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Solo puedo observar una figura de mujer, pero no puedo verla a ella. Pero con sólo oír su voz, siento que debo arrodillarme y besar sus pies; es tan dulce y tranquila además de delicada, que quisiera poder grabarla para poderla reproducir siempre que quiera dormir.
Mis latidos se aceleran, es como si mi cuerpo supiera algo que yo desconozco. Pero es... un sentimiento único. No hay dolor o ira, no hay nada más que una absoluta calma y tranquilidad que resulta inquietante.
No le respondo, no quiero que mi voz estropee el recuerdo de la suya.
—Ven, camina conmigo. Te contaré una historia que deberías saber, pero que me da la oportunidad de explicar razones. No quiero que preguntes nada hasta el final, ¿De acuerdo?
Asiento, incapaz de hablar pero tan intrigada que quisiera saltarle encima y sacudirla para que hable de una vez.
Me levanto del piso, que no es más que oscuridad por doquier. No hay suelo o paredes, no hay camino por el cuál andar, hay sólo una tenue luz roja que tornea la figura de una mujer majestuosa.
—Hace mucho, demasiado tiempo atrás, hubo una joven mujer que amaba a su padre con todo el cariño que se puede sentir, un pobre hombre que viajaba por todos los lugares existentes para eliminar las plagas de las grandes casas. Él, con sus propias manos, debía atrapar y eliminar cada cucaracha, rata y ratón para luego matarlos, siempre en compañía de su hija. Hasta que un día un hombre importante y altanero le ofreció una buena suma de dinero, además de un mejor empleo y reputación a cambio de su hija. No te alargo la historia, pero el padre de la joven se negó, el hombre con dinero enfureció y le dio muerte.—un escalofrío me sube por la espalda, no soportaría algo como ello.—La joven, en su pena, acepto el asilo que se le ofrecía. Pobre ingenua, no sabía dónde se metía. El hombre la golpeó, usó y maltrato tantas veces a la joven, que de aquella mujer no había más que un triste espejo de quién fue algún día. Hasta que, en un intento por escapar, se encontró con un hombre un poco más joven que ella que le ofreció ayuda. Ella estaba tan aterrada ante la idea de volver que aceptó la ayuda de el joven. La llevó a los establos y robaron un caballo. El joven era un ángel encargado de salvarla porque ella era especial, aunque no sabía de qué manera . Se llevó una sorpresa cuando descubrió que era una diosa. Su diosa.
<< El plan era perfecto, él se la llevaría al cielo y la presentaría ante todos. Ella sería una guía, una madre para todos los ángeles, inclusive los rebeldes. Todo iba demasiado bien para ser real, y lo era; ella estaba en embarazoso de un monstruo y aun así, no quiso convertirse en uno asesinando a su bebé. Yo te tuve y juro que quise cuidarte. Te lo juro. Pero las noticias corrieron tan rápido, que pronto los demonios nos encontraron y te llevaron. No sé como estás viva, pero me alegro tanto de que estés a mi lado, porque yo voy contigo a todos los lugares. Aunque no pueda hacer mucho sin usar las habilidades que poseemos. Tu eres mi reencarnación. Somos una. Y quiero enseñarte todo lo que sé, porque quiero que ganes la guerra que se aproxima. Quiero que vivas.>>
Hace mucho deje de caminar, al igual que ella. No siento pánico, no siento absolutamente nada que no sea tranquilidad. Y me odio por ello, es como si me dijeran algo así diario.
Me miro las manos y repaso mentalmente la historia de la que mi madre fue protagonista. Todo su sufrimiento, todo su dolor.
¿Cómo lo soportó? Y por sobretodo, ¿Cómo existo? ¿Eso es posible? Bueno, de alguna manera lo es. Existo, ¿No?
Muevo mis dedos nerviosamente, no creo poder hablar o decir algo. Simplemente no puedo hacerlo.
La silueta se mueve, frente a mi. Y una mano es extendida hacía mí.
Y luego de mucho tiempo, la tomo.
Las sensaciones son...
La luz roja desparece y una mujer de no más de veinticinco años aparece ante mí. Es sencillamente hermosa y luce delicada, como una muñeca de porcelana.
Usa un vestido blanco que llega hasta abajo de sus rodillas, va descalza y luce unas uñas que me hacen avergonzar. Su cabello es castaño, largo y de apariencia sedosa. Largas pestañas dan paso a una mirada verde con café hipnótica, para bajar por una delicada nariz y una boca tan pequeña y rosada que parece esculpida a mano por algún gran artista.
Aun no baja su mano, que sostiene la mía. Le da un pequeño apretón y me da una sonrisa tan sutil que parece una simple alucinación.
Y lloro, lloro por todo lo que ella sufrió, lloro por todo lo que yo sufrí; pero lloro mis por la gran distancia que impusieron entre nosotras. Pues con un simple toque sentí tanto, sentí cosas que dudo puedan ser expresadas con palabras.
Lloro porque nos encontramos y lloro porque, a pesar de todo, ella me quiere ayudar. Ella me quiere. Ella me quiso cuidar, sin importar el monstruo que era mi padre o el daño que le hizo. Y eso me hace llorar con más fuerza.
Siento unos delgados y frágiles brazos rodearme y recibo su abrazo con tanta felicidad, que lloro por todo lo que he vivido. Lloro porque mi madre está muerta, pero vive en mí.
Y la abrazo tan fuerte, que duele. Sin embargo, ejerzo más fuerza, por miedo a despertar y descubrir que todo es mentira. Que simplemente es una broma de mi subconsciente.
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Hola, sorpresa.
Espero que les guste.
Hasta el próximo.
Erika x
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