Elena

De repente todo se oscurece, en el salón no se ve nada, varios se quejan. Miro hacia todas partes algo pérdida y Edel me toma de la mano.

—Iré a ver si lo soluciono, ahora regreso, cariño —Me da un leve beso en los labios y luego me suelta para retirarse.

—Mejor que no regresé —Reconozco esa voz —, así bailamos en la oscuridad —Me gira agarrándome de la cintura.

Frunzo el ceño.

—Adrián ¿Qué haces aquí?

—Fingiendo ser tu amante hasta que te deshagas del falso prometido y me pongas en su lugar —Roza mis labios y siento como si se me cortará la respiración —y de paso que admitas que beso mucho mejor —Une su boca con la mía de una manera feroz.

Me acerca a su cuerpo, me toca como si estuvieramos a solas y pareciera que la ropa no existiese. Tan promiscuo y excitante beso prohibido, su lengua toma el control de la situación. Si me suelta ahora creo que haría algún sonido, estoy pérdida en sus manos, a pesar que no debería.

Reprimo un jadeo cuando deja de querer saborear mis labios una y otra vez.

—Basta, detente —digo en una voz leve, pidiendo lo contrario a lo que deseo.

—Baby, nadie nos ve, no te preocupes.

—Debes irte, esto no está bien —le aclaro —. Soy una mujer comprometida y encima eres un Ricoy. Eso es doblemente malo, para tu reputación y sobre todo la mía.

—¿Acaso no te genero nada? —susurra en mi oído —¿No me deseas? —expresa tan sensualmente que se me eriza la piel.

—Calla, olvídalo, no se puede.

—¿Pero no sientes nada por mí? ¿Ni un poquito? —insiste.

—No voy a mentir —Trago saliva —lo admito, hay algo, pero yo ya tengo una relación armada, así que no —explico —. Estoy intentando arreglarla y tú la arruinas.

—Tranquila amor, no la arruinaré, sino que la destruiré —Vuelve a acercarse a mi boca —y que me digas que hay algo, solo me da ganas de hacerte notar que entre tú y yo habrá más que eso, vayamos a las estrellas juntos, mi amor —Me vuelve a besar y no puedo evitar corresponderle otra vez.

De repente la luz regresa y rápido me aparto de él, viendo a Edel que viene hasta nosotros.