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Estaba aturdida, pero no asustada.

Era fascinante.

Sus alas eran gigantes, majestuosas, aunque faltaban muchas de sus plumas en varios lugares. 

Vaya, un ángel.

Me quedo mirando, sin moverme. 

Él se moviliza con mucha dificultad, se ve muy débil.

¿Pero que sé yo de ángeles?

Parece una broma, ¿qué hago aquí parada, sin hacer nada?

Entonces grito, muy fuerte mientras brinco.

—¡Un ángel! Oh, por Dios, estoy viendo un maldito ángel de verdad ¿Qué dices ahora, maldito parásito?—grito con fuerza, refiriéndome a mi ex novio como "parásito", el idiota siempre decía que él era el hombre más atractivo que yo vería.

¡Y éste ángel está como el infierno! 

Él me mira, como si me estuviera analizando. Entonces me detengo, paro de brincar, me acomodo la blusa y lo miro con una sonrisa.

—¿Hablas español? Tú,—lo señalo— ¿saber hablar...—hago señas— español?—hablo lento, asegurándome de que me entiende.

Me debo ver ridícula haciendo eso. 

Entonces intenta caminar para salir de la bodega, pero sus pies fallan y cae bruscamente al suelo. 

¿Lo ayudo? ¿Y sí lo toco y me muero? O quizás explote.

Entonces recuerdo que él me pidió ayuda, y que ya lo toqué.

Pero estaba encadenado, quizás eso le quitaba los poderes, ahora puede aniquilarme. Antes se veía más débil. 

—No te voy a matar, menos vas a explotar. Ayúdame, ellos ya vienen. 

Un escalofrío me azota el cuerpo, tiene una voz cautivante, algo delicado pero seguro, ¿Se puede tener sexo con un ángel?

Él... puede leer mentes ¿verdad? 
—Si, ahora, ayúdame.

Sonrío, satisfecha de que sepa lo que pienso sin necesidad de decirlo. 

Espera,  ¿Quiénes vienen?

Esconde sus alas y me acerco, primero miro su espalda descubierta; no hay nada extraño ¿Cómo salen alas de ahí? ¿Cómo las esconde?

Lo intento levantar, pero pesa demasiado y él debe ayudarme a ayudarlo. 

Luego de un rato logramos salir de la bodega y él me mira interrogante al no ver ningún medio de transporte.

—Oh, mi ex novio me abandonó en medio de la carretera hace varias horas.

Digo a modo de disculpa, ganando un suspiro frustrado de mi acompañante.

Entonces las luces de un auto se ven a lo lejos, pero se acercan rápidamente. 

Suelto a el sujeto, mientras levanto los brazos para llamar la atención del conductor. Atrás se escuchan quejas. 

El auto se detiene y un agradable sujeto se ofrece a llevarnos.  Pero mira con desprecio a mi compañero, pues no tiene camisa ni zapatos y sus pantalones están rotos.  Además de su deplorable estado.

Sonrío dulcemente y me acomodo en el asiento de copiloto.

—Él estaba en una fiesta de disfraces,  tuve que venir a recogerlo. Imagino que usted sabe como son los hermanos. 

—Si señorita, la entiendo. Asegúrese de cobrarle luego por el favor. Estos lugares son peligrosos.

Y el resto del camino me la paso conversando con el chófer, olvidando la presencia del candente ser que está sentado atrás de mí, ganando una mirada de incredulidad, aunque no sé si es porque lo ignoro o por la fluida conversación que llevo con un desconocido. 

—Dígame señorita, ¿Tiene novio? 

Eso despierta la curiosidad de plumitas, ya que mira en mi dirección, yo lo observo por el espejo retrovisor.

—No, hace algunas horas se comportó como un verdadero idiota y terminamos.

—No se ve muy afectada.—dice, mirándome de reojo. Este hombre debe tener la edad de mi abuelo.

Ahora que lo pienso, ¿Qué hacía por esa carretera si yo no vi ningún auto?  Seguramente andar con un ángel de suerte.

¡Tengo que llevarlo a Las Vegas!  Quizás me haga millonaria. 

Respondo antes de seguir pensando estupideces.

—Meh, de amor nadie se muere.
Creo ver una sonrisa en los labios de plumas, pero es tan efímero que no estoy segura.

—Dime, niña ¿Dónde vives? 

Antes de poder responder, la cosa con plumas lo hace. 

—Puede dejarnos en la... ¿Carretera principal? —me mira, pidiendo ayuda, pero sólo sonrío, con burla,  por metiche. 

—Mijo, pero estamos en la carretera principal hace media hora. Tienes que ser un poco más específico.

Le específico el lugar, aunque queda un poco lejos de mi departamento. No voy a darle la dirección de mi casa a un completo desconocido, tan bruta no soy.

Llegamos minutos después, me despido y agradezco.

Cuando lo pierdo de vista, tomo un taxi. 

Al llegar, maldigo nuevamente a el energúmeno que tuve como novio ¡No tengo llaves!  El señor del taxi toca el pito, exigiendo su paga. 

Le toco la puerta a mi vecino, asegurandome de que el ángel quede escondido. 

—Juan, hola.  Siento molestarte, de verdad,  pero es urgente ¿Me prestas dinero?  Prometo que mañana te pago. 

—Solo acepta salir conmigo algún día. 

Le sonrío y tomo el dinero, corriendo para pagar al taxista, que debe estar maldiciendo a mis ancestros en este momento.

¿Ahora cómo abro la puerta?  ¡Demonios!  El señor Ramón me va a odiar si la despierto. Pero no tengo opción. 

Bajo hasta el puesto de vigilancia y despierto a el guardia, que mirándome fatal, me acompaña y abre la puerta. 

Una vez dentro, miro al ángel. Exigiendo explicaciones.  Pero él no se inmuta. 

—Bien, retomemos. Eres un ángel caído, prisionero. Lo que me lleva a pensar que sí no te quieren en el cielo ¿Por qué te voy a querer en mi casa?  Aunque decirlo ahora es absurdo, teniendo en cuenta que debes saber mucho de mí ya que en el recorrido hasta aquí no hablaste, supongo que estabas analizandome y leyéndome la mente.  Lo que no me agrada. Así que estoy en desventaja,  no sé siquiera tu nombre. Y debes ponerte camiseta, estás muy bueno y mi concentración no es la mejor.

Se muestra sorprendido por mi conclusión.

—... Además, imagino que caíste buscando libre albedrío, ¿verdad?

—¿Por qué crees eso, Esmeralda?

—No te desvíes, ¿Tu nombre? 

—Ariel es mi nombre. 

—¿Cómo la sirenita?

—¿Qué? 

—Nada,  ¿Qué hacen los ángeles?  Porque necesitas un baño, pero no sé si comes, aunque lo dudo ¿Cocinan en el cielo? 

Me ignora y recorre la casa, luego se mete a bañar, y me río por ello.

¿Qué ropa va a usar? 

No creo que mis vestidos le sirvan.

Claro que tenerlo desnudo no me molesta...

Mientras como algo recalentado, veo el amanecer.  Es increíble. 

Y pienso ¿Por qué no me siento aterrada? ¿Por qué lo siento tan natural?  ¡Por Dios, es un ángel!

—Supongo que querras que me vista, siento decirte que no tengo nada. 

Lo miro y me permito babear.  Ser así debería ser delito ¿Y si por eso lo votaron del cielo?  No por ser perfecto, supongo que a así deben ser, me refiero a la lujuria. 

Sé un poco de ángeles, muy poco a decir verdad.

Sé que los ángeles caen por tres razones; lujuria, búsqueda del libre albedrío y por revelarse contra los mandatos de Dios.  O eso creo. 

Es difícil pensar con semejante espécimen frente mío.

Entonces tocan la puerta con una fuerza bruta, sorprendiéndome al ver que alguien entra.

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¡Feliz Navidad! ¿Qué tal su día ayer?

Erika x.

Actualizo hoy por el apoyo que está recibiendo la historia (:

Gracias.

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