4. No soy un ser mágico
Al ver a mi mejor amigo en el suelo desmayado no dudé en acercarme a él para ayudarlo y tratar de despertarlo. Tenía su boca abierta así que se la cerré para que no entrara un insecto o polvo, no podía hacer más por el temeroso de mi amigo que a pesar de tantas cosas me seguía soportando, así que en ese momento agarré su cabeza mientras el aún yacía en el suelo.
—Maestro Napietns —dije cuándo regresé a mirarlo para hacerle una pregunta— Sabe ¿Qué le pasó a Francis?
El no respondió debido a que estaba realizando un hechizo para apaciguar el humo verde que salían de las extrañas bolas que Malicia había lanzado. El creó grandes capas de color blanco alrededor de las esferas, estas se iban adaptando al tamaño de las extrañas bolas y una vez que terminaron de hacerlo el humo finalmente cesó también, algo que fue muy bueno para mí debido a que al acercarme a Francis me estaba exponiendo de igual manera al humo y mi cuerpo lo sabía, ya me sentía un poco mareado, pero gracias al maestro Napietns todo se solucionó.
—Tranquilo tú amigo despertará en unas horas después así que no lo intentes despertar ahora —dijo el maestro Napietns mirándome seriamente después de apaciguar el humo. No sabía sí realmente le molestaba vernos aún en la ciudad o solamente eran impresiones mías. Sin embargo el seguía reconstruyendo los daños que Malicia había hecho. Parecía como si retrocedía el tiempo ya que todo volvía a su respectivo lugar, las frutas caídas volvían a sus lugares, las ramas de los puestos de comida de igual manera, pero lo que no lograba era revivir a las personas asesinadas.
—Y no, te equivocas James no estoy molesto o algo por estilo porque aún sigan así. No tengo motivos para eso... sí igual ya no están en el orfanato —comentó el maestro Napietns, eso me dejó muy asombrado era cómo si sabía lo que estaba pensando, así que supuse que quizá estaba usando un hechizo leedor de mentes.
—No tampoco utilizo un hechizo leedor de mentes o algo por estilo —dijo haciéndome sorprender una vez más.
—Pero...pero —fue lo único que dije ya que estaba muy asombrado con la conversa que estaba teniendo con el maestro Napietns.
—Te explicaré —comenzó el— Llevo mucho tiempo conociéndote eres algo predecible y además llevo mucho más tiempo siendo maestro y se lo que piensan muchos de mis alumnos o de gente que ya llevo conociendo un largo rato. Es cómo un don, no sé si sea magia pero solo eso te puedo decir.
—Bueno maestro gracias por su explicación —le agradecí antes de que se despidiera.
—Bueno muchacho ya me voy pero antes tengo que hacer algo —anuncio el maestro Napietns.
—¿Qué cosa? —pregunté intrigado mirándolo.
—Ya sabrás solo quédate a lado de tu amigo y no te muevas así sería más fácil para mí —contestó el y por supuesto yo le obedecí aunque en ese instante no sabía que iba a hacernos por qué como dijo yo era el predecible no él.
—Demonios ni magia negra quiero ver, lo único que quiero es repeler —recitó tres veces seguida esa frase moviendo su mano de una lado a otro mientras que de la palma de su mano derecha salía una extraña luz de color blanco y a la vez opaca. La luz nos envolvía tanto a Francis cómo a mí, hasta que finalmente la luz cesó.
—¿Qué fue eso? —pregunté aún sin saber que había hecho aunque era muy obvio que se trataba de un hechizo.
—Esperaba un gracias por lo menos —dijo molesto el maestro Napietns, algo típico de él.
—¿Por qué? —pregunté— Bueno no importa muchas gracias maestro Napietns por lo que sea que haya hecho siempre lo recordare como un buen maestro aunque algo estricto pero al fin y al cabo es buen maestro —dije mientras dejaba a Francis en el suelo para ir a recoger sus cosas y las mías.
—Espera ¿A dónde vas? —preguntó y al verlo pude darme cuenta que no se esperaba esa respuesta.
—Voy por nuestras cosas antes de irnos —contesté inmediatamente— ¿Por qué?
—Por nada olvídalo —contestó pero en su voz se notaba desilusión, pero decidí no darle importancia yo no sabía lo que él pensaba como el a mí.
Recogí lo que pude y cuando regrese el ya no estaba se había esfumado, creo que no darle cierta importancia a él lo hizo sentir o eso creí.
Como no me podía ir aun de la ciudad porque Francis no despertaba decidí quedarme en un hotel hasta que finalmente se despertara, también en regresar al orfanato pero después de la despedida no lo creí correcto, así que nos alojamos en un pequeño hotel que quedaba a dos cuadras del mercado, además de que era barato. Su nombre estaba en el tercer piso y a lado de el estaba una carita coqueta con los ojos hacia arriba y a la izquierda.
—Hola vengo a hospedarme con mi amigo —dije cuando llegué donde una señora que estaba por la entrada del hotel llamado "Dulces Sueños".
—Buenas tardes joven por ¿Cuántos cuartos y cuantos días? —preguntó la señora rubia con su cabello sambo y a la vez algo desarreglado.
—Solo un cuarto por favor y el tiempo...pues hasta que se despierte mi amigo —contesté desanimado y ella me miró de manera extraña cuando le dije eso.
—Joven tiene que decirme el tiempo así no le puedo dar los cuartos —refutó ella cruzada de brazos.
—Pues... solo una noche —contesté de manera precipitada.
Le pagué e inmediatamente llamó a un tal Sami varias veces y que al principio pensaba que era mujer, pero no fue así era un hombre de mi misma edad.
—¿Para qué me llamabas vieja loca? —preguntó de mala gana cuando él llegó y rápidamente me miró y se quedó mirando a Francis que lo llevaba en mi espalda.
—No me digas vieja loca —exclamó la dueña del hotel.
—¿Y estos qué? —preguntó aquel sujeto frunciendo el ceño mirándonos de mala gana.
—¿Cómo que estos? Sami deberías respetar a los clientes —lo retó la dueña que cada vez se veía más enojada con él, parecía que ya le había a dar una cachetada.
—Toma las llaves y guíalos hacia su cuarto por favor —le ordenó la señora alargando las dos últimas palabras. Sami la obedeció aunque sin ganas caminó hacia las escaleras.
—Una pregunta... y su amigo ¿Qué tiene? —preguntó la señora antes de que diera mi primer paso para seguir al de la llave del cuarto.
No sabía que responder, en ese momento no le iba a decir que una maga le hizo algo nos podía tomar como problemáticos y nos botaría después.
—Eh... —dije de forma larga pensando en una excusa— Es que mi amigo está borracho...ya sabe es su primera vez y ni medio con dos copitas y se quedó jumo. Ella solamente asintió con la cabeza, al parecer si se creyó mi excusa.
—No quiero problemas —anunció ella cuando ya pisaba el primer escalón de la puerta.
—Ok —fue lo único que le contesté.
Mientras seguía subiendo los escalones algo lento debido al peso que llevaba en mi espalda que era Francis pude escuchar como la señora dijo "Hay estos jóvenes de ahora", pero no le di importancia seguí caminando y por un rato voltee a ver a Francis para comprobar si aun seguía durmiendo o ya no, pero para mi suerte el no paraba de dormir.
Cuando llegué al segundo piso vi como Sami estaba desesperado, se notaba que llevaba un buen tiempo esperándome debido a que no dejaba mover su pierna izquierda para arriba y abajo en repetidas ocasiones.
—Aquí esta este es su cuarto —me dijo antes de entregarme la llave y así sin más se marchó enseguida.
Al momento en que iba a abrir la puerta no pude sostener a Francis y por lo tanto el cayó al suelo haciendo resonar esa parte, lo quedé mirando por unos segundos para ver si despertaba pero aun seguida durmiendo el cabeza dura, así que sin su peso abrí rápidamente la puerta del cuarto y al entrar quedé asombrado porque para ser un hotel de tan solo tres pisos y algo angosto su cuarto era maravilloso y lujoso para mi gusto se podría decir, tenía una cama roja muy grande y en la parte de arriba del techo estaba un gran espejo justo en la misma dirección de la cama, tenía un televisor grande de aproximadamente 42 pulgadas, unos roperos pequeños todos de café y en sus partes superiores tenia floreros o velas, parecía más un lugar para parejas que para turistas.
Mientras caminaba alrededor del cuarto me lancé de una la cama la cual estaba acolchada, disfrutaba estar en una cama tan acolchada hasta que de repente la puerta se cerró y fue ahí cuando recordé que había dejado a Francis afuera así que rápidamente fui a verlo, una vez que lo entré lo coloqué en la cama y yo me senté en un sillón a descansar por un momento, no quería saber nada mas solamente pretendía descansar, nuevamente me sentí relajado pero por un corto momento debido a que el hada que vi en la tienda de comida chatarra.
Al verlo aparecer ante mis ojos tan de repente me hizo asustar y por lo tanto grité, pero no tanto como para despertar a Francis.
—¿Qué haces aquí? —le pregunté alzando mi voz.
—Te vine a buscar —contestó el sonriendo.
—¿Por qué?
—Porque sé que no eres alguien normal, eres un ser mágico —dijo el acercándose nuevamente a mis ojos como lo hizo en la tienda de comida chatarra, pero nuevamente lo alejé.
—Ya te dije que no soy un mago o algo por estilo —contesté molesto poniéndome de pie— Y ¿Cómo llegaste acá?
El voló alrededor de mi cabeza más de quince minutos hasta que se detuvo.
—Eso es fácil solamente utilicé esta hebra de tu cabello. —me dijo el enseñándome efectivamente una hebra de cabello que al parecer si era mía.
—Pero ¿Cómo sacaste una hebra de cabello mía...? —pregunté intrigado debido a que no sabía en qué momento el me la había sacado.
—Antes de irme de la tienda de chatarras —contestó sonriendo como de costumbre— Pero tenías unas cosas blancas creo que era caspa.
Lo último en verdad me molestó, pero decidí no enojarme más con el hada y disimuladamente me pasé la mano derecha sobre mi cabeza para limpiar mi cabello,
—¿Por qué no usas magia para quitarte la caspa? —preguntó el y fue ahí en ese momento en que no aguanté más y le grité, el hada era muy fastidioso.
—Que no soy un ser mágico te dije y tampoco tengo casp... —grité alzando mis manos y bajándolas a la vez pero algo extraño pasó en ese momento. Varios objetos del cuarto como floreros, retratos, jabones y demás cosas empezaron a flotar en el aire lo que me dejó sin palabras.
Regresé a ver al hada y él se veía contento porque estaba seguro que yo era un ser mágico.
—Si ves que si eres un ser mágico —comentó alzando su ceja derecha y cruzando los brazos para sentirse poderoso y un sabelotodo, pero yo estaba más preocupado en hacer que los objetos dejaran de flotar en el aire.
—Cállate y mejor dime ¿Cómo hago para que esto deje de flotar? —le contesté uniendo mis manos en ese momento necesitaba su ayuda.
—Pues usa tu magia —contestó frunciendo esta vez.
—Pero es que no se —contesté con tono triste para darle pena y pensando muchas veces llegué a una solución.
—Ya sé —exclamé chasqueando mis dedos y cuando eso sucedió los focos del cuarto explotaron.
—Genial —exclamó el hada de mala gana.
—Ya veo que eres un pésimo mago.
—Silencio que ya tengo una solución —dije antes de recitar unas palabras.
—Ya no es momento de volar, ahora todo lo que esté en aire debe caerse ya —fue lo que recité y en ese momento los pequeños roperos, los floreros, jabones y demás objetos cayeron al suelo dejando de flotar obviamente, al ser mi primera vez recitando un hechizo hice que el hada cayera al suelo también.
—Pero ¿Qué hiciste? —exclamó furioso.
—Perdón no pensé que también ibas a dejar de volar, creo que aun no entiendo muy bien esta cosa de la magia — me disculpé del hada el cual estaba molesto con lo que había hecho y eso se reflejaba en su expresión facial.
Los objetos pesados que cayeron al suelo causaron gran ruido con la cual finalmente mi amigo Francis despertó.
—¿Qué pasó James? ¿En dónde estamos? —preguntó Francis mirando sentado desde la cama por todo el cuarto.
—¿Estamos en un hotel? —preguntó frunciendo el ceño —¿Qué hacemos en un hotel?
El cada vez entendía menos y no sabía cómo explicarle todo y las cosas estaban por empeorar cuando escuché como la dueña del hotel iba hacia nuestro cuarto molesta por los ruidos provocados por los objetos caídos, por lo que decía pensaba botarnos del hotel.
—Ven Francis salgamos por acá —le dije mientras abría la puerta del balcón.
Y así el me siguió y bajamos por una escalera vieja de metal.
—¿Por qué nos persigue una señora con un bate de béisbol? —preguntó Francis mientras me seguía.
—¿Con un bate de béisbol en serio está? —pregunté incrédulo.
—Si —contestó Francis un poco asustado.
Una vez que llegamos al suelo miré el balcón y la señora efectivamente estaba con el bate de béisbol mientras no dejaba de gritarnos e insultarnos por haberle dañado las cosas del cuarto.
—Luego te explico —le dije a Francis mientras no paraba de correr.
La señora al ver que escapábamos lanzó su bate y no creí que tuviera tanta fuerza porque el bate de béisbol pasó rosando mi hombro y cuando eso pasó voltee a verla una vez más y al parecer no estaba contenta por haber fallado el tiro.
—¿Qué podría ser peor? —preguntó Francis mirando el bate de béisbol pero de repente él se quedó callado cuando escuchó un sonido extraño, parecía como si un más de monstruo gritara.
Ambos miramos hacia el mercado que era de donde provenían los gritos y fue ahí cuando nos dimos cuenta que en realidad eran dos grandes monstruos de más de cuatro metros de largo y con su cuerpo similar al de las raíces que había usado Malicia para atacarnos y fue cuando dije... "Tenías que decirlo..."
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