Adrián

Bailo con Elena la canción que le pagué al DJ para que pase y mantengo controlado mi libido mientras lo hago.

Es una mujer hermosa, su cabello rubio se mueve al compás de la música, su suave y bella piel es tentadora, me pondría a recorrerla con mi boca. Ya me desconcentré.

—¿En qué estás pensando? —Ella frunce el ceño visualizando como la estoy observando.

Me pondría a cantar.

¡Estoy caliente! La, la, la.

Sí, sería una buena canción.

—¿Y a qué te dedicas Adrián? —Hace otra pregunta y dejo de estar desconcentrado.

—Ah soy un empresario, uno muy pero muy rico —Le guiño el ojo y ella se ríe —. Casualmente mi apellido te parecerá muy parecido a la palabra.

Ahora comienza mi reto.

Vuelve a fruncir el ceño.

—¿Estás de broma? —Se separa de mí —¿Ricoy?

La agarro de la cintura y la atraigo hacia mi cuerpo otra vez.

—¿Cual es el problema? —Sonrío ampliamente —Si soy encantador aunque, sería muy egoísta de mi parte, no admitir que la única que deslumbra en esta fiesta eres tú.

Se queda en silencio un instante y me observa detenidamente de manera muy seria. No puedo ni adivinar lo que está pensando frente a este piropo más decente que el anterior.

—Estoy ocupada —Se aparta de nuevo de mi agarre —, ya me voy —Se gira y camino detrás de ella. Se detiene fuera del bar y se da la vuelta para mirarme —. Deja de seguirme.

Aprovecho que está mi auto justo en frente de nosotros y abro la puerta estando sonriente.

—¿Qué tienes que perder?

—Mi orgullo ¿Te parece poco? —Entrecierra los ojos, esperando una respuesta absurda de mi parte —¿Qué? Habla de una vez —exige.

—Si estás ocupada, debe ser algo importante, no te detendré —Me subo a mi vehículo —aunque te arrepentirás.

Se acerca a la puerta.

—No digas bobadas.

Le agarro la mano y la adentro allí, comenzando a conducir el coche.

—No iré a ningún lado contigo, menos con un Ricoy —me aclara —. Devuélveme ahora.

—Si no quieres, puedes bajarte en el próximo semáforo.

Le digo mi idea y se mantiene callada. El silencio se queda impregnado mientras conduzco y cuando llego hasta el objeto que especifique, descubro su decisión.