Adrián

Meses después...

El llanto de una bebé se escucha en la clínica e Ian corre hasta a la camilla a ver a su hermana.

—Ian —dice mi esposa y le muestra a la beba en sus brazos —te presento a Crista.

—¡Que chiquita! —exclama sorprendido nuestro hijo —¿La puedo cargar?

—No —Frunce el ceño Elena —, es frágil como un cristal, la tienes que cuidar —dictamina severa.

Voy a decir algo pero el niño es quien responde para defenderse de esa fría actitud.

—La voy a cuidar y querer, más que a mamá —Saca la lengua y se va corriendo al pasillo.

—¿En serio tienes que hablarle así? —exclamo enfadado —¿Cuando vas a empezar a tratarlo mejor? Deja de ignorarlo —la reprendo —. Creí que ya habíamos superado esta etapa —Bufo.

—¿Por qué no te vas a encargar de separar tu empresa como dijiste? Así en un futuro, nuestros hijos no se van a pelear por quién se queda con qué parte de Luxury Deluxe.

Suspiro pesadamente.

—Sí pero... no quiero dejarte sola.

—Estoy bien —Mira hacia el frente —, tú ve.

Dejo a mi esposa en el hospital y a Ian con su niñera, mientras yo voy a mi empresa. Saludo a Jairo y él me indica donde está mi padre. Lo visualizo sentado en la silla de su escritorio, muy serio y fumando, entonces me le acerco para contarle mi plan.

—Padre —digo tenso y me acomodo la corbata —quiero separar la empresa en dos para mis hijos.

—Ah ¿Sí? —Frunce el ceño, apoya despacio el cigarro en el cenicero y une sus manos apoyando la cabeza en estas —¿Qué clase de idea es esa?

—Pues... —Trago saliva.

Hace una carcajada.

—¡Una excelente idea! —exclama animado y se levanta de su asiento para ir a abrazarme —¡Al fin! —dice emocionado y me da dos palmadas en la espalda —Al fin podré jubilarme e irme a un barco lleno de bellas mujeres bailarinas.

¿Qué?

—¡Papá! —grito sorprendido.

—Hijo, ya estoy viejo, necesitaba una oportunidad para irme, adiós.

Se retira contento y me río.

—Ese viejo.