Poe, Olbers y el Big Bang
Me ha parecido conveniente rendir un homenaje al visionario poeta Edgar Allan Poe, quien fue el primero en dar cuenta de varios fenómenos universales, uno de ellos absolutamente decisivo, la singularidad de la que se originó el Big Bang.
En 1847, Poe escribió un libro excepcional, "Eureka". Hay que leer ese libro tomándolo como una obra poética, pero tiene momentos de verdadera inspiración científica.
En uno de esos momentos, Poe se adelanta a todo el mundo para solucionar la famosa paradoja de Olbers. El Universo de Newton adolecía de un defecto: la gravedad siempre es atractiva lo que haría que al final todas las estrellas se reunieran y colapsaran. Newton intentó encontrar una solución y para ello pensó en un universo uniforme en todas direcciones e infinito, de manera que las atracciones se equilibrasen, aunque fuese precariamente.
Olbers objetó que en un universo eterno e infinito, al mirar al cielo, nuestra vista siempre terminaría encontrando en cada punto de él, una estrella, con lo que el cielo nocturno debería ser blanco y brillante en lugar de negro. En un tiempo infinito, la luz de cada estrella ya habría podido llegar a nuestros ojos. Y la absorción de dicha luz por nubes de polvo interestelares no solucionaría nada porque finalmente ese polvo se calentaría tanto que empezaría a irradiar luz igualmente.
Esta paradoja resultó un verdadero quebradero de cabeza para muchos astrónomos. Y curiosamente, la primera persona que la resolvió fue un poeta, Poe.
En primer lugar niega la infinitud del universo basándose en datos empíricos:
"La infinita extensión de materia es una idea que si bien no está positivamente refutada, por lo menos no la autoriza en ningún sentido la observación telescópica de los astros".
A continuación acude a la paradoja de Olbers y aporta una solución que implica que el Universo tuvo un principio:
"No hay falacia astronómica más insostenible, y ninguna ha sido apoyada con más pertinacia, que la de la absoluta ilimitación del universo astral. Si la sucesión de estrellas fuera infinita, el fondo del cielo nos presentaría una luminosidad uniforme, como la desplegada por la Galaxia, pues no podría haber en todo ese fondo ningún punto en el cual no existiera una estrella. En tal estado de cosas, la única manera de comprender los vacíos que nuestros telescopios encuentran en innumerables direcciones sería suponiendo tan inmensa la distancia entre el fondo invisible y nosotros, que ningún rayo de éste hubiera podido alcanzarnos todavía."
Reparemos en la palabra "todavía". En un universo eterno, habría transcurrido hacia atrás un tiempo infinito, suficiente para hacer llegar la luz de innumerables estrellas que hiciesen blanco el cielo. Por tanto, Poe, aclara el porqué de la oscuridad del cielo nocturno, al mismo tiempo que establece la finitud espacial del universo y le otorga un comienzo.
Respecto a la actual teoría del Big Bang, el poeta expone una visión cercana a lo que la ciencia ha descubierto sobre tal fenómeno, la explosión que dio origen al Universo:
" Tomada la unidad absoluta como centro, el universo astral existente es el resultado de la irradiación a partir de ese centro."
Y también se puede asimilar su "partícula absoluta" a la singularidad originaria:
"Para una mejor comprensión, imaginemos en primer lugar una esfera hueca de vidrio o de cualquier otra sustancia ocupando el espacio a través del cual se difundirá uniformemente la materia universal, por medio de la irradiación, a partir de la partícula absoluta, independiente, incondicionada, situada en el centro de la esfera. Ahora bien, cierto despliegue del poder difusivo (que se supone es la Voluntad Divina), en otras palabras, cierta fuerza cuya medida es la cantidad de materia, es decir, el número de átomos emitidos, despide por irradiación estos átomos, impulsándolos en todas direcciones a partir del centro, y sus mutuas distancias disminuyen a medida que avanzan, hasta distribuirse al fin, espaciados, sobre la superficie interior de la esfera."
No solo eso, también se adelantó a las teorías actuales del Multiverso:
"Permítaseme declarar tan sólo que como individuo me siento impelido a imaginar —no me atrevo a decir más— que existe una ilimitada sucesión de universos más o menos similares al que conocemos, al único que conoceremos jamás."
Incluso lo siguiente se puede considerar una premonición del Big Crunch:
"Una analogía lógica puede guiarnos para elaborar una hipótesis sobre el futuro aún más terrible. Destruido necesariamente el equilibrio entre las fuerzas centrípetas y centrífugas de cada sistema, al alcanzar cierta proximidad al núcleo del grupo al cual pertenece, debe ocurrir de inmediato una precipitación caótica o en apariencia caótica de las lunas sobre los planetas, de los planetas sobre los soles y de los soles sobre los núcleos; y el resultado general de esta precipitación debe ser la reunión de los millones de estrellas ahora existentes en el firmamento, en una cantidad casi infinitamente menor de esferas casi infinitamente superiores. Siendo indeciblemente menos numerosos, los mundos de ese día serán inconmensurablemente más grandes que el nuestro. Entonces, entre insondables abismos, brillarán inimaginables soles. Pero todo esto será una magnificencia simplemente climatérica, presagio del gran fin. De este fin la nueva génesis descrita no puede ser sino una postergación muy parcial. Mientras se produce la consolidación, los grupos mismos, con una velocidad prodigiosamente creciente, se han precipitado hacía su propio centro general, y ahora, con una velocidad eléctrica mil veces mayor, sólo comparable a su grandeza material y a la pasión espiritual de su apetencia de unidad, los majestuosos sobrevivientes de la tribu de las estrellas se lanzan por fin a un abrazo común. La inevitable catástrofe se acerca. "
El asombro ya nos ciega cuando vemos que también fue pionero del Universo Oscilante:
"¿Pero vamos a detenernos aquí? De ninguna manera. Cabe concebir fácilmente que de la aglomeración y disolución universal puede resultar una serie nueva y quizá totalmente distinta de condiciones, otra creación e irradiación que vuelva sobre sí misma, otra acción y reacción de la Voluntad Divina. Guiando nuestra imaginación por la omnipredominante ley de leyes, la ley de periodicidad, ¿no estamos más que justificados cuando alimentamos la creencia, digamos más bien cuando nos complacemos en la esperanza de que los procesos que nos hemos atrevido a contemplar se renovarán una y otra vez eternamente? ¿Que un nuevo universo irrumpe a la existencia y luego se hunde en la nada, a cada latido del Corazón Divino?"
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