Capítulo tres
La salida nocturna de Jeongin no tardó en pasarle factura al día siguiente, y eso que solo fue a cenar. Apenas había dormido cinco horas que, sumado a su cansancio acumulado, se volvieron en su contra. Había ido de set en set, grabando y repitiendo tomas una y otra vez durante todo el día. Se había tomado tres cafés en lo que llevaba de día y ni siquiera con una pequeña siesta logró levantar sus ánimos. Se sentía más agotado que cuando salió de su agencia ayer por la noche, pero no se arrepentía de nada.
Dejando de lado las consecuencias que traían el irse a dormir tarde, había conocido a un chico muy interesante. Más allá de sus nombres, no se dieron ninguna otra información personal. Felix se encargó de pasar por todos los temas posibles que tuvo tiempo de comentar en lo que Jeongin terminaba su cena. No había manera de callar al chico, decir que hablaba por los codos sería quedarse corto. En ese aspecto, eran polos opuestos, pero eso lo volvía la combinación perfecta. Felix hablaba, Jeongin escuchaba. Se sintió cómodo con él, y lo mejor de todo era que, a pesar de parecer un zopenco con sus bromas, durante su cena lo trató como a Yang Jeongin, un cliente y desconocido como cualquier otro, y no como I.N., un idol reconocido.
Un simple "feliz cumpleaños" como despedida para cuando Jeongin se encontraba subiendo de nuevo a su bicicleta bastaron para que supiera que Felix lo había reconocido, tal vez lo supo desde el momento en el que entró al local. Había recibido decenas de felicitaciones por parte de sus fans, pero ninguna se sintió tan bien como la de ese chico. Lo sintió más cercano, algo más real.
El día había sido largo, tuvo la tentación de volver a pasar por el pequeño restaurante. Si Felix había logrado subirle los ánimos ayer, ¿por qué no hoy también? Pero debía ser responsable, así que apartó esa idea de su mente y regresó a su casa. Se sentía exhausto, el cuerpo le pesaba y sus ojos empezaban a escocer, indicio de que lo mejor que podría hacer al llegar a la casa sería ir directo a la cama. Sí, ese era un buen plan. Jeongin amaba dormir, y no poder hacerlo tanto como le gustaría le parecía un fastidio.
De nuevo se encontraba perdido en su mente. Pensaba tantas cosas y a la vez no pensaba en nada. Como si estuviera pensando sin pensar. Tenía la mala costumbre de encerrarse en esa burbuja mental, le hacía sentir lejano de todo. Y como de costumbre, abrió la puerta de su casa de forma automática, sin ser consciente de verdad de que ya había llegado a su casa.
—¡Feliz cumpleaños!
Un fuerte ruido se hizo presente tan pronto como entró, las luces se encendieron repentinamente, dejando ver a una gran multitud en el salón de su hogar. En medio, su madre lo esperaba con los brazos abiertos y una sonrisa de oreja a oreja.
—¡Felicidades, mi niño! Parece que fue ayer cuando aún te tenía entre mis brazos, siendo tan pequeñito. Estoy muy orgullosa de ti.
Le tomó largos segundos recomponerse de la mezcla de susto y sorpresa de la fiesta. Eran las diez de la noche, toda la comida que había para picar consistía en pequeños tentempiés saludables, nada que pudiera hacerle subir de peso. Jeongin no tenía amigos, conocía a muchos de los idols actuales con los que alguna vez coincidió o colaboró, pero no eran personas cercanas a él. En la sala solo se encontraba parte de su staff y alguna otra persona de la que ni siquiera recordaba su nombre, todos de mediana edad.
—Gracias.
No fue la respuesta más entusiasta, pero la idea de tener que seguir despierto cuando lo que más quería Jeongin en ese momento era ir a reposar, no le hacía especial gracia. Sin embargo, se obligó a hacer un esfuerzo más. Todas esas personas habían ido hasta ahí, fuera de su horario laboral, para celebrar el cumpleaños de alguien con quien no tenían amistad, debía ser agradecido.
Para Jeongin, hacer nuevos amigos siempre había supuesto un reto. Era callado y reservado, solía ser tranquilo y despistado, siempre acababa divagando entre sus pensamientos sin darse cuenta. Sumado a su forma de ser, desde muy pequeño había estado comprometido en la construcción de su carrera profesional, cosa que implicaba muchas horas invertidas en ello. Se pasaba la mayor parte del tiempo trabajando, y cuando tenía tiempo libre se sentía tan cansado que apenas salía de casa. Dadas las circunstancias, Jeongin no tuvo la oportunidad de tener un amigo cercano, alguien con quien compartir tanto sus alegrías como sus penas. Había hecho buenas migas con algún que otro idol, pero de forma muy superficial, lo justo para darles interacciones divertidas de ellos a los fans.
Le hubiera gustado tener una fiesta de cumpleaños como la de cualquier otro adolescente, con frituras poco sanas y un pastel cargado de calorías, compartiendo tal momento rodeado de buenos amigos. Esos pensamientos hacían que siguiera esforzándose por crecer como artista. Ser un idol desde tan temprana edad lo había privado de muchas cosas que desearía haber experimentado, así que al menos, dado todo el esfuerzo y sacrificios puestos en su trabajo, quería dar lo mejor de él para que valiera la pena. Aunque no fuera algo que disfrutara haciendo al completo.
Ir yendo de persona en persona sin lograr mantener una conversación que no tuviera algo que ver con su trabajo como idol lo frustró en demasía. No estaba trabajando, esa era su fiesta de cumpleaños, se suponía. La fiesta de cumpleaños de Yang Jeongin, no la de I.N.
—Voy a salir un momento, mamá. Para que me dé el aire.
Fue más rápido que la posible respuesta de su madre. En su mente se seguía recordando que debía ser agradecido, debía estar feliz por el apoyo de toda esa gente. Pero no lo estaba, se sentía vacío. ¿Cómo puede uno sentirse solo estando rodeado de una multitud?
Se sentó en el portal de su casa, recostando su cuerpo en la puerta. La única iluminación en aquella calle dentro de la oscura noche se encontraba en la farola a unos metros de él. Hacía algo de viento, pero se encontraba mucho más cómodo allí, que dentro de su propia casa. Sus párpados bajaron la guardia, descansando por unos momentos, como habían deseado hacerlo desde hacía ya un buen rato. Los músculos de su cuerpo se destensaban poco a poco, el pecho bajaba y subía cada vez de forma más lenta. Iba a dormirse en ese mismo lugar, estaba a punto de lograrlo...
—¡Oh! ¡Eh, Jeongin! Qué coincidencia verte aquí. ¿Cómo estás?
Su estado de tranquilidad fue interrumpido por un pecoso energético, que se acercaba a él con una sonrisa de oreja a oreja. Jeongin no pudo evitar preguntarse si el chico se habría tomado un café demasiado tarde como la noche anterior. Viendo lo enérgico que parecía estar, no le extrañaría. Felix se sentó a su lado, con sus manos aún en los bolsillos de su fina chaqueta.
—Te ves cansado otra vez, ¿no deberías estar durmiendo? ¡Ya sé! No me digas que has perdido las llaves de tu casa y no puedes entrar.
Sintiéndose un poco más despierto, Jeongin respondió de forma apagada: —No puedo ir a dormir. Mi madre me ha organizado una fiesta de cumpleaños sorpresa.
Una leve "oh" escapó de los labios de Felix, a pesar de no entender de verdad el porqué se veía tan disgustado cuando detrás de esa puerta seguramente se encontraban personas esperando a que regresara.
—¿Y eso es malo? Hasta donde yo sé, las fiestas son divertidas, al menos en su mayoría.
—Lo sería si alguno de los que están ahí dentro fueran mis amigos. Ni siquiera son de mi edad...
Las piezas del puzzle empezaron a encajar mejor tras la explicación. Felix podía entender mejor la situación en la que se encontraba Jeongin. Él no podía hacer nada en ese momento para que la fiesta de Jeongin fuera mucho más divertida. A menos que se colara en ella, claro. Felix solía considerarse el alma de la fiesta. Pero tuvo una idea que le pareció una mejor opción, así que descartó la intrusión.
—Ven mañana a comer ramen, pago yo. Tómalo como un regalo de cumpleaños. Podemos poner algo de música animada, seríamos tú, yo y si se anima, el viejo también. No es la gran cosa, pero prometo que será divertido.
Jeongin se mantuvo en silencio por unos segundos, como de costumbre le pasaba con ese chico, antes de que una cálida sonrisa se deslizara en su rostro. Le pareció lindo que intentara tener un gesto bonito a pesar de ser desconocidos el uno para él otro. Y por supuesto, la tentación de conocer a alguien de su edad ganaron ante la consciencia prudente en su cabeza. Aunque antes de que pudiera manifestar verbalmente su decisión, Felix ya se encontraba de pie frente a él, adelantándose para hablar.
—Me voy, ya se está haciendo tarde. ¡Espero verte mañana!
El de pelo rojizo se despidió alegremente, desapareciendo poco a poco por la calle hasta desaparecer, dejando solo a Jeongin de nuevo.
¡Hola! ¿Cómo están?
Estoy aprovechando estas vacaciones para actualizar seguido. También quiero dejarme algunos capítulos preparados por si no tengo mucho tiempo cuando vuelvan a empezar las clases (tengo exámenes literalmente a la vuelta 😔).
¡Me encantaría saber vuestras opiniones y recordad dejar vuestra estrellita si os gustó el capítulo! 🫶🏻
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