2. Robándole al ladrón

Cuando terminamos de despedirnos de todos salimos del orfanato inmediatamente, la idea de salir a aventurarse por varios rincones del mundo con mi mejor amigo de infancia era algo único, algo emocionante que ansiaba desde hace mucho tiempo y aunque era triste salir del orfanato debía seguir mi propio camino y que mejor forma de hacerlo que con Francis el miedoso chico que ahora resulta ser mi mejor amigo.

Antes de que se cerrarán las puertas mágicas voltee a verlos una vez más y vi cómo la señora Gania Bloons la dueña del orfanato sonreía pero sus ojos estaban brillosos y no faltó mucho hasta que unas pequeñas lágrimas se derramaron de sus ojos al ver cómo dos más de sus "hijos" se marchaban del orfanato.

Al ser la dueña del orfanato "Bloons" a todos los niños, niñas y adolescentes que residen o residían ahí los ha querido cómo sus hijos y todos sentimos o hemos sentido ese mismo aprecio por ella. Para todos nosotros ella es, fue y será la madre que nunca llegamos a tener o conocer es por eso que ella es tan querida para todos los huérfanos, ella con su carisma y su gran corazón se ha sabido ganar el aprecio de todos los huérfanos.

—Vamos James, mientras más estés aquí no querrás irte nunca —dijo Francis mientras seguía caminando y a la vez me llamaba con su mano, después de todo él era el más decidido en irse del orfanato pero no porque lo trataron mal o por algún resentimiento con alguien dentro de ahí su único deseo era salir del orfanato para irse por el mundo a vivir muchas aventuras desde pequeños las maestras nos contaron muchas historias de magos y de personas sin magia que tenían muchas aventuras, ellas nos decían que las historias eran reales y eso hacía que el deseo de Francis de irse a aventurar por el mundo se avivara aún más.


Una vez que las puertas mágicas se cerraron ya no volví a mirar.

Las puertas mágicas no siempre fueron mágicas, cuándo el maestro Napietns ingresó al orfanato por primera vez el las hechizo así como lo hizo con otros rincones del gran orfanato Bloons. La única razón porque empezó a hechizar varias estructuras del orfanato fue debido a que en el mismo año en que el entró muchos sucesos extraños y otros un tanto tenebrosos comenzaron a ocurrir. Muchos niños y niñas desaparecían por todo el orfanato, en el momento que finalmente el misterio se reveló fue cuándo el maestro Napietns hechizo varias partes del orfanato para proteger a las personas que residían allí. El culpable de todo eso fue un mago oscuro con la capacidad de transformarse en una paloma de color plomo con rayas blancas en ambas alas. El atraía a los niños y niñas del orfanato en su forma animal, aparentando ser una paloma muy talentosa que se diferenciaba de las demás por eso mismo, una vez que el mago oscuro fue encontrado culpable fue llevado a la policía mágica en dónde lo tienen atrapado en una burbuja hechizada que limita su poder mágico. Desde ese entonces la señora Gania Bloons aprendió a hacer magia también, aunque no cualquiera puede aprenderlo, tomó la decisión de que cada persona adulta aprendiera magia si podía hacerlo para proteger a los niños y adolescentes del orfanato y desde ese momento el orfanato está completamente hechizado para dar prioridad y salvaguardar las vidas de sus residentes que cada vez van a aumentando y aunque la mayoría no pudo aprender magia como ella sí lo hizo contrato varios magos y magas expertas para el orfanato pero antes de que entraran ella los hizo pasar por un filtro en donde los evaluaba para ver si cumplían los requisitos.



Una vez que nos fuimos del orfanato nos dirigimos al mercado de la ciudad después de todo necesitábamos llevar provisiones para nuestro viaje, así que con un poco del dinero que nos había dado la señora Gania a escondidas fuimos a comprar frutas como: Bananas, sandias, manzanas y fresas. Después de que compramos frutas fuimos a comprar comida enlatada como frijoles, atún entre otras cosas más, además pasamos cerca de un supermercado mágico pero no entramos porque evidentemente no teníamos tanto dinero para comprar cosas de ahí, debido a que la mayoría de las cosas que vendían tenían un gran valor mientras que otras se pagaban con oro.

—Vengan jóvenes y compren sus armas mágicas —decía un hombre en un pequeño puesto de madera. El alzaba sus manos y las movía de un lado a otro, él nos invitaba hacia su puesto de venta.

—No Francis mejor vamos acá hay más puestos de comid... —dije mirando un puesto de comida chatarra, pero cuando volví a morir a mi amigo, este ya se encontraba donde el vendedor de armas mágicas, pero no lo seguí y fui hacia el puesto de comida.

Mientras caminaba hacia allá vi algo extraño, algo brillante volaba alrededor de la cabeza de la señora vendedora, aquello no parecía una mosca o un mosquito o algún otro insecto más bien parecía ser una persona diminuta. Me restregué los ojos para ver bien y una vez que terminé de hacerlo seguía viendo claramente a la diminuta persona que volaba alrededor, con más ganas decidí ir hacia allá.

Cuando llegué la señora no se percató de mi presencia más bien estaba ocupada arreglando las demás comidas chatarras en un una vitrina mediana, sin embargo yo tampoco dije nada o emití algún sonido, solamente me dedique a mirar a la persona diminuta que no paraba de volar y reírse alrededor de la cabeza de la señora. Entretanto recordé que el maestro Napietns una vez nos habló a Francis y a mí sobre seres diminutos similares al que veía volando en ese instante, el las nombró como hadas, pero él nos dijo que no todas las personas las podían observar fácilmente, las únicas personas que las podían ver eran los seres mágicos debido a que obviamente ellos también lo son, eso aumentó mis sospechas de que probablemente yo sería un ser mágico o algo similar, un tema que no me gustaba, no quería ser un ser mágico.

—Joven ¿Qué se le ofrece? —preguntó ella haciéndome volver al presente. La miré moviendo mi cabeza varias veces como si acababa de despertar de repente.

—Eh... disculpe no la escuché... ando algo despistado.

—¿Qué se le ofrece? ¿Qué quiere comprar? —preguntó amablemente mirándome con sus grandes ojos cafés.

—Un... un... una papas —mentí después de todo no sabía que responder y mientras miraba por todo la vitrina se me ocurrió eso.

—¿Cuáles papas? —preguntó ella señalando con el dedo índice de su mano derecha una gran variedad de papas.

—Las más baratas —contesté riendo levemente. Ella rio también.

—Bueno ya se las traigo —dijo ella mientras no que yo no dejaba de mirar al pequeño ser mágico que volaba y volaba alrededor de su cara esta vez, pero el hada me quedó mirando cuando se dio cuenta que yo no dejaba de seguirlo con mi mirada. Se acercó a mí y me miró fijamente y yo hice como si no la estuviera viendo. El hada de camisa café sin mangas y pantalón corto se acercó a un más a mis ojos revisaba mi cara y yo seguía fingiendo no verla, hasta que empezó a andar por mi nariz, empezó a alzarla para arriba y luego para abajo.  

—Ya está bien...me has descubierto pequeñín —exclamé frunciendo el ceño y moviendo mi mano para alejarlo de mi nariz.

—Lo sabía —exclamó el hada alzando una de sus cejas mientras estaba cruzado de brazos sintiéndose genial por haberme descubierto. 

—¿Eres un ser mágico? —pregunto el hada acercándose a mis ojos, estaba tan cerca de mí que tuvo que apartarlo un poco. 

—Perdona si soy a veces —se disculpó el hada inclinando su cabeza hacia abajo.

—Bueno no importa ya y respecto a tu pregunta no lo sé, no sé si soy un ser mágico o no lo único que sí sé es que no quiero serlo.

—¿Por qué? —preguntó el desanimado.

—Porque...—contesté pero nuestra conversa fue interrumpida por la vendedora que llevaba las papas.

—¿Con quién hablaba joven? —preguntó ella extrañada.

—Eh... con mi mismo —mentí— Algunas veces suelo hacerlo.

Sonreí para que no piense que estoy loco o algo por estilo.

Cuando le pagué las papas el hada se había marchado, miré por todo lados y no lo encontré así que decidí ir con Francis que me estaba buscando.


Mientras seguíamos caminando por el mercado de la ciudad pude observar como un hombre algo desarreglado y con ropa sucia iba caminando a lado de su caballo el cuál llevaba un gran saco en su lomo, seguramente aquél sujeto se habría robado muchas joyas y oro, por lo que determine al ver el saco con tanto bulto, eso sería perfecto para nuestro viaje ya que necesitaríamos oro y dinero para viajar, no siempre pensábamos ir caminando a todo lado, además también podríamos requerir oro para mucha más comida o hasta para comprar comida mágica o algún otro artefacto mágico.

Le conté a Francis lo que tenía pensado para robarle al ladrón y él ni corto ni perezoso acepto y así fue cómo nuestra primera pequeña aventura comenzó, que se trataba de un robo pero como era a un ladrón recordamos aquella frase que dice "Ladrón que roba a ladrón tiene cien años de perdón".

—Hola señor quería preguntarle... —escuché a lo lejos que le decía Francis mientras yo estaba atrás del caballo desatando la piola que tenía amarrado el saco con el caballo.

Todo iba bien hasta que el caballo relinchó muy fuerte haciendo que el ladrón se dé cuenta de que le estaba robando, el ladrón me miró fijamente con cara de desprecio total, definitivamente no aceptaba que le estuviéramos robando.

—¿Qué haces ladrón? —exclamó muy molesto él.

Francis en ese momento le dio un puñetazo en su cara y otro en su abdomen y para rematar le dio una patada por sus rodillas haciéndolo caer al instante, así tendríamos más oportunidad de robarle todo.

Francis me ayudó a desatar la piola por completo pero el sujeto una vez recuperado con una espada intentó atacarnos y no tuve más opción que defenderme con otra espada que me llamó mucho la atención la cual estaba en el gran saco. Francis cogió la otra espada y un poco de joyas de oro y se las guardó en los bolsillos de su pantalón.

—Malditos ladrones me la pagarán —exclamaba el hombre muy molesto porque le habíamos robado lo que él había robado con anterioridad.

Intentó cortarme algunas veces, pero no me dejé y usé muy bien la espada que le robé.

El con su otra espada que estaba algo más desgastada intentaba herirme, varias estocadas entre ambas espadas hubieron, pero no fue suficiente para detenerme, yo era muy bueno con la espada debido a que en secreto Francis y yo siempre practicábamos con espadas en uno de los sótanos mágicos que el maestro Napietns había creado para protegernos de bombas o magia explosiva y además practicábamos con otros objetos o armas por sí en algún momento también llegara a ocurrir algo similar a la paloma roba niños.

El caballo del ladrón se asustó y por lo tanto todo lo que él había robado se cayó al suelo.

Un retrato de una mujer de cabello rizado y con un vestido totalmente negro con tiras largas tantos en los brazos como en las piernas se rompió al impactarse con el suelo y fue ahí cuando el cielo empezó a oscurecerse inmediatamente lo que era muy raro ya que era de mañana, para ser especifico eran las diez y media de la mañana debido a que comprobé la hora con un reloj de oro que también se encontraba en el saco del ladrón.

Todos los comerciantes y las demás personas que estaban por ahí se asustaron ante tal suceso extraño. Pero lo más extraño fue ver cómo un humo negro salía del retrato roto.

El humo estaba en un solo punto pero se movía levemente parecía como sí se estaba formando algo en él.

Cuándo finalmente el humo cesó la mujer que vi en el retrato estaba flotando ante todos nosotros y después de observar a su alrededor dijo:

¡Al fin he sido liberada! 

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