Capítulo nueve
—Jodida mierda...
El tranquilo descanso del pecoso fue interrumpido por la persistente alarma de su teléfono. Había aplazado la misma probablemente más de diez veces, y lo habría hecho una vez más, de no ser por la hora que marcaba la pantalla de su celular.
—¡Mierda! —dio un brinco, topándose de morros contra el suelo. Su repentina acción le ganó un pequeño mareo y un dolor punzante en su nariz, pero no había tiempo para prestar atención a esos pequeños detalles.
Si había una palabra que podría definir la vida de Felix, sin duda alguna esa sería; caos.
El muchacho era un manojo de nervios, no podía quedarse quieto ni un segundo. Le gustaba salir, realizar planes espontáneos, explorar nuevos lugares. Cualquier cosa que requiriera salir de su vivienda le resultaba perfecta.
Gracias a su año sabático, más allá del pequeño trabajo que tenía en el restaurante de ramen, tenía la libertad de hacer lo que le viniera en gana.
Excepto ese día, porque sus padres llegarían en una hora, y Felix debía evitar que vieran el desastre que era su casa mientras ellos estuvieron fuera.
—¿¡Dónde está la maldita escoba!?
Felix era un chico muy despreocupado, disfrutaba del presente sin reparar en el futuro. Pero aplazar todo hasta el último momento traía ciertas consecuencias, y en su caso, podría haberse ahorrado la crisis que estaba sufriendo en esos momentos poniéndose a limpiar antes.
Por suerte, Felix trabajaba mejor bajo presión, y después de corretear por toda la casa soltando improperios cada cinco minutos, logró adecentar su hogar minutos antes de que sus padres aparecieran por la puerta principal.
—¡Cariño, ya llegamos!
El menor hizo acto de presencia en la entrada de inmediato, saludando a sus progenitores alegremente.
—¡Bienvenidos! Me alegro mucho de veros, pero- —fue interrumpido por su padre, el cual tenía una mirada acusatoria clavada en él.
—¿Pero? ¿Vas a salir cuando acabamos de llegar?
Bien sabía Felix lo mucho que le molestaba a su padre que el pecoso se esfumara tan pronto como ellos llegaban, pero de todas formas siempre acababa haciendo lo mismo.
—Bueno... Es que Minho me llamó esta mañana, necesita mi ayuda urgentemente —Felix dramatizó sus palabras, relatando la excusa más convincente que apareció en su mente. —¡Le acaba de dejar su novio, necesita del apoyo de su mejor amigo!
Su padre enarcó una ceja, no era estúpido, sabía que su hijo le estaba mintiendo.
—¿Desde cuándo tú y Minho sois tan cercanos?
—¿Desde cuándo os importa?
Su voz salió tranquila, casi imperturbable, pero era consciente de que se había arriesgado mucho al lanzar tales palabras que cayeron como dagas en los corazones de sus padres. Tal vez había sobrepasado el límite, la tensión en el lugar era clara, pero ya no podía retroceder en el tiempo y evitar el tonto error. Aprovechó el momento para huir de ahí, el Felix del futuro ya se preocuparía de las consecuencias de sus palabras.
—¡Ya debo irme, Minho me espera! ¡Adiós!
Había logrado librarse de una buena, pero Felix sabía que no quedaría impune tras aquello. Caminó por las calles, restándole importancia a lo sucedido, ese sería problema del Felix del futuro. Por el momento, prefirió preocuparse más por encontrar a Minho entre toda la multitud. No mintió al decir que ya tenía planes, simplemente exageró un poco la importancia que tenían para que lo dejaran salir de casa. Aunque lo cierto era que ya no pedía permiso para esas cosas.
—¡Felix, aquí! —el castaño de ojos felinos alzó su mano, llamando su atención entre todas las personas a su alrededor, las calles estaban mucho más concurridas de lo normal.
Minho y Felix no eran demasiado cercanos, más allá de salidas por pura diversión, se veían poco. No obstante, desde hacía unas pocas semanas habían empezado a hablar con más frecuencia. Y Felix intuía que había algún motivo oculto en el repentino interés del mayor en su amistad.
—Tu bicicleta se parece a la de Innie, aunque la suya es más bonita —inició la conversación tras fijarse en el vehículo que arrastraba a su costado.
—¿Innie? ¿Te refieres al chico del otro día, Jeongin?
El pecoso asintió, metiendo sus manos en los bolsillos traseros de su pantalón.
—Siempre va en bicicleta a todos lados, no me extraña que sus piernas se vean tan fuertes. Debería pedirle que me dé una patada en el culo, quizás así me envíe a Australia volando y me salga gratis el viaje.
Minho río ante aquella ocurrencia, pero no le extrañaría que hiciera una petición así de verdad.
—Al parecer os habéis vuelto cercanos, no me lo esperaba. Jeongin y tú sois muy diferentes.
Felix se encogió de hombros, era consciente de aquello. Quizás ese era uno de los motivos por los que le agradaba tanto su nueva amistad.
—Tenemos personalidades distintas, pero en realidad no somos tan diferentes —no se molestó siquiera en justificar sus palabras antes de cambiar abruptamente de tema. —Oye, bro, te ha pasado algo, ¿cierto?
Minho enmudeció tras las palabras de su amigo, al parecer había dado en el clavo.
—¿No puedo pasar más tiempo con mi amigo? Con Jeongin no pareces tener problema —no había recriminación en la voz del castaño, para Felix eso sonó más bien a una excusa barata, como la que había dado él a sus padres.
—Eso es porque él me cae mejor que tú.
Ambos se quedaron en completo silencio, compartiendo una mirada antes de soltar fuertes carcajadas.
—Eres cruel, Felix —bromeó.
El mencionado se encogió de hombros, sabía que a Minho no le había molestado el comentario, así que no le preocupaban sus palabras. Estuvieron un rato más así, paseando y comentando algunas tonterías. No iban a hacer nada en concreto, pero Felix solo quería perder un poco el tiempo, lo mismo de siempre; quedar con algún amigo, divertirse un rato y evadir cualquier otra responsabilidad que no fuera su trabajo en el restaurante.
—¡Lee Minho! ¡Voy a matarte!
Un enfurecido chico de mejillas abultadas se acercó a ellos dando grandes zancadas. Minho se tensó a su lado en el mismo instante en el que escuchó aquella voz, y Felix tardó unos largos segundos en reconocer el chiquillo frente a ellos. Jisung era un antiguo compañero de clases del par de amigos, el pecoso no llegó a entablar más de dos conversaciones con él en todo el curso, pero Minho y Jisung sí eran cercanos.
—¿Hola...? —la temerosa voz de Minho salió en un susurro.
—¡Ni hola ni mierdas! ¿¡Qué demonios pasa contigo!? ¡No puedes desaparecer de un día para otro, joder!
Felix se hizo a un lado, observando en silencio, era como ver un capítulo de la Rosa de Guadalupe.
—Lo siento, yo solo...
—¡Calla, no quiero excusas! —Jisung tomó la muñeca del castaño, parecían haberse olvidado de la presencia del pelirrojo. —¡Tú te vienes conmigo!
Sin más, Jisung se llevó a rastras a su amigo, y por supuesto él no intervino en ningún momento. No era su problema, además, después de eso pudo hacerse una mejor idea de qué le sucedía a Minho. Algo había pasado entre ellos dos, pero Felix no tenía la más mínima intención de involucrarse por voluntad propia. Si Minho quería, ya le contaría lo que sucedía.
—Pues al final sí que tenía problemas con el novio —murmuró con diversión, viendo cómo Minho y Jisung desaparecían a lo lejos. Y la escena le resultaba todavía más graciosa al ver cómo Minho batallaba por no tropezarse con su propia bicicleta. No debía ser fácil llevarla con una sola mano. —Se lo contaré a Innie.
De nuevo, se encontró inundando de mensajes el chat que tenía con el menor, que no tardó más de un par de minutos en responderle. Felix no mentía al decir que prefería a Jeongin. ¡Pero cómo no hacerlo si conectaba tan bien con el menor!
¡Me encantaría saber vuestras opiniones y recordad dejar vuestra estrellita si os gustó el capítulo! 🫶🏻
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