste enfrentarte al hombre paloma tu solo, pero decidí ayudarte —me seguía contando ella— ¿Acaso no lo recuerdas?

—No de hecho no recuerdo nada de eso— le contesté con total sinceridad— Solo sabía que si hubo una vez un hombre paloma que secuestraba niños en el Orfanato Bloons, pero no recuerdo haberlo derrotado o conocerte antes.

—Ya veo —comentó ella seria mientras se tocaba su mentón.

—Seguro borraron ese recuerdo de tu mente.

—¿Lo borraron? —pregunté en voz baja.

—Por cierto me merezco un "gracias" por lo menos, ya que salve tú trasero de ese otro monstruo —comentó ella con tono sarcástico.

—Eso iba a hacer, hace un momento pero me interrumpis... —contesté, pero ella nuevamente me interrumpió.

—Bueno eso no importa —dijo ella interrumpiéndome una vez más— Quiero que tú me ayudes.

Tanto su rostro como su voz se tornaron demasiados serios.

—¿Ayudarte en qué? —le pregunté acercándome mas a ella.

—Necesito otro sujeto que pueda pelear a mi lado —contestó ella—Y tu eresperfecto. Alguien como tú con tus poderes mágicos.

—¿Y cómo sabes que tengo poderes mágicos? —le pregunté más asombrado que nunca.

—Pues tú lo olvidaste por alguna extraña razón, pero yo te vi hacerlo cuando tenías 11 años y peleaste contra el hombre paloma.

—Ey James ¿Quién es esa sexy chica? —preguntó a lo lejos Francis, que al parecer en ese momento ya se había recuperado.

—¿Me llamó "Sexy Chica"? —preguntó molesta— ¿Lo puedo matar?

—Si te llamó así, pero no lo mates, si quieres mi ayuda te la daré, pero el viene con nosotros —le dije en voz baja puesto que se estaba acerando Francis hacia nosotros.

—Pero ¿Por qué si es un miedoso? —preguntó disgustada ella.

—Él tiene una espada igual a la mía, nos sería muy útil.

—Si tú lo dices —contestó de mala gana mirando a Francis— ¿Y porque hablas en voz baja?

—Porque él no puede saber que uso magia —le contesté bajando aún más la voz.

—A que tu amigo no se puede enterar de eso—gritó ella mientras sonreía alzando una de sus cejas.

—¿Qué no me puedo enterar de qué? —preguntó Francis cuando llegó a nosotros— Hola buenas noches chica sexy ¿Cómo te llamas? — le dijo mi amigo mientras le estiraba su mano para estrecharla.

Ella se enojó e inmediatamente agarró la mano que tenía estirada Francis y ella con su pierna derecha empujó la pierna izquierda de mi amigo, para hacerlo caer rápidamente. Ella cogió uno de sus cuchillos que tenía a los lados de su cintura y lo colocó en el cuello de Francis.

—Ey alto ahí no le hagas nada, él nos puede ayudar mucho —exclamé intentando salvar a mi amigo.

Ella me hizo caso y lo dejó en paz.

—Está bien, solo porque tú me vas a ayudar lo dejaré vivir —comentó ella totalmente— En mi pueblo no está bien visto que un hombre llame sexy a una mujer que no conoce ni tiene algún vínculo romántico con ella.

—Y me llamo Nemhain, soy una exorcista y quiero que ustedes me ayuden —dijo antes de dirigirse hacia la calle que llevaba a la salida de Ángel Hill.

—Que rara y gruñona es para ser tan linda —me dijo Francis en voz baja.

—Oí eso —comentó Nemhain fulminando a mi amigo con su mirada.

Mientras la seguíamos más atrás, mi oído pudo escuchar unos susurros muy cerca del lugar en donde nos encontrábamos.

Me detuve a escuchar lo que por las calles susurraban

—¿Por qué quitaste el hechizo, querías ver cómo moría?—fue lo único que alcancé a escuchar, puesto a que había logrado observar las sombras de los hablantes en el tejado de una gran edificio, pero un segundo después de que miré desaparecieron y los susurros se habían acabado.

Esa misma noche descubrí que alguien me observaba y también que mi magia me había permitido escuchar lo que la gente decía a distancia, pero eso eran cosas pequeñas, en ese momento no sabíamos a donde nos llevaba Nemhain, la exorcista, así que debíamos estar preparados ante cualquier cosa. 

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