Alise. XXVIII


Esta vez no pude resistir a mis impulsos.

Un sentimiento de profundo odio hizo mella en mi interior, y se expandió por todo mi sistema.

Nadie le haría daño a mi pequeño. Eso no lo iba a permitir.

Sin pesarlo, me abalancé sobre Jonathan y ambos caímos al piso, yo sobre él, mientras comenzaba a imprimir golpes en su "angelical rostro".

Estaba ciega de la ira y descargaba mi furia de forma reiterada.

Él ni siquiera se estaba defendiendo, y tampoco borraba aquella estúpida sonrisa torcida de sus labios.

Logré que su mejilla adoptara un tono morado claro. Los cardenales se marcaban fácilmente en su piel inmaculada, pero con la misma simpleza se borraban, como si sus poros dilatados los absorbieran.

No tardé mucho en darme cuenta que quien se estaba dañando más con aquellas acciones inútiles era yo misma.

Mis nudillos ardían y la sangre derramada, que salpicaba los monocromáticos cerámicos del suelo, otorgándole matices nuevos, era mía en su mayoría, pues sus cortes se cerraban fácilmente.

Mi energía pareció menguar ante tal descubrimiento y eso se tradujo en un cese de puños.

Entonces él sujetó mi cadera con fuerza y en un sagaz movimiento cambió las posiciones, colocándose sobre mí y sujetando mis manos deshechas sobre mi cabeza, tomándolas por las muñecas.

El peso de su cuerpo se recargaba en el mío, haciendo presión e impidiendo que me mueva, mientras comenzaba a acercarse lentamente hacia mi rostro.

—¿En serio pensaste que podrías dañarme querida prima? —sonrió ladinamente, y noté sus orbes más oscuras que nunca. Un remolino de negras sombras se agitaba dentro de aquellas—. Eres más estúpida de lo que aparentas y eso, debo confesarlo, me decepciona—añadió antes de que respondiera, agigantando mi furia interna. Solté un sonoro suspiro, mientras inútilmente forcejeaba—. Soy un demonio, nieto del mismo Lucifer—confirmó—. Pensé que eso ya lo habías deducido—continuó burlándose. Y lo cierto era que sí. Toda duda sobre un posible parentesco con el mismo Demonio Supremo había quedado saldada minutos atrás cuando él mismo había atentado contra la vida de su propio hijo—. Lo que aún no te queda claro es para qué estás aquí realmente ¿verdad?—murmuró junto a mi oído y pasó su lengua viperina por mi lóbulo, generándome un leve estremecimiento. Pero no le di el gusto de que lo sintiera. Intenté concentrarme al máximo y cerrarme en mi propio mundo interno, mientras él hablaba—.¿Quieres qué te lo diga? Podría hacerlo, mientras te hago nuevamente mía. ¿Qué dices primita? Sé que lo disfrutarás más que la última vez—dijo mientras introducía sus gélidas manos por debajo de mis prendas y comenzaba a acariciarme de forma rauda, posesiva. Giré levemente mi rostro de lado, y no respondí a sus provocaciones. Eso pareció alterarlo o decepcionarlo. Tomó mi faz por el mentón y me forzó a mirarlo—. ¡Te hice una maldita pregunta!—yo posé mis ojos en él, sin mirarlo realmente y abrí levemente mis labios, pero no fueron palabras los que salieron de estos. Con evidente desprecio escupí a Jonathan en su perfecta cara—. No debiste de hacer eso querida. Ya me cansé de ser condescendiente contigo—dijo elevando su voz una octava, mientras sus facciones adquirían un aspecto aún más siniestro, haciendo visible aquel demonio interno, que rezaba por ser liberado.

Noté como su mano se endurecía y sentí la fuerza de su puño descargarse contra mi mejilla con intensidad. Solo uno de sus golpes bastó para que mis ojos se nublaran y la inconsciencia me arrastrara.

Le destiné una sonrisa antes de que la negrura me absorbiera por completo.

Aunque él me poseyera nuevamente, no le daría el gusto de verlo, ni de que disfrutara con mi sufrimiento.

La claridad cegó mi vista de pronto y por un instante pensé con amargura que volvía a la realidad demasiado rápido, pero luego me di cuenta de que el paisaje que captaban mis ojos, cuando se adaptaron a la luminiscencia, era muy diferente al que ofrecía la habitación de Jonathan.

Me puse de pie y de inmediato tomé conciencia de la ausencia del dolor.

La mejilla me había dejado de palpitar y experimentaba la misma sensación de paz, felicidad y bienestar que me había generado beber el agua de la energía vital.

Focalicé mis ojos en el entorno.

Frondosos árboles de platinas hojas pulidas, cargados de apetecibles frutos y matas de exóticas flores, cuyas corolas y pétalos relucían con diversos matices tornasolados; como si fueran joyas, formaban parte del hermoso jardín en donde me encontraba.

Había también algunos animales místicos, pululando alrededor. Divisé aves fénix de extravagantes plumajes anaranjados como llamas crepusculares, surcando y trazando figuras invisibles en el aire y un grupo de unicornios y Pegasos bebiendo el agua de las cristalinas fuentes, cuyo dorado elixir se derramaba en forma de cascada de oro; desde sus diamantinos pináculos formando manantiales en sus orondos receptáculos.

Me acerqué a la más próxima y sumergí mi mano dentro. Aquel líquido era vigorizante y enérgico, como agua mágica de la inmortalidad.

"¿Dónde me encuentro?" pensé.

Solo había visto paisajes y criaturas de tal belleza en Tierra Mítica.

—Mi pequeña Alise—murmuró una voz conocida a mis espaldas.

Me di la vuelta rápidamente y puede verla. Estaba más radiante y bella que de costumbre. Iris, la Reina de Tierra Mítica, la madre de las Criaturas Mágicas, mi tátara tátara tátara... abuela, lucía un etéreo vestido de seda blanca, bordado en hilos de oro, cuya pátina tela refulgía como si estuviese hecha de luz, como un auténtico manto de estrellas, tan magnífico como sus gloriosas alas, totalmente inmaculadas, de un blanco perfecto, satinado, excepto por las puntas de las mismas, que seguían teniendo un tono dorado oscuro, como metálico precioso.

—¡Abuela!—mis labios se estiraron en una amplia sonrisa, antes de fundirme con ella en un abrazo que pareció eterno—. Pensé que Jonathan y su ejército de demonios habían destruido Tierra Mítica. Lo oí decir que tenían el agua de la energía vital...¿Era otra de sus mentiras? ¿Y cómo es que has recuperado las alas? —comencé a atosigarla a preguntas.

—Ven pequeña, te lo explicaré todo—dijo Iris de manera apacible, tomando mi mano con dulzura y conduciéndome hasta un marmóreo banco, ubicado bajo la sombra de un árbol, cuyo follaje caía grácilmente en finos hilos como ondulante cabellera de plata Tomamos siento y ella siguió hablando—Me temo que todo eso es cierto. No estamos en Tierra Mítica, sino en un paraíso celestial.

Su confesión me dejó sin habla. Mi mente intentaba procesar todo aquello. Si era verdad que los malignos habían atacado Tierra Mítica y ahora estábamos en una especie de cielo e Iris tenía sus alas, entonces ella estaba...y yo estaba...

—¡Oh por Dios! ¡Estamos muertas!—dije, ahogado un sofoco, que era más de sorpresa, que de terror.

De alguna forma extraña, no me encontraba desesperada o atemorizada por la idea de estar muerta.

—No lo estamos Alise—indicó ella manteniendo su gesto tranquilo—. Tú solo estás en una especie de "transe" temporal. Tu cuerpo permanece en el Reino de la Oscuridad, pero tu mente, tu esencia está aquí, conmigo. En cierto sentido es como estar soñando o teniendo una visión—explicó—. Yo, por otra parte, solo he trascendido a otro plano. He vuelto a ser un Ángel Supremo nuevamente y por eso pude volver a mi hogar.

—¿Entonces has sido perdonada?— deduje y no pude evitar sonreír ante aquello. Me sentí muy feliz por ella.

—Exacto. He cumplido mi propósito y mi designio en mi otra vida. Pero aún mi tarea no está completa del todo. Todavía debo servirte de guía a ti, para que también tu misión se concrete.

— Sonia tenía razón entonces. Mi destino es más complejo del que pensamos—señalé y ella asintió con un gesto—. ¿Qué tengo que hacer está vez entonces? ¿Matar a Jonathan...a Lucifer...morir también?—podía sentir un leve sentimiento de incertidumbre y malestar gestándose en mi interior, pero estas sensaciones negativas eran rápidamente disipadas, por el efecto "tranquilizador" del lugar en el que estábamos.

—Por ahora solo necesitas estar en el Reino Oscuro un tiempo más. Es importante que presencies los sucesos que están a punto de acontecer y que recabes toda la información que puedas pequeña, puesto que pronto la oscuridad caerá sobre el mundo en el que vives, y la batalla final va a ser librada.

—¿Y por qué tengo que esperar a que eso pase? ¿Acaso no puedo erradicar la raíz misma del mal ahora?—dije frunciendo el ceño. Ella negó y acarició mi mejilla con el dorso de su mano, de modo maternal.

— Ojalá fuera tan fácil, pero todo tiene un tiempo y una forma, y aquellas pautas no deben alterarse o las consecuencias...

—Serán graves—terminé por ella la frase. Y de inmediato la imagen de un Daniel, con alas envueltas en llamas, pobló mi mente.

—Así es. Por otro lado, aún no estás preparada para librar aquella lucha. Pero lo estarás pequeña—sus ojos brillaron excitados, con dorado fuego ante esa posibilidad.

—Entonces solo me quedó allí, haciendo nada—dije y paseé mi vista por el paisaje algo decepcionada de la falta de acción inmediata—. ¿Y qué hay si Jonathan quiere matarme o a Nicholas?—repliqué entonces, rememorando su amenaza—. ¿No deberías darme algo para defenderme al menos?

—No lo hará, él los necesita a ambos—estaba a punto de preguntarle ¿para qué? Pero en ese momento sentí como su imagen misma se agitaba, se tornaba trémula, borrosa, como si estuviera a punto de desaparecer—. Mira Alise, no tenemos mucho tiempo. Ya casi vuelves en sí y no puedo retenerte—Iris se incorporó y se aproximó a la fuente, hundiendo un recipiente que mágicamente había aparecido en su mano, en el agua. La sensación de dejá vú fue inminente—. Tómalo—dijo tendiéndome aquel receptáculo que había adoptado la forma de una gema diamantina y alargada, de aspecto hexagonal—. Pero solo debes beber del elixir como último recurso. Cuando sea el momento justo lo sabrás—tomé la gema guardándola en el bolsillo de mi pantalón, mientras notaba como el paisaje circundante se iba desintegrando poco a poco, fragmentándose como un vitreo cristal. Sentí que yo misma me estaba yendo incluso, alejándome, con cada sílaba pronunciada, un poco más—. Recuerda siempre lo mucho que te quiero mi pequeña y que mi fe está en ti, por sobre todo.

—También ...te quiero—alcancé a susurrar, antes que ser nuevamente arrastrada, ahora hacia la cruda realidad, mientras la congoja se hacía presente en mi pecho.

El tiempo había sido escaso, y apenas poseía la mitad de las respuestas. Ni siquiera había podido preguntarle a Iris qué había pasado con el resto de los seres místicos, los que habían sobrevivido a la invasión. Aunque empezaba a pensar que quizá ninguno lo hubiera hecho.

Me sacudí aquellos sombríos pensamientos de la mente, pues tenía un papel que desempeñar y tenía que permanecer alerta y enfocada en eso. Cuando abrí los ojos, mi visión barrió el cuarto y el dolor de mi rostro apareció de inmediato, intenso y palpitante, pero no había rastros de Jonathan por ningún lado y yo, aunque bastante maltratada, me encontraba íntegra y vestida "al menos".

Me levanté con sigilo del suelo, donde el maldito nieto de Satán de había dejado, y escuché el singular sonido de agua cayendo.

Deduje que Jonathan estaba tomando una ducha y mi impulso primario fue aprovechar la ocasión para salir en busca de Nicholas y retornar a mi cuarto, lejos de su presencia. Pero mi mente me recordó que debía recabar información, y qué mejor que aquel sitio para hacerlo que ese.

Rememoré que el cretino había retirado un objeto del closet al ingresar a la alcoba y lo había guardado en su bolsillo y pensé que podría ver de qué se trataba si husmeaba entre las prendas que se había quitado.

Palpé el bolsillo de mi pantalón al mismo tiempo, asegurándome de que el recipiente que me había concedido Iris estaba allí guardado y sorprendentemente, así era.

Una vez que me aseguré que mi mejor arma estaba intacta y cerca, me aventuré al cuarto de baño.

Abrí con sumo cuidado la puerta y para mi suerte las bisagras ni siquiera se quejaron.

El espacio era amplio, y estaba completamente lleno de vapor. La condensación se pegaba al mármol del suelo de un tono verde jade, y a los cerámicos y se transmutaba en pequeñas gotitas de agua.

La bañera estaba subiendo las escalinatas, sobre un piso superior, como en una especie de pedestal, semioculto tras un cortinado delgado.

La silueta de Jonathan podía vislumbrarse a través de este, aunque no de manera nítida.

Sentí repulsión de verlo desnudo y aparté mi vista hacia otro lado, mientras me preguntaba cómo alguna vez había sentido atracción hacia una criatura tan despreciable.

Mi conciencia me recordó que solo estaba bajo un encanto, y que nada había de cautivador en ese demonio.

De inmediato comencé a buscar entre las oscuras prendas repartidas sobre el suelo, rehuyendo de su campo de visión.

Extendí el brazo para alcanzar su ropa, pero no había nada en sus bolsillos, por lo que comencé a desesperarme, hasta que capté una especie de funda negra, de estas que guardan la ropa de gala o etiqueta, ubicado junto al toilet. Abrí el cierre y descubrí que en efecto se trataba de un traje. Rebusqué en los bolsillos del mismo y ¡eureka! Un objeto metálico hizo contacto con mi mano. Lo retiré para examinarlo y comprobé que se trataba del medallón de Iris.

Era una pieza de joyería íntegramente en oro sólido, desde la cadena, hasta el dije. Su diseño era atractivo, pues tenía la forma de un par de alas doradas, perfectamente trabajadas, pese a que su tamaño era algo considerable.

La primera vez que lo había visto colgando del cuello de mi abuela, había pensado que era una especie de relicario conmemorativo, y que hacía alegoría a sus pérdidas alas, pero ahora que lo sostenía en mis manos, notaba por su peso, que aquello no era un medallón cualquiera, era un guardapelo.

Intenté abrirlo, para ver qué misterios contenía su interior, pero me sobresalté cuando capté la ausencia de sonido.

El agua del grifo se había detenido y el vapor ya se estaba disipando.

Dejé el objeto donde lo había encontrado, pues Jonathan podría darse cuenta de su ausencia y las cosas se pondrían peores, y me dispuse a salir de aquel sitio.

Giré sobre mis talones, solo para encontrarme con una figura sólida cubriendo mi campo de visión y reprimí un grito cuando mis ojos captaron su imagen.

No era su desnudez la que me causaba tan impresión, sino aquel par de descomunales y turmalinas alas.

Queridos lectores:

Debo decirles que se preparen porque ya estamos por el desenlace de la historia. Aunque aún faltan unos cuantos capítulos para terminar, muchos secretos se irán revelando y la acción va a ser mayor desde ahora.

¿Alguno esperaba ver a un Jonathan completamente transformado o desnudo? Ok no ¿Por qué será que el agua de la energía vital surtió efecto en él y no en los demás demonios? ¿Qué piensan qué hará con Alise, ahora que la ha descubierto espiándolo?

No falta nada para que nuestros querida pareja se reúna en aquel lugar de pesadilla y menos falta para conocer al maligno padre de Argos. ¿Cómo se imaginan a Lucifer?

Espero que les gustara el capítulo y me dejen sus lindos comentarios y estrellas. Los amodoro.

¡Gracias por leer!


Dedicado a lajovendelaperla AmyAguiagaMndez Saritaxq04 anieliza xandy547 GraceSeidl20 lilirebollo carolinamorenoguerraJayCam Emely_Denisse NiceMoreLuzaellechiSoyCary RubnPrezPardo TaniaLiberalissbarbie0526Britger26Luzaellechi

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