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Será un capítulo corto, siento la tardanza pero entre Wattpad en mantenimiento y mi malestar (porque sigo enferma) no he podido escribir.
Espero que les guste, si es así no olviden votar y comentar (:
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¡Mierda, mierda, mierda!
Corro en dirección a mi departamento, no tomo el ascensor porque creo que subiré más rápido por las escaleras; no me equivoco.
Al llegar le paso a el taxista un billete sin mirar su valor y agradezco su ayuda, le digo que tenga cuidado y le deseo un buen día.
Cuando sale y me aseguro de que no va a escucharme, miro a Ariel y grito.
—Habían ocho demonios fuera ¡Ocho! Siete murieron, pero uno se salvó. Ahora todos saben como soy, dónde vivo y probablemente que estás aquí—exclamo desesperada, mientras tiro de mi cabello hacía todos los lados.—¿Qué vamos a hacer?
Me mira impasible, no demuestra absolutamente nada en su rostro, ¿Cómo está tan tranquilo?
—Creo que no vas a poder evadir más tus responsabilidades, ya llegó la hora de asumir quien eres.
¿Qué? ¡No!
Me quedo en silencio, he intentado evadir el tema, no preguntar nada referente a mi papel como diosa o algo que tenga que ver con ángeles o demonios.
Siento que sí pregunto algo, se hará real. Yo quería una nueva aventura en mi vida; pero ésto supero mis expectativas con creces.
En el colegio me defendía y lideraba mí salón de clases, pero dudo mucho que liderar un ejército de ángeles sea parecido en algún sentido.
Le temo al fracaso, siempre lo he hecho.
—Yo... no creo poder hacerlo—susurro.
—Si puedes—suena convencido.
—¿Cómo puedes decir eso? No me conoces, no sabes quién soy o le que he tenido que pasar para llegar hasta aquí. Lo único que sabes sobre mí es que soy la reencarnación de una diosa—exclamo, hablando rápido y fuerte. Tengo el cuerpo con mucha tensión acumulada.
Él no responde inmediatamente, pero mientras respiro con fuerza intentando restablecer el ritmo de mis latidos, lo hace.
—No sé nada de tu pasado, es verdad. Pero sé que gracias a él eres la mujer que rescató a un miserable ángel encadenado, la misma que le ofreció refugio y le dio cobijo en su casa. Sin importarle que fuera un desobediente y rebelde que no querían en su casa. Eres noble, no juzgas y ayudas a quién lo necesita; eres ingeniosa y convincente. Inteligente además de poderosa. Eres más de lo que los ángeles esperábamos.
Lágrimas ruedan por mi rostro, estoy aterrada. Las palabras de Ariel me llegaron al corazón, yo solo ayudé a alguien.
—Tengo miedo.—Confieso.
—Lo sé. Creo que está bien. He visto a humanos haciendo cosas increíbles gracias al miedo.
—Pero yo no soy una humana, soy una cosa que nunca antes ha existido—mi voz tiembla, estoy diciendo en alta voz las cosas que no me atrevía a decirme ni a mí misma.
—Eso te hace única y especial. Eres la criatura más esperada en el mundo, el cielo y el infierno.
—¿Y si no cumplo con sus expectativas? Habrán esperado para nada.
Niega con la cabeza y frunce el ceño.
—¿Cómo puedes pensar tan mal de ti misma? Te estás subestimando. Eres muy poderosa.
¿Poderosa? ¿Dónde estaba mi poder cuando me golpearon y mandaron al hospital? ¿Cuándo casi me viola mi primo? ¿Dónde estaba cuando pasaba hambre y frío?
—Es hora. Ellos están aquí.
Empieza a temblar, todo se mueve. Pierdo estabilidad y caigo al piso. Mis cuadros y espejos caen. Todo queda hecho un desastre en cuestión de segundos.
Gateando por el piso, esquivo objetos y llego al cuarto. Tomo el bolso con el dinero y le digo a Ariel que nos lleve a otro lugar. Lo hace de inmediato.
Solo veo oscuridad y luego un brillo incandescente. Abro los ojos, asustada. Pero veo una especie de parque fuera de alguna escuela abandonada, nosotros estamos detrás de unos arbustos que se mantienen vivos.
—¿Un parque? ¿En serio?—susurro.
—No es un parque. Es lo que ven los humanos. Mira más allá de lo obvio y dime que ves. Quítate el collar.
Lo hago, pero lo guardo en mis bolsillo.
Miro fijamente, veo dos o tres niños correteando por todos lados y a sus madres o niñeras vigilando. No hay nada extraño; un tobogán rojo, un pasamanos amarillo. Una rara cosa verde. Una extraña piscina de arena.
¿Cómo miro "más allá"?
—No veo nada raro.
—Mira bien.
Frustada, miro nuevamente. Entonces lo veo. No son personas. Al parecer sienten mi presencia o la de Ariel, no lo sé. Pero los niñitos y las señoras caminan como soldados en mi dirección.
Intento retroceder, pero Ariel me empuja al frente y salimos de nuestro improvisado escondite.
Ellos miran a Ariel, pero inmediatamente me miran a mí. Bajan a vista e hincan una rodilla al suelo.
Luego, al unísono hablan.
—Diosa. Bienvenida. Fue una larga espera.
Uno de los niños camina en mi dirección, pero ni hace contacto visual.
—Debería alejarse de él, no es bueno para su majestad.
Aturdida, lo miro.
—Él me ha traído aquí, con ustedes. En mi departamento habían muchos demonios, al parecer pasaron por el escudo que cree. Y, por favor, dime Esmeralda.
Me mira y vuelve a bajar su cabeza, titubeante toma mi mano.
—Es usted en realidad.—Suena cautivada, con añoranza, casi llorando.
Una de las señoras la aleja de mi contacto y al parecer lo regaña.
—¿Dónde estamos? Por favor levantense y mirenme, me siento extraña sí no lo hacen.
Ariel me mira e intenta esconder una sonrisa mientras asiente. Luego habla.
—Aquí están las puertas al cielo. Bienvenida.
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Hasta el próximo (:
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