29 |FINAL|

NARRADOR OMNISCIENTE

Isla en la que se encuentra Esmeralda.

Esmeralda no supo cuánto tiempo pasó, aunque supuso que no mucho, sólo el suficiente porque los temblores que sentía habían incrementado tanto, que temió perder la consciencia.

No supo qué blosh había realizado, pero  sabía que no había terminado con Lucifer, sin embrago estaba tan cansada que si lo tuviera al frente, dispuesto a ser asesinado, no podría haber hecho gran cosa.

Movió un poco su cabeza, identificando una playa con un agua azul tan oscura que se sintió temerosa por un momento, luego lo dejó pasar; estaba muy cansada para preocuparse. El olor del agua salada ingresó a sus fosas nasales tan rápido que la mareó y desubicó más aún, de ser posible. 

Le tomó tiempo darse cuenta de que Ariel la había llevado hasta allí porque ella se lo había ordenado, su cerebro iba a un ritmo tan lamentable que ni siquiera pudo agradecer por aquello, en ese momento estaba intentando comprender de qué recoveco lugar de su cerebro el blosh había surgido, no lo recordaba en lo absoluto. 

Intentó, vagamente, mover sus manos para realizar algún símbolo que pudiera ayudarla, sin embargo sus manos no respondieron. 

Ella sudaba, el sol estaba particularmente más agresivo ese día, aunque la joven no recordó que era de tarde cuando la batalla había comenzado, por lo que sin duda el tiempo que ella calculaba era erróneo, no lo pensó pues su cerebro estaba demasiado agotado, las gotas saladas pasaban por todo su cuerpo, que estaba cubierto de arena del desierto y de la arena de la pequeña playa, aunque ella no sentía más que un sofoco asfixiante que hacía que su debilidad se asentara más, y aquello la inquietó demasiado, pues en los últimos meses no se sentí así, ni de cerca. 

No pudo imaginarse dónde había ido Lucifer, simplemente dio por hecho que él había escapado por allí, aunque no sabía con cuál apariencia pudo haberlo realizado. Posiblemente ya tenía una que no descubriría en un largo tiempo, pues sentía que necesitaba de mucho para recuperarse. 

Se sintió inútil.

Inútil y desesperada.

Con las pocas fuerzas que pudo reunir en aquel momento, movió sus dedos... le había faltado muy poco para lograrlo, pero no había sido suficiente, nada surgió de ella. 

El campo magnético que la protegía a ella, y el otro que protegía la isla ya no estaban, así que podía ser rastreada fácilmente, y,   en el estado en que se encontraba, no era un objetivo difícil de eliminar. 

Entonces vino un dolor de cabeza tan fuerte que la hizo retorcer como un gusano, anteponiendo aquel dolor que el que sentía en su cuerpo. 

Era un dolor agudo, fuerte, desesperante y sin intención alguna de detenerse; ella sintió que sus ojos se salían de su cara, percibió sangre bajando por su boca, pues se hacía daño con los dientes, aunque no lo sintiera. El dolor que sufría en su cabeza eclipsaba cualquier otro que hubiera en su cuerpo. Por ello tampoco sintió como rodaba por una colina de arena en la que estaba recostada, y mucho menos sintió como rodaba por ella. 

Estaba ocupada gritando de la desesperación y el agonizante dolor que azotaba su cuerpo. 

Quiso morir en aquel momento para dejar de sufrir. Algo que lógicamente no ocurrió. 

Se arrancó unos cuántos cabellos, pues su dedos estaban débiles para ocasionar un daño mayor, al igual que sus manos que se movían en un incesante vaivén por toda su cabeza, buscando eliminar el dolor. 

Lucifer nunca se había ido. 

Él estaba ahí, con ella, en su cabeza, en sus entrañas, luchando por salir. Aunque ella ya no tenía fuerzas para detenerlo, él tampoco las tenía para luchar. 

Pero ninguno estaba dispuesto a rendirse.

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Buenas tardes (: 

Erika x 

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