Daniel. XXVI
En el último tramo del laberintico portal, comencé a sentir el calor agobiante del desierto. Tenía la sensación de que miles de dedos ardientes, atravesaban impiadosamente mis vestiduras y fundían y marcaban mi piel, consumiéndome.
Distinguí el fulgor abrazador del sol refractado en la arena y tuve que cerrar los ojos por un momento para evitar que aquella intensa luz, que se expandía en todas las direcciones, pintando de blanco el paisaje, me segara.
— ¡Por Iris! ya había olvidado lo horriblemente calurosa que es la tierra—se quejó Clara, quitándose la chaqueta que lleva puesta. Yo imité el gesto.
Parecía que el verano se había extendido más de lo previsto. Era increíble el tiempo que nos había llevado nuestra misión. Seguramente Alise me mataría en cuanto me viera llegar y aún cuando no lo hiciera estaba claro que jamás me iba a perdonar. Me había ido sin despedirme de ella, dejando tan solo una insípida nota, evitando dar alguna explicación convincente. Me sentía terrible por ello, aunque ahora tenía una muy buena explicación para darle y eso quizá ayudara a mejorar un poco mi situación.
"¿Cómo se encontrarán ella y Nicholas?" pensé.
Todo este tiempo de distanciamiento, sumado a las memorias que había recuperado sobre mi verdadera identidad, seguramente servirían para mejorar el vínculo con mi pequeño.
Pensar en ambos y en la pronta posibilidad de verlos y estrecharlos entre mis brazos aumentaba mi ansiedad.
—Ya no hay rastros del ritual de invocación, o del Apóstol...—indicó Brian, barriendo con su mirada los alrededores.
El portal que nos había trasladado a la tierra, había conectado directamente con aquel punto por el que habíamos partido meses atrás al Reino Oscuro. El mismo, se había apagado por completo, luego de que lo atravesara. La estructura de piedra, que le servían como base, estaba en tal estado de decadencia que amenazaba con desmoronarse de un momento a otro. Y de hecho, eso sucedió, pocos instantes después. Los inconsistentes pilares de roca colapsaron, y se desintegraron, volviéndose parte del desierto, y levantando una nube de polvo y arena alrededor nuestro.
—No esperabas que se quedara acampando en este paisaje infernal por casi tres meses ¿verdad? —repuso Clara, blanqueando sus ojos.
—Que va, sí eso ya lo hicimos nosotros querida—dijo el pelirrojo refiriéndose a nuestra extensa estancia en el Reino Oscuro. Clara lo miró con ojos como platos, y cierta incredulidad. Su novio se estaba rebelando.
No pude evitar reír ante aquello.
—¿Y tú de qué te ríes?—me señaló la pequeña castaña indignada. Yo me encogí de hombros.
—¡Tranquila mujer! solo me alegra de que no haya restos del Apóstol que Brian golpeó para salvarme, regados por aquí...Eso significa que vivió.
"Y se llevó nuestros caballos el condenado"
Ambos empalidecieron de pronto.
—A eso le llamo ser optimista—dijo mi hermano Rafael, y sorpresivamente pudimos entenderlo. Al parecer, las barreras del lenguaje, habían caído, junto con el portal, Tierra Mítica e Iris. El alado se acercó hacia nosotros, con una sonrisa de burla pintada en su "angelical" rostro. Luego pasó su mano por su frente, que ya se había perlado de sudor y suspiró—. Entonces, ¿dónde queda ese tal Refugio?—puso su mano en visera, surcando el paisaje.
—Pues...no está tan cerca a decir verdad. Tendremos que atravesar el desierto—admití, mientras Rafael alzaba una ceja y me escrutaba como diciendo: "Debes estar bromeando" Yo negué ante aquel pensamiento no pronunciado.
El alado desplegó sus alas como sacudiendo su frustración de encima.
—Entonces espero que nuestras energías resistan—paseó la vista por el grupo de seres mágicos que buscaban un resguardo del despiadado febo, al amparo de las exiguas dunas, desparramadas a lo largo de aquel despojado páramo—. Desde ahora comienza nuestro éxodo.
No recuerdo cuánto tiempo estuvimos vagando por esas tierras inhóspitas, bajo la mirada de aquel único ojo calcinante, que nos vigilaban implacable, desde las alturas, pero las ampollas esparcidas a lo largo de nuestras pieles hablaban de largas horas.
Era difícil la travesía, sin suficiente agua y escasa comida, para un grupo tan numeroso. En más de una ocasión me negué a consumir alimentos, y apenas si ingería líquido suficiente para moverme otro trecho.
—Sé lo que haces "Dashriel"—dijo mi amigo, sentándose a mi lado, apoyando su espalda en la arenosa runa, al tiempo que me tendía una cantimplora.
Su cabeza estaba cubierta con una de sus camisetas, enroscada a modo de turbante, y algunos rizos rebeldes se escapaban de su prisión de tela, bordeando su llagado rostro.
Fijé mis ojos en los suyos, frunciendo ligeramente mi entrecejo, sin tomar aún el recipiente.
—¿Y qué hago?
—Ya lo sabes "Dash" no estás bebiendo lo suficiente solo porque crees que así rendirá más. Y admiro tu espíritu de mártir, pero piensa que si tú colapsas por deshidratación, estaríamos peor que ahora. Tú eres una de las personas más fuertes del grupo, descontando que tu amigo el alado no se encuentra muy bien.
Sus palabras tenían mucho sentido.
"¿En qué momento Brian se ha vuelto tan calculador y pragmático?" "¿Y en qué condenado momento se me ha ocurrido decirle mi verdadero nombre?"
Ahora no paraba de decirlo en todos los apelativos conjugables. Ni siquiera sabía si estaba bien pronunciado, aunque mis recuerdos sobre su fonética, se acercaban bastante a la forma en que mi amigo lo vocalizaba. Y es que la nuestra era una lengua antiquísima, que en la actualidad ni siquiera existía, y que era propia de nuestra Aldea. El sentido del nombre estaba vinculado en general a nuestro sitio de residencia, características físicas, o eran exclusivamente patronímicos o cualitativos. El mío por ejemplo significaba: "el que brilla o reluce"
Menos mal que esto no se lo había dicho al bocazas pelirrojo.
—Supongo que tienes razón—cogí la cantimplora y bebí un buen sorbo de agua—. Gracias...Y por cierto, ya deja de llamarme así—dije levantándome y sacudiendo la arena de mis prendas, listo para seguir viaje.
—¡Pero si es tu nombre auténtico!
—Pero suena raro...Tal vez si no tuviera la D delante, sería otra historia—sonreí de medio lado—. Como sea, me gusta más Daniel.
Me aparté de su lado, y comencé a vislumbrar el horizonte. A lo lejos, la arena comenzaba a teñirse de un intenso tono rojizo—anaranjado, asemejándose a un océano de fuego, en el cual el astro rey se iría sumergiendo perezosamente hasta extinguirse por completo.
Ya estaba por caer la noche.
El alivio que el fresco viento nocturno había traído consigo fue inmediato. Continuaríamos la marcha mejor al abrigo de las sombras, y más ahora, que habíamos llegado hasta las vías férreas, que nos conducirían directamente hacia El Refugio.
La oscuridad no era tan cerrada como en zonas más pobladas, sobre todo cuando la luna estaba completamente oronda, como en este caso. Y aquella, conjuntamente con el patino brillo de los astros, nos otorgaban una muy buena visibilidad.
La parte negativa era que nuestro ángel se veía cada vez más agotado, y su estado de decadencia era visible, aún cuando él se esforzaba por ocultarlo. A mitad de camino, había sufrido un leve desmayo, así que Brian y yo nos turnábamos para ayudarlo a caminar, lo que implicó que comenzáramos a avanzar con mayor lentitud.
El tiempo era nuestro enemigo. Las horas nocturnas eran gélidas pero transitables, de manera que las que teníamos que aprovechar para andar porque en cuanto el sol abrasador saliera nos obligaría a parar.
El resto de los seres mágicos se veían igual de abatidos, y muchos de ellos, se estaban quedando atrás en el camino.
Yo, intentaba ahogar el dolor que sentía mi cuerpo, visualizando el rostro de Alise. Cerraba los ojos por momentos, y la veía, a ella y a mi pequeño, esperándome ansiosamente, recibiéndome con brazos abiertos.
"¡Cuantas ganas tengo de fundirme en sus labios de nuevo!" pensé.
Abrí mis ojos, luego de mi última visión alucinógena. Sentía la boca cada vez más pastosa. La sensación de dolor y sequedad eran tan terribles que el solo hecho de respirar el arenoso aire del desierto era torturador.
Como la marcha se había ralentizado y el esfuerzo y el cansancio incrementado, la frescura noctambula, después de un cierto lapsus, había pasado de ser nuestra aliada a ser nuestra enemiga. El helor había comenzado a penetrar mi ropa, a medida que las ráfagas soplaban, abriendo agujeros invisibles con sus punzantes dientes escarchados, generando el efecto contrario que el del comienzo y calando mis huesos.
—Daniel estas tiritando... Creo que deberíamos parar y hacer una fogata—observó Clara preocupada, contemplando como mi cuerpo se sacudía en espasmos repentinos.
—No... va...mos a conti...nuar... Re...sis...tiré. No... po...demos dete...nernos. Se...rá pe...or de día. —intenté sonar confiado y decidido pero el castañar de mis dientes no me ayudaba demasiado.
—Tal vez no falte mucho para llegar...—dijo Brian mientras abrazaba a su novia. Tenía las manos y el rostro de un color morado oscuro causa del frío—. Hemos caminado bastante—añadió esperanzado.
Yo asentí, haciendo un esfuerzo por evitar tartamudear, al tiempo que refregaba mis manos agarrotadas, contra mi cuerpo entumecido intentando darme algo de calor.
— Puedo distinguir las siluetas de las primeras montañas, pero aún falta un buen tramo...—observó Clara.
Suspiré de pura frustración y la pequeña nube pálida, que emanó de mi boca, cortó la negrura de la oscuridad que nos rodeaba.
—Si tan solo el tren pasara por aquí...o si al menor tuviéramos a nuestros caballos ahora...
—¡Daniel acabas de darme una gran idea!—soltó ella, con evidente satisfacción. Si no le doliese tanto sonreír apuesto que también lo hubiera hecho.
Entonces, inhaló profundamente y cerró un momento sus ojos concentrándose, y luego su canto nos fue envolviendo a todos, mientras aquellos cautivantes acordes se elevaban por el aire, y viajaban con el viento, dejando un rastro de invisibles notas musicales a su paso. De inmediato entendí lo que estaba haciendo y aún con mis labios cuarteados sonreí.
El Refugio estaba del otro de las montañas. Ellos podrían oír su llamado.
¡Hola amores!
Al fin se ha develado el nombre verdadero de Daniel.
Debo admitir que me costó escogerlo, pues ninguno me convencía o encajaba según el contexto y finalmente me decidí a inventar uno, combinando el nombre de un personaje de otra de mis historias de fantasía, que está en proceso.
De paso, los invito a echarle un vistazo a las que aún no lo hicieron. Se llama "Ashriel" obvio XD Espero notaran el sarcasmo de Dany en el diálogo, respecto a esto.
¡Gracias por leer! Los amodoro. 💜💜💜
Dedicado a JaanFenrir AmyAguiagaMndez GraceSeidl20. ariagomez69 barbie0526 carolinamorenoguerra Escriboymegusta romiladiosa xandy547 ivicats
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