36. Tiene que ser un error

Elena

Me quedo recostada en mi cama, abrazando la almohada, me refriego las lágrimas que han salido de mis ojos. No debí haber salido el otro día, hablarle a Adrián ha sido un grave error, otra vez dije cosas horribles.

Es su culpa, él insistió. Aunque ahora sabe la razón de evitarlo, no sé si sea bueno. No quiero que venga, no deseo que insista.

Ojalá todos me dejarán en paz. Zaray, mi madre, Edel, Adrián. Todos.

Me quedo perdida mirando la pared, cuando mi vista deja de estar borrosa por las lágrimas, registro que tengo un almanaque en mi habitación, lo olvidé por completo. Me levanto de la cama, acercándome hasta este. Estar deprimida, me ha hecho olvidarme de este papel tan importante. Agarro un lápiz y marco lo que me acuerdo, entonces me pongo nerviosa al darme cuenta que no sé si me vino la última vez, ni siquiera la anterior.

Tiene que ser un chiste.

Se me cae el lápiz de la mano y retrocedo nerviosa.

Tiene que ser un error.

No puedo estar embarazada.

Tengo que ir a un médico y averiguarlo pero ya.

No puedo decírselo a mi madre, me armaría un escándalo y estoy cansada de sus sermones. Voy a hurtadillas saliendo de mi habitación en dirección al teléfono de línea. Llamo a mi amiga y me preparo para salir.

—¿A dónde vas? —Oigo su voz y me detengo.

Limpio mi cara con un pañuelo, lo guardo, entonces me giro decidida a mi madre.

—Ya soy adulta, no tengo porqué decirte esas cosas.

Se me acerca y agarra mis manos.

—Hija, confía en mí, yo sé lo que es mejor para ti. Una mujer...

—Mamá, por favor —la interrumpo —, ya me sé ese discurso.

—Es por protección, no puedes salir a la calle sin saberlo, en un futuro se lo tienes que enseñar a tus hijas, es un legado, nunca lo olvides.

Me tensa oír la palabra "hijas". Sé que no me ha descubierto, pero justo saca el tema. Mejor me voy rápido. Me giro para retirarme lo más veloz posible.

Me encuentro con Zaray y le cuento mi pesar, así que vamos con un médico amigo para sacarme las dudas, este hombre me informa que tendré los resultados pronto. Entonces al terminar, avanzamos con la castaña, fuera del consultorio y el edificio, así que caminamos por la vereda de la calle, para despejar la mente un poco y charlar.

—Hubiera preferido a una doctora —opino.

Mi amiga suspira.

—No puedes culpar a todos los hombres de lo que te hizo Edel —me reprende —. Que tal si estás embarazada y resulta ser niño ¿También lo vas a odiar o qué?

—No estoy embarazada, es un error —expreso molesto.

—Tengo una duda, y no quiero incomodarte pero... ¿De quién sería si lo estuvieras?

—¿Qué? —Dejo de caminar y ella hace lo mismo.

La miro impactada y no le respondo, así que insiste.

—De verdad no quiero incomodarte pero... es importante saberlo.

—Yo lo sé —Bajo mis ojos cuando mis mejillas arden por un pequeño rubor al pensar en Adrián y luego me agarra un asco al recordar a Edel —. Sé que las situaciones ocurrieron casi al mismo tiempo, aun así... incluso así Edel, en ese momento, usó preservativo.

Me aguanto la arcada intentando no pensar en el horrible momento. Pero las imágenes igual vienen a mi mente, puedo oír mis gritos y me dan ganas de llorar de nuevo.

—Elena, siento haberte hecho esa pregunta, discúlpame —expresa arrepintiéndose y afligida al sentir culpa —. De verdad, lo lamento.

Niego moviendo la cabeza.

—No, está bien, de todas formas yo también me lo planteé en un momento, ya que algunas partes se me bloquearon, pero luego de pensarlo mucho, no tengo dudas sobre eso.

—¿Y qué vas a hacer? —Toma mis manos —¿Le dirás a Adrián?

Me quedo tildada y abro mi boca despacio.

—No sé, no sé qué hacer, pero no lo voy a pensar hasta que me den el resultado.

Sonríe y me abraza.

—Haces bien, necesitas descansar.

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