51. Recuerdos
Elena
Amo a Adrián y a veces lo extraño. A pesar de que en muchas ocasiones lo tengo cerca, mi miedo me aparta de él. No quiero que se aleje, lo necesito.
Mi marido se sube sobre mí, provoca que mi corazón palpite muy fuerte, puedo sentir cada bombeo. Tener el cuerpo de Adrián encima del mío, me hace sentir nerviosa, estresada, pero a la vez, emocionada y feliz.
Sus labios se unen con los míos una y otra vez, creo que no me inquieta besarlo, lo que pone intranquila son sus manos.
Las manos masculinas me traen recuerdos que no quiero ni pensar.
—Espera... —le digo cuando toca debajo de mi camisón.
—¿Quieres que me vaya? —pregunta nervioso.
En su gesto se nota que tiene mucho calor.
—No... —Trago saliva —ve más despacio —le aclaro.
—Oh, perdón, no me di cuenta —expresa avergonzado y luego sonríe —. Daré todo mi esfuerzo.
Nos besamos otra vez, entonces nos perdemos en el roce de nuestros labios.
Adrián
Ir despacio.
Hace tiempo que no tengo sexo.
Contrólate.
Lo haré, aunque me muera de excitación.
Acaricio a mi esposa, ella tiembla mientras nos besamos, pero se agarra de mí y no me suelta. Eso me da confianza y me quita la sensación de sentirme culpable ante mis acciones. No es que haya hecho algo malo, pero ya ni sé cómo comportarme con ella. El tiempo pasa y sigo sin comprenderla. No quiero cometer algún error que la asuste.
Entre besos y caricias la ropa se pierde, sin darnos cuenta el momento que pretendía ser lento ya ocurrió, nos olvidamos de los minutos que pasaron. Los mimos que surgieron, nos sumergieron en la dicha. Una sensación de estar en el lugar correcto.
Puedo notar el miedo en los ojos de Elena cuando tomo sus caderas, intento detenerme una vez más, pero ella me da su consentimiento para continuar. Nuestros cuerpos se unen y una vieja sensación regresa a mí, extrañaba esto, necesitaba sentirla, entregarle mi amor de esta manera. Demostrarle que en el sexo también se pueden crear recuerdos felices.
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